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Fireflies. por JavieraSykes

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Notas del capitulo:

¡Buenos días, buenas tardes! (?).

Ah, qué fome. Éste es mi primer proyecto de EXO, por lo cual no se encuentra muy bien redactado. Aún así, ganó el primer lugar en el concuso de fanfics en mi ciudad.

Cony, desde un ocmienzo hice la promesa de decidarte ésto, por lo cual aquí está. Gracias por tus palabras, por el apoyo. Fuiste la persona que me inspiró para salir adelante.


Sin más preambulos.

Enjoy it!

Fireflies.

El sonido de los dedos chocando contra la pieza de madera ligeramente gastada por el tiempo hacía eco en la vacía habitación. Los ojos se paseaban en la sombría habitación en busca de algo que simplemente ya no existía, pero la frágil mente no se resignaba a perder aquello, las paredes que defendían toda su enigmática apariencia se derrumbaban creando ruinas imborrables. Veía su reflejo en el café cargado que hace un tiempo se había preparado, ¿Cuántos minutos? ¿O quizá segundos? No lo sabía con sinceridad, el tiempo paró en aquél exacto momento, el reloj dejó de mover sus brazos para dar paso a la seguida de su vida. Cada llamada recibida, cada palabra dedicada, todos aquellos comentarios se enfocaban en demostrar que su futuro tenía que llevarse a cabo. Pero había algo más, algo que no podía comprender a la perfección. ¿Por qué? ¿Es que acaso había hecho algo incorrecto? El karma lo estaba haciendo pagar por algo que ni siquiera sabe que hizo, algo que lograba mantenerlo sumamente intrigado. Hechos psicológicos, espejismos creados por una mente completamente retorcida. Y allí se encontraba nuevamente, con las saladas gotas advirtiendo salir de sus ojos, haciendo arder éstos ante el orgullo que no las dejaba salir. El suéter blanco regalado para su cumpleaños limpió aquellas amenazantes gotas de los ojos. Dejando un rastro de piel roja a su paso, y fue en este entonces que se paró. Sus brazos fueron a dar nuevamente contra la fría madera, la sensación de soledad lo invadía sin razón alguna, su cabeza no resistió el peso de la culpabilidad. Una mano se posó en su espalda, como un gesto típico de él, sus ojos se abrieron completamente. Su cuerpo dio un giro tan rápido que algunas partes crujieron, sin hacer demasiado daño. La desesperación lo invadió. No había absolutamente nada más que su sombra, el olor a café impregnado, y los muebles colocados a la manera que a su novio le hubiese gustado. Luego comprendió, la visita de cada mes. Nuevamente se acordó de su existencia. ¿JongIn? –Sus ojos buscaban desesperados una pequeña señal, un pequeño gesto que le hiciera creer en que el otro estaba allí, su garganta y eventualmente sus labios se secaron. No sabía cómo afrontarse a aquella situación. KyungSoo- Una voz susurró, se parecía demasiado a la voz que tantas veces escuchó, que tantas veces susurraron que lo amaban, que tantas veces lo tentaron a hacer cosas que no debía. Quiso gritar en aquel momento, pedir que hiciera la presencia en la fría habitación, que llegase a despertarlo de aquel dulce y cruel trance en el cual se encontraba. Sus manos se extendieron, en busca de algo que sabía que jamás volvería a ver, que jamás volvería a palpar, poder sentir la ligera textura de su suave piel. KyungSoo – Volvió a escuchar, sus labios se curvaron en una mueca de incomodidad, trató de cerrar sus ojos para despertar de la pesadilla que sufría en el momento. Pero una fuerza sobre natural le decía que no lo hiciese, que se lamentaría toda su vida de aquello, que algo podría suceder para cambiarle la vida. Una mano se posó sobre la propia, haciéndolo temblar del miedo y de la emoción, ésta misma se encontraba fría. Haciéndole a recordar aquellas veces que tenía que calentar las manos de su pareja. Abrigados hasta la cabeza en épocas de invierno. ¿Cuántos alcanzaron a vivir? ¿Dos? ¿Tres? Su mente se negaba a recordar fechas y números, parecía bloqueada por una firme puerta sin llave. El tiempo volvía a aquella historia, la revivía de pedazo a pedazo, creando una laguna de recuerdos. Una en la que él mismo se hundía sin razón en concreto. De un momento a otro se sintió jalado