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Enfermos terminales por LalitaCorvo

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Notas del fanfic:

Tuve que hacer cambios en la historia, gracias a que terminé de colar a Suigetsu en la trama.

Notas del capitulo:

Este es el segundo fanfic que escribo, espero les guste... Umm...

Disclaimer: Los personajes son creaciones de Masashi Kishimoto.

Enfermos terminales

 

 

Hola, mi nombre es Sasuke Uchiha tengo 20 años y voy a morir. Es un inicio un poco abrupto, pero es mi -se podría llamar- “destino”. Ahora me encuentro muriendo estoy a un paso de besar a la muerte. No sé exactamente por donde comenzar, pero supongo que tendría que ser desde el inicio. Yo tenía 9 años cuando esto comenzó…

 

Estaba acorralado de nuevo, una horda de adolescentes estaba encima de él asfixiándolo con sus brazos, dejándolo sordo con sus gritos y sus insultos hacia su persona, los constantes zarandeos lo mareaban, todo a su alrededor daba vueltas, mientras lo desnudaban para ser el entretenimiento de quienes estuvieran observando, trataba desesperadamente de evitar que le arrancaran la ropa a tirones y conservar la poca dignidad que creía aún mantenía.

Los brazos a su alrededor, las caricias rudas que le marcaban la piel blanca de las caderas, el abdomen y los brazos dañaban más la imagen que tenía de sí mismo, sería un problema ocultar las marcas.

Él era todo menos popular. Solo un marginado social al que todos utilizaban como saco de boxeo y ahí estaba, siendo apaleado por un montón de chicas tontas urgidas de cualquier placer que el cuerpo virgen del azabache pudiera ofrecerles. No, él no era codiciado por ser guapo, ni gentil, ni siquiera ellas sabían el nombre de quien estaba en sus garras. Era el despecho y frustración de ser rechazadas por sus tontos amores platónicos, lo que las movía a dañar físicamente ese cuerpo de la persona menos importante en la escuela. Nadie notaría si él tuviera marcas en su cuerpo y él tampoco diría nada en su defensa.

Lo habían asaltado a la hora del descanso, entre 7 chicas de grados superior de la secundaria, lo tomaron y llevaron al gimnasio, quienes ahora violaban su espacio personal y su carne, dañaban su imagen, rompían su alma; su orgullo yacía en el suelo fragmentado y la máscara de frialdad e indiferencia estaba hecha añicos, mientras pequeñas lágrimas se juntaban en sus ojos, pero sin ser liberadas aun. Pensando en que quizá, no debió haberse quedado solo en el salón de clases. Imaginando que estaba en un lugar mejor que ese. Arrepintiéndose de no hacerse notar como la mayoría para no ser maltratado, maldiciendo tener que ser tan débil físicamente y poseer esa apariencia frágil y delicada heredada de su madre.

Después de ser casi masacrado por esas chicas se fue corriendo a la enfermería para ser atendido. La enfermera malhumorada le curó las heridas de forma brusca, no porque fuera mala, sino que estaba harta de atender al mismo niño todos los días. Esta vez había batido su propio record, era la tercera vez en el día que la visitaba, era sumamente frustrante. Las primeras dos veces de ese día habían sido por cosas insignificantes, pero esta tercera, le dejo helada.

Cuando lo había visto llegar jadeando a la enfermería lo atendió de inmediato mientras le indicaba que dejará su uniforme destrozado en la camilla y se pusiera la pequeña bata, ella se encargaría de su uniforme después.

Estuvo tratando de no quejarse mucho al momento de sentir el escozor del alcohol cuando el algodón paso por las heridas superficiales de la cara, mantenía las manos en puños para tratar de mitigar el dolor.

No podía sentirse más humillado de lo que ya estaba, tenía ganas de llorar y sabía que la anciana enfermera a su lado no se molestaría ni le haría preguntas con respecto a su estado.

