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When you look me in the eyes... por One_FluffyMaknae

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Notas del capitulo:

Uh...Me duele la cabeza :'D Pero cierta tortuga gruñona y mandona no deja de quejarse de mi lentitud...asi que aqui estoy :'D

Kyuhyun se tensó mientras esperaba que el juez Kim invitara al novio a besar al novio. Cuando no lo hizo, supo que había sido una sugerencia de Jino para ahorrarle la vergüenza de verse forzado a besar esa hosca y recia boca. No entendía cómo su padre había pensado en ese detalle, que sin duda se les había pasado por alto a todos los demás. Aunque no lo admitiría por nada del mundo, Kyuhyun desearía haberse parecido más a él en ese aspecto, pero si no era capaz de encargarse el solo de los acontecimientos más importantes de su vida, ¿cómo iba a ocuparse de unos simples detalles?

 

Sin embargo, detestaba sentir lástima de sí mismo, de modo que apartó a un lado ese pensamiento mientras su padre se acercaba a el para besarle fríamente la mejilla como colofón de la ceremonia. Esperaba alguna palabra de afecto, pero tampoco se sorprendió al no recibirla. Incluso consiguió no sentirse dolido cuando él se apartó.

 

Jino señaló al misterioso novio, que se había acercado a las ventanas que daban a la calle. Los había casado el juez Kim. Los otros testigos de la ceremonia eran el chófer, que había desaparecido discretamente para atender sus deberes, y la esposa de su padre, Victoria, que destacaba entre los demás con aquel cabello rubio ceniza y aquella característica voz ronca.

 

—Felicidades, cariño. Formáis una bonita pareja Andrew y tú. ¿No te parece, Jino?—Sin esperar respuesta, Victoria abrazó a Kyuhyun, envolviéndolos a los dos en una nube de perfume almizcleño.

 

Victoria simulaba sentir un cariño sincero por el hijo ilegítimo de su marido, y aunque Kyuhyun era consciente de los verdaderos sentimientos de su madrastra, reconocía el mérito de Victoria guardando las apariencias. No debía de ser fácil para ella enfrentarse a la prueba viviente del único acto irresponsable que Jino había cometido en su vida, incluso aunque hubiera sido veintiséis años antes.

 

—     No sé por qué has insistido en ponerte ese traje, querido. Sería perfecto para una fiesta, pero no para una boda. —La mirada crítica de Victoria evaluó con severidad el caro traje de Kyuhyun, con una polera azul de corte en V que apenas le cubría el pecho, unos pantalones ajustados y rasgados con un adorable estampado de calaveras.

Me gusta el azul…

—     El azul no se parece al blanco, querido. Y llevas calaveras en el día de tu boda.

—     Me gustan las calaveras… —señaló Kyuhyun, alisando sus pantalones con mirada inocente.

—     Una cosa no tiene nada que ver con la otra. ¿No podías haber seguido la tradición y ponerte algo blanco? ¿O haber escogido al menos algo de seda?

 

Ya que ése no iba a ser un matrimonio de verdad, Kyuhyun pensaba que, de haber tenido en cuenta la tradición, se estaría recordando a sí mismo que estaba vulnerando algo que debería haber sido sagrado. Incluso se había quitado la gardenia que Victoria le había prendido en su polera, aunque ésta se la había vuelto a colocar en el mismo lugar poco antes de la ceremonia.

 

Sabía que Victoria tampoco aprobaba sus botines de corte militarizado, que lo hacían parecer un rockero con todas las de la ley. Eran terriblemente incómodos, pero al menos era imposible confundirlos con unos zapatos tradicionales de charol.

 

—     El novio no parece feliz —susurró Victoria —No me sorprende. ¿Por qué no tratas de evitar decir alguna otra tontería por ahora? Y te lo digo en serio, haz algo con respecto a esa molesta costumbre que tienes de decir lo que piensas.

 

Kyuhyun apenas pudo reprimir un suspiro. Victoria nunca decía lo que pensaba en tanto que él casi siempre lo hacía, y tal alarde de sinceridad molestaba a su madrastra. Pero no era capaz de actuar con hipocresía. Tal vez fuera porque eso era lo único que sus padres tenían en común.

 

Dirigió una mirada furtiva a su nuevo marido y se preguntó cuánto le habría pagado su padre para que se casara con el. La parte más irreverente de Kyuhyun se moría por saber cómo se había efectuado la transacción. ¿Dinero en efectivo? ¿Un cheque? «Perdón, Andrew Choi, ¿acepta American Express?» Mientras observaba al novio declinar una mimosa de la bandeja que le había tendido Jonghyun, intentó imaginar lo que él estaría pensando.

 

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«¿Cuánto tiempo más debo esperar antes de poder sacar al mocoso de aquí?»

 

Siwon echó un vistazo a su reloj. Otros cinco minutos más, decidió. Observó cómo el sirviente que pasaba con la bandeja de bebidas se paraba a adularlo.

