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Más allá de los límites por Miny Nazareni

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Notas del capitulo:

Hola a todos!! Vengoi temprano el día de hoy, oh si, ya tengo el capi y dije ¿por qué no subirlo?

Espero que les guste, la verdad me salió un poco largo y anhelo haber logrado transmitir los sentimientos de Noah, todo es complicado porque aunque yo odie a Vania, la verdad es que para él todo es muy difícil, él realmente la quería muchísimo.

Pero me calmo, espero que les guste (aún más cerca el final) el próximo capi es el epílogo (y anexo el resumen de la historia de los hermanos de Kobashi)

Nos vemos el próximo domingo :D

Capítulo 22: Acomodar las piezas

 

Cuando abrió sus ojos, no esperaba hallar tal escena frente a él. No negaba que le parecía preciosa, pero empezaba a preocuparle el nivel de cursilería que estaba alcanzando desde que Diego le había perdonado y le había pedido ser su novio. Bueno, no te lo pidió como tal. ¿Sabes?

Quizá no, pero decirlo frente a su padre era incluso más valioso que pedírselo correctamente. Diego podía llegar a ser un poco suicida cuando se lo proponía. Negó con la cabeza y, después de sonreír como bobo por unos segundos, despertó a Diego.

Habían dormido juntos, en su casa, con su padre ausente quien de seguro andaba con Santiago. Después del trauma de decirle que estaba saliendo con él, después de llamar a Vania y cancelar, después de todos sus pendientes, el pelinegro y él habían decidido tomarse un pequeño descanso y se habían quedado profundamente dormidos. Verlo a su lado al despertar había sido asombroso, pero sobrepasaba las líneas del suicido. Tomás Pereira llegaría en cualquier momento, además, tenía algo que hacer.

Durante su sueño lo había meditado, Diego tenía razón, debía decirle la verdad a la señora Ibáñez, por mucho que doliera, por muy difícil que fuese, tenía que hacerlo, ella merecía que la venda en sus ojos fuese retirada, como él, como todos. Aún no tenía idea de cómo acomodar las cosas y aquello era demasiado irónico considerando que, para planear su venganza, no había tenido miramientos. Pero esto era diferente, ahora quería hacer las cosas bien, meditar antes de actuar y no lanzarse como lo había hecho.

Para ello debía pensar muy bien lo que le diría a la mamá de Vania.

Besó a Diego en los labios para despertarlo y el mencionado sonrió en el beso para abrir los ojos. Su sonrisa se ensanchó y Noah casi sufre otro ataque ante aquella imagen. Correspondió su sonrisa y se levantó indicándole lo mismo.

                —¿Qué ocurre?

                —Voy a ir a ver a la madre de Vania—respondió tronándose los dedos del nerviosismo.

                —¿A esta hora?

                —Sí, Vania seguramente está en la escuela y de ese modo no me la toparé. No tengo el valor de verla a los ojos, no sé… no sé cómo reaccionaré, tengo miedo de ponerme a llorar o de lanzármele encima. No lo sé, no quiero.

Su cuerpo temblaba ante la sola idea de encarar a la castaña y Diego tomó su mano entre la suya para tranquilizarlo.

                —Está bien, descuida, ve, tienes que hacerlo—besó la misma mano—Mucha suerte mi Noah.

Se sonrojó y asintió mientras se recargaba en su pecho.

                —Gracias.

Tenía una enorme responsabilidad entre manos, debía usar las palabras adecuadas, debía hacerlo todo con tacto. Evitarle el dolor que él había sentido o por lo menos, hacerlo más liviano. Se esforzaría en ello, estaba seguro.

****

Llegó a la casa con las manos temblándole, no tenía idea de cómo iba a abordar el asunto con su mamá y aún si creyera que Vania tenía clases, nada le salvaba del hecho de que, quizá, sólo quizá, Vania no había ido a la escuela y se la toparía de frente.

No por favor, no pienses eso, suplicó a su mente.

Tocó el timbre y esperó pacientemente, queriendo alargar el momento. A veces, sólo a veces, recordaba sus primeros días en esa casa, la amabilidad de la señora Ibáñez y el cariño que le había tomado a la misma. Era una mujer fuerte y valiente al quedarse sola con Vania y encargarse de todo, la admiraba, en verdad le tenía un aprecio que con el paso de los años no hacía más que incrementar.

