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Las complicaciones de una vida propia por Doomofdeath

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Notas del fanfic:

Los personajes pertenecen a Kishimoto, por lo que sólo los tomo prestados para autosatisfacción de mis fantasías.

Notas del capitulo:

Hola, he aquí mi segundo fic. Realmente espero que lo disfruten.

Este fic está visto desde la perspectiva de Sasuke como el personaje principal, cosa rara porque usualmente siempre escojo a Naruto, pero bueno.

“Soy gay”

—Entonces el omiai será la próxima semana. El representante Ogura está ansioso de conocerte —el  hombre depositó una carpeta repleta de papeles que había seleccionado para la ocasión, la dejó sobre la mesa antes de retirarse de la habitación, donde su hijo menor le observaba con aburrimiento.

—Pero… Soy gay… —murmuró observando los papeles que se desbordaban por los lados. Era el quinto omiai al que aceptaría ir y aquella desdichada mujer sería la quinta en oír que no le interesaba como pretendiente. Sasuke llevaba años haciendo lo mismo, intentando hacer las cosas que su padre consideraría normal. Buscando mujeres, teniendo sexo con ellas, pero sin  llegar a sentir el mínimo interés, tan siquiera por el nombre de sus acompañantes.

Sasuke Uchiha era el menor de tres hermanos, el mayor estaba casado hacía cinco años con una mujer bulliciosa que apenas podía mantener quieta las manos. La siguiente era su hermana, una hermosa muchacha de aspecto magnifico que estudiaba en una prestigiosa universidad del país a la cual asistía su prometido. En cuanto a él, no era más que un chico que se resistía a crecer y probablemente acabaría perdido.

Tomó la carpeta con la diestra para observar su contenido con cierto interés inherente, la chica que debía rechazar tenía un aspecto virginal bastante obvio; las mejores calificaciones, perteneciente al club de la ceremonia del té, siendo ella la presidente de dicha organización. Esbozó una sonrisa apenas descifrable mientras arrojaba aquellos papeles en una bolsa que pronto iría a dar a la basura. Sacó un cigarrillo de la gaveta a un lado de su escritorio y lo encendió casi de forma inmediata, la verdad que pesaba sobre él, era que todo en su vida no era más que una mentira, comenzando con su verdadero yo. Era gay, era todo en lo que podía estar seguro, llevaba años deseando poseer al mejor amigo de su hermano, sólo así podía llegar a acostarse con mujeres, pensando que el cuerpo que se retorcía bajo el, pertenecía al rubio hombre que solía sonreírle amablemente de vez en cuando. Estaba perdido, eso lo sabía, era la persona más consciente sobre su situación y aún así luchaba por hundirse en las cosas que sabía no eran las que quería.

El sonido de la puerta le hizo dar un respingo de alerta, se alzó dejando el cigarrillo recostado en el cenicero antes de apresurarse a abrir la puerta—. ¿Qué buscas aquí? Tu esposo debe estar en la empresa, Karin —mencionó dirigiendo su mirada a una pelirroja que no dejaba de sonreírle de forma infantil.

—Sasuke, deberías ser más considerado, mi esposo se irá de viaje y estoy triste ¿Quieres consolarme? —preguntó en voz baja mientras deslizaba su mano de forma atrevida sobre la entrepierna ajena.

—No estoy de humor para soportarte, Karin. Además ¿No deberías usar el keigo para hablarme? Eso es lo que más admiran de ti, que eres tan formal para dirigirte al resto. Si supieran que eres una zorra desvergonzada —comentó inclinándose para observarle a los ojos.

—No te atrevas a hablarme así —alzó ligeramente la voz antes de abofetearlo con fuerza.

— ¿O qué?—le devolvió la bofetada, liberando un poco de su enfado y estrés.

—Eres un… —la mujer no pudo encontrar la palabra correcta para defenderse mientras sostenía su mejilla izquierda con delicadeza—. ¿Ya sabías que Sakura pidió un omiai? Disfruta tu libertad mientras puedas —intentó sonreír antes de marcharse indignada.

