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Más allá de los límites por Miny Nazareni

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Notas del capitulo:

Hola a todos!!! Me adelante!!! Sí!!!

No, en verdad me dio un toque de inspiración el fin de semana y pues, aprovechando que estamos en vísperas de Año Nuevo decidí darles mi regalo de Año Nuevo!!! Les agradezco de todo corazón que esta historia se haya vuelto de su agrado y espero con mi alma que disfruten una bella velada de Año Nuevo...

Y que les guste el rumbo que tomaron las cosas, les va a gustar el próximo, que, me imagino que estará el domingo si todo sale bien ;) 

El próximo será cardiaco, se los juro, así que no se lo pierdan ;)

Y ahora sí, sin más, me despido :D

Capítulo 7: Ser Marina Montero.

 

Su padre acababa de irse a Catacumbas y él ya había lavado los respectivos trastes de la comida. Ahora estaba en su habitación inspeccionando el video de Sergio en La Cueva y mandando nuevos anónimos cuando escuchó el timbre. ¿Quién será? Su padre tenía llaves y sabía que Santiago no lo visitaría, todo lo contrario, iría detrás de su padre. Encogió los hombros sin prestarle mucha atención al asunto y salió de su habitación para bajar las escaleras y abrir la puerta.

Sin embargo, la sangre se le heló en las venas cuando descubrió quien era el visitante.

Diego estaba del otro lado de la puerta y lo miraba con estupefacción. Soy un idiota, un autentico estúpido, se reprochó a sí mismo. Estaba por cerrar la puerta de golpe o salir corriendo del lugar cuando fue Diego quien hizo las preguntas.

                —Noah… ¿Tú… qué haces aquí?

El chico rebuscó en su cabeza sin control una excusa, algo que le sirviera, algo que pudiese decir para salvar la situación. No podía ser posible que sus planes murieran tan pronto sin haber hecho nada en concreto solo por su descuido. ¿Qué diré? ¿Qué diré? Piensa Noah, piensa. Lo primero que se le ocurrió para ganar tiempo, fue ponerse a la defensiva.

                —Yo te podría preguntar lo mismo.

                —Bueno… yo… vengo a entregarle unos libros a Marina—el chico fue consciente de la evasión del otro—Espera… espera… no me cambies el tema… ¿De qué modo estás relacionado con Marina?

                —Yo… obviamente soy…—una idea Noah, piensa en una idea que sea buena y creíble… ¡Vamos!—Yo… soy su novio.

¿Esa fue tu mejor idea? ¿Es en serio? Eres un verdadero idiota.

Diego lo miró como si hubiese dicho una de las más grandes tonterías. Era imposible que este chico fuese novio de Marina. Para empezar, ella nunca habló de un novio y, para terminar, él se había besado con este supuesto novio. No había lógica. Además, Noah parecía todo excepto un hombre viril que pudiese tener una novia y mucho menos una tan bonita como lo era Marina. Si desde el primer momento en que te vi pensé que eras gay, no le veo sentido, pensó mareado y confundido con todo.

                —¿De qué hablas? Eso no puede ser verdad… tú y yo… nosotros…

                —Eso fue resultado del alcohol. ¿Acaso no te dije que era intolerante a él?—replicó Noah fingiendo que le restaba importancia a un beso que sí la había tenido. ¿Cómo no iba a ser importante? Si fue su primer beso y hasta la fecha no podía olvidarlo.

El pelinegro entrecerró los ojos ante este nuevo comentario y en verdad se sintió estúpido. Para Noah, el beso no había significado nada y él se había estado devanando los sesos con aquello. Ahora entendía porque no había querido que siguieran en contacto, el chico de los ojos bonitos no era una creatura ingenua que había ido a parar en ese lugar por equivocación, era un calculador que tenía novia y solo estaba “curioseando”. Y de repente se sintió mal por ella, por Marina, la chica que le gustaba y también se sintió mal por sí mismo, el tarado que se había besado con su novio pero que tenía buenas intenciones con ella.

