El aula se encontraba en total silencio siendo las manecillas del reloj sobre la pared el único sonido insistente que taladraba más de un par de oídos. Había sido culpa de Sucrette ese dichoso reloj, el cual en su momento fue una gran idea, pero ahora, en momentos como los eran en ese instante el “tic” y el “tac” de ese reloj se volvían una completa tortura.
-Muy bien, jóvenes los bolígrafos abajo no quiero a nadie más escribiendo. –Ordeno el Sr. Farrés mientras aplaudía un par de veces. Los reclamos y maldiciones del alumnado no se hicieron esperar pues ninguno había logrado terminar el dichoso examen sorpresa que el querido maestro de historia había puesto en el último minuto antes de dejarles libres para las vacaciones de invierno. –Pasen sus exámenes de atrás hacia adelante. El tuyo también Nathaniel, por favor. –indico mientras recogía los que ya habían llegado al frente de las filas.
-¡NO! ¡¡Espere, puedo terminarlo, deme cinco minutos más!! –Rogo el joven delegado sabiendo lo que su padre le haría si llegaba a ver un descenso, por mas mínimo que fuera, en su boleta.
-No. –respondió el Sr. Farrés yendo hasta su escritorio y tomando con maestría el examen, quitándoselo de un tirón, al joven rubio que no pudo más que lamentarse. Pues, aunque todos pensaban que como delegado principal Nathaniel se sentaría al frente de la clase, como todo un cerebrito, era todo lo contrario, se sentaba con el resto de los chicos al final de las filas de clases.
-Gracias por las respuestas delegadito. –dijo burlón Castiel susurrándole en el cuello a Nathaniel quien en ese momento dio un brinco que hizo se golpeara la rodilla con la mesa del pupitre.
-¡Oye! ¿Me estabas copiando? –pregunto indignado y dolorido mientras se daba la vuelta de manera parcial viendo el rostro de Castiel demasiado cerca, tanto, que sus narices casi se rosaban.
-Solo… comparaba mis respuestas con las tuyas. –respondió en un susurro mientras le acomodaba un mechón de color oro detrás de su oreja.
-Castiel… -dijo Nathaniel un poco ausente.
-Qué bonitos se ven así. –escucharon una tercera voz decir asustándolos obligándoles a ambos a separarse e interrumpiendo totalmente el momento.
-¡Armin! –Grito molesto Alexy dándole con un libro sobre la cabeza – ¿Que te he dicho sobre interrumpir los momentos especiales de la gente?
-Hm… que no lo haga porque puedes sacar provecho para las fujioshis del mundo. –dijo aun sin moverse de la posición que estaba que era arrodillado en el suelo y apoyando la cabeza en ambas manos con los codos en el pupitre de Castiel.
-¡Exacto! ¿Y entonces porque lo sigues haciendo?
-Porque es divertido ver la cara de estúpido que pone Castiel. –dijo antes de esquivar un golpe de derecha por parte de Castiel que se levantaba rojo de la ira.
-¿¡De qué demonios hablan!? –Pregunto molesto –Yo no pongo cara de estúpido y déjense de tonterías, solo molestaba al delegaducho, ¡¡no se hagan ideas erróneas que no son!! –dijo antes de dase cuenta que la clase se había terminado y solo quedaban ellos en el aula.
-Lysandro vámonos, quiero llegar a practicar un poco antes de… ¿Pero qué…? –dijo antes de meter la mano dentro de la mochila de Nathaniel, quien en ese momento acomodaba sus cosas, y sacando un paquete transparente con una hierba verde y algo seca de ella. –¿¿Nath qué es esto??
-¿¿Eh?? –pregunto Nathaniel confundido. –No lo sé, lo confisque de uno de los casilleros esta mañana. –respondió algo confundido y viendo la hierbita que Castiel aun sujetaba dentro de la bolsilla. –Me parece que es orégano… pero la clase de cocina no maneja esa hierba ¿o sí? –pregunto llevándose una mano frente a los labios en son de duda.
-No creo que sea orégano, me parece que es “hierba” –dijo Kentin tomando la bolsilla y dándole una pequeña olfateada.
-Apoyo a Kentin. –Dijo algo asustado Alexy – ¿Qué hacemos? ¿Se lo reportamos a un profesor? –pregunto.