por una fuerza grande, era llevado por un sendero que ni siquiera sabía que existía. ¿En qué momento llegó allí? ¿Cómo? Sin lógica que explicara aquello se dejó llevar, hasta que sintió cómos su pies se hundían en césped húmedo, en una textura que le costaba describir. Pasó la vista por el paisaje, flores de colores, quizá de toda las especies, montañas respingadas, con la punta sumamente triangular, casi dándole un toque de perfecto a la situación. Se encontró con un rostro parecido, familiar, rasgos marcados. Una sonrisa casi encantadora, pómulos altos, labios levemente rosados y carnosos. Su boca se curvó en una sonrisa radiante, sabía que era él. Estaba allí, nuevamente allí. Corrió, quizá lo más rápido que sus pies le permitieron, con los brazos abiertos a la merced del viento. Era inevitable querer sentir el cuerpo ajeno contra el suyo, luego de 2 años sin verlo la emoción lo consumía. Pero en aquel entonces que justamente lo apretaría contra el cuerpo propio se esfumó, todo espejismo desapareció. Palpó, palpó aquellas nubes que en el momento bajas se encontraban, el césped que dejaba pequeñas gotas pegadas a sus dedos. Se había ido. Su respiración se agitó, ¿Dónde lo encontraría nuevamente? ¿Cómo lo haría? A los segundos, tal vez horas, o quizá minutos, se encontraba situado frente a un acantilado, podía sentir la fría brisa de invierno chocar contra su congelado rostro, sus labios se partían gracias a la temperatura. Una voz lo llamaba, trataba de encontrarlo. Atemorizado acercó su rostro hasta el vacío sin fin, de él no salía nada, tampoco venía algo que llamase su atención. Y todo se consumió en llamas, podía ver el rostro de su novio lastimado, golpeado por la vida, las heridas que el tiempo no se encargaba de cerrar. Veía como las lágrimas corrían manchando todo de un río salado, imposible pero posible. Y se sintió indefenso, no pudo cuidar aquello que se prometió tantas veces que sería su salvación, quería decirle que corriese, que nada pasaría, que estuviese tranquilo. Trataba de entender, ¿qué era aquella prueba que la vida le colocaba encima? ¡KyungSoo!- Aquella voz adolorida, gastada por el sufrimiento y dolor aplicado en su contra, su vista se fijó nuevamente en el acantilado, su novio caía en éste, gritando y llorando. ¿Qué haría? Nunca había visto a JongIn así. Y entonces la infinita decisión corrió frente a él, en una milésima de segundo. Saltó, podía sentir cómo la gravedad se lo llevaba hacia abajo, lo jalaba cruelmente. Trató de tomar el cuerpo que iba a centímetros de él, pero nuevamente desapareció, se esfumó con el viento. Instantáneamente sintió aquellas carcajadas de las personas que tantas veces le advirtieron que el destino es más fuerte que el amor, pero en ese entonces nadie sabía que el destino había hecho que amara a Kai, como solían decirle sus amigos, por tanto tiempo. Que su amor durara hasta la muerte del otro humano. Pero tal vez, sólo tal vez, tenían razón. El destino le jugaba una mala pasada, una mala estrategia. Una venganza contra un alma que amaba la vida con sus cinco sentidos activos. Cuando supuso que iba a caer, que sería el fin de su vida terrenal, que nunca más volvería a ver tan lastimosa situación se encontró en otro lugar, esta vez era un parque, todo era blanco. Sus pies pisaban una textura como el algodón, ¿Nubes? ¿El cielo? ¿Qué hacía allí? ¿Habría muerto? Tantas preguntas sin una respuesta razonable, sin palabras coherentes que lograran describir aquello que lo consumía por dentro.}Sus manos de inmediato fueron a parar a su cabeza, según su sentido era un corona de rosas la que se encontraba situada allí, firme, con ímpetu. Hacía burla a todas sus creencias. ¿Es acaso una broma?