                —Ya veo, es eso. Entiendo—ahora verlo le enfermaba, no porque lo detestara, si no porque no comprendía las motivaciones del chico. ¿Por qué teniendo una novia así hacia tales cosas? A menos que, por supuesto, se tratara de una mentira.—Bueno… ya que aseguras con tanta firmeza que eres su novio, podrías darle estos libros por mí. ¿Cierto?

Sacó de su mochila los mencionados libros y se los entregó con crudeza. Noah no comprendió el por qué de esa actitud tan tosca, pero aceptó dichos libros y Diego lo miró crudamente por varios segundos.

                —¿Alguna otra cosa?—preguntó Noah nervioso. Detestaba esa mirada, esa frialdad, ese… desagrado. Sí, era como si de repente Diego hubiese empezado a detestarlo y aquello no le gustaba. ¿Dónde estaba el Diego de ojos dulces que provocaba con su mirada un vuelco a su corazón?

¿Acaso acabas de pensar algo tan cursi? Se recriminó y cuestionó al aludido con su mirada.

                —Nada—respondió Diego y comenzaba a alejarse de la puerta cuando decidió detenerse y regresar sus pasos para hablar—Pensándolo bien, sí, hay algo. No te entiendo Noah, no comprendo de verdad. Una parte de mi se niega a creer que Marina y tu son novios y la otra siente una enorme decepción. ¿Cómo pudiste besarte conmigo teniendo una novia? Y más tratándose de ella, de Marina.

Frunció el ceño. ¿Qué tiene de especial Marina? Yo soy Marina estúpido, pensó de repente molesto y una idea surcó su mente al comprender porque Diego podría estar enojado.

Y tal idea le provocó una sensación desconocida en el pecho.

                —Y yo no entiendo porque te preocupa Marina. ¿Qué es lo que estás planeando?

                —A diferencia tuya, yo no rompo ciertos esquemas. Creo en la fidelidad cuando estás en una relación. Si yo estuviera en tu lugar, no te imaginas todo lo que yo haría por ella.

No le gustó, no le gustó en lo absoluto que Diego hablará así de “Marina”, que la tuviese en un pedestal, como si fuese sagrada e importante. La sensación extraña había empezado a extenderse por cada una de sus articulaciones como si se tratara de una gangrena. Dolorosa y mortal. Apretó sus puños y controlando esos celos asesinos, habló con sarcasmo para fingir que menospreciaba lo que acababa de descubrir.

                —Ya veo lo que pasa aquí, te gusta, a ti te gusta Marina. ¿O me equivoco?

Esperaba que Diego se sintiera avergonzado, que negara, que se riera o que incluso tartamudeara al pensar que decía cosas sin sentido. Pero cuando descubrió la firmeza en su mirada y el muchacho no se acobardó, supo que nada, absolutamente nada estaba bien. Ni con él ni consigo mismo. Sintiéndose orgulloso de sus sentimientos y de poder decírselos en la cara al chico que se suponía que ahora, era su rival, Diego sonrió astutamente y afirmó.

                —No, no te equivocas. Me gusta y tal vez, me gusta lo suficiente como para intentar quitártela—enarcó una ceja—Eso, por supuesto, si realmente eres su novio.

La gangrena ya instalada en su cuerpo y que comenzó a devorar sus entrañas fue mayor a todo sentimiento de cautela y cordura. Noah abrió la boca con indignación y aceptó el desafío. Si a Diego le gustaba Marina, él mismo se iba a encargar de matar ese agrado, esa iba a ser su venganza, de ese modo acabaría con Diego, utilizando el recurso de ser “ella y él”. Mataría su amor y se burlaría al mismo tiempo.

                —Adelante… inténtalo.

El chico de ojos olivo hizo una mueca y se alejó de esa casa sin despedirse. Noah cerró la puerta azotándola y dejó salir toda la furia de su cuerpo. Se retractaba, se retractaba de todas las cosas buenas que había pensado de él. Diego no era amable, ni dulce, ni de buen corazón, ni noble ni ninguna de esas estupideces que surcaron su cerebro una vez que convivió con él. Sus sonrisas no destilaban luz, eran enredaderas y trampas mortales para embaucar a los idiotas y así robar sus tesoros. Diego no era una buena persona y punto. Diego era frustrante, era un maldito, era el sospechoso de la violación de Vania, era un mezquino y obstinado tipo. Lo detestaba, ahora sí lo detestaba, no era como si antes no lo hubiese odiado, pero ahora sí sentía una furia carcomerle el alma junto a esa gangrena inexplicable que acababa de contraer. ¿Cómo era posible que estuviese interesado en Marina? ¿Cómo se había atrevido a posar sus ojos en ella?

