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Más allá de los límites por Miny Nazareni

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Notas del capitulo:

Hola a todos!! De nuevo aquí estoy!!! Me agrada el recibimiento que tuvo Noah (Noah es un loquisho!! jajaja)

No ya, me calmo, espero de todo corazón que nos sigamos viendo, esta historia me emociona mucho, muchísimo y poco a poco iremos descubriendo más cosas de Noah y sus "Motivaciones"

Hemos conocido a la pareja principal de esta historia (todos lo supieron al instante) es momento de conocer a una de las parejas secundarias, ya la veremos.

Ojalá les guste el capi y nos vemos :)

Capítulo 2: Marina Montero

 

A esa hora su padre ya se había ido… bueno… “Tania” ya se había ido.

A estas alturas de su vida, ya no le generaba ningún conflicto la transformación que sufría su padre al ir a su segundo empleo. “Catacumbas” era el nombre del club, un nombre extraño si le preguntaban, pero si considerábamos que ese lugar no era normal, el nombre era lo de menos.

Noah era huérfano de madre, ella falleció cuando él vino al mundo. Su padre siempre le contaba historias sobre lo mucho que su madre lo amaba cuando venía en camino y lo doloroso que fue para él descubrir que ella jamás podría estar con su hijo, la vida no se lo permitió. Debido a ello, Tomás tuvo que empezar a buscar nuevas formas de conseguir dinero y darle estabilidad a su hijo. Durante las mañanas trabajaba en una florería que se encontraba muy cerca del centro de la ciudad, no era el lugar más concurrido, pero sí alcanzaba para pagar personal. Sin embargo, sabía que no sería suficiente con ese único sueldo y comenzó a buscar más opciones.

Ahí fue donde conoció a “Christa”, el dueño de Catacumbas.

El club era un lugar exclusivo para gays, pero no era ni un antro, ni bar y mucho menos prostíbulo. Sus trabajadores se vestían de mujeres, algo así como el travestismo, pero sin cambiar nada de su cuerpo, eso era elección propia. Toda su vida Tomás fue gay y hasta la fecha, Noah no se explicaba cómo demonios fue que él vino al mundo si a su padre no le gustaban las mujeres. Al hombre no le gustaba hablar mucho de eso, siempre le cambiaba el tema cuando preguntaba y, si no fuese porque eran idénticos excepto en el cabello, Noah hubiese jurado que era adoptado.

Catacumbas era un club de “damas de compañía” algo así como las geishas, que utilizan su belleza y talentos para entretener a sus clientes, pero sin acostarse con ellos. No. Cualquier persona que tenga la creencia de que las geishas son prostitutas, está mal. Hay otro nombre para las mujeres que se prostituyen, pero no son ellas, las geishas solo otorgan su compañía y diversión; cantan, bailan, recitan cosas y mucho más relacionado con el arte. Incluso son instruidas en ello para llegar a ser geishas.

Algo así eran las “chicas” de Catacumbas, pero dedicado a homosexuales con ciertos fetichismos. Ver a un hombre disfrazado de mujer que le acompañara, le sirviera copas y le entretuviera era demasiado excitante. Obviamente Christa debía tener el control para evitar violaciones en pleno lugar y, cuando sus clientes deseaban algo más con las chicas, él simplemente pasaba la responsabilidad a sus “empleadas”. Si ellas lo deseaban, adelante, si no, no debía molestarlas o sería expulsado del lugar con la prohibición de volver.

Tomás, su padre, era “Tania” en Catacumbas, por ello era que tenía todos los artilugios necesarios para disfrazarse de mujer y Noah, había aprovechado la existencia de esos artilugios, para fraguar sus planes y crear a “Marina”. Obviamente, sin que su padre lo supiera, por ello debía ser cuidadoso.

Habían pasado ya dos meses desde que Vania entró en coma. La visitaba todos los días después de que su padre se fuera a Catacumbas y le leía sus novelas favoritas, la peinaba, la maquillaba y estaba todo el tiempo a su lado. Si las personas que lo conocían no sospecharan que era gay, seguramente creerían que era su novia. No, Noah no sabía nada acerca de su sexualidad y no le importaba en lo más mínimo.

