La calle estaba atestada de gente. El bullicio era apreciable desde el mas roído callejón, a dónde llegan las risotadas de esa gente de mal vestir, afanosos cazadores de espectáculos humanos que los hicieran sentir un momento vivos, superiores, humanos.
Al fondo del local, desmesuradamente estrafalario, cayendo a pedazo, entre telas mal lavadas con colores raídos, y aspecto casi sombrío, se alzaba la figura del Maestro de ceremonias.
Enfundado en un traje oscuro, que en sus mejores tiempos debió ser considerado admirable, ahora simplemente evocaba los tiempos pasados y la miseria en que se sumergía el “Circo de Lambert”
- Y ahora, tenemos al animal mas raro del mundo! Nuestra máxima atracción, que solo puede ser vista aquí!
La exuberante mujer rodeada de serpientes fue despedida entre clamores furiosos de hombres lascivos. Prácticamente los únicos asistentes a aquellas funciones, deseosos de ver lo que les era negado por las inocentes señoritas de las calles principales.
- Una criatura mitad gato y mitad humano!....El repulsivo hombre Gato!!!!!!!!!
Una jaula enorme quedo al descubierto.
Era un muchacho joven, de talle esbelto, cabellos de un extraño color rojizo. Su tez tenía esa blancura mate que deslumbraba contra la escasa iluminación. Sus ojos, que a primera vista parecían negros, eran en realidad de un color marrón sombrío y, aunque en general parecían tranquilos, cualquier profundo observador hubiera notado en ellos a veces una espantosa fijeza, como si se hallaran capturados por alguna lejana y terrible visión, para darle de inmediato lugar a una expresión de terrible hastío.
Un par de orejas asomaban de entre sus cabellos, sus manos atadas apenas cubrían su desnudez, y entre sus rosados labios, un tosco pedazo de madera le impedía alzar la voz.
La muchedumbre comenzó a murmurar, crueles palabras de repudio, miradas de profundo desapruebo. Mas en medio del pavor generalizado, un par de ojos negros se centraron el frágil muchacho.
- Cuanto vale ese hombre gato?
Una voz potente, sombría, revestida de seguridad acallo cada tenue vocecilla en el callejón. El hombre de sombrero de copa, todavía con su mal improvisado bastón, sonrió divertido, pensando en que extraña broma le estaban jugando.
- Señor, debe estar bromeando. Este chiquillo no se vende, es nuestra máxima atracción…
- Incluso si le digo que pagare lo que pida?
A paso resuelto, sin necesidad de volver a alzar la voz, los seres deprimentes que se alzaban a u alrededor e hicieron a un lado, dándole vía libre hasta la jaula.
Tomo el mentón del muchacho entre sus dedos, y clavando su mirada en las expectantes pupilas contrarias, sonrió.
- Que hermosos ojos tienes…
Y fue así, como la extraña atracción encontró su libertad…
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Jongwoon se miro por última vez en el gran espejo que adornaba su espaciosa habitación.
Acomodo por última vez el suntuoso pañuelo que cubría su cuello y salio rumbo a las habitaciones del joven amo Siwon.
El pequeño, con apenas 10 años, había aprendido a manejar a todos a u alrededor. Con un carácter déspota, caprichoso y a veces insoportable, sabia como utilizar su perfecta fachada de niño maltratado por la vida. A temprana edad sus padres habían sido asesinados, razón mas que suficiente para que nadie fuese capaz de negarle nunca nada.
JongWoon era su sirviente desde que fue concebido, y estaba dispuesto a hacer lo que fuera para satisfacer al joven amo Siwon.
- Donde has estado Jongwoon? Desde anoche que estas desaparecido.
Sentado en medio de la inmensa habitación, exquisitamente vestido, con su pelo cayendo desordenado sobre sus oscuros ojos, le miro con el ceño fruncido.
- Lo siento amo Siwon, pero le he traído un pequeño juguete…
- Otra vez?!
- Amo…
- Todo lo que me has traído ha sido aburrido. Este debe ser el numero cien!
En efecto, el terrible desorden del lugar avalaba sus palabras. Siwon miro con desden las grandes cantidades de juguetes que yacían esparcidos sobre el suelo. A sus ya 15 años todo le parecía insulso y aburrido.
Con aire condescendiente se puso de pie, sin apartar su enfurruñada mirada de su sirviente, quien deposito una gran bolsa sucia sobre la finísima alfombra que pisaba.
- No es el cien, amo…
- Entonces, es el 99
Dio una fuerte patada al bulto que estaba delante de sus pies, y un suave gemido salio del saco. Con la curiosidad innata de su edad, se olvido de la mirada satisfecha de Jongwoon y se arrodillo ante su nueva adquisición.
No podía creer lo que sus ojos veían.
Un chico con unas suaves orejas de gato saliendo de entre sus rojizos cabellos le miraba con profundo terror. Experimento en aquel mismo momento una sensación extraña, una especie de fascinación que le dejó petrificado.
Sin consideración alguna jalo las grotescas orejas, cola y falso pelo que apenas cubría el pálido cuerpo que ahora le pertenecía.
Tomo entre sus manos el extraño cabello encendido y lo tiro con fuerza. Nunca en su vida había visto a alguien así. Pero lo único que logro fue arrancar suaves lágrimas del asustado muchacho.
- Por favor…ese es mi cabello real…
En un arrebato inusual de afecto le abrazo, se prendió de esa pálida piel con posesividad recién descubierta. Y con una amplia sonrisa miro a Jongwoon.
- Yesung, este, este me gusta!!
- Oh…me alegro amo…
- Su nombre…será…Kiyu…