Quien iba a imaginar que de un inseguro altercado ambos terminarían en la cama, tocándose mutuamente y acariciando toda intimidad que se exponía en la oscura alcoba, sobre la privacidad de la cama, lejos de lo cristiano.
Toru bien que aventuró a profanar la estrecha cavidad con sus dedos, uno a uno lubricados únicamente de saliva, desprovisto siquiera de vaselina o algún otro fluido que pudiese auxiliarlo en la paciente labor, ya que convencer a Taka de empapar sus dedos no fue para nada sencillo entre quejas y algunos manotazos; de no haber sido que mencionó un futuro dolor, el chico no habría dado el brazo a torcer.
— ¿Aún te duele? — El par de largas falanges continuaron escurriéndose lenta y tortuosamente entre esas tibias paredes, sedosas, al grado de avivar el anhelo de penetrarlo con algo más que dedos, sino su erección palpitante, erguida y ansiosa de remplazar y poseer lo que por “ley” le pertenece. El vocal en cambio dio un gruñido en respuesta, evadiendo su mirada, con la propia perdida en la batalla de sensaciones, un dolor y goce mezclados impidiéndole del todo disfrutar cómo había imaginado. — Sólo relájate más — Siendo la quinta vez que le escuchó, ya ni se molestó en enfadarse, de por sí que no andaba en condiciones de un comportamiento. Respiró profundamente y negando el Moriuchi interior se concentró en recibir solamente lo bueno, concentrarse en disfrutar y regalarle un par de gemidos a su adorado guitarrista; pero lo que nunca espero fue sentir la experta boca mamando de su intimidad cómo si l vida se le fuera en ello, incluso le arrebató uno de los gemidos más escandalosos e impúdicos que pudo haber dado en la noche. Era claro que ese pequeño cuerpo ya no acogía el dolor.
Taka se retorcía, bamboleaba las caderas al compás del oral, tiraba de la sábana armando un desastre, hasta que llegó a ese punto sin retorno. —Sácalos ya… po-por favor — La mirada encantadora cautivo a Toru en cuanto dejó de explorar con su lengua la rígida carne y sin poder contener más el deseo carnal, sacó los dedos y apartó suavemente las piernas del vocal a los costados, dando la oportunidad de excitarse más con esa postura tentadora, con él más que dispuesto a llevar al último nivel el encuentro.
— No olvides que te amo… y sí duele, no me pidas que lo saque porque no lo haré… pero comprende que te necesito más que nunca y sí te violo es porque te amo— En otro momento hubiese reído al ver la cara del mayor entre el susto, la sorpresa y la lujuria, pero apenas si soltó un ruido jocoso que pronto fue sustituido con un suave jadeo, todo al rozar su húmeda erección con la fisura tibia y ligeramente húmeda; Taka por su parte cerró los ojos y sostuvo ambas piernas con brazos temblorosos, mejorando la postura al alzar la pelvis y así facilitar el roce que admitir exquisito no fue sencillo. —Toru… please… fuck me — Desesperado espetó en su inglés bien trabajado, pero del guitarrista solamente recibió un beso en los labios, en el cuello, en su pecho, descendía en un camino solamente para volver a subir, como si estuviera jugando con su paciencia, aunque cuando estuvo a punto de volver a protestar su interior se fue abriendo paso a algo más rollizo que un par de dedos, profiriendo un claro alarido de incomodidad y sorpresa. — ¡Ahh Demonios!
— Tú dijiste que lo metiera… —
— ¡Pero no así ahhhh bestia...! — Y eso que estaba siendo lento, hasta dejó de penetrarlo cuando el glande penetró por completo, tampoco es como si quisiera darle un cruel y doloroso recuerdo de su primera vez juntos. Respiró profundamente, recaudando toda la calma posible y finalmente se reclinó muy de cerca al rostro del azabache.
— Taka… mírame — El aludido entreabrió las iris acuosas, y cuando lo hizo mostró una lágrima traicionera al ser amado —No lo voy a sacar… por eso necesito te calmes — Toru limpió la lágrima con su pulgar diestro para posteriormente besar los labios del vocal quien llegó a quejarse en un gutural por la advertencia.
