Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¿Quieres casarte conmigo, nya~? por ItaDei_SasuNaru fan

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

¡¡¡Hola a todos los sexys amantes del FugaMina!!!

Porque somos sexys y nadie se va a atrever a negarlo.

Aquí venimos con un nuevo fanfic y nuestras locas ideas, escrito por la maravillosa e inigualable Stig Al-sayf ♥ y... pos yo ( ^^ )

Creo que deben saber, antes de comenzar a leer, que:

  • Es un Two Shot, donde las parejas principales son el FugaMina y el JiraOro [corre en círculos]
  • Hay SasuNaru. Esperamos que les guste.
  • Es un FF romántico, dulce, tierno y los hará reír y llorar de alegría. Por lo menos, a mí sí me pasó ( :'3 )
  • Ambientado en un Universo Alterno y parte de la saga de "Miau~".

Los personajes no nos pertenecen. Son propiedad de Masashi Kishimoto. Todo es hecho sin fines de lucro, no recibimos ninguna remuneración por ello. Hecho únicamente por y para fans.

Este FF también es publicado en las cuentas de FF.net y Mundo Yaoi de Stig Al-sayf si prefieren leer o comentar por allí. Están en toda la libertad de hacerlo y estaría igual de perfecto.

Esperamos que les guste tanto como a nosotras.

Notas del capitulo:

 


 >>:<< >> El día 16 de Enero es el Día Internacional del FugaMina << >>:<<

¡No lo olvides!


 

Perdonen las faltas de ortografía, semántica o redacción. Ambas nos esforzamos mucho, lo hacemos con todo el fervor que tenemos por la pareja y...

¡Disfruten!

 

 

¿Quieres casarte conmigo, nya~?

 

>>:<< >> Por Stig Al-sayf e ItaDei_SasuNaru fan << >>:<<

 

 

 

A Minato le encantaba pasar el tiempo con su tía Tsunade o, como él solía llamarle, Tsuna-chan. Sucedía raramente pero cuando llegaba el día de pasar con ella, sabía que sería un día irrepetible.

Tsuna-chan hacía eso porque sus padres necesitaban tiempo a solas. Oro-chan decía que no era necesario, que él no necesitaba de ningún tiempo libre y mucho menos alejado de sus hijos, pero entonces aparecía Jira-chan y le decía cosas al oído que lo ponían muy sonrojado.

Minato todavía se preguntaba qué harían sus padres cuando se quedaban solos.

Dejando sus infantiles reflexiones de lado, era entretenido porque le daba muchas galletas y cosas dulces que su Oro-chan le prohibía. Además, sus hermanitos se la pasaban en grande en su casa.

Yahiko y Nagato se daban la gran vida jugando por los largos corredores o haciendo estrago en las habitaciones, haciendo misiones y saltando sobre las camas. Konan se convertía en mil personajes en las expertas manos de la rubia, que la peinaba y consentía con absoluto fervor; podía ser una princesa, una sirena, una doctora y lo que su mentecita decidiera con tan solo pedírselo a Tsunade y cuando Shizune les hacía compañía era el paraíso para la pequeña. Era como una fiesta solo de chicas, en la que los chicos decidían apartarse y dejarlas ser… no vaya a ser que los agarren desprevenidos y los quieren peinar también.

Ahora que Naruto los acompañaba, la rubia se acordaba de comprar leche para el minino que ronroneaba feliz y se sentía a gusto estirando las patas en hogares nuevos, maltratando alguna cortina furtivamente.

Una de las desventajas era que estaban en la casa de Tsunade, y en la casa de Tsunade, Tsunade manda.

Cuando llegaba la tarde los más pequeños tomaban la siesta y Yahiko caía redondo sobre cualquier superficie mullida y Tsunade decidía ver la televisión acompañada de Minato.

Entre Shizune y ella escogían la película más cursi que podían encontrar y la veían. Minato, que por experiencias pasadas no se atrevería a cambiar de canal, tenía que sentarse en un banquito cerca del televisor. A veces era tan aburrido que se balanceaba en la sillita, en un traqueteo que podía durar horas, con la mirada perdida en cualquier parte simplemente porque no quería jugar solo.

En esos momentos pensaba que habría sido mucho mejor que lo dejaran en casa de los Uchiha, así podría retar a Fugaku por cualquier tontería y divertirse.

Decidió que le pediría permiso a la rubia para salir al patio y distraerse un poco cuando sin querer levantó los ojos y vio la pantalla. Paró en seco y se quedó mirando la escena, intrigado.