Y ahora él venía a destrozar a esta mujer de implacable entereza.

La puerta se abrió y él suspiró un poco tranquilo al ver a la mencionada saludarle con una sonrisa.

                —¡Noah! ¡Hola! ¡Buenos días! ¿Qué te trae por aquí tan temprano? Vania se acaba de ir a la escuela.

Menos mal, suspiró sintiéndose en calma con ese comentario.

                —Lo sé señora Ibáñez… yo… ¿Puedo pasar?

                —Claro, claro… pasa.

La mujer le dejó entrar y lo llevó al interior de la sala de estar. La casa de Vania era tres veces más grande que la suya, fruto del trabajo de Inés Ibáñez. Una de las múltiples razones para admirarla más y más cada día, ella era como su padre, solos lo habían logrado y habían hecho un extraordinario trabajo. O al menos, así había sido con Vania antes de que ella entrara a la prepa y cambiara.

Tomó asiento en uno de los sillones y la mayor le miró expectante ante cualquiera que fuese su asunto, seguramente la madre de Vania tenía prisa, tal vez debía  ir a su trabajo lo antes posible y él solo estaba haciéndola perder el tiempo. Tal vez, era solo él, buscando excusas para no hablar.

Sí, tal vez era eso.

                —Bueno… yo… no tengo idea de cómo empezar.

                —Por el principio mi querido Noah, siempre es así—replicó la mujer con una sonrisa y él la correspondió sintiendo nostalgia. La sonrisa de Vania era igual y siempre había confiado en ella, habría dado parte de sí por ella.

Habría matado parte de su alma por satisfacerla en algo que era vano.

No, Vania no lo merecía.

                —El principio… todo empezó hace poco… cuando llegamos a la Academia Noberón y Vania quedó deslumbrada con el Cuarteto.  Era como una especie de hechizo, ellos eran… fascinantes a su manera. Erika con su poderío al ser hija del director y su “dulzura” innata; Sergio con su galanteo y encanto; Olga con su belleza y particular sentido del “humor” y Diego… Diego con esa aura de misterio que envolvía a quien lo miraba…

                —¿De qué me hablas Noah?—interrumpió Inés sin entender qué tenía que ver tal descripción con ella o con su hija. El castaño asintió y continuó pidiéndole con la mirada que se lo permitiera. Ella aceptó aún extrañada.

                —Ellos eran el Cuarteto y era la imagen que proyectaban a todos. La escuela entera les temía y a la vez les alababa. Era tan extraña y a la vez atrayente la idea de pertenecer a ese grupo, hubo muchos que lo intentaron y fallaron. Entre ellos, su hija señora Ibáñez.

                —¿Vania? ¿Querer ser parte de un grupo elitista? Eso es tan poco propio de ella, yo le enseñé principios y valores.

                —Pero el poder la sedujo, ella ya no es la misma que usted y yo conocíamos. Ambicionaba la idea de ser miembro del Cuarteto y aún más grande que eso, ambicionaba con fervor a Diego Oropeza.

   <<Pero el Cuarteto no era lo que todos creían y Vania lo descubrió. Vania supo quiénes eran Diego y Sergio, la relación que los unía, las conexiones entre Olga y Erika, la verdadera naturaleza de todos. Erika no era dulce ni complaciente, era astuta y perversa, maquinadora y estaba interesada en ella. Interesada como lo está un hombre en una mujer; Olga era la persona manipulada, su juguete, la chica que le amaba más allá de los errores y con ceguera extrema. Pero ésta murió cuando la descubrió con su hija; Sergio no era un galán mujeriego, de hecho, él es gay y mantenía una especie de relación con Diego. Toda esa farsa montada su hija no la pudo tolerar y se juró que la destruiría.

                —¿Qué estás tratando de decirme? Cada vez te entiendo menos—Inés estaba conmocionada con tanta información mezclada y una parte de ella empezaba a atar ciertos cabos, pero no completos.

Noah suspiró con fuerza y soltó su bomba.

                —Lo que trato de decirle es que todo fue una mentira. Su intento de suicidio, su dolor, su miedo, todo fue una mentira, una mentira parte de un plan macabro para destruir a un grupo de chicos cualquiera.

Inés había tomado asiento y cuando escuchó aquello brincó en su lugar y negó con la cabeza.