Sasuke azotó la puerta con fuerza, como si aquel gesto pudiese liberarlo de sus problemas. Sakura Haruno era la única hija del presidente de las principales metalurgias del país, era una mujer acostumbrada a ser mimada por los otros, a obtener lo que quisiera sin importar el costo de aquello. Pero que él había rechazado en una infinidad de ocasiones.

—Iré a visitar a unos amigos —anunció pasando a un lado de sus padres para tomar el abrigo que estaba sujeto a un gancho.

—Creo que no deberías ir tan seguido con tus amigos, las personas podrían pensar que llevas una vida libertina —comentó su madre sosteniendo unas flores que preparaba para un arreglo florar.

—No hago nada en especial, sólo conversar. Ni siquiera bebo —le miró por un momento antes de acomodarse el abrigo, quería huir de aquel lugar antes de que su padre insistiera en que se quedara simplemente para complacer a su madre.

En realidad solía visitar un bar gay, uno de sus amigos era el dueño del lugar y allí pasaba su tiempo refugiándose de su realidad. Era un sitio sobrio decorado con muy buen gusto, el ambiente era tranquilo y los comensales eran hombres jóvenes que parecían estar en su misma situación. Ingresó en el sitio localizando de inmediato al grupo con el que solía compartir.

—Es Sasuke… Pareces afligido ¿Te han rechazado? —Preguntó un pelinegro mientras revolvía con una sombrillita el trago de color rosa que parecía iba a rebalsarse del vaso en cualquier momento.

—Sai, está bien que pases tiempo con tu novio, pero como bebes lo dejarás en la ruina—se quitó el abrigo con un deje de cansancio en su rostro—. Tengo un Omiai la próxima semana, no sólo eso. Sakura pidió uno y Karin insiste en tocarme de forma descarada.

—No es tanto lo que bebo, Gaara no me deja tomar más de dos por noche —se defendió esbozando una sonrisa sin significado—. Creí que Sakura se había rendido después de que te vio teniendo sexo con Ino ¿Cómo fue lo que dijo?

—“No quiero nada que ella hubiese usado” —repitió arrebatando el vaso de la mano de su amigo para beber casi de un trago su contenido.

—Sasuke, las mujeres no te ven como un hombre, para ellas eres solamente un dildo pequeño —se burló sin dejar de sonreír.

— ¿Quién es un dildo? —preguntó un pelirrojo de forma tranquila.

—Gaara, tu novio es una molestia —comentó observando a su amigo, un pelirrojo de piel pálida y una estatura promedio, Gaara era el dueño de aquel lugar, llevaba años desde que se había independizado de su familia para poder hacer lo que quisiese con su vida, sin duda era un hombre decidido al que Sasuke envidiaba y respetaba.

—Sai, no molestes a Sasuke —fue todo lo que dijo.

—Si tú lo dices.

El lugar estaba considerablemente lleno, personas que se reunían, otros que simplemente estaban esperando la oportunidad para conocer a alguien especial.

—Creo que deberías rendirte Sasuke, no tienes el valor para tomar tu propia vida, por lo que deberías casarte y darle muchos nietos a tus padres, vivir una sosa vida y morir totalmente arruinado —Sai era un hombre directo que no sabía medirse con sutilezas, por lo que no era muy popular salvo por las personas que eran cercanas a él.

—Intento no huir, Sai. Afrontar las cosas no es tan sencillo como piensas que es.

—Gaara dejó su familia, rechazó su apellido y todas las obligaciones que eso significaba. Logró salir adelante, hoy tiene éxito. Sólo estás dando excusas porque tienes miedo de ver que puede pasar en el futuro.

—Sasuke tiene condiciones diferentes, Sai. Su personalidad es débil y es demasiado complaciente con sus padres porque busca aceptación. Pienso que no deberías juzgarlo tan duramente —mencionó el pelirrojo.