Ladeó la cabeza, un poco extrañado. Era un beso de adultos entre los actores principales, muy parecidos a los de sus padres. Frunció graciosamente la boquita.

Eran labios, tras labios, tras dientes, tras lengua, más lengua, de nuevo labios, más labios, mejillas sonrojadas y miradas profundas.

Nervios, luego otro beso.

Diálogos románticos, en los que el chico le prometía el cielo a la protagonista y luego le pedía que se casara con él.

“Te amo, por favor quédate conmigo por siempre, hasta que las fuerzas nos abandonen…”

“Jack…”

El sonido de los trompeteos de las narices de Shizune y Tsunade lo sacaran de su embeleso, pero había tenido el tiempo suficiente como para concebir una gran idea.

—¿Tsu-chan?

—¿Mmm? —respondió Tsunade sin despegar sus ojos de la película.

—Si le doy un beso así a Fugaku, así en la boca… ¿me puedo casar con él?

Tsunade le miró a través de sus orbes empañadas por las lágrimas, recordando lejanamente quien era el tal Fugaku. Jiraiya le había contado acerca del niño. Le dedicó una sonrisa un tanto pícara.

—No puedes porque para eso también él debe querer, Minato. Debe haber amor de por medio… ¿Qué harás si no quiere casarse contigo?

—Eso no importa, si no quiere lo secuestraré porque ya tengo el permiso del señor Izuna, nos llevaremos a Itachi y a Sasuke, vendremos aquí por si Oro-chan dice que no y comeremos tus galletas.

Sin decir más y con el brío renovado, Minato salió saltando hacia la cocina buscando más merienda y luego subió a la otra planta para velar el sueño de sus hermanos y darles la primera sonrisa al despertar.

—¿Te imaginas que se casan de verdad? —dijo Shizune cuando le vio desaparecer por las escaleras.

—Claro que sí, hasta me imagino la cara de vinagre que pondrá Jiraiya, dirá que es demasiado joven y guapo como para convertirse en abuelo.

Las dos mujeres estallaron en carcajadas, olvidándose de la película.

 

 

Cuando llegaron todos los niños a casa fueron recibidos por los amorosos brazos de sus padres y el examen de Orochimaru, que se aseguraba de que volvían enteros.

Minato les preguntó si podía ir a casa de Fugaku. Ellos no encontraron razón para negarle nada.

Madara lo recibió eufórico como siempre, y sin necesidad de que el rubio preguntara, él le dijo que Ku-chan hacía su tarea en su cuarto. Naruto, que lo acompañó todo el camino, se introdujo silenciosamente.

Minato aún no entendía la razón por la que el morenito hacía la tarea el sábado en la tarde. A él le gustaba sentir la adrenalina del domingo en la noche.

Entró al cuarto de su amigo en puntillas, tratando de no hacerse notar. Fugaku estaba enterrado entre una pila de libros, concentrado en escribir.

Minato quiso acercársele por detrás y asustarlo pero el maullido simultáneo de los felinos Uchiha le alertó de su presencia. Itachi y Sasuke saltaron de la cama y ronronearon felices enredados entre sus piernas.

—Sigues haciendo la tarea.

—Ya la terminaré, tú deberías hacerla.

—¿Te puedo pedir algo? —dijo Minato al acercarse a su escritorio y juntando las cabezas. La pregunta hizo que Fugaku levantara su rostro para mirarlo a los ojos.

—Dispara.

—¿Verdad que tú me dejarás darte un beso como los adultos?

—¿Adultos? ¿Te refieres a… en la boca? —el Uchiha terminó con las mejillas sonrojadas al comprender a qué se refería. Minato asintió furiosamente, mordiendo su labio inferior—. Pero no estamos casados…

—Entonces te casas conmigo —tomó a los nekos y colocándolos sobre la cama, señaló a cada uno diciendo—: Itachi nos casa, Sasuke es tu padrino y Naruto el mío.

Fugaku miró a sus mascotas pidiendo socorro pero ellos hicieron bailar sus colitas, mirándole divertidos. Tendría que salir de esa solo. Dejó salir un suspiro derrotado y entonces Minato supo que lo tenía.

El rubio cerró los ojos y estiró los labios, posando sus manitas en su espalda, esperando a los labios del moreno.

Fugaku le miró con ternura inmensa con vergüenza mezclada, no podía creer que otra vez iba a acceder a sus caprichos. Todo sea por hacer feliz a Minato.

