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Your Man. por IchirinNoHana

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– No sabes cuánto me gusta ser sólo tu hombre –, declara Tezuka remarcando el posesivo con sensualidad en su tono de voz al mismo tiempo que ciñe el cuerpo de Fuji al suyo desde las caderas y besa sonoramente cerca del oído.

 

– ¡Kunimit-su! –, gime nuevamente excitado mientras quita el abrigo, bufanda y el cinturón a Tezuka aunque con dificultad en la última prenda por la fuerza que el más alto ejercía en la adhesión de ambos cuerpos.

 

Juntos jadearon por aquellos gestos en medio de la oscuridad del cuarto hotel que a ratos se iluminaba débilmente con diminutos rayos del alumbrado exterior.  A Syuusuke comienza a intrigarle lo que pasaría a continuación por los jadeos calientes y dominantes del otro castaño, ya que era claro para él que Kunimitsu había percibido – a su manera – el mensaje y, por ello, Fuji quería vivirlo; sentir esa captación de la indirecta en cada centímetro de su cuerpo, de su sexo mientras le quitaba la camisa al de lentes.

 

– Tuyo… – repitió Tezuka con la misma sensualidad mientras repartía chupones y mordidas en el cuello níveo Syuusuke, quien le baja los pantalones y la prenda interior – únicamente tuyo y de tu cama… –, enfatiza vehemente antes de darle un beso hambriento y posesivo en la boca al mismo tiempo que se deshace de los jeans azules y la franelilla que cubría el miembro de Fuji.

– Demuéstrame cuánto te gusta ser mi hombre, Tezuka Kunimitsu –, desafía agarrándole bruscamente el pene y los testículos luego de despegarse de ese beso febril.

 

Aquel apretón hizo perder – por un segundo – el aliento al más alto, quien agarró un brío que hizo tomarle los cabellos a Syuusuke desde la nuca y acorralarlo bruscamente contra la pared; Kunimitsu, en el mismo impulso, levantó las estilizadas piernas de su pareja y juntó ambas erecciones apegando los glúteos de Fuji en el muro sin separar su boca con la de Syuusuke.

 

– Me rogarás una repetición durante todas las noches que restan de tu vida… –, garantiza Tezuka excitado, pegando sus propias manos a la pared para mover hacia arriba las caderas y friccionar ambas erecciones en medio de un beso incompleto por hablar sin dejar de tocar, con su boca, aquellos labios que considera deliciosos.

– Me darías el mayor de todos los goces si cumples lo que me acabas de prometer –, jadea caliente por aquel reto propuesto por Tezuka mientras lo abraza del cuello. Se excita con la fricción que le provoca Kunimitsu en su miembro endurecido, con aquellos jadeos acelerados y ardidos que Tezuka deposita en su oído luego sentirle completamente agitado.

 

Esos respiros diferían comparativamente de los adolescentes que Syuusuke le ha escuchado al de lentes hasta hace dos días atrás que fue cuando Fuji sintió decepcionarse de la cama de Tezuka, razón por la cual lo mandó a dormir en el sillón sabiendo que era una a actitud infantil, pero Kunimitsu tampoco se esforzaba demasiado por entender la situación antes de llegar a ese punto según el castaño de ojos cerúleos.

 

– Syuusuke… –, soltó el más alto entre respiros fuertes antes de besar mojadamente sus labios, metiendo la lengua para recorrer su boca.

 

Fuji siente las manos de Tezuka bajar hasta sus glúteos y masajearlos con hambre y posesividad mientras mantiene sus movimientos de pelvis para rozarse con la erección de su amante. A Fuji le gustaba y mucho aquello, pero no era lo que realmente quería... deseaba más.

 

– Ya conozco lo genial que se te da conmigo en los muros, Tezuka – suelta un poco decepcionado y safándose de aquel beso embriagador – me garantizaste que te rogaría y yo no he visto nada de eso… no me decepciones – desafió ansioso por sentirse extasiado.

 

Kunimitsu no se detuvo por aquel comentario. Tenía muy claro que esta situación era posible.

