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El barranco de nuestro desconsuelo por natalia clow

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Notas del capitulo:

Buenas y santas y muchas tantas. 

 

 

 

Hace mucho que no escribía un one-shot original. como últimamente he tenido varias trabas para escribir, quise intentar algo nuevo, para ver que tal lo hacía. 

 

 

 

Espero les guste. 

 

 

 

Me inspiré para hacer esto,  en la canción In the name of god de Gakupo Kamui

 

 

 

Buena lectura

EL BARRANCO DE NUESTRO DESCONSUELO

Era el deseo de estar en la unión de una utópica felicidad. Lo que desgarraba mi alma, era la certeza de su propia realidad. Claro, habría de sobreponer y dar por sentado la omisión de la inteligencia y el buen juicio. De ser esclavos del raciocinio y las buenas costumbres del saber lógico, no se habría llegado al borde del abismo.

Pero por supuesto, el ser humano era iluso y torpe por sus propias limitaciones autoimpuestas por su sistema límbico. En otras palabras, seres controlados por sus emociones que se transforman en sentimientos superfluos que hacen enceguecer hasta al más sabio y vivaz de los seres.

Y yo no era precisamente ni el más sabio ni el más vivaz de ninguna raza. Mi humanidad mediocre aplastaba cualquier tipo de talento sobresaltado que pudiese tener. Entonces, por esa clara y evidente coyuntura, me dejé llevar por esta pasión que no se dirigió a ningún lado.

Delinear tu cuerpo con la más profunda aversión. Ese era yo, buscando la completitud en la tarea ardua de tu cuerpo. Los contornos que a primera vista no dejaban resaltar nada de singularidad, se transformaban poco a poco en las formas de una irremediable adicción a la vista.

— Te pediría una sola cosa, pero veo que es imposible.

La voz cortaba lentamente y con ganas pacientes de querer destruir hasta el último ladrillo del dique de tus impedimentos. Esos ojos que golosamente arrastraban los susurros incontenibles de adulterio, me cautivaron.

El «imposible» se volvió en un «tenlo por seguro». La alquimia hizo un buen trabajo en nuestra moral. La transformación de la mórbida culpa en una golosa travesura. El ser humano acomoda sus códigos teniendo como modelo a sus deseos.

Las caderas se movían de lado a lado. Era el campanario de la catedral de nuestra desgracia. El conjunto de movimientos traía consigo una eucaristía del prófugo amor no asistido por ninguna institución llena de virtud. Era la soledad de nuestra propia consciencia quien daba la bendición.

— Para ti los imposibles son solo un juego ¿No?

Y eran las ramas del lascivo y eterno sauce que había acompañado la humanidad, las que se manifestaban con esas palabras que eran sus frutos. Deseo, ilegitimidad e indecencia, habían acompañado una evolución que para muchos fue un error.

La mano que se posó sobre la mía abrió el camino hacía el terreno baldío. En mis ojos vi el edén de  nuevo. Pero era la ilusión de mi propia humanidad.

— Si me dejara limitar por estas nimiedades, no habría yo de estar aquí frente a ti ¿No? 

Era todo cuanto tenía por decir. Y es que para qué gastar mi tiempo en querer manifestar los deseos en palabras. Ya tenía claro en mi mente el desarrollo metódico de esta acción oculta. Y él lo sabía igual de bien que yo.

Nos dejamos atraer por ese cantico que nuestros cuerpos fantasiosamente interpretaban. La danza se compenetraba en la misma sincronía que las circunstancias.

Los pies se dirigen al anonimato. Era la poca seguridad que se alcanza en una relación estéril como esta. Pero era inevitable no querer consolar los lamentos de nuestras falencias.

Encerrados ya en esta habitación, cueva nombrada Instinto, las manos se deslizaban esperando aferrarse a algo. Los dedos encontraban resbalosas las carnes compuestas de tu ser. Los labios encontraban huidizos esa boca llena de certezas. Y entonces fue ahí que me di cuenta que no existía nada en este acto.

No podía aferrarme a ti y no podías tocarme. Éramos como dos fantasmas que buscan su correcta emancipación del mundo de los vivos. Pero somos tan esclavos de la vida como de nuestros deseos.

— Si…  tan solo…

Las palabras las callé con el escudo de mi lengua. Enfrenté valerosamente el miedo de escuchar las expresiones faltas de todo. Dejarme soñar con este espectral paraíso, fue lo único que te pedí.

Pero era cuestión de empalarte para que el grito se convirtiera en el gemido deseado. Las cortinas se caían sobre nuestros ojos y nuestro cuerpo aumentaba su sensibilidad. ¿Por qué las personas buscan el dolor con tanta ansia? ¿Por qué el ser humano parece alérgico a la paz? 

El placer acallaba, arrullaba, era el pecado que debíamos cargar. Era una carga muy pesada como para dar un paso.

Y fue ahí cuando la lentitud de la más irremediable justicia, llegó a tocar nuestra puerta. No esperábamos que se tomara una concienzuda tarea de estudiar nuestro caso. No resaltábamos más que cualquier otro pecador.  Los grilletes de la culpa se aumentaron hasta hacer visible la traición.

Poco a poco después de haber abierto la puerta de nuestra cueva, la desgracia nos acompañó desahuciándonos de nuestros cuerpos.  

Y ahora estoy al frente del barranco, gritando y siendo respondido por mi propia voz que huye de la inmensidad.  Las palabras que trae, son las mismas que dejé ir con todas mis fuerzas y con la esperanza de no volverlas a escuchar jamás.

El vacío enfurecido arremete contra mi figura encarnada. Pero lo sabía desde que comenzó esto. La única palabra que podíamos habernos dicho, era la de despedida. Porque para esto, nunca hubo un comienzo. 

Notas finales:

Espero que les haya gustado. Y si me puedn dejar un comentario, se los agradecería. (eso sonó como si estuviera pidiendo limosna XD)

 

Adiós. 

 


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