La mayor parte de su vida se la había pasado en hospitales, al ser un parto difícil, el pequeño Noah siempre fue enfermizo. Por lo mismo, nunca lograba hacer muchos amigos y si eso pasaba, los perdía al estar casi todo el tiempo refundido en un cuarto de hospital lleno de tratamientos. Era asmático para comenzar, no veía bien, nació con un defecto en la visión y por ello debía usar anteojos y estarse tratando constantemente y su cuerpo a simple vista era frágil por no aprovechar como debería los nutrientes. Pero de ahí en fuera, tenía una energía increíble, odiaba hacerse el sufrido, era la peor discriminación que podría sufrir. Que la gente lo tratara con cuidado por ser “enfermizo”.

Por ello, nunca había tenido amigos de verdad hasta que Vania Ibáñez apareció en su vida. Fue la única que no lo abandonó cuando él tuvo una crisis médica y tuvo que internarse de nuevo. Aquello le demostró que sí existían personas maravillosas en el mundo y se volvió su mejor amiga y él su confidente. Estaban juntos todo el tiempo y eran como hermanos, se adoraban de ese modo.

Hasta que el Cuarteto nubló la mente de Vania.

Fascinada por su popularidad y estatus, ella quiso formar parte y, los resultados fueron catastróficos. Cuando recién supo de su intento de suicidio y del coma, Noah no comprendía las motivaciones de su mejor amiga. Sabía que esos bastardos eran crueles con cualquiera, pero hasta qué grado habían humillado a Vania como para que quisiera morir, eso lo desconocía en ese momento.

Pero después lo supo.

Un par de semanas después de su intento de suicidio y aún con el corazón destrozado, visitó la casa Ibáñez y entró en la habitación de Vania para superar su mutismo, además de tomar sus libros favoritos para leerle. Fue ahí donde encontró la carta póstuma de la chica y, queriendo saber qué había en su cabeza, la leyó y el corazón se le hizo pedazos mientras una rabia incontenible se acumulaba en su pecho.

La carta hablaba de la “humillación” de Vania en el Cuarteto. Los villanos habían organizado una fiesta de fin de cursos para celebrar que ella se unía, al parecer Olga la había aprobado como miembro y era momento de darle la “iniciación”. Lo que siguió leyendo lo dejó helado, en esa fiesta, en esa noche, Vania fue violada. Nunca mencionó nombres, pero era claro a quienes se refería en su escrito. “Ese par…” dijo “Ese par me humillo de la peor forma en la que puedes humillar a una mujer” y Erika y Olga lo sabían, estaban ahí, el Cuarteto lo propició. Hubiese sido Diego o Sergio o incluso cualquiera, lo que importaba era que nadie la defendió, permitieron que la ultrajaran, que abusaran de su inocencia, de ella misma, de todo su ser.

No pudo más, no pudo. El Cuarteto no podía hacer algo así y salirse con la suya, ellos no podían haberle hecho eso a Vania y esperar librarse como si nada hubiese pasado. Por ello había jurado que se vengaría, él mismo los haría pagar. Pero obviamente, necesitaba un plan.

Debía acercarse al Cuarteto, ser lo suficientemente confiable para ellos y así descubrir la porquería que los caracterizaba y después exponerla ante todos, humillarlos, rebajarlos como lo hicieron con su mejor amiga. Pero sabía que él mismo no tenía la facultad de hacerlo, era enfermizo, era débil, el Cuarteto jamás lo tomaría en serio. Por ello debía ser otra persona, alguien deslumbrante, alguien que llamara su atención, alguien que simbolizara el poder y la astucia suficiente para no ser descubierto.

Y así nació “Marina… Marina Montero”.