Tantas veces yendo a la enfermería hicieron que le tomará un enorme cariño a esa mujer de exuberantes encantos. Las gotas cayendo despacio se deslizaron y murieron en alguna parte de la mente del azabache, delante de los afligidos ojos miel.

Después de ser atendidas las heridas superficiales del rostro, ella se atrevió a revisar el resto de su cuerpo, noto las marcas de su piel, rozo con las yemas de los dedos las heridas de sus caderas y el más pequeño se sobresalto, ella ensombreció la mirada y le acaricio el cabello en señal de cariño. Algo que ella jamás admitiría a nadie, sino tal vez a cierta persona más adelante, era ese sentimiento de cariño que albergaba en su pecho por este niño, tanto como si fuera su hijo, ese que nunca tuvo. Sus atenciones por él eran tales que le molestaba que el niño jamás delatara a quienes le dejaban esas horribles marcas. Ella no podía hacer nada.

 

Llego hasta la escuela después de recibir esa llamada extraña de su hermano menor, no entendía porque debía llevarle una muda de ropa a la escuela tampoco porque tenía que ir a buscarlo a la enfermería, se limito a hacer esa tarea sencilla, ya luego se enteraría de los motivos. Cuando llego dio dos golpes suaves a la puerta hasta que escucho un suave “pase” de parte de esa vocecita tan familiar, pero detecto una leve diferencia.

Abrió la puerta y encontró a su hermano menor sentado en una camilla con una bata blanca que apenas le cubría hasta medio muslo, tenía leves rasguños en la cara, el cabello revuelto, moretones en las piernas hasta donde le permitió ver la pequeña bata, y algunas heridas que habían sido desinfectadas y cubiertas con gasas, esperaba que no tuviera heridas en otras partes del cuerpo. Preocupado pero sin dejar que se notará, se acerco al menor y dejo la maleta a un lado.

-¿Qué te ocurrió Sasuke? –Dijo tranquilamente-

-Nada. ¿Trajiste lo que te pedí? –Dijo moviéndose incomodo en su lugar, mientras apretaba las sabanas de la camilla-

-Si –le tendió la maleta- ¿Qué le paso a tu ropa?

-Hum… Digamos que quedo inservible -Tomo la maleta, cerró la cortina y le pidió a su hermano que se diera vuelta mientras se cambiaba.

Lo que no alcanzo a ver Itachi bajo la bata, fueron las marcas de los dientes que dejaron esas chicas en la piel de su hermano, debajo de las clavículas y todo su abdomen estaba infestado por mordidas, arañazos y chupetones. Las caras internas de los muslos eran el campo de innumerables evidencias similares.  Todo aquello le era desconocido al mayor, pero al más joven le dolía ver esas marcas. Estaba sucio.

Una vez que termino de vestirse volvió a salir y se encaro con su hermano.

-¿Y bien? Habla de una vez.

-Me pelee con unos chicos algo mayores que yo, no es de gran importancia- No era secreto para nadie en la escuela saber que el menor de los Uchiha siempre era golpeado por las mujeres (ahora también violado) y algunos hombres, él procuraba que nadie de su familia se enterará, por lo que no delataba a sus compañeros, de todas formas casi nadie se sabía su nombre, todo esto era demasiado humillante para él. Siempre era por razones varias, su hermano era el primogénito y por consiguiente era en quien se ponían todas las esperanzas de la familia, dejando a Sasuke como un marginado y a veces, era también a quien le echaban la responsabilidad de superar al mayor. Por lo tanto no quería sumarle responsabilidades de más a su hermano mayor.

Suspiro hastiado recordando las veces que había visto a su hermano menor en un estado similar pero no tan deplorable, causado por jugar de forma brusca con él cuando hacían travesuras.— Bien Sasuke, sabes que esto no puede seguir así. Casi todos los días buscas peleas innecesarias, llegas a casa golpeado, esta es la primera vez que tengo que venir hasta la enfermería. Tenemos suerte que hasta ahora padre crea que eres rebelde y que es solo una etapa.

-Sí, sí, lo que sea. –Interrumpió al mayor, estaba harto de que le repitieran lo mismo, cuando nadie sabía la verdad.