 

– Calma, genio. Sólo te estoy dando un respiro, ya que después no acepto detenciones en la mejor parte – se defiende con tono irónico en el mote mientras va dejando chupones profundos en ese cuello tentador para él – Aunque, la verdad es que sería muy excitante escucharte que me detenga mientras me meneo dentro de tu ano, Fuji –, opina desafiante y mostrándole una pequeña sonrisa ladina a Syuusuke luego de levantar el rostro para mirar sus ojos cerúleos.

– Sigue hablando así y quizás te regale una mamada de esas que tanto te gustan los fines de semana por las mañanas –, contesta sonriendo con parsimonia y gozo, mirando directamente esos ojos avellanos que lo conquistaron el primer día.

 

A Fuji le encantaba por lejos – mientras mordía los labios de Kunimitsu – que Tezuka saque ese humor irónico y sexual, ya que significa que su pareja de casi tres años se siente realmente dispuesto a experimentar en la cama como en esos tiempos lejanos cuando recién empezaron a conocerse en ese aspecto y todo era un mundo nuevo y excitante para ellos, para Syuusuke especialmente. Hace mucho tiempo que el castaño de lentes no le habla así, tan directo, gracioso y natural a su pareja.

 

– Que sean dos, entonces –, negocia Tezuka con esa misma sonrisa anterior luego de detener el movimiento de sus caderas. Para el de lentes, es la gloria sentir la boca húmeda y triturante de Fuji en su pene al despertar.

– Pero, gáneselas, Tezuka-sama – lanza devolviéndole el sarcasmo en el mote, no se la haría fácil – Al paso que vas ni tocártela alcanzas –, retó. Sabe de sobra que Kunimitsu cae inminente cuando le pisotean el ego sexual.

– No sabes lo que acabas de hacer, Fuji Syuusuke –, sentenció el mayor cayendo en la trampa de Fuji.

 

Y volvió, de golpe, ese huracán que enamora y excita al de ojos cerúleos por las constantes mordidas de labios; aquellos besos que parecían ahogarlo por tanta pasión que Kunimitsu imprime en cada uno de ellos. Durante aquel contacto candente, Tezuka bajó a Fuji de sus caderas y lo condujo a una mesa que tenía la suite que había reservado para ellos dos sin despegar ambas bocas.

 

Los ojos avellanos del más alto se acostumbraron a la débil luz que entraba por las cortinas del cuarto y condujo a su pareja donde deseaba, hasta aquella mesa de pino oregón que sorprendió un tanto a Fuji.

 

– ¿Tiraremos en la mesa? – pregunta confundido al sentir la madera fría en sus glúteos. Nunca estuvo en sus planes experimentar allí.

– El mejor sexo no se da en la cama, si no que en la mesa, Fuji-san –, afirmó a su manera e ironizando con el sufijo, tomando la misma intención cuando Syuusuke agrega “-sama” al apellido patrilineal Tezuka. Kunimitsu gruñó caliente al imaginarse a Fuji gimiéndole azorado contra la madera mientras muerde sus labios.

– Ahora ya es claro que estás bebido, pero lo raro es que no sabes a trago ni a menta –, bromeaba sólo para no reconocer su felicidad por la actitud que tomaba Tezuka; ahora está más convencido que Kunimitsu podría darle la mejor experiencia de su vida como fue en el comienzo de su relación, aunque una mesa, en lo personal, no lo excitaba en sí misma, pero tampoco pierde con probar.

– No creo que te guste. La bebida me da somnolencia –, opina Tezuka confesándole susurrante al oído mientras muerde el lóbulo de aquella oreja que alguna vez sufrió de borrachera, lo cual sorprendió doblemente a Fuji.

 

Pero, Syuusuke siguió con su tono bromista. Decidió que habrán otros momentos en donde comprobar esa información.

