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Un marimo a la plancha por SaraChan

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Notas del fanfic:

Y aquí está la continuación de mi primer fic, "Un marimo y un sombrero". Tenía muchísimas ganas de escribirla, pero me he tenido que contener para centrarme en los estudios xD. Bueno, ya no aguantaba más, así que aquí lo tenéis, un pequeño arco humorístico de la historia principal.

Al igual que el anterior fic, se sitúa cronológicamente tras Thriller Bark, pero sin llegar al Nuevo Mundo (bueno, se sitúa inmediatamente después del anterior fic xD).

Aunque este fic esté dedicado a Isis Dollanganger por su graduación, también he tenido en cuenta a otras dos personas a la hora de escribir: Roronoa D Sue y Zhena HiK. Gracias por vuestro apoyo en el anterior fic, ojalá leáis este y os guste tanto como el otro ^.^

Espero que lo disfruten como yo espero disfrutar escribiéndolo.

Notas del capitulo:

YO – SOY – SANJI… No, no es una parodia de “La guerra de las galaxias”, ni tampoco soy Sanji de verdad (para eso preferiría ser Luffy y poder… con Zoro… *-*…). Pero en este fic, Sanji es “yo” y yo soy Sanji. ¿Qué significa? Que junto con Zoro y Luffy, Sanji va a ser uno de los protagonistas principales, porque va a ser la herramienta que utilizaré para mover los hilos del fic. Sanji va a ser el “juguete” que “manipularé” para “jugar” con Zoro (y por consiguiente con Luffy xD).

Dicho esto, comentaré una cosa: el “marimo” todos sabemos quién es… pero, ¿a qué viene lo de la plancha? Ya lo deduciréis e.e

¿Y a qué viene esta introducción? Pues simplemente porque el primer capítulo (y seguramente los demás también) puede dar lugar a confusiones, pero quiero que quede clara una cosa: este fic es ÚNICA y EXCLUSIVAMENTE un ZOLU. Sanji aquí es hetero declarado y el único interés que manifiesta por Zoro es para meterse con él o divertirse a su costa. Ya lo dejo claro desde el principio porque sé que el ZoSan es muy… idolatrado (no lo digo a mal, a mí también me gusta xD), pero no quiero que leáis esto y creáis que en algún momento Sanji aparecerá como un “activo sexual”.

Dicho esto... errr... bueno, hace tiempo que escribí el primer capítulo, así que aquello que tuviera que comentar sobre él ya se me ha olvidado xD Espero que os guste =3

Finalmente, lo de siempre: Los personajes y la historia original pertenecen a Oda Eiichiro. Yo sólo tomo prestados los personajes para... fantasear... *¬*

Zoro dejó de levantar sus pesas, escuchando atentamente lo que sucedía a su alrededor. Algo iba mal, lo sentía.

Tras un minuto de absoluto silencio, posó las pesas en el suelo del mirador y se acercó muy despacio a la cristalera que recubría toda la sala, observando la cubierta. No había ningún movimiento extraño, nada que pudiera llamar su atención. Todo estaba tan tranquilo…

“Maldito idiota”.

Con un suspiro, Zoro se apresuró a bajar a la cubierta. Cuando estuvo en ella, paseó su vista observando todo lo que había allí. El columpio del árbol se zarandeaba suavemente al son de la brisa que soplaba, soltando secos crujidos de vez en cuando. Al otro lado, una pila de cajas amontonadas y sujetas con unas cuerdas gruñían con el balanceo del barco sobre las olas. Y cerca del borde, un solitario barril parecía deslizarse muy lentamente por el suelo, avanzando hacia la barandilla con pasos muy torpes.

“¿Un barril?”, Zoro comenzó a avanzar entre divertido y molesto hacia él. De repente, el barril quedó completamente inmóvil, aunque comenzó a temblar de una forma muy leve e imperceptible. Al llegar frente al barril, Zoro se detuvo con una sonrisilla en sus labios y los brazos cruzados sobre su pecho, sin apartar su vista de él.