Lo tuvo que pensar mucho, lo tuvo que elaborar, crear toda la documentación necesaria para inscribirse, practicar el cómo ser una chica, controlar su ira y sus ganas de matarlos en cuanto los viera y preparar coartadas, los instrumentos suficientes y la intimidación. Esa misma tarde, después del primer día de clases, después de ser Marina por primera vez, había analizado la información obtenida y los primeros secretos le daban unas ganas enormes de burlarse de ellos. Pero debía ser cuidadoso, calculador, necesitaba mucho más que simples comentarios, necesitaba pruebas. Por ello era que iba a seguir a Sergio y a Diego a La Cueva.

Y mientras tanto, un poco de amenazas, un poco de misterio, un poco de… intimidación.

Mandó desde su computadora anónimos al Cuarteto, advirtiéndoles que sabía lo que habían hecho con Vania. No iban a estar tranquilos, no iban a zafarse así como así. Una vez que escribió y mandó el último anónimo, se dedicó a buscar en internet la ubicación de La Cueva y lo necesario para poder entrar. Seguramente Sergio y Diego conseguirían identificaciones falsas, pero él necesitaba una estrategia para lograrlo sin que se le prohibiera por ser menor de edad.

Una vez que apareció, abrió la boca sorprendido al leer el concepto que caracterizaba a “La Cueva”. Antro gay para todas las edades. No importaba si eras menor, podías entrar. Aquello lo dejó estupefacto, él que ingenuamente planeaba ir disfrazado de Marina para pasar desapercibido, comprendió que tendría que ser él mismo, en un antro gay no podía haber chicas, eso sería extraño. Si bien, ya era bastante extraño que ese par entrara a un lugar así, aún tenía que procesar todo lo que estaba descubriendo. Sergio y Diego siendo gays, eso descartaría por completo sus sospechas como los posibles violadores de Vania, pero había una explicación, estaba seguro e iba a encontrarla a toda costa.

Moría porque ya fuese el día siguiente.

****

La llegada de David Oliveros tenía conmocionadas a todas las señoritas. Era joven para ser un psicólogo ya reconocido. Seguramente no pasaba de los 30, quizá 25 por muy chico y aquello enloquecía a toda la maraña de hormonas que caracterizaba a la Academia Noberón. Era guapo, un rostro cuadrado y facciones bien definidas, sus ojos eran grises y su cabello castaño oscuro; era algo serio y formal, pero muy amable y siempre comía en la cafetería acompañado de las miradas soñadoras de las estudiantes. A él no le importaba, estaba en esa escuela única y exclusivamente para tratar el caso de Cinthya Gálvez, la chica que no hablaba.

Noah, siendo Marina por supuesto, le había prestado atención al notar el barullo que generaba y había enarcado una ceja. No tenía nada de deslumbrante según él, pero incluso Lupita suspiraba de vez en cuando por el psicólogo. “Es tan gentil” decía con palabras dulces y soñadoras “Sabe que la mitad de las chicas, si no es que todas, va a pedirle consultas solo por verlo y aún así no es grosero con ellas”

                —Pues yo no le veo lo interesante—dijo Marina encogiendo los hombros.

                —Eso es porque quizá no es tu tipo. Tal vez te gustan los morenos picarona—levantó las cejas con suspicacia y Marina no entendió el comentario.

                —¿De qué hablas?

                —Ay ya. Ahora te haces la desentendida, ya me contaron por ahí que Diego Oropeza te dio la bienvenida. Quien te viera tan pilla, incluso lograste sacarle una risita al chico más amargado de la escuela.

Noah contuvo sus ganas de reírse y miró en dirección a la mesa del Cuarteto. En esta ocasión, Diego sí estaba con ellos y miraba con indiferencia su plato de comida, ni siquiera lo había tocado y era probable que no lo hiciera.

                —Eso no significa nada—respondió la rubia—Simplemente chocamos y me ayudó con mis libros, eso no quiere decir que se haya vuelto amable de la nada.

                —Pues tú dirás misa, pero Diego Oropeza nunca es amable con nadie. Solo contigo.