 

«Disfrútalo, Mocoso. Pasará mucho tiempo antes de que puedas volver a hacerlo.»

 

Mientras Jino le mostraba al juez un samovar antiguo, Siwon contempló las piernas de su nuevo esposo, expuestas ante todo el mundo gracias a esos pantalones ajustados. Eran delgadas y bien proporcionadas, lo cual le hizo preguntarse si el resto de ese cuerpo, oculto a medias por esa delgada polera, sería igual de tentador. Pero ni siquiera el cuerpo de un modelo lo compensaría de tener que casarse a la fuerza.

 

Recordó la última conversación que mantuvo con el padre de Kyuhyun.

 

—     —Es maleducado, atrevido e irresponsable —había dicho Cho Jino — Heechul fue una mala influencia para el. No creo que Kyuhyun sepa hacer algo útil. Por supuesto, no es todo culpa suya. Kyu estuvo pegado a las faldas de Heechul hasta que murió. Es un milagro que no estuviera a bordo del barco la noche que se incendió. Tienes que tener mano dura con mi hijo, Andrew, o te volverá loco.

 

Lo poco que Siwon había visto de Cho Kyuhyun hasta ahora no le había hecho dudar de las palabras de Jino. La madre o padre, Kim Heechul, había sido un modelo Coreano famoso hacía treinta años. Como los polos opuestos se atraen, Jino y Heechul habían tenido una aventura amorosa cuando él comenzaba a destacar como experto en política exterior; Kyuhyun era el resultado.

 

Jino le había asegurado que le había propuesto matrimonio a Heechul cuando éste se quedó embarazado inesperadamente, pero el se había negado a sentar cabeza. No obstante, Jino había insistido en que siempre había cumplido con su deber de padre hacia su hijo ilegítimo.

 

Sin embargo, todo indicaba lo contrario. Cuando la carrera de Heechul había comenzado a desvanecerse, se había convertido en asiduo de fiestas. Y donde quiera que Heechul fuera, Kyuhyun lo acompañaba. Al menos Heechul había tenido una profesión, pensó Siwon, pero Kyuhyun no parecía haber hecho nada útil en la vida.

 

Mientras miraba a su nuevo esposo con más atención, observó algún parecido con Heechul. Tenían el mismo color de pelo, castaño ambarino, y sólo alguien que no salía de casa podían tener esa tez tan pálida. Sus ojos eran de un castaño tan intenso como su cabello, de cierta forma sus ojos te recordaban al chocolate.

Pero Kyuhyun era más menudo —también parecía más frágil— y no tenía los rasgos tan marcados. Por lo que recordaba de viejas fotos, el perfil de Heechul había sido casi femenino, mientras que el de su hijo era mucho más suave, especialmente en la pequeña nariz respingona y en aquella boca absurdamente dulce.

 

Según Jino, Heechul tenía un carácter fuerte, pero era corta de entendederas, otra cualidad que el pequeño cabeza hueca con el que se había casado parecía haber heredado. No era exactamente el típico chico bonito y tonto —era demasiado culto para eso, —pero a él no le costaba imaginárselo como el caro juguete sexual de un hombre rico.

 

Siwon siempre había elegido con cuidado a sus compañeros de cama, y aunque le atraía ese pequeño cuerpo, prefería otro tipo de chicos, uno que fuera algo más que un buen par de piernas. Le gustaban las hombres que fueran inteligentes, ambiciosos e independientes y que no se guardaran nada para sí mismos. Podía respetar a un chico que lo mandara a la mierda, pero no tenía paciencia con lloriqueos y pataletas. El mero hecho de pensar en eso hacía que le rechinasen los dientes.

 

Al menos tenerlo bajo control no sería un problema. Miró a su esposo y curvó una de las comisuras de la boca en una sonrisita sardónica.

 

«La vida tiene maneras de poner a los pequeñas chicos ricos y mimados en el lugar que les corresponde. Y, pequeño, eso es lo que te acaba de pasar.»

 

Al otro lado de la habitación, Kyuhyun se detuvo delante de un espejo antiguo para mirarse. Lo hacía por costumbre, no por vanidad. Para Heechul, la apariencia lo era todo. Consideraba que llevar el rímel (su padre tenia tendencia a maquillarse) corrido era peor que un holocausto nuclear.

 

El nuevo corte de pelo de Kyuhyun era ligero, juvenil y delicado. A el le había encantado desde el principio, pero le había gustado aún más esa mañana, cuando Victoria había protestado sobre lo inadecuado que era ese estilo para una boda.

 

Vio acercarse a su novio por el reflejo del espejo. Compuso una sonrisa educada y se dijo a sí mismo que todo saldría bien. Tenía que ser así.

 

—     —Coge tus cosas, cara de ángel. Nos vamos.