 

– ¿Estás seguro? – cuestiona Fuji mirando sus ojos avellanos mientras se pegaba a la mesa – Sería mi oportunidad de conocerte muy por dentro – jugueteaba calentón con la mente de Tezuka, quien abrió más los ojos de un solo tirón al sentir la mano de Fuji tomar sus glúteos y amenazando con entrar a tocarle el recto – Pero, quédate tranquilo, más me gusta sentir cómo te agitas y escurres en mi ano – susurra caliente y ríe bajito, mientras muerde el lóbulo izquierdo del oído y roza con la yema de los dedos aquellos glúteos antes de acariciar los cabellos olivos de su amante, quien junta las cejas para reprimir el miedo y fingir enojo – Además, cogerte sin que me gimas pierde la gracia –, aclara sin dejar de reír mientras da picos largos en los labios de Tezuka al verle asustado por lo que había dicho. Las cejas fruncidas de Kunimitsu no podían engañar a Fuji, ya que esos ojos avellanos decían otra cosa.

 

Kunimitsu no hizo comentario al respecto. Por ello, tomó el rostro de Fuji con ambas manos para besarle los labios antes de subirlo a la mesa.

 

Aunque, Syuusuke detuvo el último movimiento.

 

– Si no quieres que siga jugueteando con tu recto, haz que te ruegue, Tezuka –, exige demandante y sentándose por sí mismo en aquel mueble, abriéndose de piernas para Kunimitsu apenas sus propios glúteos y sus antebrazos tocaron la mesa de pino oregón

 

El castaño de lentes sintió excitarse mucho más al ver a su compañero abierto de piernas sobre una mesa de madera resistente tal como en sus fantasías sexuales reprimidas hasta hoy. Kunimitsu se relame los labios muy hambriento y, en el mismo instante, sus puños se apoyaron y presionaron la mesa hacia abajo para subir las piernas y caer agazapado, salvaje sobre el cuerpo de Fuji, quien se deleita con aquellos movimientos nuevos de su pareja al mismo tiempo que corre su propio cuerpo hacia atrás para darle paso a los pies de Kunimitsu que se colocaron uno delante del otro junto con las rodillas – como cuando Kawamura Takashi hace el dash hadookyuu donde la pierna derecha está flectada y la izquierda casi completamente estirada –.

 

– Vas a temblar y caer laxo en mis brazos –, vaticinó firme, tomando la cara de Syuusuke con su mano izquierda y desde el mentón para besar su boca.

 

El de ojos cerúleos está sorprendido mientras apoya las manos en la mesa para sentir comodidad ante el beso de Tezuka. Se dejó llevar por ese beso húmedo y posesivo de su compañero donde ambas lenguas juguetean con absoluto placer; Fuji reconoce sentirse muy excitado al recordar, con sus ojos cerrados, aquella posición algo selvática junto a esos ojos avellanos agudos sobre los suyos mientras le miraban con aplomo y deseo; se sintió hipnotizado por un breve instante a causa de esa mirada, de aquella voz grave y sensual que al mismo tiempo le provoca mucha ansiedad.

 

Syuusuke quiere más de eso, lo desea totalmente. Está maravillado con tanta novedad por parte de Tezuka, quien parecía desprovisto de creatividad sexual hasta hoy.

 

Sin embargo, el de ojos cerúleos no se dio ni cuenta cuando su pareja ya chupaba su miembro totalmente endurecido mientras toma con propiedad sus caderas; Fuji siente los dedos de Tezuka incrustados en aquella zona como si Kunimitsu ya no reparara en protegerlo si no que en poseerlo sin vacilaciones, sin ese sentido de ser pilar, el protector de todo mientras devoraba su erección – la de Syuusuke – palpitante y endurecida.

 

Eso mismo era lo que quería el de ojos cerúleos quien sonreía feliz, muy complacido por lo que estaba experimentando, viviendo. Se relamía los labios, jadeaba armónico con la felación de Tezuka en su miembro; mueve sus caderas ansiando más, deseando que Kunimitsu llegue hasta el fondo y chupe los testículos junto con el pene dentro de la boca al mismo tiempo si fuera posible; que lo mordiera con calentura, con firmeza y premura.

 

– Demuéstrame que me puedes romper con las manos, si se te antoja, Tezuka –, demanda apoyando los antebrazos en la mesa para mover las caderas con mayor ahínco y disfrutar, por completo, las mordidas y caricias que Kunimitsu propina en su erección y perineo al mismo tiempo, respectivamente.