Era verdad, quizá aún estaba conmocionado con su actitud, pero no era algo que le preocupara. Obviamente debía haber algo oculto en sus “buenas” intenciones y recordó que aún debía devolverle el libro que se había llevado por equivocación. Debía buscarlo para devolvérselo, acercarse de nuevo y tratar de entender qué traía entre manos. Quizá Diego sea la puerta para conocer de cerca al Cuarteto sin embarrarme, pensó y volvió a mirar a David Oliveros, quien tenía una jovencita calenturienta pegada a él.

                —Pobre hombre, va a terminar traumatizado con tanta chica pululándole.

Lupita siguió la dirección de su mirada y sonriendo en un suspiro agregó:

                —O podría volverse homosexual, uno nunca sabe.

Los dos lanzaron una risita y Noah estaba tan concentrado en la burla que no se percató de que no era el único hombre prestándole atención a David Oliveros.

Sergio Carrión miraba de reojo al psicólogo de la escuela, analizando cada una de sus cualidades. Es alto, eso es un punto a su favor, pensó discretamente, tiene una espalda ancha, eso es aún mejor. A Sergio le enloquecían los hombres bien formados, David Oliveros podía verse muy decente con su traje y su bata de psicólogo, pero las ropas no escondían su cuerpo trabajado y Sergio estaba empezando a considerar que tal vez, el doctor fuese su tipo, su rostro no estaba nada mal. Diego se percató del escrutinio y girando los ojos, comentó con una risa sarcástica.

                —Otro poco y lo violas con la mirada.

                —Ganas no me faltan—respondió burlonamente el pelirrojo y Diego contuvo la risa—aunque sería mejor que invirtiéramos papeles, debe ser increíble hacerlo con un hombre mayor.

                —No tienes remedio—negó el oji-verde con la cabeza—No te metas en problemas, no olvides que eres un niño, seguramente ni te pelaría. Se le nota a kilómetros lo heterosexual.

                —Lo mismo pensaba yo de ti y bueno…

Diego sonrió discretamente con cinismo, como si su sexualidad fuese lo menos importante para él.

                —Yo no soy gay, a mi me gustan ambos bandos. Y aún si David Oliveros bateara para el otro lado, jamás lo haría contigo, no va a arriesgarse a ser despedido o peor, ir a prisión.

Sergio tomó con su cuchara un poco de puré de papa y se lo llevo a la boca de una forma muy sugerente. Por algo Diego era su mejor amigo, porque siempre actuaba como la voz de la razón en su alocada vida. Aunque también el chico fuese demasiado serio como para perderse en las mieles de la locura y la perversión. Mataría por ver a Diego perdiendo el control de sus actos, se dijo pillamente.

                —Pues si te soy sincero ni siquiera había pensado acercármele de verdad, pero me has generado la duda, lo voy a intentar. Uno nunca sabe lo que podría pasar.

La cara de indignación de Diego fue asombrosa, y no contuvo la carcajada. Erika lo miró mal y a él le importó un bledo guiñándole un ojo y burlándose de ella. Olga solo lanzó un suspiro, como si estuviera en otro mundo y el pelinegro se dio un zape en la frente. Ahora que Sergio tenía el interés suficiente en David Oliveros, no iba a dejarlo tan fácilmente. Eres incorregible, se dijo en un susurro y Sergio continuó tragándose con la mirada al psicólogo de la escuela.

****

Lo encontró en la biblioteca. Después del almuerzo, cada uno de los miembros del Cuarteto se había largado a su respectiva clase excepto Diego, quien gustaba de volarse las clases, pero en esa ocasión no lo había hecho. La profesora que le tocaba no llegó y si Noah lo sabía era porque compartían esa misma clase. Lo vio salirse del salón a toda prisa como si nada le importara y estuvo tentado a seguirlo, pero no podía verse tan obvio. Lupita recientemente le había hecho burla con respecto a Diego, si lo seguía, Marina parecería desesperada por su atención y era lo que menos quería.