 

A el no le gustó ni un ápice aquel tono de voz, pero había desarrollado un talento especial para tratar con personas difíciles y lo pasó por alto.

 

—     Kristal está haciendo un soufflé Grand Marnier para el convite de bodas, pero no está listo aún, así que tendremos que esperar.

—     Me temo que no. Tenemos que coger un avión. Tu equipaje ya está en el coche.

 

Necesitaba más tiempo. No estaba preparado para estar a solas con él.

 

—     ¿No podemos coger un vuelo más tarde, Andrew? Odio decepcionar a Kristal. Es una joya y hace unos desayunos maravillosos.

 

Aunque la boca del hombre se había curvado en una sonrisa, los ojos parecieron taladrarlo. Eran de un inusual color oscuro como el ébano, que le recordaba a algo vagamente estremecedor. Aunque no podía recordar lo que era, ciertamente le inquietaba.

 

—     Mi nombre es Siwon, y tienes un minuto para llevar ese dulce trasero tuyo hasta la puerta.

 

A Kyuhyun le dio un vuelco el corazón, pero antes de que pudiera reaccionar, él le dio la espalda y se dirigió a los otros tres ocupantes de la habitación con voz tranquila pero autoritaria.

 

—     Espero que nos disculpéis, pero tenemos que coger un avión.

 

Victoria dio un paso adelante y le dirigió a Kyuhyun una maliciosa sonrisa.

 

—     Vaya, vaya. Alguien está impaciente por celebrar la noche de bodas. Nuestro Kyuhyun es un bocadito apetecible, ¿verdad?

 

De repente, a Kyuhyun se le fueron las ganas de tomar el soufflé de Kristal.

 

—     Me cambiaré de ropa —dijo.

—     No tienes tiempo. Estás bien así.

—     Pero...

 

La firme mano de Siwon se posó en su espalda y lo empujó resueltamente hacia el vestíbulo.

 

—     Supongo que éste es tu bolso. —

 

Ante el asentimiento de Kyuhyun, cogió el bolso negro de la mesita dorada y se lo tendió.  Justo entonces, el padre y la madrastra de Kyuhyun se acercaron para despedirse.

 

Si bien el no pensaba llegar más allá del aeropuerto, quiso escapar del contacto de Siwon que lo conducía hacia la puerta. Se volvió hacia su padre y se odió a sí mismo por el leve tono de pánico en la voz.

 

—     Tal vez tú podrías convencer a Siwon de que nos quedemos un poco más, papá. Apenas hemos tenido tiempo de hablar.

—     Obedécele, Kyuhyun. Y recuerda que ésta es tu última oportunidad. Si me fallas ahora, me lavo las manos. Espero que hagas algo bien por una vez en tu vida.

 

Hasta ahora, siempre había soportado las humillaciones de su padre en público, pero ser humillado delante de su nuevo marido era demasiado vergonzoso y  apenas consiguió enderezar los hombros. Levantando la barbilla, dio un paso delante de Siwon y salió por la puerta.

 

Se negó a sostener la mirada de su esposo mientras esperaban en silencio el ascensor que los llevaría al vestíbulo. Segundos después, entraron. Las puertas se cerraron sólo para abrirse en la planta siguiente y dar paso a una mujer mayor con un pequinés color café claro.

 

De inmediato, Kyuhyun se encogió contra el caro panelado de teca del ascensor, pero el perro la divisó. Enderezó las orejas, emitió un ladrido furioso y saltó. Kyuhyun chilló mientras el perro se abalanzaba sobre sus piernas e intentaba morderlo.

 

—     ¡Quieto!

 

El perro continuó arañándole. Gritó y se agarró al pasamano de latón del ascensor. Siwon lo miró con curiosidad y luego apartó al animal de un empujón con la punta del zapato.

 

—     ¡Mira que eres travieso, Mitzi! —La mujer tomó a su mascota en brazos y le dirigió a Kyuhyun una mirada de reproche. —No entiendo lo que le pasa. Mitzi quiere a todo el mundo.

 

Kyuhyun había comenzado a sudar. Continuó aferrado al pasamano de latón como si le fuera la vida en ello mientras miraba cómo aquella pequeña bestia cruel ladraba hasta que el ascensor se detuvo en el vestíbulo.

 

—     Parecíais conoceros —dijo Siwon cuando salieron.

—     Nunca... nunca he visto a ese perro en mi vida.

—     No lo creo. Ese perro te odia.

—     No es eso... —el tragó saliva, —es que me pasa una cosa extraña con los animales.

—     —¿Una cosa extraña con los animales? Dime que eso no quiere decir que les tienes miedo.

 

Kyuhyun asintió con la cabeza e intentó respirar con normalidad.

 

—     Genial —masculló él atravesando el vestíbulo. —Simplemente genial.

Notas finales:

Errores y esas cosas corren por mi cuenta...tengo sueño XD


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