-Dime Sasuke, ¿esto tiene que ver con la responsabilidad de superarme? ¿Crees que haciendo esto eres más que yo? ¿Tratas de demostrarle que eres más fuerte de lo que imaginamos? Hablaré con padre para que deje esta absurda competencia que ha generado entre los dos.

-Eso no tiene nada que ver. Sabes que ese estúpido jueguito de padre no me interesa. Soy pequeño Itachi, no idiota. Además… ¿Eso que tiene que ver? Mis habilidades no se medirán contigo. –Utilizo un tono aniñado, se encogió de hombros en su lugar, mientras veía a su hermano- No es por despreciarte hermano, pero no soy un idiota, sé que tú eres tú, yo soy una persona diferente a ti y no voy a compararme.

-Tienes razón, lo siento, creo que esto me afecto más a mí que ti ¿no? Vamos  no te pongas tenso. Por lo menos dime que ellos también se llevaron una paliza. –Se acercó a su hermano y se sentó a su lado en la camilla.

-Por supuesto, quedaron peor que yo –se cruzo de brazos- Esto no es nada.

-Vale, te creo –le palmeo la coronilla y le regalo una sonrisa casi imperceptible.- Tonto hermano menor.

Sasuke se ruborizó un poco y desvió la mirada- Trataré de que esto no siga así. Por favor no le digas a papá.

-Descuida, no lo haré, te esconderé de él estos días, si te ve así podría enloquecer. Ahora vamos a casa. –Tomo su mano.

 

Pero esa fue la última vez que pude estar con mi hermano mayor de ese modo, fue la última vez en que pude ser yo mismo y de esa forma tan frágil e inocente, después de eso padre se dio cuenta de lo que ocurrió, o por lo menos creyó darse cuenta, ya que realmente nunca dije quienes me agredían o las razones que tenían para dejarme en ese estado, dije cualquier mentira. Intenté defenderme y fui azotado por él tantas veces que perdí la cuenta de las heridas que laceraron mi piel, la cual tardo mucho tiempo en sanar, tanto que tuve que dejar de asistir a la escuela, por lo que perdí un año. Cuando por fin estuve en condiciones de estudiar fuera de casa, padre me había trasladado a otra escuela, no tuve que volver a ver esas personas que me hacían daño, sin embargo aún veía a la enfermera de vez en cuando.

Itachi no había podido esconderme como hubiéramos querido, lo había intentado pero al hacerlo enfureció a nuestro padre quien, se atrevió a golpearlo y a alejarlo de mí. Jamás había golpeado a Itachi, tal vez porque él jamás lo había desobedecido, eso me hizo sentir fatal, había sido el causante de una pelea entre ellos. Había sido mi culpa, fue la primera vez que vi llorar a Itachi y jamás me perdone eso. Padre había dicho que me obligaría a ser hombre costará lo que costará… Y lo logro. Antes solía decirme que tenía la careta de todo un Uchiha.

Mentira

Jamás había sido como padre quería. Así que bajo sus instrucciones me volvió una persona orgullosa, fría, alguien quien siempre tenía que hacer todo bien, más que bien debía ser perfecto, fui todo eso que al final Itachi no fue, fui su reemplazo.

Más que enorgullecerme aprendí a odiar la forma en que termine siendo su hijo prodigio, deteste a mi padre y a mí. Sin embargo, aprendí a vivir de esta forma, importándome pocas cosas.

Ahora después de casi 10 años de eso estoy estudiando literatura, a mis padres jamás les gusto esta carrera, no estaban de acuerdo, pero les mostré mi potencial, les demostré que podía ganar mucho dinero con esta carrera y al final terminaron aceptando, no fue tan difícil. Ellos habían asistido a un festival de la preparatoria en donde, la profesora me hizo leer el poema que había escrito, mi mamá lloró conmovida y mi padre me felicitó por saber expresarme de esa forma tan elegante y “digna de un Uchiha”.