-¿Estás loco? ¡Pensaran que es nuestra y luego nos meteremos en más líos! –dijo Armin dándole un coscorrón a su hermano. –Suficientes problemas tengo con haber respondido el examen del Sr. Farrén con la historia de “The Legend of Zelda” como para buscar más. Tiren esa cosa por la ventana, te aseguro que alguien pasara y se la fumara gustoso. –dijo antes de tomar el paquete y caminar hacia la ventana, siendo interceptado por el joven alvino que aun no había dicho una palabra.
-Yo… tengo una mejor idea. –dijo tomando y guardando el paquetito en su chaqueta.
-No me digas que estas pensando en fumártela. –dijo sorprendido Kentin.
-¿No me digan que a ustedes no les da curiosidad? –pregunto sacándola de nuevo y agitando la bolsita de enfrente hacia atrás llamando la atención de los chicos. Ninguno respondió, ni de forma positiva o negativa. –Eso es un tal vez. –indico con una sonrisa satisfecha y al ver la cara de sus camaradas prosiguió hablando, haciendo buen uso de la retorica. –Hagamos esto, todos tenemos curiosidad por probarla así que, porque no la preparamos y le damos una calada, solo para quitarnos la curiosidad. Estamos todos en esto y nadie tiene porque enterarse de nada más que nosotros. A demás, en caso de que alguien se ponga mal, los demás estarán ahí para cuidarle hasta que pase el efecto.
-Pero… ¿y si algo sale mal? –Pregunto Nathaniel poniéndose de pie, -Cometí un error, debí habérsela dado a la directora cuando la encontré, pero no quise meter a nadie en problemas y pensé en llevárselo a Jade para que las plantara. ¡Juro que pensé que eran semillas! –dijo algo alterado antes de ser callado por la mano del joven pelirrojo sobre su boca.
-Calma delegado, estamos en esto juntos, ahora, como se que eres bastante idiota lo preguntare de forma lenta y despacio. –dijo acariciando su cabello como si de un perro se tratara. – ¿En qué casillero encontraste este…paquetito? –pregunto bajando la mano descubriendo la boca del rubio pero dejando su mano sobre el cuello del mismo en caso de que tuviera que callarlo de nuevo.
-Pues… en uno de los casilleros en el hueco de la escalera… me parece que le pertenece a Melody. –dijo dudoso mientras sentía que la mano que ahora estaba en su cuello acariciaba lentamente el área donde se encontraría su Orta.
-Quien lo diría, la niña rara consulta la sabiduría de María Juana de vez en cuando. –dijo Castiel aun sin alejarse mucho de Nathaniel.
-Imagino que si encontraste la hierba, también habrás encontrado el papel… ¿o no Nathaniel? –pregunto Lysandro un tanto interesado.
-¿Papel? – pregunto confundido el rubio. –De eso solo encontré cuadritos pequeños de papel delgado… como para hacer origami. Creo que Melody practica de vez en vez.
-Nath, yo creo que te engañas a ti mismo. –Dijo Kentin cruzado de brazos mientras Alexy se le colgaba del cuello por la espalda como un niño chiquito.
-¡Alexy bájate de ahí! –ordeno Armin jalándolo sin éxito provocando una escena donde Kentin ni se inmutaba por tener a ambos gemelos como chancos sobre su persona.
-Castiel, eres el único que fuma aquí, así que ¿por qué no nos haces los honores para preparar el cigarrillo? –solicito Lysandro mientras le lanzaba el pequeño paquete a Castiel quien lo tomaba sin mucho problema.
-De acuerdo, pero será mejor ir a un lugar… más abierto o nos descubrirán por el olor de esta cosa. –dijo soltando finalmente a Nathaniel.
-Sugiero la azotea. –indico Lysandro viendo de reojo por la ventana como los pocos alumnos que quedaban pertenecían al club deportivo.
-Buena idea Lysandro. –Dijo Castiel para comenzar a caminar fuera del aula.
-Llevemos nuestras cosas, el conserje no tardara en venir a limpiar y recuerden que se supone no deberíamos estar aquí si no pertenecemos a ningún club. –indico Kentin tomando su mochila y caminando también hacia la puerta. Los chicos asintieron y rápidamente empacaron todo para comenzar a salir detrás de Kentin y Castiel.