                —No, no puede ser, mi hija no haría algo así.

                —Lo hizo. ¿Y sabe qué es lo peor señora Ibáñez? Que yo le creí y me rebajé a sus malignos planes. Yo acabé con el Cuarteto por ella.

                —No puedo creerte—su voz temblaba, evocaba cada día de su vida ahí, en el hospital, pensando que se había equivocado en algo, que le había fallado a su tesoro. No podía ser cierto.

                —Yo tampoco lo haría—agregó Noah sintiendo sus ojos vidriosos y del bolsillo de su mochila obtuvo las pruebas funestas. El video de Erika y Vania, lo había pasado a su celular para poder mostrárselo—Pero debe oírlo para convencerse, escuche la verdad de sus propios labios.

La mujer se acercó a Noah para ver el mencionado aparato y el castaño comenzó la reproducción. Los segundos transcurrían y, aunque ya había escuchado tales palabras antes, simplemente dolían como la primera vez. Y al parecer también dolían para Inés Ibáñez, porque, poco a poco, sin que él se lo esperara, la mayor comenzó a derramar lágrimas y ya no quiso seguir viendo. Aún si Noah tenía más pruebas, ya tenía suficiente con eso.

                —Noah… cuéntamelo todo… por favor… dime… ¿Quién es mi hija en realidad? Porque yo no la conozco.

                —Yo tampoco la conozco señora Ibáñez, pero le diré todo lo que sé.

Las horas pasaron entre lágrimas e historias.

****

Caminaba en los pasillos de la escuela con una radiante sonrisa. Estaba expulsado… no… más que eso… vetado de esa escuela para siempre, pero para él, era el mejor día de su existencia. Había deseado a Olga para sí, había anhelado muchas cosas en el futuro, quería tanto, tenía tantas aspiraciones.

Pero ninguna se equiparaba con la dicha que le esperaba cuando su mayor empresa se viese cumplida. Llevaba en sus manos una pila de CD’s y colocaba uno en cada salón de la escuela con la recomendación al jefe de grupo de que todos debían verlo cuando tuviesen tiempo libre.

Oh sí, me hundiré, pero no solo.

Continuó caminando hasta llegar a la dirección y ante la mirada atónita de la secretaria académica, entró a la oficina de su ex-director, el cual, al verlo, hizo una exclamación y Esteban, antes de ser corrido, habló por sí mismo.

                —Tranquilícese director Sánchez, estoy aquí con un buen propósito. Como sé que no me creerá si se lo digo, quiero entregarle esto—extendió uno de los discos en sus manos y sonrió ladinamente—Creo que le va a gustar bastante, se lo aseguro.

                —Joven Ordóñez, usted tiene prohibido pisar esta escuela.

                —Lo sé, pero esto era de vital importancia, ya lo verá.

Su sonrisa se ensanchó y salió de la oficina dejando perplejo al mayor, quien decidió mirar el contenido del disco. Esteban por su parte continuó andando hasta llegar a las oficinas de la proyección que se hacía en cada una de las pantallas que estaban ubicadas en las esquinas de toda la escuela. Tales pantallas fungían como centro de avisos o periódico mural, pero él ahora le iba a dar un nuevo uso.

Se acercó al chico que guiaba las pantallas y le habló con amabilidad fingida.

                —Oye… ¿Me harías un favor? Necesito proyectar esto.

                —¿Tienes permiso de la dirección?—cuestionó el muchachito.

                —Lo tengo—entrecerró los ojos. A esas horas, el padre de Erika ya estaba al tanto de todo y aquello le llenaba de satisfacción.

El encargado encogió los hombros y tomó el disco.

                —¿A qué hora lo debo proyectar?

                —En el descanso, es preciso que todos lo vean.

                —Bueno. Así lo haré—asintió y Esteban reprimió sus ganas de carcajear en ese momento.

Su gran movimiento acababa de ser lanzado.

Iba a gozarlo demasiado.

****

Había llegado a su consultorio por pura vagancia. Cuando tenía clases libres o descansos, Sergio acostumbraba a zafarse de sus amigos, quienes lo veían con una mueca de condescendencia, y se lanzaba al consultorio de David Oliveros. Amaba pasar el tiempo con él, hablando, inspeccionando o burlándose. A veces, solo a veces, se besaban un poco, ya que David no quería meterlo en problemas, sin contar lo mal que le iría a él por meterse con un menor de edad. El pelirrojo simplemente hacía un puchero, pero obedecía, no quería que fuese la de malas y los separaran.