- Las palabras sucumbían de una boca furiosa con la vida, trató de agarrar aquella broma que en su cabeza se encontraba. No le gustaba recordar que las flores eran su debilidad, que hasta aquel día le seguían llegando ramos de rosas a nombre de su novio, era cierto. Un tiempo amó con demasía aquella especie de naturaleza, al encontraba simplemente hermosa, fina y tierna. Pero todo se volvió un infierno cruel luego de eso, la flor lastimaba con firmeza su corazón, lo comprimían con aquellas fuertes espinas que en el tallo se encontraba. El corazón que ningún ser vivo entendió, ni siquiera aquellos expertos en el tema. ¿No que te gustaban las rosas, KyungSoo? –Una voz lo hizo girarse casi tan fuerte como la vez que sintió la mano en su espalda, pero era real, estúpidamente real. ¿Creer, o no creer? El dilema casi tan fuerte como el amor que sentía por JongIn. Pero las manos que en su rostro se posaron le indicaban que ya nada era una broma, que jugar sucio esa vez no serviría en nada. Se negó a tomar las manos, ¿Y si se esfumaba como las veces las anteriores veces? No sería capaz de aguantar la opresión que aferraba a su pecho a la idea de una promesa rota. Quizá se derrumbaría como un castillo de naipes ante la intemperie del viento. Admiró con destreza el modo de vestir de su novio, llevaba ropa como la de siempre, pero blanca. Blanca como la de la nieve, inocencia pureza. Entendió todo, pero se negó. Se negó rotundamente ante la idea de un JongIn ángel, un JongIn protector que lo mirase desde el cielo. ¿Acaso el cielo existía? Lo dudaba, y por eso se negaba. Cerró sus ojos, nuevamente. Y al abrirlos el moreno seguía allí, pero algo planeaba, planeaba algo como una travesura. Lo descifraba en las maniobras de su cuerpo, en la respiración. En 2 años aprendió más de lo que pudiese aprender en un colegio. Aprendió sobre la vida, y JongIn era su profesor. Desde cómo amarse. Aparentemente JongIn sólo servía como un objeto visual, algo nada más que un truco de una noche. Pero era un laberinto sin salida, un misterio sin resolver. Tenía más sentimientos que cualquier humano. Se complementaba a la perfección con KyungSoo. El sonido de la música retumbando en una ambiente inexistente lo hizo despertar de su trance, JongIn bailaba nuevamente. De sus manos salían luces, ¿Luces? KyungSoo seguía ateo, no creía en el poder que aquello producía. Y trató de resolverlo, no eran luces, ciertamente. Eran luciérnagas que danzaban al compás de Jongin, se movía con destreza, experto en el área de expresión corporal. Algo que quiso entender pero nunca consiguió. Cuando la música dejó de vibrar, sabía que la función había terminado, que llegaba el fin de la visita. Quiso con todas su fuerzas quedarse allí, que JongIn se quedara a su lado por siempre. Pero era imposible, la vista se disipaba, se iba con gotas de humo, con lágrimas que no salían. Por último las palabras se quedaron estancadas en el aire, algo que escucho pero no. Que comprendió pero no captó, lo que repetía cada visita pero se lograba a guardar. KyungSoo, recuerda que soy tu ángel. Que si no encuentras el camino hasta casa yo seré la luz que te guíe, que cada vez que no logres quedarte dormido, seré la voz que te arrullara. No te sientas vacío, menos incomprendido. Algún día la lógica de tu mete entenderá el por qué de mi decisión, y en aquel segundo es cuando bailaremos hasta el final. Nunca olvides que te amo, y que los momentos que vivimos fueron los mejores en mi vida terrenal. Despertó, el café a su lado ya no echaba humo como horas antes, su respiración se entrecortó, y volvió a la normalidad. Había acabado, y como en cada final de la historia. No era completamente normal ni feliz. Dicen que cuando uno vive una vida tan perfecta, un recuerdo digno de recordar, lo trata de inmortalizar de la forma más cercana posible. Y la más cercana posible a JongIn era la muerte, la vida en paz de la espiritualidad le sabía a gloria. Pero KyungSoo seguía allí, con la cabeza hecha un lío y los ojos humedecidos. Luchando contra el pensamiento que lo mantenía activo contra la vida, que lo mantenía atento. Buscando el por qué del suicidio. Pero a la vez se dio cuenta que nunca resolvería el puzle que era la mente de JongIn. Fuerte pero frágil, enredada pero expedita. Por lo cual con una rosa a su lado, acariciando los pétalos amenazantes de salir de su posición. Esperaba ansioso a la próxima visita, y añoraba el baile con luciérnagas que su novio difunto le regalaría en  ensoñaciones.

Porque para Kyungsoo, las luciérnagas representaban la vida eterna.

Notas finales:

Sinceramente espero que demuestren su opinión.

¡Dejen un review!


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