Tomó su carita con una mano y rodeó la pequeña cintura con el brazo libre. Lentamente fue acortando la distancia hasta unir sus labios.

Y fue ahí. Fue ahí, en esas décimas de segundo en las que vieron estrellas tras los párpados cerrados, con los corazones saltando como fuegos artificiales cuyos colores solo ellos dos podían sentir, envueltos en la armonía de una canción que solo ellos podían escuchar.

—Ku-chan, Minato-chan, la cena ya está lista, pueden bajar a co-

Los dos niños pegaron tal brinco que cada uno terminó en la esquina opuesta del cuarto, con los rostros pintados del más escandaloso rojo.

—Idiota, ¿por qué no tocas antes de entrar en la habitación de alguien? —dijo Izuna que venía a espaldas de Madara, dejándole ir un coscorrón que lo dejó tumbado.

Fugaku carraspeó para él mismo y pronto recuperó la compostura.

—Ya bajaremos.

—De acuerdo, tómense su tiempo —acordó Izuna arrastrando a Madara por las escaleras.

Minato no se atrevía a mirar a ninguno de los Uchiha, y menos a Fugaku cuando se quedaron solos.

En el centro de operaciones Uchiha -la cocina- Madara entraba directamente y sin salvación en una crisis; fuera esta de la mediana edad o una posible posesión demoniaca. Porque mientras el mayor iba de un lado a otro moviendo sus manos descontroladamente y diciendo cosas como “Juro que los vi”, “Esa no es edad para que se besen de esa forma”, “Yo a su edad era un santo”. Izuna, quien terminaba de poner la comida en los platos, solo podía poner como posibles causantes las anteriores hipótesis ante el comportamiento de su hermano mayor.

—¡Basta, Madara! No veo cual es tu alboroto, después de todo tú eres quien siempre ha animado y pervertido a Fugaku, además son cosas de niños, los cuales ya tienen ocho y si bien recuerdo, tú eres uno que antes de cumplir diez vivía jugando con todos “siete minutos en el paraíso” y de los diez años en adelante fuiste caso perdido.

Madara gruñó mientras tomaba los platos para ir a ponerlos en la mesa.

—¡Oye! Fui un niño normal hasta donde se podía, además la perdí a los dieciséis.

—Bueno, yo la perdí a los dieciocho y…

—Desde entonces fuiste caso perdido.

Esta vez fue el turno para gruñir de Izuna. Madara a veces eran tan imposible, y algo le decía a Izuna que su dolor de cabeza apenas iba a comenzar.

—¿Qué perdieron?

Logrando que a los mayores casi les diera un derrame más un posible paro cardiaco, Minato y Fugaku -quienes se habían recuperado del susto anterior- preguntaron en coro, porque parecía algo importante.

—Ah… esto… buu… —Izuna había perdido la capacidad para completar una oración coherente y el maldito de Madara había escapado hacia la cocina dejándolo solo ante la tortura; las preguntas de aquellos dos niños.

—¿Es algo importante? Porque si lo es, le ayudaré a recuperarlo, señor Izuna —dijo Minato adquiriendo su pose de caballero loquito en busca de aventuras y problemas.

Por su parte, Izuna se quedaba sin aire.

—Olvídalo Minato, mis hermanos algunas veces son más distraídos que tú y si esa cosa que perdieron tan jóvenes, todavía no lo han recuperado, pues ya es caso perdido —sentenció Fugaku sentándose a la mesa con elegancia y mirando de reojo a Izuna, quien estaba a un paso de ser más blanco que el mármol.

—¡Madara! —gritó su hermano, ignorando las miradas infantiles y dirigiendo sus pasos con rapidez a la cocina. Donde Madara sostenía sin disimulo  la risa que le atacaba—. Maldito, algún día también te haré lo mismo.

—Jajajaja…

El sonido de un plato roto seguido de un quejido dejó al pobre Minato extrañado (porque estaba más acostumbrado a oír primero el “Eres un idiota” de la voz de Orochimaru y luego el quejido de Jiraiya), y tuvo a Fugaku suspirando con pesadez.

—Lamento el desorden, no siempre son así. Más tarde tendré una charla con ellos sobre sus indecorosos comportamientos en la cena de hoy —dijo el Uchiha menor, al tiempo que ponía la servilleta en su regazo y tomaba un sorbo de su soda de una manera muy aristócrata.