Dio la vuelta en el pasillo y casi se tropieza con la imagen. Entrejuntó las cejas y estuvo tentado a decir palabras altisonantes. Una masa bastante grande de jovencitas hormonadas esperaban para tener una cita médica y tal vez otras cosas con SU David. Fingió una sonrisa inocente y se acercó a ellas para cuestionar el motivo de semejante reunión.

                —Hola chicas.

Las aludidas voltearon y miraron a Sergio con una sonrisa. Contrario a lo que siempre pensó, cuando se declaró gay unas semanas atrás en un ataque de crisis nerviosa, las chicas entendieron la situación bastante bien. Algunas hasta se le acercaron a preguntarle sobre sus relaciones y otras más provocaron que se sonrojara un poco. Aquello las enloqueció, irónicamente se podría decir que su número de admiradoras creció al dejar de estar disponible.

                —¡Sergio!—gritaron en coro y corrieron a saludarlo como en parvada.

                —¿Qué haces aquí?—preguntó una de ellas—¿Tienes algún problema?

                —¿Hay algo que te preocupe?—cuestionó otra.

                —No, no es nada de eso, tranquilas chicas… yo… solo… es…—fingió vergüenza inocente y varias de ellas se las olieron al instante.

                —¡Oh ya veo! ¡Te gusta el doctor Oliveros!—exclamaron algunas en coro y él fingió avergonzarse mientras pedía que guardara silencio como una puritana.

                —¡Shh! ¡No lo digas tan alto! ¡Te escuchará!

El gritito de emoción de la mayoría resonó en todo el consultorio y Sergio estuvo tentado a lanzar una risita. Sin duda nunca creyó en su vida que ser tan honesto, le trajera cosas buenas.

                —Me encanta la idea—dijo una de las chicas—Algo así como un amor prohibido.

                —¡Oh por Dios! ¡Se imaginan que el doctor le correspondiera!—el gritito se hizo más agudo y el pelirrojo sonrió ladinamente. Si tan solo supieran.

                —¡Es tan hermoso!—gritó una más y la puerta del consultorio se abrió.

David ya sabía que había una cuadrilla de adolescentes con la hipófisis dañada afuera de su puerta y por ello había fingido estar muy ocupado. Pero ante tanto escándalo, simplemente no había podido ser indiferente. ¿Qué era lo que les causaba tanta emoción?

Las chicas al ver a David Oliveros comenzaron a intercambiar miradas cómplices, las cuales se alternaban entre el psicólogo y Sergio, como si se tratara de un secreto a voces. David notó a Sergio y no pudo evitar sonreírle brillantemente y, ante lo mismo, Sergio olvidó su reciente teatro y se sonrojó de verdad. Aquello solo sirvió para alimentar las fantasías de las chicas, quienes no se reprimieron y lanzaron otro gritito de emoción.

Solo una de ellas tuvo compostura suficiente para llevar las cosas a otro nivel.

                —Doctor Oliveros, todas queremos una consulta, pero Sergio acaba de llegar y consideramos que sus problemas son más importantes que los nuestros—sonrió pícaramente y agregó—¿Podría atenderlo?

Las risitas cómplices se esparcieron entre toda la horda de jovencitas y Sergio olvidó su enojo. Las chicas le agradaban, realmente le caían muy bien. Y pensar que hace unos minutos las insultaste en tu cabeza, ironizó en su mente.

El psicólogo miró al techo comprendiendo la emoción que orillaba a esas chicas a actuar de ese modo y sonrió con amabilidad mientras asentía.

                —De acuerdo, pasa Sergio.

                —Gracias, doctor.

Las chicas cruzaron sus dedos como si le desearan suerte con ese gesto y él se permitió guiñarles el ojo mientras hacía lo mismo. Una vez que la puerta se cerró a sus espaldas, los grititos de emoción se escucharon al otro lado y Sergio dejó de reprimir su sonrisa. David negó pero también sonrió.

                —¿Tu club de fans?—preguntó mientras se acercaba a él.

                —Más bien… nuestro—respondió el pelirrojo con una mirada coqueta y rodeó su cuello con sus brazos.