Sasuke no se ofendía por las palabras de sus amigos, pensaba que si ellos no intentaban darle ánimo a su manera entonces simplemente no serían ellos. Respetaba las opiniones de ambos y esa era la razón de que estuviese en ese lugar, para sentirse “normal”

— ¡Hey! Es Sasuke —un castaño se apresuró a sentarse a su lado con una escandalosa sonrisa adornando su rostro—. Te ves fatal ¿Pasó algo?

—Así es como estoy, Kiba. Ya sabes.

—Conozco a unos chicos que estarían contentos de quitarte el estrés ¿Qué dices?

—No estoy de humor para eso —le miró de reojo, notando la expresión de decepción en el rostro ajeno.

—Está bien, hubiese sido divertido.

—Sasuke está arruinando el ambiente en este sector —reclamó Sai cruzándose de brazos.

— ¡Es cierto! ¿Han visto a Urika? He oído tantos rumores que hace días intento cruzarme con ella —Kiba estaba notablemente emocionado mientras hablaba.

— ¿Quién es Urika? —Sasuke estaba claramente curioso por lo que el castaño había comentado, por deducción se podía decir que el asunto tenía que ver con una mujer.

—Sasuke lleva tiempo sin pasarse por aquí, no conoce a Urika —aclaró Gaara.

—Urika es un travesti que últimamente se pasa bastante por acá. Es un chico realmente hermoso, deberías conocerlo Sasuke.

—Kiba realmente se enamoró de Urika, se la pasa intentando cortejarlo, pero ni siquiera es considerado. Urika suele venir como a esta hora, escoge una mesa cerca de la barra y allí permanece leyendo tranquilamente. Debo admitir que es bastante atractiva como mujer, supongo que como hombre también debe serlo —Sai sonrió alzándose para ir por un trago.

—Suena interesante ¿Es por eso que hay tanta gente? Deberías contratarlo como mesero o acompañante, probablemente aumentarían tus ganancias.

— ¡Eso le dije! Pero Urika no parece tomar en cuenta al resto, simplemente se sienta a leer, hasta el momento no se ha ido con nadie, es un misterio.

—Tal vez sólo disfruta del ambiente —el pelirrojo cerró los ojos por un breve instante, no parecía estar demasiado inmerso en la conversación.

Su curiosidad comenzó a molestarlo, quería conocer al chico, comprobar que tan cierto eran los rumores, pero tampoco se sentía con demasiado humor para intentar algo con aquel travesti. La noche pasaba lentamente, compartía de anécdotas con sus amigos por lo que lentamente su humor fue componiéndose.

Matrimonio concertado, su preferencia sexual, nada de eso en aquel instante era importante y con eso era suficiente.

—Debo irme, no quiero regaños por la hora ni el discurso semanal del señor Fugaku sobre mis responsabilidades. Mañana también vendré —se despidió de sus amigos con una sonrisa un tanto arrogante, señal que por fin su humor había regresado.

Se marchó del sitio, esperando no ser abrumado por los problemas una vez llegase a casa, de tan sólo pensarlo se tensaba. Su concentración era tal que ni siquiera notó cuando alguien se estrelló frente a él.

— ¡Lo siento!

—Deberías fijarte —regañó a un rubio cuyos ojos estaban completamente cubiertos por unas anticuadas gafas, era un chico que no parecía superar el metro setenta, vestía de forma desaliñada y su cabello parecía una cortina sobre su rostro. Era sin lugar a dudas un hombre lúgubre.

—Sí, lo lamento, estaba distraído y perdido. Por casualidad… ¿Sabes dónde está la parada de autobuses? —Se atrevió a preguntar.

—A dos calles hacía abajo, pero sólo van al sector sur de la ciudad, a esta hora es más conveniente que tomes un taxi, también es más seguro. Francamente no sé cómo llegaste a este lugar, no parece un sitio al que frecuentarías.

—No lo es, tengo mala orientación. Gracias por todo y una vez más lamento no haberme percatado.

—Descuida —comentó observando como el chico se apartaba corriendo hacía donde le había indicado.


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