Minato solo sonrió.

 Y cuando parecía que todos ya estaban en condiciones de empezar a cenar, el timbre sonó, logrando que hasta lo nekos dejaran de comer, claro siendo estos lo únicos que habían probado bocado.

—Madara~ —dijo Izuna

—No, definitivamente no soy tu criado solo porque pones ese tono de voz, hermanito.

—Madara~

Esta vez fue el turno de Fugaku, y ante la mirada de todos los comensales en su persona, Madara se paró de su silla bruscamente y fue abrir la puerta mientras mascullaba miles de maldiciones porque el timbre se había intensificado.

—¡Voy! Créanme que no ganan nada de dinero por tener el maldito dedo en el timbre.

Ante la mirada dorada que le fue dirigida al abrir la puerta, Madara deseó haber visto por la mirilla o de plano no abrir.

—El dedo es de mi pareja y él puede tocar todo lo que yo quiera, que para algo es mío.

—¿El timbre o el dedo de Jiraiya? —preguntó Madara intrigado, para luego ser apartado autoritariamente por su querido empleado, seguido de Jiraiya que disfrutaba del particular humor de su amorcito.

—Vengo por Minato —sentenció Orochimaru lanzándole el abrigo y guantes a Madara, para luego seguir su camino hacia el comedor.

—Ha sido especialmente cruel conmigo —dijo Madara poniendo el abrigo en el perchero y maldiciéndose por no poder decirle algo a su empleado del mes.

—Está de buen humor, tal vez hoy si los niños se acuestan temprano…

—¡No oigo, no oigo! ¡Soy de palo, tengo orejas de pescado!

Jiraiya sonrió con perversión, Oro-chan tenía razón en cuanto a lo divertido que era molestar a Madara.

—Vamos hombre, tú eres un demonio sexual según dicen, y por lo tanto tú eres el indicado para oírme porque Izuna es un santo.

—Donde le digas algo sobre tu vida sexual a mi santo hermano, te mato y de paso me mato yo, porque no quiero imaginarme a mi empleado en “eso” contigo.

¿Cómo hacia Izuna para soportar a dos niños? Al menos Jiraiya sabía que Fugaku no causaba tantos problemas.

Cerrando por fin la puerta, Madara y Jiraiya se dirigieron al comedor y justo cuando llegaban, escucharon:

—¡Fugaku y yo nos casaremos!

Ambos niños estaban cogidos de las manos y el pequeño rubio tenía una mirada determinada. El Uchiha pequeño no estaba muy a gusto con la situación, pero no parecía mostrar ánimos de soltar la mano de Minato.

En aquel instante se impuso un silencio mortal y solo los nekos, uno al lado del otro, observaban con cierto interés y sin temor a morir como se desarrollaría aquella escena.

 

 

Nya~ Y yo que había iniciado un curso online para poder casar a nuestro amo y a Minato-chan —dijo Itachi lamiéndose una pata mientras fingía una profunda pena.

Que locuras dices, tonto hermano mayor.

—¿Sobre el curso online?

—Nop, hablo sobre que se case nuestro amo. ¿Qué será de nosotros, nya~?

Con una increíble rapidez, Itachi golpeó a su tonto hermano menor con su cola.

—¡Pero estás loco, Itachi! Nya~, eso dolió… —dijo Sasuke enojado, próximo a morderle la cola a su hermano mayor.

Hermanito, si ellos dos se casan, podrás vivir al lado de Naruto por siempre. Por todos los nyanpire, ¿acaso tengo que pensar todo yo?

Abriendo sus felinos ojos por semejante revelación, Sasuke comenzó a imaginar y a ronronear de contento.

Pero da igual, nya~. Estemos preparados; si te digo que corras, corres… ¿listo?

Sí, listo.

 

 

Volviendo a los humanos presentes, el primero en romper el silencio fue Jiraiya.

—Minato, no estamos para bromas. Anda, despídete que nos tenemos que ir, tus hermanos nos esperan el auto.

—¡No! Ya dije Fugaku y yo nos casamos y prueba de ello es que nos besamos hace poco, como los adultos.

Dos golpes secos, de dos cuerpos cayendo al piso retumbaron en todo el apartamento.

—Tonto hermano mayor.

—Gran idiota.

Tanto Izuna como Orochimaru se llevaron las manos al rostro, uno  masajeándose la frente y otro el puente de la nariz.

—¡Viejo!

—Hermanito.