David afianzó su cintura con sus brazos y se besaron lentamente disfrutando la privacidad. Entre comillas claro está, porque algo les decía que, así como se veía, seguramente más de la mitad de las chicas estaba pegada a la puerta tratando de escuchar algo.

Estaba por sugerirle que, aunque fuese prohibido según David, se olvidaran un poco de las reglas y fuesen más allá, cuando el barullo de las chicas cambió y hubo otro escándalo. Sergio se separó extrañado de David y el mismo supervisó lo que pasaba al salir del consultorio con él a su lado.

Los pasillos estaban vacíos, pero había murmullos provenientes de las esquinas, donde se encontraban las pantallas de la escuela. Caminaron en dirección a las mismas y cuando pudieron observar, David abrió los ojos sorprendido y Sergio negó. Sacó su teléfono celular y llamó a Diego, esperaba que estuviese ahí y también lo hubiese visto.

No se equivocó.

                —Diego… ¿Ya lo viste?

                —Lo estoy haciendo… todos en la escuela lo están haciendo—respondió en la otra línea el pelinegro.

                —¿Qué demonios? ¿Crees que Noah tenga algo que ver?

                —No, Noah ni siquiera está aquí

Sergio suspiró aliviado de la inocencia de Noah y dijo el nombre de su único sospechoso.

                —Entonces fue Esteban.

                —No lo dudes—Diego también suspiró al otro lado de la línea telefónica y habló con voz de ultratumba—Va arder Troya aquí.

El pelirrojo solo asintió sin quitar los ojos de la pantalla.

Oh sí, se avecinaba una tormenta.

****

Recién había llegado a la escuela.

Después hablar y desahogarse como Magdalena con la madre de Vania, quien le aseguró que tomaría cartas en el asunto, Noah se había apresurado a ir a su casa para cambiarse, ser Marina y llegar a la escuela. Recibió una llamada de Diego que le aseguraba que tenía que estar ahí para ver algo que le dejaría con la boca abierta, era algo grave y muy serio según las palabras de su novio.

Y se dio cuenta que lo era al entrar. Los pasillos que solían estar si no llenos, al menos un poco conglomeradas, ahora estaban al tope, en todas partes había grupitos de alumnos mirando en dirección a las pantallas de la escuela, las cuales no paraban de transmitir un video que, justo como Diego dijo, le dejó perplejo.

El video era una serie de recopilaciones de videos sobre Erika y Vania, todas las imágenes que alguna vez él tomó o el reciente video que había visto, el cuál le había abierto los ojos, fotografías de Vania y Erika combinadas con las grabaciones de Erika que también había escuchado y otras más que no conocía. Toda producción audiovisual tiene como objetivo contar una historia y la que se proyectaba frente a sus ojos estaba contándole la verdad a toda la escuela.

Los anhelos de Vania, los planes de Erika, sus maquinaciones, sus juramentos. Todo. Los planes de Esteban y su complicidad con la hija del director.El cómo Erika desde el principio manipulaba al Cuarteto, la imagen falsa de todos se cayó a pedazos, ya más o menos lo sabían algunos, pero nunca creyeron que la princesa del colegio fuese tamaña arpía y lo peor. Los rumores de la violación de Vania, lo que ocurrió en esa fiesta, la pobre víctima que no era más que la maquinadora de todo. Los anónimos, incluso él figuro en el video y la forma en la que Vania le había manipulado para hacerle creer que el Cuarteto era el culpable de una desgracia que no existía. Todo… absolutamente todo.

Se cubrió la boca con una de sus manos y Diego apareció entre la gente para preguntarle cómo se encontraba.

                —Noah… Noah—susurró en voz baja, aún nadie debía saber que Marina no existía.

El castaño reaccionó ante su nombre y se acercó a él pasmado.

                —Diego… esto… yo…

                —Tranquilízate—pidió el pelinegro y Noah negó.

                —¿Cuántos lo han visto?

                —Toda la escuela, no hay nadie que se salve. En los salones, en los pasillos, hasta en el salón de usos múltiples, el auditorio. Todos lo están viendo

                —No se suponía que fuese así, la verdad no debía descubrirse así—entrecerró los ojos con sospecha—¡Ese maldito de Esteban Ordóñez!