Despierta Noah, ella eres tú. Lo sabía, claro que sí, y ahora que tenía el medio para vengarse de Diego, no tendría piedad. Marina sería el suplicio de Diego y, al igual que con el resto del Cuarteto, disfrutaría mucho verlo hecho pedazos cuando todo llegara a su fin. Su móvil era Vania, debía ser lo único que le importaba y en lo único que debía enfocar su mente. El problema era que no estaba furioso con Diego por ello, el problema radicaba en que no quería acabar con Diego por Vania. No, el problema era otro.

El problema era que deseaba ver a Diego caer por la simple y sencilla razón de que le reventaba la bilis que se hubiese enamorado de Marina.

Sí, aunque Marina fuese él.

¿Acaso Noah no era consciente de que estaba celoso de sí mismo?

No, no lo era, porque nunca en su vida iba a aceptar que Diego le interesaba de esa forma.

Después de todo, el que se enamora pierde. ¿No? Y él no estaba dispuesto a perder. Se vengaría de cada uno de los miembros del Cuarteto.

De cada uno, incluso Diego.

****

Estaban en las bodegas de la cancha de basquetbol. Era uno de los tantos escondites que tenía la chica y en donde gustaba de “culminar” sus negociaciones. Sabía que Esteban Ordoñez, el capitán del equipo de futbol, era un visitante asiduo en las fiestas que solía organizar el Cuarteto, por lo tanto, su información le sería de utilidad. Aún si tuviese que acostarse con él para conseguirla.

A Erika le daba igual con quien se metía, si era hombre o mujer, lo importante era obtener algo de ese “intercambio” y ahora que ya le había dado a Esteban lo que quería, ella tenía derecho a exigir. El muchacho comenzó a ponerse sus pantalones mientras ella se acomodaba su falda y peinaba su cabello con sus dedos. Odiaba despeinarse después del sexo, sabía que era agotador, pero no por ello debía perder su belleza y atractivo. El chico estaba abrochando el cinturón cuando ella cruzó sus piernas y lo miró con determinación.

                —Bien, ahora te preguntarás qué es lo que quiero. ¿Cierto?

                —Me lo pregunto, aunque no me extraña que primero hubieses preferido el sexo y después la información—replicó Esteban, él sabía muy bien que la chica era una cualquiera, pero era de esos secretos a voces que pululaban dentro del ámbito de los populares.

                —Es muy sencillo—continuó la rubia sin sentirse ofendida por las palabras del capitán que, viéndolo por donde quisieras, habían sonado a un insulto—Recuerdas la fiesta de Vania Ibáñez. ¿Cierto?

                —¿La chica en coma? Sí, la recuerdo, estuve ahí.

                —Necesito que me investigues sobre las personas que fueron invitadas a ese evento y si había alguna de ellas que fuese amiga íntima de la “muertita”.

Esteban la miró con una mezcla de desprecio y estupor. ¿Cómo era posible que Erika fuese tan insensible ante la desgracia de la chica Vania? El rumor se había esparcido en casi todos los rincones de la escuela, pero era solo eso, un rumor. Vania había intentado suicidarse porque alguien abusó de ella en su fiesta de bienvenida. La propia Erika desconocía quien había iniciado el rumor, pero ya bastante tenía con los anónimos que recibía cada fin de semana. Por ello necesitaba respuestas y si nadie del Cuarteto iba a servirle para hallarlas, entonces ella misma lo haría por sus propios medios.

                —Pues me extraña, porque yo fui uno de los que repartió las invitaciones y sé muy bien que no se invitó a nadie que no fuese popular… claro, a excepción de la propia Vania.

                —¿Y ella no tenía amigos? ¿Alguna amiga entrometida y chismosa?

