Mi nombre, es Park Sun Young; y vivo en un bonito departamento, en el último piso de un conjunto habitacional situado en el distrito de Dobong-Gu, al norte de Seúl, con mi pequeña hermana Jiyeon. Hoy es un día de lluvia cualquiera; en realidad, lleva toda la semana así, pero es agradable; sentir como el ambiente se pone fresco y con ese olor a húmedo bastante peculiar. Jiyeon ahora mismo duerme acurrucada en el sofá, cansada de limpiar; le observo apoyada junto a la ventana con una taza de chocolate caliente en la mano derecha. Se ve tan tranquila, como un bebé cuando duerme. Y noto que tiembla ligeramente. Sonrío levemente, mientras dejo la taza de color rojo sobre la mesita de centro y busco pronto una pequeña manta con que cubrirle. No se despierta pero si se encoje un poco, al sentir el suave tacto cálido de la prenda. Me dejo caer sobre el suelo, a su lado, acariciando su cabeza suavemente.
Sólo le tengo a ella y a In Jung, pero esta anda fuera del país, pasándola de lo lindo en alguna playa del Caribe con sus amigas, aprovechando que no es temporada vacacional, y así pueden disfrutar mejor de aquellas bellezas naturales.
No sé qué sería de mí al encontrarme totalmente sola. La estancia suele sentirse enorme y silenciosa, como si las paredes se cerraran entorno mío, por ello, suelo pasar mucho tiempo fuera de casa cuando sé que ninguna de mis hermanas se encuentra. Hoy no es el caso.
Jiyeon se acomoda nuevamente, llevando sus manos juntas debajo de su mejilla. Tiene las mejillas arreboladas. ¿Estará enfermando?
Toco su frente y al parecer esta normal. Esta niña, seguramente ha estado durmiendo con las ventanas abiertas. Siempre que hace eso, desde pequeñas, resulta en enfermedad segura. ¿Qué nunca entenderá? Aún es una niña… Un pequeño suspiro escapa de mí, mientras acaricio su cabello suavemente. Miro su rostro tranquilo durante un momento más, antes de volver a tomar mi taza y prender el televisor, a volumen bajo, intentando distraerme con algún programilla expuesto.
*-*-*-*
-En serio, te hace falta algo de... compañía.- murmuró la joven de cabellera azabache, mientras abría la puerta del frigorifico, sacando una botella de agua, que pronto fue arrebatada de sus manos, por otra joven ligeramente más alta que ella; quien en apenas un parpadeo, ya estaba abriendola.
-Tae tiene razón, Sunny. Es mucho espacio para tí sola. - llevó la boquilla a sus labios, dando un pequeño trago. A su lado, la otra joven ya se habia hecho con una lata de jugo.
-Como si no estuviera viendo claramente tus negras intenciones, Kim Taeyeon. No, no dejaré que se muden aquí conmigo. Necesito pasar un tiempo conmigo misma. Por eso me he tomado este par de semanas de vacaciones.
-Podrías aburrirte de estar solo contigo misma. Por eso TIENES que dejarnos quedar contigo...- La mayor no se rendía tan fácil, su mirada se enfrentaba directamente con la de la otra chica. Años de conocerse e incluso en medio de esos silencios, podían seguir con su pequeña “pelea”. Se preocupaba por su amiga, pero esta estaba en sus “cinco minutos de terquedad”. Por eso había llevado a Tiffany. Ella sabría que hacer para lograr convencer a Sunny de no encerrarse completamente sola en ese enorme apartamento. No era demasiado sano.
La chica rodó los ojos, cruzándose de brazos, arqueando una ceja, sin despegar la mirada de aquel par -No se diga más, Taeyeon, la respuesta es un rotundo NO. Anda, mejor vamos a preparar algo de cenar, que estoy muriendo de hambre.- la joven rodeo entonces la barra de la cocina, buscando trastos y demás.
La mayor suspiro, y miró a Fanny como si ella pudiera hacer una última jugada, el último intento. Las orbes chocolate de la joven, le miraban con ligera ofuscasión; los trucos se había acabado. No podian hacer más que dejar, a Sunny tan sola como quería. Y eso les preocupaba; las cosas que podría intentar de sentirse demasiado deprimida o alguna cosa así. No era paranoia, no. Y entonces, mientras su mano derecha se aferraba con fuerza a la botella, se perdió en la mirada suplicante y alentadora de su pequeña novia. El ruido de los trastos y la chachara que seguía dando Sunny, se conviertieron en ecos lejanos. Fue entonces, cuando la idea vino a ella, asi, de golpe. Como el pequeño destello de un estrella fugaz.
-Sunny Bunny, ya que no quieres que TaeTae y yo te hagamos compañia, y a nosotras nos preocupa que estés completamente sola... ¿Que te parecería si te conseguimos... una mascota?-