Tomó la mano de Diego y le pidió que le acompañara. Debía encontrarlo y encararlo a como diera lugar. No le había dado esas pruebas para hacer esa clase de daño, se suponía que Esteban sólo quería demostrar su inocencia. ¿Por qué era tan estúpido? ¿Por qué siempre se dejaba engañar? No podía culpar a Vania por creerlo un juguete manipulable, incluso seguramente Esteban lo creyó. Para el mundo entero él era patético, sin poder alguno, sin el valor de hacer daño. Pero lo había hecho, lo había logrado y se suponía que ahora quería enmendarlo. Acomodar las piezas en su lugar, pero sin destrozar el tablero, sin joder el juego.

Esteban acababa de destruir todos sus esfuerzos.

Quería golpearlo.

****

Fumaba un cigarrillo como los villanos de las películas de mafiosos.

Estaba en la azotea de la escuela, mirando a los alrededores, contemplando su obra. Ya se esperaba la visita de todos aquellos que terminarían embarrados con su mierda. La sola idea le provocaba unas ganas inmensas de reír, nunca creyó que fuese tan satisfactorio acabar con el teatro del Cuarteto. Ahora entendía un poco a Noah y a Marina Montero, se sentía genial.

La puerta se abrió y él enarcó ambas cejas, ya empezaba su primer reclamo.

                —¡Maldito hijo de perra!

Esteban lanzó una carcajada sardónica y volteó a ver a su invitada.

                —Ya sabía que serías la primera querida Erika—fumó un poco más y agregó—Pero veo que no vienes sola. Hola Vania. ¿Te gustó mi video?

                —Así que lo confiesas maldito infeliz—la voz de Vania estaba más relajada que la de Erika, quien parecía querer lanzársele encima y golpearlo en cualquier momento.

                —¡Habla jodido bastardo! ¡De dónde mierdas conseguiste esa información! ¡Quién te ayudo!

                —Me lo dio un pajarito—se burló el ex-capitán de futbol—¿No es genial Erika? Tú dijiste que mi palabra no valía nada, así que decidí que fueses tú misma quien dijera la verdad.

Ya no se contuvo, se acercó furiosa y le dio una buena bofetada. El afectado sonrió sin sentirse humillado por el golpe, al contrario, hasta parecía que dicha acción le había enaltecido.

                —Adelante zorra, puedes golpearme lo que quieras, pero acabo de destruir tu corona y no sólo en la Academia Noberón, sino hasta en tu propio reino.

                —¿A qué te refieres?

                —Muy simple. Tu papito también recibió una copia de este video—se acarició la barbilla con dulzura fingida y agregó con sarcasmo y puya—Ya no eres su princesa, tal vez te mande a una correccional… o a un psiquiátrico. Tal vez Vania te haga compañía.

La castaña también le dio otra bofetada y él siguió carcajeándose, riéndose de ellas. Estaban acabadas, tan solo hacía falta el golpe final, que el dulce Noah apareciera de repente y le echara en cara a Vania todas sus mentiras.

Fue como si lo hubiese invocado.

La puerta volvió a azotarse y apareció Marina en compañía de Diego dispuesta a encararlo, pero al notar a Vania y a Erika, Esteban percibió que se cohibía. Aquello le dio un toque interesante al asunto. O al menos, él decidió dárselo.

                —¡Oh mi hermosa Marina! Mi pequeño pajarillo.

                —¡Eres un maldito Esteban! ¡Cómo pudiste hacer algo así!—reclamó Noah sin mirar a Vania, tratando de evitarla a toda costa.

La mencionada comprendió las palabras de Esteban y reclamó furiosa.

                —¡Así que fuiste tú mosquita muerta! ¡Me las vas a pagar desgraciada!

Estaba por acercarse a ella y agredirla cuando Diego se interpuso y la detuvo. Erika bufó y habló con veneno.

                —Oh genial, el valiente caballero. Me repugna que seas así Diego. ¿Por qué le defiendes? También estás en ese video.

                —Me da igual ese video Erika—respondió con frialdad y alejó a Vania de Noah con una mueca de desprecio—Y tú, ni se te ocurra ponerle una mano encima.

                —¡Maldito seas Diego!

Noah estaba bastante conmocionado. Ver a Vania tan furiosa, ver a Vania y recordar todas las cosas buenas, equipararlas con las malas. Quería soltarse a llorar en ese instante, pero toda su agonía desapareció cuando, al verse incapacitada, Vania abofeteó a Diego. Entonces sí le hirvió la sangre y dejó de ocultarse.

