Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Y para qué por Tururu

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Otro día, otra mañana, de vuelta a la monotonía de despertar y hacer lo mismo de siempre.

Un baño, escoger qué usaría aquel día, escoger qué colores cambiarían la visión de mí mismo frente al espejo. Un café, un par de tostadas, lavar mis dientes, tomar lo que necesitaría aquel día, y, salir del apartamento.

Nunca me había gustado demasiado ni usar autos, ni tomar el bus, ni las motos, ni ningún medio de transporte que tuviese ruedas. Quizá me agradaba más que todo lo anterior la bicicleta, pero nunca había encontrado una lo suficientemente bonita como para que me gustase y comprarla, así que sólo caminaba cada día al trabajo.

Salir de mi apartamento y encender mi cigarrillo quizá era la parte más feliz de mi día. Si había algo que realmente disfrutaba, era el caminar bajo el frío de las mañanas con el sol casi imperceptible cayendo sobre mí y yo con mi cigarrillo en mano.

Me gustaba la música, pero no para oírla en mis trayectos. Prefería escuchar los ruidos de la ciudad, de los autos, conversaciones ajenas, e incluso ruidos de la naturaleza. Todos esos sonidos que la mayor prte  de la población hoy en día ignoraba. Todos iban día a díaa con audífonos en sus oídos sin prestar la mínima atención a nadie. Para ellos no había nadie más que ellos mismos en su mundo, nadie era lo suficientemente bueno para escucharlo.

¿Por qué odiaba el transporte público? Por la simple razón de que odiaba a la gente que usaba el transporte público. Ni siquiera en algo tan simple como cuando pedías permiso para descender te dejaban bajar, ¡iban todos tan ensimismados que no se daban cuenta del otro! Gente espantosa, me desagradaban demasiado.

Seguí caminando a travéz de las aceras, fijándome en el camino que había recorrido al menos cuatro o cinco veces, la verdad es que para llegar a mi destino, como a cualquier otro, se podían tomar un sin fín de rutas. Y a mí, en lo personal, me gustaba tomar cada cierto tiempo una distinta, aquello alteraba de cierta manera la monotonía que tanto hastío me causaba.

Mi cigarrillo a cada calada que le daba se consumía un poco más. Aunque hoy se consumió más rápido, pues era un día ventoso. Eso ocurre en días ventosos, no es que fume más o algo parecido, pareciera que el viento comparte la adicción junto a mí.

Al terminarlo lo lancé al piso y procuré pisarlo, justo como lo hacía cada día. Avancé las dos calles que faltaban para llegar a mi trabajo y entré, saludé a la recepcionista como cada día y subí al piso número 8, justo como siempre.

-¡Danny!- Y apenas abandoné el elevador fui atrapado por un par de brazos.

-¿Qué?... No... Suél-ta-me- Le dije a Matt, mi compañero de piso, mientras forcejeaba con él para librarme de su agarre.

-Enano malhumorado, no sé por qué no te gustan mis abrazos- No, ya había comenzado a poner su cara de berrinche y a llamarme enano. ¿Creía poseer aquel derecho por el medir 1,79 y yo sólo 1,65? Era cruel. Y guapo. Pero cruel.

-Deja de llamarme enano, Matthew. Y ya te he dicho que no me gusta que me abracen, menos que me den una emboscada cuando quiero ir a sentarme-

-¿POR QUÉ TE DIJE MI NOMBRE?- Comenzaba a lamentarse de nuevo... -Odio que me llamen así... Yo te hago una broma y tú atacas mi punto débil. Eres muy malo, Danny- ¿Gustaba de comportarse como un crío? ¿O sabía que eso le acentuaba el atractivo? Rayos, por qué me tocó trabajar con alguien así.

-¡Danny, Matthew! Dejen sus escenas para sus citas y pónganse a trabajar- Y, como cada mañana, el agradable grito de nuestro jefe, Christopher.

Oh, olvidé mencionarlo, por si se lo preguntan... Sí, estoy saliendo con Matt. No es que no hayamos peleado recién, pero creo que en eso se basa nuestra relación, sus niñerías y mi mal humor.

-¡Bueno jefe, ahora mismo iremos a trabajar!- Y ahí estaba Matthew, contestándole con la mejor de sus sonrisas para salvarnos a ambos de un mayor regaño, porque sabía que yo no movería siquiera un dedo por responderle a el engreído que dirigía la empresa. -Nos vemos luego, bebé- Me tenía tomado por la cintura desde mi espalda (¿En qué momento pasó eso?) y depositó un beso en mi mejilla antes de ir a su cubículo al otro lado del piso, mientras yo me quedaba por al menos cinco segundos en el mismo lugar, desconcertado ante lo que acababa de pasar, para caminar a mi cubículo, que estaba como a diez pasos de donde me encontraba.

Notas finales:

Si lo leyó, muchas gracias. 

Fue un ocio surgido a las 2am en que debía estar haciendo un trabajo sumamente importante que no hago, en realidad.

Espero guste.

Besitos.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).