Mi familia jamás ha tenido mucho dinero sin embargo tenemos lo suficiente como para permitirnos pequeños lujos. Mi hermano se fue de casa cuando cumplió la mayoría de edad, fue prácticamente lanzado a la calle por mi padre. Quise con todas mis fuerzas rogarle que se quedara, pero no pude. Al final no pude ayudar a mi hermano, porque termine siendo el perro faldero que cumplía sin chistar lo dictado por Fugaku. Como me arrepiento.

 

-¡Buenos días Sasuke-kun! –corría una chica alta de cabello teñido de rosa hacia un joven  un poco más alto que ella, de cabello y ojos negros. Se colgó de su cuello y unió sus labios intentando darle un beso que para su des fortuna solo alcanzo a ser un roce de labios, porque el azabache la aparto sutilmente.

-Buenos días Sakura –Dijo con voz monótona el joven mientras se deshacía del abrazo constrictor.

-Sasuke-kun ¿quieres venir a mi casa esta tarde? Mis padres no estarán, tal vez podamos… -Se le insinuó.

-No –La interrumpió mientras caminaba hacía su salón de clases, dejando a su novia atrás.

 Aunque no se notará, Sasuke estaba completamente enamorado de su chica solo que no solía ser tan expresivo como lo era ella en público, solo de vez en vez era romántico con ella.

Sakura y Sasuke se habían conocido en la secundaria, Sakura era una chica llorona y le decían frente de marquesina, mientras que Sasuke comenzaba su faceta de chico “cool” por órdenes de su padre.

Un día, mientras Sasuke caminaba tranquilo escapando de las responsabilidades que Fugaku le daba, la vio a ella llorando debajo de un árbol, acurrucada, se cubría los ojos con ambas manos, su flequillo cubría la frente, estaba algo desarreglado y sucio, parecía un cachorro abandonado. Sasuke se acerco y bajo hasta su altura, puso una mano en su frente y le sonrió sutilmente, algo que pocas veces hacía desde que Itachi se fue. Ella se había sonrojado enormemente, el niño frente a ella le tendió su mano y desde ese momento algo había nacido ahí.

Sakura conocía el carácter de Sasuke desde ese entonces, se acostumbro a su forma de ser y descubrió de a poco su personalidad, ella le quería, o por lo menos eso decía. Cuando Sasuke le pidió que fueran novios fue una situación curiosa y hasta cierto punto, graciosa.

Estaban comiendo el almuerzo, toda esa mañana ella lo había atosigado con sus ridículas declaraciones de amor, se había puesto especialmente más empecinada que las veces anteriores, mientras gritaba a los cuatro vientos que le quería. Sasuke estaba harto y apenado, tanto que en un ataque de nervios e histeria mal disimulada pensó “Al mal paso, darle prisa” y le dijo:

“Ya que insistes tanto en que te gusto, entonces no me queda más que hacerme responsable”.  Fueron sus palabras mientras le tendía la mano para que ella la tomara.

Le alcanzó en poco tiempo y sujeto su brazo de forma delicada- Sasuke-kun, ¿estarás muy ocupado estos días?

-Posiblemente, tengo unos proyectos que entregar esta semana ¿a qué viene esa pregunta?

-Bueno, pronto será nuestro aniversario, quería llevarte a un restaurante a celebrar –le sonrío.

-Se detuvo un momento y tomo entre sus manos el rostro de Sakura y miro fijamente sus jades, con esos ojos de amor que pocas veces le daba- Trataré de desocuparme lo más pronto posible –Sello su promesa con un dulce beso en los labios. Se fueron juntos tomados de la mano hasta sus respectivos salones. Oh sí, Sasuke adoraba ser frío y ceder al final.

En ese entonces él podría decir que su vida no era mala, era más que decente, tenía la aprobación de sus padres, estudiaba la carrera que amaba y tenía una hermosa novia, a la que posiblemente le propondría matrimonio más adelante. Sin embargo no todo era miel sobre hojuelas, llevaba años sin saber de su hermano, solo que había conseguido un trabajo lo suficientemente remunerado como para sostenerse como el soltero que era, pero desde hace 6 años de su partida de casa, no lo había visto. Lo extrañaba, más de lo que alguna vez admití.