Le devolvió la agresión y Esteban volvió a reír con fuerza. Esto era bueno, sin duda. Quiso agregar sal a la herida.

                —Esto me encanta, la dulce Marina Montero me ayudó en muchas cosas para este video y yo a cambio… bueno…  le di las armas necesarias para contarle la verdad a la mente maestra de esta venganza… a Noah.

La castaña brincó ante esa revelación y miró con autentico odio a Esteban.

                —¿Qué tú hiciste qué?

                —Lo que oyes querida, tu pequeño juguete ya no lo es más. A estas alturas, Noah ya lo sabe todo. ¿Verdad Marina?

El aludido aún estaba furioso, pero también triste, también dolido, también humillado. No, ya no hacía falta seguir mintiendo. Vania tenía sus secretos… bueno… él también. Recobró la compostura y habló con una firmeza que hizo que Diego sonriera satisfecho.

                —Así es, ya lo sé todo.

Tanto Erika como Esteban y Vania brincaron ante esa afirmación. Ninguno de los tres entendía y entonces, sin vergüenza alguna, Noah se quitó los pupilentes y arrojó lejos la peluca. Esteban volvió a reír con más ganas, Erika apretó sus puños comprendiendo cuán estúpida había sido al no notar que tenía al enemigo tan cerca. Y Vania… Vania no habló… estaba muda, por primera vez en su vida estaba muda.

                —No puedo creerlo—habló con puya Esteban y siguió—Pero claro… ahora creo tus palabras Vania, tu pequeño amigo enfermo no debía ser subestimado. Eres sin duda fascinante dulce Noah, fascinante y astuto como nadie.

                —No… no es astucia Esteban… era ceguera—replicó Noah y miró a Vania con el coraje subiéndole a la garganta—Mira todo lo que hice, mira hasta donde me rebajé con tal de vengarte, porque te creía inocente, te creía lastimada y no eres más que una mentira.

La aludida cambió el gesto y sonrió. Aquello ya no le gustó nada a Noah.

                —Fue tu culpa Noah, estabas tan solo y tan necesitado de afecto, que me idealizaste. Tus acciones son tu responsabilidad, yo sólo me aproveché de ello.

Quiso golpearla, quiso jalarla de los cabellos y arrastrarla por todo el colegio. ¿Cómo se atrevía a decirle eso? ¿Cómo podía ser tan cínica? Y él… ¿Cómo era posible que incluso en ese momento sus palabras le dolieran? Quería morirse, había vivido engañado toda una vida, quería matarla y a la vez lanzarse a llorar. Pero entonces recordó que él ya había ganado, que había enmendado el daño, que Vania era la única que iba a perder. Él ya no.

                —¿Alguna vez fue real? ¿Alguna vez siquiera fuiste sincera conmigo?

Vania dudó, claro que alguna vez fue real. Alguna vez Noah también fue importante para ella, alguna vez su amistad representó algo tan bello, tan honesto, tan único y maravilloso. Pero las cosas cambiaron, ella anheló otros horizontes y Noah le limitaba. Sí, alguna vez fue real, pero nunca se lo diría, si con ello podía lastimarlo, nunca se lo diría.

                —No, nunca. Siempre fuiste un estorbo para mí.

Dolió, dolió como no tenía idea, pero no le permitió que lo viera. No le iba a ver llorar nunca más. Contuvo su dolor y respondió con voz seria y un poco cruda.

                —Al fin te muestras como eres Vania y lo único que me satisface es que no soy el único que lo sabe. Toda la escuela conoce tu verdadera naturaleza, todos los que te rodean y mejor aún. Me encargué de decírselo a tu propia madre.

La sonrisa en su rostro se borró y comprendió la magnitud del daño. Entrecerró los ojos con furia y le dio la primera cachetada de su vida. Noah estaba por devolverla, pero Diego nuevamente la detuvo y entonces sí se desahogó. Noah había sido muy amable, era hora de decirle a esa maldita sus verdades como se las merecía.

                —Desde el primer momento en que te vi Vania, desde el primer instante supe que no valías nada.

                —Y mira quién me lo dice—ironizó Vania y Diego se burló.