Erika esperó la respuesta y Esteban comenzó a rebuscar en su memoria mientras terminaba de vestirse. Alguien que estuviese relacionado con Vania, no, simplemente no se le venía nadie a la cabeza. La chica tenía muchas amigas, pero ninguna era tan cercana como…

¡Bingo!

                —Bueno… hay alguien—entrecerró sus ojos. Esteban acababa de encontrar en sus recuerdos información muy valiosa.

Y no la iba a entregar gratis.

                —¿Y quién es?

                —Querida, eso no te lo diré hasta que me des algo a cambio.

La rubia frunció la boca. ¿Qué más quería ese estúpido? Ya se había acostado con él. ¡Argh! Como le molestaban los tipos como este, que no estaban satisfechos con nada. Cruzó los brazos y lo miró con absoluto desprecio, como si fuese la escoria más asquerosa del planeta.

                —¿Qué es lo que quieres? Ya tuvimos sexo, no pienso ir por una segunda ronda, de una vez te lo advierto.

                —Tranquilízate, no es eso lo que quiero. Es solo que hay… otros rumores… y me gustaría que los aclararas antes de hacerte mi petición.

                —¿Qué rumores?

                —Dicen que… tu y Olga están “juntas”. ¿Eso es cierto?

Ella hizo un gesto de indiferencia. ¿Qué tenía que ver Olga en esta negociación? Lo ignoraba, pero con tal de que ese idiota le diera la información, decidió ser clara y franca con respecto a la chica.

                —Olga no es más que un juguete para mí, alguien con quien me divierto. Eso es todo. ¿Me puedes decir qué es lo que tienes en mente ahora?

Esteban suspiró aliviado y esbozó una brillante sonrisa que no auguraba nada bueno.

                —Me alegra escuchar eso. Entonces, estoy seguro que no te negarás a lo que voy a pedir—Erika lo miró expectante y él continuó—El equipo de futbol y yo estamos interesados en Olga, nos gustaría… divertirnos con ella… ya sabes, pero temíamos que si los rumores fuesen ciertos, bueno… tu no accederías a que lo hiciéramos o peor, ella se negaría.

La chica recargó su mejilla en una de sus manos y levantó las cejas mientras pensaba y descifraba lo que acababa de escuchar. Esteban estaba ansioso, no sabía si era una buena idea lo que acababa de proponer, pero si Erika estaba realmente desesperada por la información, creía entonces que ella accedería.

Y no se equivocó.

                —En efecto, ella no querrá—sonrió ligeramente con perversidad—pero yo me puedo encargar de colocárselas en bandeja de plata, siempre y cuando cumplas tu parte del acuerdo.

Esteban lanzó una carcajada, ya se imaginaba la diversión que él y sus amigos tendrían. Moría de ganas por poner sus manos sobre esa chica.

                —Está bien, es un trato entonces. Tú nos ayudas a tener a Olga para “nosotros”…

                —…Y a cambio tú me das la información acerca de esa “persona” cercana a Vania Ibáñez.

Erika se levantó del lugar en el que estaba sentada, extendió la mano en dirección a Esteban y éste la estrechó con satisfacción.

                —Muy bien. ¿Cuándo será el día?

                —En cuanto tú me entregues un expediente con información detallada, yo te daré a Olga. No te preocupes, nadie se enterará jamás de esto y ustedes podrán gozar de ella todo lo que quieran sin interrupciones.

Dicho esto, sus manos se estrecharon con fuerza. Erika sonrió, Esteban se relamió los labios y, escondido, en un rincón, sin ser visible para sus espectadores, el botoncito rojo de la cámara parpadeaba grabando absolutamente todo el pacto y las palabras dichas.

Los planes ruines de Erika no eran del todo un secreto.

****

                —¿De verdad eso pasó?

Olga estaba sorprendida ante la nueva información. Marina tenía un novio, y no se trataba de cualquier chico, si no del mismo al que Diego había conocido un mes atrás y con quien había “ligado”. Aunque quizá el término “ligar” fuese el incorrecto al haber sido rechazado por el chico de los ojos almendrados. Sí, Olga también se sabía esa historia, Sergio no se había cansado de contarla por todas partes una vez que trascurrió. Era increíble como el “serio Diego” se hubiese atrevido a hacer tal cosa y al final todo resultara en un fiasco. Y más por su reciente descubrimiento.