 

Syuusuke exigirá mucho más hasta quemarse, porque así le gusta tirar con la persona que ama.

 

– Convénceme que lo eres… – jadea por tener los dietes del mayor mordiéndole el glande y frenillo de  su miembro – que eres mi hombre… –, gimió al sentir el roce caliente de los dedos dominantes de Kunimitsu en el perineo.

 

Fuji ya no quiere más el muchacho que lo enamoró en la secundaria.

 

El amor puede demostrase de otras formas, pero no en la cama que debía crecer como ellos lo hacen todos los días.

 

Es cierto que, de vez en cuando, Syuusuke adoraría esa ternura y protección de Kunimitsu para darle un dinamismo a su intimidad, para preservar los sentimientos más profundos o renovar convenios con su pareja, pero no todo el tiempo y justamente en esa única oportunidad semanal, prácticamente, en que Tezuka lo tocaba por iniciativa propia.

 

Fuji anhela a su hombre

 

Por otro lado, Kunimitsu no podía continuar con el mismo jugueteo y ni hablar de las gentilezas que, en el fondo, reflejan la dificultad que significaba para él avanzar en el plano sexual por su timidez en sus relaciones personales y que van de la mano con su compromiso de mantener seguros a los que se ama. Sin embargo, tener a Syuusuke gimiéndole sobre una mesa de madera que está, prolijamente barnizada de color ocre – por lo que pudo palpar y observar al comienzo – era algo que minaba cualquier actividad racional y protectora que suele tener con el castaño de ojos cerúleos en la intimidad.

 

Tezuka se siente acorralado mientras masturba y disfruta el miembro de Fuji junto con tomar dominante sus caderas, pero también sabe que es el minuto de renovar esa atracción sexual que Syuusuke siente por él y que era mutua, porque Kunimitsu cree que la única persona que puede provocarle tanto deseo y amor al mismo tiempo era él, Fuji.

 

Realmente, Tezuka quiere mostrarle cuánto le desea, cuánto le excita aquel aroma de su perfume cada vez que Syuusuke le acerca el cuello por la mezcla armónica de cítricos con tabaco y madera que lo vuelve tan loco al punto de tener que decir cada uno dígitos que compone “Pi” en su mente cuando están en una situación no apropiada o en la privacidad del hogar de ambos y teniendo responsabilidades que resolver. Tezuka desea demostrarle a su parceira cuánto él lo desea realmente y sin ningún tipo de barreras preconcebidas, aunque no se trate de algo tan fácil como sus palabras lo quisieran y a pesar de tener a Syuusuke gimiéndole en el lugar donde lo ha querido hace mucho tiempo atrás.

 

– Ven – indica Kunimitsu mientras yergue su propio cuerpo y extiende su mano dominante, la cual sacó de las caderas de Syuusuke para que Fuji la tome – levántate por completo –, pidió cuando ya tenía el cuerpo de Fuji en sus brazos.

 

El castaño de ojos cerúleos arqueó sus cejas confundido por aquella petición aunque se levantó  apoyando sus manos con las de Tezuka, quien – luego de verle de pie delante de él – las va soltando.

 

– Te ves sexy arrodillado ante mí, Kunimitsu –, opinó sonriente y con tono bromista.

– Tal vez, pero esto recién comienza –, declara volteando el cuerpo de Fuji para verle los glúteos.

 

La mesa tambaleó ligeramente. Syuusuke tuvo aprensión ante ese inesperado movimiento, pero aquella sensación se esfumó por completo cuando sintió las manos de su pareja sujetar sus caderas y los dientes de Kunimitsu incrustarse en su recto junto a su lengua áspera lubricando su ano intercaladamente.

 

– ¡Tezuka! – exclamó excitado e intentando no tambalearse, aunque glúteos bajaron algunos grados productos del placer – ¡Más! –,  pidió queriendo mover sus caderas para rozarse profundamente con los labios y los dientes de Kunimitsu.