Los peques se acercaron a los pobres desmayados y movieron sus cuerpos.

—¿Ves? Te dije que esperaras, Minato —dijo Fugaku algo molesto, mientras le daba pequeños empujones al cuerpo de Madara.

—No creí que se iban a desmayar, pensé que a lo mucho nos iban dejar sin cenar y nos mandarían castigados a nuestros cuartos.

Las palabras de Minato causaron un pequeño tic en el ojo derecho de Fugaku, ante la lógica de su futuro esposo. Tic que quedó en segundo plano cuando el morenito vio que Orochimaru se acercaba y no precisamente a felicitarlos. Así que reuniendo todo su valor, se puso entre Minato y el adulto extendiendo sus brazos.

—Vale, nos besamos, tal vez Minato se precipitó pero no se enoje con él, Orochimaru-sama. Al final es todo culpa mía por seguirle la corriente.

Orochimaru alzó una ceja y Fugaku cerró los ojos temiendo lo peor, obligado a abrirlos de nuevo cuando se sintió en el aire y vio como Orochimaru le sonreía para luego pasarlo a los brazos de Izuna.

—Minato, apártate del torpe de Jiraiya.

Minato inmediatamente hizo caso y observó como, con su mano libre, Izuna le pasaba a su Oro-chan dos vasos de agua. No pudo evitar reír al ver como el agua era vertida rudamente en los dos desmayados, que volvieron a la vida entre gritos y asustados.

—Lo lógico, par de idiotas, es que nos hubiéramos desmayado Izuna y yo, ¿pero ustedes? Sabiendo todos que son los peores pervertidos que podrán llegar a nacer.

—Estoy de acuerdo con Orochimaru-sensei —habló Izuna mientras ponía a Fugaku en una de las sillas—. Comenzando porque tú, Madara, ya sabías todo y ahora te vienes hacer el dramático con lo que has gestado.

—Pero, Izu-chan~ ¿por qué tenias que dejar que mi malvado empleado me tirara agua?

—Porque te lo merecías y deja de hacer pucheros, no los hace Fugaku para que los hagas tú.

Madara, ante el enfado de su hermano menor, solo vio alivio en abrazar a Fugaku para que este le consolara.

—Ku-chan~, me han regañado...

—Cálmate, se le pasara pronto y por favor, déjame respirar… cofcof…

No muy lejos, Jiraiya también era regañado y mandado a que diera una vuelta con los niños y volviera más tarde.

—Pero Oro-chan…

—Toda esta locura tendrá solución, además no quiero que Minato y tú terminen enojados solo por no ceder en sus ideales, así que la cena se cancela y mejor la traes… que creo que le hemos dañado la cena a los Uchiha.

—OK, pero no seas duro con Minato, es solo un niño.

—Sí, lo sé, no necesito desmayarme para entenderlo.

—Cariño, que cruel eres conmigo.

—Vete y también te quiero, idiota.

A la final Madara marchó -no sin antes darle un último abrazo a su Ku-chan- junto a Jiraiya. Algo le decía que no quería estar en la charla que seguiría, y donde mínimo aquellos dos terminarían en un elevado estado de mamás gallinas.

Minato y Fugaku quedaron con Izuna y Orochimaru, pero justo antes de que los adultos se reunieran con ellos para hablar, los peques tuvieron una importante conversación.

—Debí detenerte, sabes que a los adultos no les gusta que los niños se besen y mucho menos que se casen.

Sentado en un rincón del sofá, Minato tenía juntas sus piernas y manitos, a la vez que tenía la cabeza gacha para evitar ver el enojo de su amiguito. En el fondo, solo quería decirle que lo sentía y que antes de gritar su idea a los cuatro vientos, en su cabecita había sonado todo tan perfecto.

—Solo quería besarte —habló Minato en un susurro para ser luego sorprendido por la mano del Uchiha sobre las suyas.

—Yo también, pero no quiero que nos separen.

—No sería mala idea.

Un escalofrió recorrió a los niños de pies a cabeza debido a las palabras dichas por Orochimaru.

—¡Oro-chan, fue mi culpa por ver esa película cursi en casa Tsuna-chan! —Minato se paró de un salto para correr y prendarse del pantalón de Orochimaru a un paso de llorar—. N-no lo volveré hacer pero-pero no me lleves lejos de Fugaku…

Orochimaru abrazó rápidamente a Minato y besó su cabecita rubia.

—No llores, sabes que me rompes el corazón que llores Minato, no lo dije en serio.