Pero lo que más me sorprendió al volver la vista atrás, no fue el verme convertido en lo que más odiaba, una persona que no extendía sus alas hacia la felicidad, sino, que el detonante para que mi vista regresará a los años de antaño fue una noticia y una realidad desconocida que ahora más que nunca duele.

 

Esa tarde de viernes Sasuke se encontraba en la biblioteca, devorando varios libros sobre Grecia para un trabajo final. Estaba muy concentrado en la lectura sobre Zeus, el Olimpo, Atenea entre otros dioses, estaba tan fascinado que no advirtió cuando un compañero de clase se acerco a él desde atrás, lo que provoco un sobresalto y un ligero escalofrío en el azabache cuando sintió la voz masculina en su oreja.

Se aparto carcajeándose lo más bajo que podía- Debiste ver tu cara Sasuke.

-Cállate Suigetsu –abrazo su libro mientras trataba de calmarse- Serás cabrón.

-No es mi culpa que seas tan fácil de asustar, no pude evitarlo –se encoge de hombros- es tu culpa por verte tan lindo cuando estas concentrado, me has dado envidia.

-Como sea –dijo mientras volvía su vista a su libro- ¿Qué quieres?

-Olvidaste lo que teníamos que hacer hoy ¿verdad? –Se sentó a su lado y se acerco a su hombro a ver lo que leía- Bah, esos libros de Grecia –dijo al momento en que desviaba la mirada y se recargaba en su hombro.

-Tengo un proyecto que hacer ¿lo olvidas?

-No, pero tú evidentemente no me prestas atención, teníamos algo que hacer Sasuke.

Dirige su vista a su compañero- … -alza una ceja- ¿El qué?

-Me indignas Sasuke, haces planes conmigo y luego los olvidas. No soy tu novia para que me trates así –dijo mientras lo miraba desde abajo y se cruzaba de brazos.

-Se queda pensando un momento, tratando de recordar- Ah cierto –lo mira sorprendido- Olvidé que te acompañaría al laboratorio clínico para tus análisis.

-Es bastante obvio cuanto te preocupas por mí –lo miro con el ceño fruncido- ¿Vienes o qué? –Se levanto y lo miro de soslayo- Se me hace tarde.

-Sí, espera –levanto sus cosas lo más rápido que pudo y bajo con la bibliotecaria a pedir prestado el libro que tenía en las manos. Cuando estaban fuera de la biblioteca Suigetsu le tomo la mano, sin ninguna doble intensión, tan solo era costumbre. Sasuke tampoco hizo nada para apartarlo. Ellos eran amigos desde mucho antes de conocer a Sakura, incluso desde antes de ser sometido a las exigencias de su padre.

Suigetsu sabía el pasado de Sasuke, había vivido ese pasado con él y no le incomodaba, pero en ese entonces no le pudo ayudar, él era mucho más débil que su amigo por esos tiempos, siempre fue un chico de salud delicada.

Sasuke miro de lado a su amigo e hizo una mueca que no llego a formar la sonrisa que quería regalarle. –Hey, sí que has cambiado-

-¿Tú crees? –Dijo el otro que aun miraba por donde iba.

-Sí, lo has hecho. Antes eras más alto que yo, pero más torpe, sigues siendo torpe pero no tanto.

-¡Jo!, Sasuke, eres un soquete –sonrío ladinamente- Puede que la pubertad te haya dotado de más altura, pero sigues teniendo un rostro hermoso, como el de tu madre –Dijo con sorna mientras soltaba la mano de su amigo, haciendo que los dos detuvieran su andar, la dirigió a la piel de su mejilla y la acarició- Siempre me pregunte si te ponías crema en el rostro –dijo ensimismado.