 

Era primera vez que el castaño de lentes lo ponía en una situación tan delirante como esta.

 

No estaba en sus planes algo con esa candencia desinhibida, con aquella calentura que quema – en el acto – su miembro al punto de palpitar vehemencia junto con su ano ante la humedad de caricias y mordidas de Tezuka las cuales también marcan placenteramente ambos glúteos de Syuusuke.

 

Aquella sorpresa anuló cualquier plan. Fuji está preso de aquella Tezuka Zone fuera de la cancha de tenis.

 

– ¡Quiero tenerte ya! –, gimotea completamente excitado.

– Tengo que dilatar primero –, negó justificadamente desde su punto de vista protector que no quería marcharse por ser parte de él mientras lame el recto de su amante.

– No – niega preso del deseo – tus dientes, tu boca no me dejan otra alternativa – jadea azorado al sentir los triturantes chupones anales de su pareja – ¡Kunimitsu! –, gimió fuerte, exigiendo que Tezuka actúe.

– Arrodíllate –, accede finalmente tomando las caderas de Fuji para tenerlo firme mientras presiona ligeramente hacia abajo para  ayudarle y guiarlo, respectivamente.

 

El castaño de ojos cerúleos bajó su cuerpo para quedar en la posición que el de lentes quería.

 

Tezuka huele el aroma del perfume de su pareja que lo enloquece inmediatamente para agarrar ese brío que será implacable ante su sentido de protección, porque a pesar que su pene palpita deseoso de sentir aquellas entrañas rugosas, estrechas y tibias, su conciencia le dicta tomar lo justo sin más.

 

– Te amo, Syuusuke –, expresó a modo de disculpa ante todos los daños que quizás hará mientras se introduce en el ano de Fuji que no está dilatado.

– ¡Tezuka! –, exclama entredientes al no reconocer el grosor del miembro de su pareja quien apenas tiene un tercio del mismo dentro del recto.

 

¿De cuándo el miembro de Kunimitsu es más grueso que antes? Se cuestiona el castaño de pupilas cerúleas apretando los ojos por el fuerte tirón en el ano. Syuusuke jadea descontrolado por el dolor, incluso sentía que Kunimitsu lo desvirgaría como hace años atrás después de un duro entrenamiento muscular en la SEIGAKU.

 

Realmente, el de ojos azules estaba en presencia de lo que había pedido y más…

 

– Sólo un poco más, Fuji – pide Tezuka asiéndolo de las caderas. Si retrocede, el dolor será doble cuando el frenillo y el glande se rocen en la entrada al recto para ambos hacia fuera – Lo prometo, Syuusuke –, afirmó temblando de nervios y de dolor por lo tirante de la entrada del recto.

– M-me siento virgen otra vez, Kunimitsu –, confiesa tembloroso, sintiendo escozor producto de la penetración.

– Y yo… – concuerda apenas por sentir placer y tirones al mimo tiempo – estás más estrecho que nunca –, agrega entrando por completo.

 

Hace mucho tiempo que Fuji no padece un dolor físico tan grande, el sudor humedece sus sienes al mismo tiempo que las lágrimas amenazaban con salir mientras apretaba los dientes. Era una situación que realmente lo descolocaba, porque quería pasarlo de otra manera, quería reír y eyacular como nunca lo hizo en su vida.

 

Syuusuke odiaba no poder tenerlo todo al mismo tiempo y al lado de Tezuka.

 

– De verdad que estás más apretado que nunca aquí dentro –, suelta Kunimitsu al oído levemente agitado, excitado al percibir el calor y el aroma de Fuji. Besa su cuello mientras lo abraza fuerte cubriendo sus brazos también.

 

Aquellos gestos lograron distraer esos pensamientos al de pupilas cerúleas, quien ladea el cuello para darle mayor ángulo a su pareja. Abrió sus ojos junto con una gran sonrisa dibujada en sus labios mientras percibe esa voz ronca que revoluciona su interior cuando le habla de esa forma tan natural y sin preconceptos.