Así que tuvo que esperar a que Lupita se distrajera lo suficiente calmando a la bola de revoltosos del salón para poder salir y buscarlo. Llevaba en sus manos el libro con cierto recelo. Cuando recién lo tuvo en su poder, no había visto de qué trataba, pero después de toda una tarde y parte de la mañana con él, Noah había descubierto que se trataba de una colección de cuentos. “Narraciones extraordinarias” de Edgar Allan Poe. Era su escritor favorito y tener que darle ese libro a Diego era semejante a entregar un tesoro a un saqueador. Pero no le pertenecía y él tenía el mismo ejemplar en casa, no era como si necesitara quedárselo.

Lo buscó por toda la escuela, incluso fue a dar a dirección creyendo que quizá ahí lo hallaría y solo al final se le ocurrió que podría encontrarlo en el mismo lugar del día anterior. La biblioteca de la Academia Noberón era extensa y muy bien surtida, seguramente, creído en que su libro estaba en ese lugar, Diego había emprendido la búsqueda ahí.

Y no estaba equivocado.

Cuando entró a la biblioteca, Diego estaba sentado frente a uno de los escritorios leyendo el mismo libro pero de diferente editorial. Sí que era despistado el chico al no notar que no tenía el otro libro y, sin saber muy bien cómo acercarse, jaló la silla contigua a la del joven para poder sentarse a su lado, de ese modo, obtuvo su atención.

Diego levantó la mirada extrañado de sentir compañía y cuando se percató de quien era, la miró fijamente y después sonrió ligeramente.

                —Hola. ¿Qué te trae por aquí?

Olvidándose de las crueles intenciones detrás de esa sonrisa, Marina respondió entregándole su libro:

                —Me diste esto por equivocación ayer. Muchas gracias de nuevo.

Él enarcó una ceja e inspeccionó el libro, en su rostro apareció una señal de reconocimiento y tomó el libro con una sonrisa aún más pronunciada.

                —Gracias, creí que lo había perdido. Y es que este libro es mío.

                —Pensé que pertenecía a la biblioteca. ¿En verdad es tuyo?—cuestionó ella sorprendida.

                —Claro que sí, Edgar Allan Poe es mi escritor favorito, obviamente que el libro es mío.

Bajó la mirada pensativo. Noah no podía creer lo que escuchaba. Compartes gustos con el maldito que le hizo daño a Vania, muy bien Noah. El pensamiento lo hizo reaccionar y negó rápidamente, solo era una estúpida coincidencia. Podría aprovecharla, claro que sí.

                —¿En serio? Eso es increíble, también es mi escritor favorito.

Diego sonrió aún más y aquello estaba asustándolo demasiado. Era como si con cada sonrisa, el oji-verde tratara de ganarse su simpatía y eso no le gustaba en absoluto. Ni te esfuerces, nunca pasará.

                —Asombroso. ¿Cuál es tu relato favorito? En lo personal me gusta mucho “El gato negro” no lo sé, tiene un toque fascinante en cada palabra y me agrada el misterio detrás del “monstruo” del protagonista.

Y estaba derrotado. Noah se dejó llevar con demasiada facilidad, le había dado en su punto débil. Le encantaba leer y más platicar de libros con otras personas, no es que lo hiciera mucho, pero recordaba las muchas veces que atareó a su padre contándole las novelas que había leído. Hablar de su escritor favorito y de su relato favorito, le hizo olvidar por un instante la verdadera razón por la que hablaba con Diego Oropeza.

                —¿Verdad que sí?—alegó Marina realmente emocionada y con una sonrisa—“El gato negro” es uno de los relatos más fascinantes de Poe, aunque también me gusta mucho el relato de “Los anteojos”.

El oji-verde reprimió una risa recordando el cuento y también comentó:

                —Ese es más cómico que misterioso si me lo preguntas. Ojalá nunca nos pase aquello que le ocurrió al protagonista.

                —Y todo por no usar sus anteojos—Noah también se rio un poco más. Por eso odiaba los lentes de contacto, sus anteojos eran las mejores armas de fiar.