El peque se aferró a la camisa de su Oro-chan y le miró de reojo, no muy seguro.

Tomando asiento en el sofá donde estaba Izuna abrazando a un Fugaku de ojos cristalinos, Orochimaru sonrió y abrazó un poco más fuerte a Minato.

—¿Sabes? Cuando yo tenía más o menos tu edad Minato, yo ya estaba más que enamorado del tonto de Jiraiya. Obviamente lo negaba y cada vez que me decía algo inapropiado, lo mandaba a volar de un puño bien certero o lo dejaba enojado con alguna palabra ingeniosa.

Saliendo de su escondite preferido, Minato alzó su carita y sorbió su nariz para luego sonreír.

—Pues, siguen siendo lo mismo. Jira-chan no te puede decir lo lindo que estás porque lo miras molesto o en el peor de los casos lo mandas a dormir al sofá.

Sonrojado un poco, Orochimaru sonrió de lado y miró otra vez a los Uchiha. Izuna le sonreía y Fugaku le miraba curioso.

—Siempre tengo que ponerle limites, si no se los pongo, siempre terminaré en problemas y sin poderme mover correctamente.

Izuna rio y Fugaku tomó nota de pedirle consejos a Orochimaru-sama para imponerle limites a Minato y no terminar en problemas, y Dios no lo permitiera sin moverse correctamente, aunque esa parte no la entendía bien.

—La cosa es que un día cedí por primera vez, y detrás de ese árbol grande del orfanato, ese idiota y yo nos dimos nuestro primer beso y aún puedo recordar toda esa montaña rusa de sensaciones y sentimientos. El me abrazó, yo sentí un calorcito agradable empezar desde mi estómago y expandirse por todo mi cuerpo, junto con pequeñas cosquillas en mis labios.

—¿Y fuegos artificiales? —preguntó Minato haciendo que Fugaku se sonrojara. Los dos adultos rieron.

—Sí, hubo fuegos artificiales que solo nosotros dos sentimos.

—El primer beso es como entrar a un mundo desconocido de maravillas —dijo Izuna para luego ver a los ojos a su pequeño hermanito—. Aunque ya sabemos que el beso de hace poco no es el primero entre ustedes dos, chicos.

Al verse acorralado, Fugaku infló sus mejillas y desvió la mirada mientras decía:

—No sé de qué hablas, Izuna —agradeció mentalmente a Madara por tal técnica de evasión y a los nekos que hacían acto de presencia para buscar mimos.

—Oro-chan no te desvíes, sigue, sigue —dijo Minato emocionado por oír una historia de sus padres, ya que le encantaba oír esa clase de historias. Sin embargo, al ver como el semblante de su Oro-chan se entristecía, supo que algo malo se aproximaba.

—Después de ese beso siempre quisimos más pero estábamos en un lugar con mucha gente y había pocos lugares para estar solos, por lo que un día, mientras hacíamos aseo en el pasillo solo nosotros dos, nos dimos un pequeño y fugaz beso. Sin saber cómo, nos vieron. Se armó un gran problema. En ese entonces, esa clase de cosas no eran bien vistas y a pesar de que prometimos y lloramos, nos separaron. A los pocos días nos llevaron a orfanatos distintos, por un largo años no nos vimos.

Nadie habló, Minato tenia un nudo en la garganta  y solo pudo abrazar más fuerte a su Oro-chan.

—Por eso, quita de tu cabecita rubia que te separaré de Fugaku. Lo quieres, lo sé. Pero esa idea de casarse no es algo que se tome a la ligera. Son todavía muy pequeños, incluso para ser novios. Aún les falta pasar por muchas aventuras y cambios… pero si cuando estés en la edad adecuada y vienes a mí, a decirme que todavía quieres a este Uchiha, yo calmaré a Jiraiya y te apoyaré. Pero eso sí, Fugaku… Tú tendrás que hablar por un largo rato a solas conmigo.

Para sorpresa de Orochimaru, Fugaku no se mostró asustado y le observó con esa mirada marca Uchiha, de que lo iba a lograr. Haciéndole notar que Izuna, y en especial ese torpe de Madara, lo estaban criando bien.

—Vale, no me casaré con Fugaku pero Itachi ya ha tomado un curso online para casarnos y no puede retirarse —dijo Minato sobando a Itachi en la cabeza mientras este ronroneaba dormido.