                —Te lo digo yo, eres una falsa, una hipócrita y descarada, pero… ¿Sabes? Yo te agradezco tus malditos planes, gracias a ellos conocí a Noah y le amé. Porque él logró en mí lo que tú nunca hubieses podido aún si pasaran millones de años.

Aquello le dio en el orgullo y se removió fúrica en su lugar, tratando de zafarse del agarre del pelinegro y entonces llegó la artillería pesada. Sergio y Olga aparecieron y se la quitaron de encima. La pelinegra le miró con burla y Vania destiló odio en sus ojos. Erika simplemente los miró con despecho y los tres se alejaron de ese lugar llevándose a Noah consigo.

Esteban volvió a reír por enésima vez en el día y le dio una última calada al cigarrillo mientras se burlaba.

                —Esto me encanta, sin duda alguna, me encanta.

Ambas lo miraron con autentico desprecio y él encogió los hombros. Lo había logrado, se había deshecho de la princesa del Colegio y de la maldita de su reina. Estaban acabadas, ya no había vuelta atrás. El juego había terminado, las piezas estaban de nuevo en su lugar y ahora, era el momento de olvidar el ajedrez y afrontar las consecuencias de sus jugadas.

Un simple peón y un rey las había derrocado.

****

Una vez que estuvieron lo suficientemente lejos de esas arpías y esa serpiente, las piernas de Noah fallaron y se derrumbó. Comenzó a respirar con dificultad y las lágrimas se desbordaron de sus ojos. Diego actuó rápido y Olga y Sergio trataron de ayudarle. Buscó el inhalador en su bolsa y una vez que lo encontró, se lo dio. Se acercó a su altura y lo rodeó con los brazos mientras su respiración se normalizaba. No podía parar de llorar, no podía.

                —Sé que soy patético, sé que no lo merece, pero no puedo evitarlo.

                —Tranquilo Noah, ninguno de nosotros piensa eso—respondió Diego y tanto Olga como Sergio asintieron de acuerdo.

El pelirrojo también se arrodilló para consolarle. Nunca olvidaría cuando Marina hizo lo mismo, cuando, al saber que posiblemente tenía SIDA, Noah, en vez de regocijarse de su agonía, le consoló, le dio palabras de aliento, le dijo que nadie merecía algo así, ni siquiera él.

                —Yo creo… que tienes todo el derecho a llorarle Noah, después de todo, ella era especial para ti—habló tratando de sonar maduro y Olga también se arrodilló a su lado para hablar.

                —Piensa que quizá hiciste muchas cosas malas en su nombre, pero ahora puedes hacer muchas cosas buenas por ti. No la necesitas, te tienes a ti mismo y nos tienes a nosotros.

El aludido le miró sorprendido. ¿En verdad lo decía de corazón? ¿A él? ¿A él que había sido responsable de todas sus desgracias?

                —No lo entiendo. ¿Cómo es que pudieron perdonarme? Yo la miro y creo que nunca lo haré.

Diego acarició su mejilla y besó sus lágrimas.

                —Porque hay una enorme diferencia entre Vania y tu. Ella no se arrepiente de nada, ella actuó por vanidad, por orgullo. Tú lo hiciste por amor y ya has pedido demasiado perdón, no tienes que volver a hacerlo.

                —Así es Noah—continuó Olga y Sergio asintió.

                —Somos tus amigos, te queremos.

                —Y yo te amo más que a nada mi Noah—le abrazó con ternura—No hace falta que exista ella, no hace falta que te lamentes más. Todo terminó ahora.

Correspondió su abrazo sintiéndose redimido, era verdad, ya no le necesitaba, Vania ya no tenía poder en su vida. Él ya era otra persona y los tenía a ellos, nunca más volvería a doblegarse por nadie.

Ni siquiera por ella…

Ni siquiera por Vania.

Notas finales:

Fujoshis detected!! jajaja

No ya, en serio, me agrada el hecho de que Sergio sea más popular siendo él mismo que quien era, ironías de la vida jaja

Maldita Vania, la odio en serio, pero recibió su merecido (en serio, tanto el padre de Erika como la madre de Vania tendrían que considerar la idea del psiquiátrico, sé que estoy exagerando jaja)

Esteban ya me cae un poco mejor, no le perdono que se haya metido con Olga y Cinthya, pero solo me agrada un poco.

Espero que les haya gustado y pues nos vemos en el epílogo :D

Bye bye, muchas gracias, los amo!!! <3


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