 

Los tirones en el ano disminuyen paulatinamente al igual que el escozor producto de la penetración de Tezuka sin dilatar el recto.

 

– ¿No será que estás muy ganoso, Kunimitsu? –, cuestiona complacido a pesar de su propio dolor. Fricciona acomodando juguetonamente sus trapecios y deltoides contra el pecho de Tezuka.

– Tu cuerpo en la madera me vuelve loco… – confiesa – Muy loco, Syuusuke –, repite ganoso tomando el miembro de Fuji y le masturba al mismo tiempo que mueve lentamente su propio miembro dentro del ano del más bajo.

– ¿M-mucho? –, incita con voz titubeante al sentir placer por los movimientos pélvicos y manuales de Kunimitsu, quien sonríe por aquella pregunta.

– Como no tienes idea… –, suelta con tono ronco, preso de su propio deseo.

– Tezuka… – jadea muy complacido – ¡Kunimitsu… me excitas! –, exclama moviendo sus propias caderas.

 

El más alto tomó las caderas de su pareja para marcar y profundizar paulatinamente aquellas estocadas que ambos les complacía por igual. Jadean y gimen cada uno en su propio timbre al ritmo de aquellas penetraciones, demostrando ese deseo y amor profundo entre ellos; sus labios se unieron y besaron con la misma calentura con que Fuji se auto-penetraba sobre Tezuka, quien asió fuerte las caderas de su pareja para propinarle duras e intensas estocadas  a Syuusuke.

 

– ¡Más… más, Kunimitsu! –, exigía deseoso.

 

Fuji sentía derretirse ante ese aliento cálido y frío, ronco y viril de su amante cerca de su oído; los besos mojados se extinguieron por la absoluta excitación que ambos sentían en el duro choque de los glúteos de Syuusuke con la ingle de Kunimitsu, quien miraba deseoso el pene izado de su pareja.

 

El de ojos azules gimotea desesperado mientras se masturba su propio miembro con ambas manos para compensar el movimiento candente y salvaje de Tezuka.

 

– Sigue así y llegaré donde jamás imaginaste –, advierte mancillando aquel cuerpo que lo sentía de su propiedad. Los gemidos tan excitados de Syuusuke nublaban su cordura

– Quiero que me muestres quien es mi hombre –, gimoteando con más ahínco.

 

Quería llenarlo de su esperma, bañar sus entrañas y marcarlo como nunca hizo antes por esas manías y preconceptos que no lo llevaban a ningún puerto deseado.

 

– Te amo… –, declaró apretando la caderas de Syuusuke y presionándolo el ano del más bajo contra la ingle.

 

Eyaculó con todas sus fuerzas dentro de Fuji. Un gruñido largo e intenso salió de su boca por aquel orgasmo nunca antes sentido al igual que su compañero quien disparó su propio esperma sobre la mesa de pino oregón.

 

Kunimitsu salió del recto de su pareja y se recostó con él sobre el largo inmueble, abrazó por la espalda la piel perlada de Fuji – tal como la suya por el sudor – y lamió la sal de aquello trapecios que tanto ama al igual que todo el cuerpo y el ser de Syuusuke, quien sonrió enternecido por el gesto de su amante.

 

Tezuka hace un ademán de voltearlo por completo para mirarle sus ojos azules bajo la penumbra, Syuusuke se deja llevar y acomoda su propio cuerpo, le abraza desde la cintura, porque quiere sentirlo cerca.

 

– Nadie me hace sentir más hombre que tú, Fuji –, declara susurrante mientras da pequeños besos en sus labios.

 

Syuusuke sonrió genuino y amplio a pesar del cansancio.

 

– Porque tú eres mi hombre… sólo mío –.

 

– FIN –

 

 

 

 

Notas finales:

Hola! 

¿Qué tal?

Primero que todo, quisiera darle las gracias a EluneST. La verdad, desde un principio, la idea de este fanfic era que tuviese lemon, pero no me dio para hacerlo, así que le pedí a EluneST que lo hiciera, así que, ¡aquí está! 

Espero que lo hayan disfrutado.

Jaa Ne!

IchirinNoHana.

 

 


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