—Bueno, pensaba decirte a ti y a tus hermano todo en la cena de esta noche pero dado que tú anunciaste tu boda primero, la mía quedo de lado.

—¡Oh, Dios santo! —dijo Izuna a la vez que Fugaku se quedaba con los ojos muy abiertos.

—¿Qué? No entendí —preguntó Minato tomando entre sus manos el rostro de Orochimaru.

—Que el idiota de Jiraiya me propuso matrimonio ayer, así que pronto nos casaremos, y si a Itachi no le molesta, puede darnos su bendición.

El pequeño rubio saltó del regazo de Orochimaru al suelo y comenzó a saltar y a gritar.

Después de todo sí habría una boda.

 

 

Saliendo entre los arbustos, un molesto Naruto observó como su familia estaba cenando mientras a él lo habían dejado solito y solo su noveno -¿o era el décimo- sentido gatuno le dijo sobre venir a echar un vistazo donde Itachi-san y Sasuke-teme.

Y no es que viniera a ver al último, para nada.

Nya~, Minato me debe una explicación y una disculpa de muchas croquetas de ramen.

La puerta del patio estaba abierta porque le fue mucho más fácil a Naruto entrar y luego verse derribado por el minino de pelaje azul.

Siempre tan distraído, nya~ y luego te tengo que sacar de miles de problemas —dijo Sasuke sentándose en sus patas traseras mientras le daba pequeños golpes en la cabeza a Naruto con una de sus patas delanteras.

¡Nya~! ¡No me pegues! —Naruto salió rápidamente del alcance del otro neko—. Ya sabía de tu presencia solo que no vine aquí para tratar contigo, sino con Minato que me dijo que no demoraría y me dejo solito, nya~.

Naruto alzó la cola y cabeza, y marchó ignorando a Sasuke, quien se cabreó inmediatamente por tanta insolencia.

Naruto, ni se te ocurra ignorarme, sabes que no me gusta.

—Pues ya lo estoy haciendo y a mí me encanta ignorarte —maulló Naruto con un brillo desafiante en sus gatunos ojos.

Por su parte, Sasuke estaba preparado para iniciar un comentario ingenioso, pero de la nada sus palabras fueron:

Cásate conmigo.

Naruto detuvo su andar y miró sin expresión alguna a Sasuke, quien estaba repasando sílaba por sílaba lo que había dicho.

—Sasuke, nya~…

Ante tal presión, vergüenza y ese sentimiento que le acosaba cada vez que estaba cerca de Naruto, Sasuke salió corriendo.

Dejando aún más sorprendido a Naruto.

—¿Qué es casarse? ¿El teme me habrá dicho torpe en otro idioma? Nya~, luego hablaré con él, yo vine aquí por… ¿A qué vine aquí, nya~?

Para cuando Sasuke detuvo su carrera y tomó aliento, detrás de él surgió cual amo de las sombras y oscuridad… Itachi.

—Tonto hermano menor, oí todo. Miau~

Sasuke solo quiso hacer desaparecer sus nueve vidas en un instante.

 

 

Al terminar de llevar los últimos platos a la cocina y dejando a Naruto entretenido con los más pequeños, Fugaku le pidió a Minato  que lo acompañara hasta al patio para cerrar la puerta.

—Ya quiero que llegue el día de la boda, quiero ver a Konan con su lindo vestido llevando los anillos y el enorme pastel que seguro habrá, pero por sobretodo lo feliz que estarán mis padres.

—Será un día genial, aunque… ¿sabes? Pensé que ellos ya estaban casados —dijo Fugaku viendo al oscuro jardín, cerciorándose de que no estuvieran sus nekos para luego cerrar la puerta—. Con razón dijo Orochimaru-sama que lo de casarse no es algo que se deba a tomar a la ligera.

—Grrr, vale que ya aprendí mi lección, pero si sigues burlándote, cuando sea adulto canceló nuestra boda a último minuto y me llevo tu auto.

—¿Y quien te asegura que no seré yo quien cancele la boda y me lleve el auto?

Dichas estas palabras, Fugaku se cruzó de brazos y sonrió altivo, haciendo que Minato se cuestionara el porqué de su idea de casarse con tan desesperante Uchiha. La respuesta no tardó en surgir, logrando que su enojo inicial despareciera y luego aquel sentimiento le hiciera sonreír.

—¿Minato, por qué sonríes? —pregunto Fugaku, no muy seguro de lo que iba a pasar a continuación.