                —Claro que pasó, no soy de las personas que gusta estar inventando cosas solo para tener un tema de conversación—replicó Diego algo cabizbajo.

                —Lo siento, lo siento—se disculpó la morena y agregó—pero es que no puedo creerlo. Todo apuntaba a que le gustabas a Marina, si hasta la vi medio celosa cuando Sergio le habló de lo que ustedes tuvieron.

Diego levantó las cejas ajeno a esa información. ¿En verdad Marina se había sentido celosa de él? ¿Y si le gustaba a Marina? Después de todo, Noah no era un buen novio si se andaba besuqueando con otros tipos en antros gay. Tampoco exageres, en verdad parecía que era su primer beso. Eso era lo que no entendía. Si Noah era tan inocente y dulce como lo recordaba… ¿Por qué demonios tenía una novia? Y si no era verdad. ¿Por qué razón lo había inventado entonces? ¿Por qué no se sacaba de la cabeza a Noah y al mismo tiempo se emocionaba con datos sobre Marina como el que Olga le acababa de dar? Quería darse un gran tiro con una escopeta, en verdad creía que toda esa maraña de preguntas se disiparía sólo de esa forma.

                —A mí me gustaba Marina y en verdad tenía serias intenciones con ella. No sé… entiendo que es poco el tiempo que nos conocemos, pero me agradaba de verdad.

                —¿Agradaba? ¿Gustaba? ¿Acaso ya dejó de hacerlo?—cuestionó Olga colocando sus codos sobre la mesa y recargando su barbilla sobre sus manos entrelazadas.

                —No, claro que no… es solo que… ahora existe Noah.

Suspiró frustrado consigo mismo y la morena sonrió pícaramente.

                —Aún te gusta Noah. ¿Cierto?

El pelinegro recargó su frente en la mesa y respondió con una voz que hacía eco en la madera.

                —Quizá un poco—levantó el rostro y acomodó los brazos como una almohada para acostar su cabeza en ellos—Pero me indignan sus acciones. ¿Por qué rayos me dejó besarlo si tenía novia? Además… ¿Por qué Marina no me dijo nada acerca de él? Sé que mis preguntas son estúpidas, que una chica no anda por ahí diciendo “Tengo novio, tengo novio, sépanlo todos”, pero… no sé… era tan espontánea conmigo, tan alegre y risueña, era tan natural, que pudo habérmelo dicho antes de que yo me interesara tanto.

Ella suspiró como él y bebió un poco de su jugo antes de comentar como si se tratara de algo en verdad gracioso.

                —Amigo mío, creo que eres un fiasco en esto de las relaciones.

                —Mira quien me lo dice—ironizó el chico de los ojos olivo y Olga reprimió una risa amarga.

                —Precisamente porque soy yo quien te lo dice es que es cierto. Mi amplia experiencia puede avalarlo.

Ambos rieron sin humor y justo en ese momento, a Marina se le ocurrió aparecer con su bandeja de comida. Miró a los dos pelinegros como si nada pasara y Olga comprendió que hacía mal tercio en ese lugar, sin embargo, cuando Lupita llegó al lado de Marina, supo que no habría necesidad de irse.

                —Hola chicos—saludó la presidenta del consejo sin notar la tensión que le rodeaba—Debido a que Marina ya es amiga suya… me preguntaba… ¿Yo también puedo sentarme aquí?

                —Adelante Lupita, puedes hacerlo, no necesitas autorización de nadie—respondió Olga y ambas chicas, Marina y la presidenta, tomaron asiento.

                —Hola Diego—saludó Marina al susodicho con una voz pausada, normal, tranquila, para nada parecida a la ira y enojo que Noah sentía el día anterior. Sé Marina, sé Marina Noah, se repetía el chico en su mente.

El aludido levantó la mirada y sonrió ligeramente acompañado de un suspiro.

                —Hola Marina.

                —Así que… conociste a Noah.