Comenzaron a reír sonoramente y sólo cuando la encargada de biblioteca los mandó a callar, Diego recuperó su mueca seria e indiferente. Sin embargo, cuando estuvo consciente de que la mujer no los veía, lanzó un suspiro relajado y con una sonrisa, dijo lo que tenía en mente.

                —Me agradas, a simple vista pareces demasiado ostentosa, pero en realidad eres sencilla. Eso me gusta.

Noah fue consciente de todo lo que había estado haciendo y quiso darse de topes. No, Marina no debía agradarle, debía odiarla. ¿O quizá era mejor que le agradara? El problema era que no estaba siendo Marina frente a Diego Oropeza, estaba siendo él mismo. Eso no estaba bien. No debía confiar en el chico, era perverso, tenía planes ocultos, estaba seguro y sin poderse frenar, cuestionó enarcando sus cejas y con un gesto serio en la boca.

                —¿Y por qué? ¿Por qué tanta amabilidad conmigo? He escuchado los rumores y dicen que eres frio e indiferente. ¿Por qué conmigo es distinto?

El pelinegro borró la sonrisa de su rostro y haciendo una mueca resignada, procedió a contarle la verdad.

                —Es por Erika.

Noah cerró los puños. Debía habérselo imaginado, Erika les había pedido que se acercaran a Marina, quería tenerla cerca, no confiaba en ella. Sin embargo, no pudo evitar sentir una punzada de decepción por parte de Diego Oropeza. Y él que pensaba ingenuamente que quizá el chico era el único que se revelaba, cuando en realidad también era un títere. Qué estúpido, qué estúpido eres Diego.

                —Oh ya veo, ella te lo pidió.

                —Oh no, claro que no—hizo un gesto de repulsión ante la sola idea de obedecer a Erika—No lo hago por complacerla, lo hago por fastidiarla. A simple vista puede parecerte una chica dulce y buena onda, pero es una arpía y te detesta, desde el primer día en que te vio. Yo te sugeriría que te cuides de ella.

                —¿Me estás advirtiendo?—la cara de Marina era de estupefacción y no la culpaba. Cualquier otra persona en su lugar no creería las palabras que estaba escuchando. ¿Por qué Diego? ¿Qué ganas por ir en contra de ella?

                —Algo así, quiero que seamos amigos, para que cada vez que nos vea se le reviente la bilis y porque no es justo. Este teatro debería llegar a su fin ya, todos estamos hartos—habló para sí mismo con la última frase y Noah siguió sin comprender a Diego, pero también se sentía algo molesto.

No me hables de justicia, ustedes no la conocen, no me salgas con la estupidez de que estás harto, de que ahora se arrepienten, es tarde, pensó con rencor y contuvo sus ganas de escupirle a Diego todas esas palabras que se tragaba. Cerró sus ojos, respiró profundamente y con una sonrisa falsa, aceptó la propuesta de su enemigo, uno de sus mayores enemigos.

                —De acuerdo Diego, me gusta la idea, seamos amigos.

Le extendió la mano para corroborar su condición y Diego salió del trance de sus pensamientos sacudiendo la cabeza. Volvió a sonreír y tomó su mano aceptando a Marina. Era una bonita chica, no se sentía soñada como debería y hasta tenía buen gusto en libros. Quizá no tendría que fingir demasiado en que le agradaba, quizá realmente le caía bien.

Quizá… incluso podría decir que empezaba a gustarle.

Notas finales:

Mi Diego!!! Tan lindo él, cómo lo amo (ya cálmate!! jaja)

Ese Sergio es un pillo!!! Me encanta!! Creen que realmente David Oliveros caiga en sus redes?? Quién conquistará a quién? jajaja

Debo decir que el mérito de esta pareja es de Kevin (él me lo sugirió alguna vez y después de pensarlo y pensarlo mucho, surgió en esta historia) Muchas gracias Kevin!! :D y el crédito es tuyo, por supuesto ;)

El próximo capi conoceremos a nuestra tercera pareja, y por fin!! el capi del antro!!! Oh sí :D

Ojalá les haya gustado y me regalen su opinión :D

Gracias ;)


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