El primer consejo de Orochimaru-sama hacía unos minutos fue: “A diferencia de Jiraiya, Minato es adorable y contra lo adorable no se puede combatir, así que mi consejo es que corras por tu vida si es que te lo permite.”

—Pues porque te quiero, Uchiha y tú me quieres, ¿cierto?

Y antes de que Fugaku pudiera correr, un rápido beso le mandó a un inevitable knockout.

Sin palabras y a merced del rubio, Fugaku asintió rápidamente; haciendo que Minato le pasara el abrazo por los hombros.

—No permitas que eso nuble tu juicio porque se acercan las vacaciones y nuestro futuro más cercano es ser piratas.

Volviendo a la realidad, Fugaku pasó su mano por los hombros de Minato y sonrió.

—Tus locuras terminaran por volverme igual de loquito que tú pero la vida sin ti, amigo mío, sería muy aburrida.

—Lo mismo digo.

Los peques decidieron volver al interior de la casa justo a tiempo para que Orochimaru e Izuna no levantaran sospechas. Aparte de que les distrajo la llegada de Jiraiya y Madara que presentían que ya no había moros en la costa.

Jiraiya no había podido resistir la tentación de contarle al Uchiha la noticia de su boda, por lo que Orochimaru recibió una montaña de felicitaciones de parte de Madara cuando este hubo puesto un pie en su casa.

—¡Esto es maravilloso! ¡Simplemente maravilloso! —exclamaba Madara ciego de entusiasmo, sin dejar escapar a su empleado de la prisión de sus brazos, ignorando los ojos celosos de Jiraiya.

Ni la mejor de las miradas asesinas de Orochimaru podía opacar la euforia del morocho.

—Madara... —intentó decir Izuna, haciéndole ver que asfixiaba a la serpiente.

—¡Será la mejor boda del mundo, te lo prometo! ¡Tú solo dime una fecha y déjalo en mis manos! ¡Se van a casar con anillos y toda la cuestión! ¡Y la luna de miel te va a encantar! —gritó tomando el mando, sonriendo tanto que su brillo cegaba a los presentes—. ¡Llamaré a todo el mundo! ¡Kya! ¡Estoy tan feliz! ¡Izuna, tenemos mucho trabajo que hacer!

Soltó a Orochimaru sin previo aviso y pasó a estrujar a su querido hermano. Izuna bien pudo hacer algo para detenerlo pero no iba a interrumpir su efusividad en ese momento. Él también estaba feliz por los otros, porque la vida seguía sonriéndoles.

Le hizo un gesto a Jiraiya, que todavía miraba preocupado a su futuro esposo incapaz de recuperarse del recién ataque de abrazos. Izuna hizo hincapié en que salieran corriendo de allí, sino Madara volvería a atacarlos en cualquier momento.

Las costillas de Izuna eran todo un ejemplo de mártir a los ojos de Orochimaru, que no encontraba su voz debido a la asfixia.

—Minato, despídete de Fugaku y toma a Naruto. Te espero en la puerta —dijo Jiraiya empujando a su pareja rumbo a la salida.

—Sí, ya voy.

Fugaku sonrió milimétricamente cuando vio que Sasuke ponía una carita extraña, escondido cerca la librera, como una mezcla de tristeza y alivio al ver que Naruto se hacía bolita en los brazos de Minato. Itachi estaba a su lado, curiosamente muy feliz.

—Me tengo que ir aunque no quiero. Seguro que a Jira-chan le esperan muchos regaños por haberle contado al señor Madara —el rubio suspiró—. Te veo en clases mañana, ¿sí?

Fugaku asintió. Miró con precaución a todos lados y luego posó sus labios en la mejilla de Minato, por si las moscas.

El otro se sonrojó de una forma tan linda que el morenito por poco y no le da un beso en toda regla en ese preciso instante, pero supo mantener su perfil de caballero y le acompañó hasta la puerta, donde despidió a toda la familia con su mano antes de cerrar.

Ahora tenía que ayudar al pobre Izuna que probablemente estaría a punto de convertirse en una maraca humana por culpa de todos los huesos rotos.

Esto de ser una familia con esos dos no era nada fácil, una tarea muy difícil que solo Fugaku podía llevar a cuestas.

Pero las cosas simplemente parecían mejorar para todos.

Además, él quería ser algún día la persona más importante para Minato. El tiempo se encargaría de decirle lo cierto que su pensamiento estaba.

 

Notas finales:

Nos leemos en el siguiente ( ¬w¬ )


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).