— Me vas a partir el culo… —
— Pero te va a gustar, cariño—
Para la otra tendría que fijarse mejor de quien entregaba su corazón, no podía creer que de ese ser sucio y desconsiderado se haya enamorado, y lo peor es que amaba hasta ese lado descarado. —Tonto… —
— Así me amas… — Sin esperar un minuto más inició el coito, penetrando suave y con parsimonia al chico que se aferró de golpe a su espalda, encajándole las uñas tal cómo lo desconsiderado que estaba siendo; mas no se quejó y le dejó hacer a su antojo, era una forma de equilibrar el dar y recibir el dolor inicial, pero conforme las penetraciones fluyeron y profundizaron, el mayor gimió acorde a ellas, expresando que el dolor no habitaba más y el placer recorría cada célula — ¡Ahh shit Toru! — Sus cuerpos se acercaron más y con ello los gemidos se unieron en una misma sinfonía, los de Toru más graves y masculinos, mientras los de Taka suaves y adorables a oídos de su amante, de por sí que el menor poseía una voz preciosa y ahora la escuchaba de una forma que nadie más lo haría, ni permitiría.
De un modo u otro conocían lados que hasta ahora ocultaban, es decir, Toru era serio e incluso podría parecer aburrido, pero ahora se mostraba lo más impúdico y desesperado que podría haber imaginado, tan solo el vocal lo escuchaba decir “Estás estrecho” “¿Me sientes tan dentro?” “Ya te siento más mojado”. Lo último lo sacó de quicio porque apretó su miembro cubierto del fluido masculino, y con ello gimió desaforado, enroscando las piernas en la cintura del atacante ante el deseo de recibir más. Toru entendió la indirecta y sostuvo con firmeza las piernas desde los muslos, hincándose entre ellas para así ganar velocidad al embestirlo sin piedad, ocasionando uno o más gruñidos y muecas de goce puro.
Se volvían locos, cedían al placer carnal, hasta ese grado que el pasivo exploró el pecho pálido únicamente con sus uñas, resalando marcas grana y de propiedad; en cuanto Toru se agachaba por instantes a morder su cuello, sus pezones, sus labios, acallando los gemidos de ambos y transformándolos en un beso hambriento y desesperado, hasta que el espasmo en torno a su enhiesto eje le obligó a apartarse a la par del mayor, gimiendo por igual ante la agradable sensación de ser asfixiado en el conducto rectal — Taka… —
—Ya… no puedo… —
—Tienes… ¡Nghh god —
Los espasmos siguieron sin control alguno, no podía con ellos o siquiera amainarlos; finalmente estaban en las últimas.
El cálido esperma del azabache salpicó sus cuerpos, descomponiendo todo de sí, hasta su expresión facial que se contrajo y los gemidos que con vigor se asomaron; aunque bastaron unos minutos más para que el oxigenado alcanzara el orgasmo pleno, terminando sin querer dentro del apretado interior.
—Tenías que… ter… — Tomó aire, mirando de mal modo al más alto, pero el oxigeno le impedía expresarse con naturalidad. En cambio Toru sonreía cómo idiota, admirando el bermellón en las mejillas del chico y esa expresión de enfado que lo hacía lucir adorable y apetecible, así que sin poder resistirse lo atacó a besos y una vez más aprovechó a hacerle el amor no satisfecho con solo una vez.
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—¡¿Taka te atropellaron o alguien te pateo el trasero?! —
—Tal parece que alguien puso a Taka al fin en su lugar... o le pusieron en su lugar hahahaha —
Resonaron las risas cómicas de sus compañeros en el pasillo a la sala de ensayos cuando vieron caminar por detrás con cierta dificultad y cómo un pingüino al vocal; en verdad que parecía lo aventó un coche, pero algo más que un coche… la culpa plena era de Toru con su doble dosis de “amor” en la noche.
Antes gritaba, pedía que lo partiera, pero ahora se quejaba por lo bajo en un vano intento de evadir las burlas de los otros, y para colmo el causante de su discapacidad lo había abandonado por su manager.
— Oye Ryota… tal vez alguien necesite una almohada — Susurró al oído del bajista quien rió unos segundos, ya que el impacto de un zapato contra la cara del baterista le asustó en demasía y dejó en blanco, más aun al ver que el chico sacaba chispas y una aura asesina (literal)
— ¡Vuélvete a burlar y lo próximo que te estampe será un tambor! —
Todos los que transitaban por ahí huyeron despavoridos al ver a Tomoya noqueado, incluso el supuesto novio abandonó al soldado caído antes que Taka lo tuviera en el blanco.
—Hijos de… maldito Toru — Chilló por lo bajo sobándose el trasero antes de retirarse por fin a descansar un rato, al menos en lo que Tomoya recuperaba el conocimiento.