Sasuke se mantuvo al margen de solo sentir la piel de su amigo en el rostro, sus delicadas caricias, como si se fuera a romper si presionaba más. Centro su mirada en los ojos de su amigo, luego paso la vista por el cabello blanco grisáceo revuelto por el soplar del viento. Ese color era natural, aunque al principio le costó creerlo, siempre le había gustado como mantenía el cabello largo y bien cuidado. Estaba consciente que Suigetsu había mejorado de salud considerablemente, pero aun a veces tenía que hacerse análisis por precaución, justo como ahora. Aun así, eso no quitaba que había conseguido tener un cuerpo más atractivo que él aunque era más bajo por dos dedos. Su amigo también era hermoso, masculino, una belleza varonil.

-Sasuke –su voz salió repentinamente más ronca de lo que hubiese querido- Debemos apurarnos en llegar, aun nos falta pasar el campo y los edificios del gimnasio para llegar a la zona médica de la CU –dijo, sin embargo no se movía de su lugar y seguía acariciando esa piel.

-Lo sé… -cerro los ojos mientras suspiraba y tomaba la mano de su amigo otra vez, reanudaron su marcha, pero ni bien dieron los primeros cinco pasos, el azabache detuvo sus pasos y se giro hacia su amigo- Hoy también me haré unos análisis –soltó repentinamente.

El albino se sorprendió y lo miro incrédulo, su compañero siempre fue una de las personas más sanas ¿a qué venía eso tan de repente? Antes de poder decirle nada, el de irises grises continuo.

-Es solo por protocolo de la escuela, no te preocupes, además, Fugaku quiere asegurarse de que yo esté bien. Según él, tengo problemas a la hora de comunicarme con las demás personas.

-Sasuke, eso no es… -dijo dubitativo- Tú solo eres un antisocial de mierda –soltó con una nueva sonrisa ladina.

-Ya lo sé –correspondió el gesto.- Vamos ya.

Suigetsu detestaba las agujas a morir, a pesar de haber vivido siempre entre hospitales y aparatos en su casa, llego un momento en que sus esperanzas se desvanecían y con ellas se formo el miedo a creer que jamás podría correr al lado de su amigo. Se sentía enfermo de tener esa suerte.

-¡No quiero agujas! –Grito mientras trataba de zafarse del agarre de los enfermeros.

-Deja de quejarte, tú decías que querías venir. –Dijo su amigo con el ceño permanentemente fruncido.

-¡He dicho que no! –Gritó con más fuerza.

Sasuke se harto y le dio un zape a su amigo, le tomo la mano y le susurro en el oído “estoy aquí pedazo de idiota, no estás en ese lugar, estas a mi lado”, dicho esto, el albino dejo de pelear, se tenso al sentir el algodón sobre su piel para la sepsia, posteriormente le introdujeron la aguja para poder extraerle la sangre. Se había agarrado tan fuerte de la mano de Sasuke para mitigar el miedo que termino por encajarle las uñas en la palma. El otro ni se inmuto, no dejo que notará cuanto le había dolido. En todo momento Suigetsu miraba los ojos de Sasuke y este se la devolvía, en un gesto de confianza absoluta. Al albino siempre le gustaron los ojos contrarios, esos irises tan grises que parecían negro, casi se perdían entre la frontera de la retina, no se podía diferenciar a menos que le prestaras demasiada atención, sabía que el único que le veía a los ojos por suficiente tiempo para distinguir esa nimiedad, era él mismo y se sentía tranquilo por eso.

-Ya se termino tiburón miedoso. –Dijo en voz baja mientras apartaba su mano de la contraria.

-Cállate, sabes que por esto siempre me tienes que acompañar. –Dijo con los ojos nublados.

-Ya, eso lo sé, no me quejo. –Ahora era el turno de Sasuke, el cual no opuso resistencia alguna. Llevaron las muestras al laboratorio, mientras que a Suigetsu le tenía que checar la presión y otras tantas cosas para completar sus análisis.

 

Notas finales:

En fin, no sé cuando actualizaré. No sé si les gusto, espero que sí y sino haganlo saber


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