                —Sí… se te olvidó mencionar su existencia—había un ligero tono de reproche en su voz y Olga lo miró de reojo advirtiéndole que no debía enojarse con ella.

                —Lo lamento, no lo creí importante.

¿De verdad? Diego abandonó su postura abatida y la miró intensamente. Por unos breves segundos, Noah se sintió desarmado con esa mirada, era la mirada que Diego usaba cuando trataba de entender a la otra persona, algo así como estupefacción combinada con incertidumbre. Y los ojos de Diego tenían el poder, en ocasiones, de hacerlo temblar.

                —Pues ustedes sí que son una pareja extraña. Se expresan tan fríamente el uno del otro—suspiró de nuevo—Ahh… simplemente no entiendo y, preferiría no confundirme más de lo que ya estoy. ¿Qué te parece si hacemos como que nunca me encontré con Noah y seguimos siendo amigos?

Noah sonrió internamente. Diego estaba confundido, eso quería decir que era vulnerable, fácil de atacar y más cuando ya conocía su punto débil. Sin embargo, la otra parte de sí mismo, la parte que aún sentía aprecio por Diego, se sintió angustiada. Ver al chico tan abatido y disperso no le gustaba, le provocaba unos nervios enormes que no sabía cómo controlar. No te preocupes Diego, le decía su fuero interno, yo soy Marina, no hay ninguna confusión.

Pero ser Marina implicaba tener odio en el cuerpo, ser Marina significaba no tener piedad, ser Marina era destruir a cada uno de ese grupo de amigos, aún con esos sentimientos extraños. Ser Marina simbolizaba destruir a Diego también, burlarse de él y acabar con ese “agrado” que tenía por ella. El día anterior se había sentido furioso y había jurado ser Marina sin importar lo que pasara. Pero ahora que el coraje se le había bajado y veía al chico tan extraño, ser Marina sonaba demasiado cruel.

Sin embargo, él no podía retractarse ahora. Él era Marina, por lo tanto, su resolución no debía cambiar, por mucho que se lo cuestionara, por mucho que dudara, él debía ser Marina y nadie más. Noah, con sus pensamientos ya no existía, no desde que juró venganza para Vania, no desde que la vio postrada y casi muerta en una cama de hospital. No desde que Marina se inventó en su imaginación.

Ahora era Marina, no Noah y así debía actuar.

Debía ser ella y olvidarse de él.

                —Claro, seremos amigos, pero solo eso y nada más—afirmó “Marina” con una voz fría que buscaba romper todas las esperanzas de Diego.

Pero lo que ni Marina ni Noah sabían, era que Diego no se rendía tan fácilmente. Le gustaba la chica demasiado, aún si Noah hubiese aparecido, no sabía nada de él, era un completo desconocido. Si bien era cierto que se besó con ese desconocido, La Cueva no era precisamente un lugar propicio para conocer a una persona con la que querías algo serio. Y eso era lo que Diego había estado buscando últimamente, enamorarse de verdad, su candidata para ello era Marina, no Noah, él… bueno… él solo sería un bonito recuerdo. Se quedaría con lo bueno de esa noche en La Cueva y atesoraría como a nada, todo lo que le ocurría con la rubia que tenía enfrente y había resultado ser la novia del chico.

Con una sonrisa tranquila, que ocultaba una firme convicción, Diego asintió, pensando para sus adentros, que había tomado una correcta decisión. Se dedicaría a conquistar a Marina y se olvidaría de Noah.

A como diera lugar.

Notas finales:

Maldita Erika!!! De verdadla odio (y creo que todos jajaja). ¿Qué creen que haga Noah cuando sepa sus planes? ¿Qué tanto sabrá Esteban? ¿Noah está en peligro de ser descubierto?

Descubranlo en el próximo capítulo de... jaja

Sueno a anuncio televisivo, pero las cosas comienzan a tomar forma, en verdad, yo misma me como mis uñas!!

Oh Diego amor, confundido y nervioso!! Ven aquí pequeño mío, te consolaré (ya, ya, me calmo). Aquí sigue el sufrimiento de Noah, oh sí!! jajaja

Ahora sí, nos vemos el domingo (si todo sale bien) y felices fiestas!!


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