Así se mantuvo durante varios minutos, esperando con paciencia. Y finalmente, el barril volvió a moverse, un poco más apurado y nervioso, en dirección a la barandilla. Con una venita a punto de estallar en su frente, Zoro bufó al mismo tiempo que pateaba con fuerza el barril en dirección a la pared del Sunny.

-          ¡¿CREES QUE SOY IDIOTA?! – bramó furioso en dirección al barril volador, el cual misteriosamente comenzó a gritar en medio del vuelo. Al chocar contra la pared, el barril estalló en mil pedazos, descubriendo su secreto.

Un mareado Luffy se estrelló con fuerza contra el Sunny, deslizándose por su pared hasta quedar tumbado boca arriba con la espalda sobre la cubierta y las piernas estiradas por la pared. Con los ojos dándole vueltas sin parar, murmuraba un centenar de quejas incomprensibles que el espadachín ignoró con descaro al mismo tiempo que avanzaba hacia el pequeño. Al llegar junto a él, soltó un sonoro suspiro mientras se agachaba para recoger el sombrero de paja que se había caído de la cabeza del moreno. Sentándose a su lado, Zoro cubrió con el sombrero el rostro de Luffy.

-          Chopper y Nami han dicho que debes quedarte a descansar en el barco – por supuesto, la patada de Zoro era parte de la rehabilitación (no) recomendada por Chopper. – No intentes escapar.

Dejando de murmurar, Luffy apartó el sombrero de su cara, colocándolo bajo su cabeza, aún sin cambiar la posición con la que se había quedado tras el vuelo.

Haciendo un puchero, Luffy giró su cabeza en la dirección contraria a la que estaba Zoro. – Estar aquí es aburrido, quiero ir a la isla.

-          Cuando te recuperes podrás ir – repitió el espadachín mientras observaba el lejano pueblo en el que se habían instalado sus nakamas.

De repente, Luffy se incorporó, poniéndose de cuclillas al lado del espadachín y mirándole con una enorme sonrisa en sus labios… sonrisa que el espadachín correspondió con una mirada desconfiada.

-          Nee, Zoro. ¡Vamos a la isla! ¡Será divertido! Tú también quieres ir, ¿verdad?

Zoro gruñó por lo bajo. Por supuesto que el espadachín quería ir, tenía ganas de buscar alguna tienda de katanas y de probar el sake de la isla. Pero la arpía pelirroja que tenían por navegante le había pedido (se negaba a admitir que había sido una orden) que cuidara de Luffy durante los días en los que estuvieran en la isla. Y Luffy no podía abandonar el barco, necesitaba recuperarse por completo de sus heridas, y si entraba en la isla, por muy pacífica que ésta fuera, tardaría menos de un minuto en meterse en algún lío.

Observando con cautela la brillante sonrisa de su capitán, Zoro estiró sus brazos hacia Luffy y tiró de él hasta sentarlo sobre su regazo. Luffy, sorprendido, se acomodó entre las piernas del espadachín, sintiendo cómo los brazos del peliverde le abrazaban con fuerza por la cintura. Extrañado por ese gesto, alzó su vista hacia el rostro del peliverde, quien mantenía el ceño fruncido y la vista fija en el poblado.

-          No puedes salir del barco, debes descansar.

Poniendo morritos, Luffy se removió sobre el cuerpo del espadachín. – Zorooooooo ~ aburridooooo ~

El espadachín ignoró las quejas del pequeño mientras le estrechaba con más fuerza contra su pecho. En circunstancias normales, Luffy habría pataleado con fuerza para deshacerse del agarre y poder salir corriendo hacia la isla. Pero en ese momento Zoro sabía que su capitán apenas ya tenía fuerzas. Aún estaba demasiado débil, se cansaba con mayor facilidad que antes, y por eso era bastante fácil retenerlo en el barco: no era capaz de oponer una eficaz resistencia frente al peliverde.

Durante varios minutos, el pequeño intentó infructuosamente soltarse del abrazo del espadachín hasta que finalmente cayó completamente rendido debido a su inútil pero cansado forcejeo. Sonriendo con suavidad, Zoro observó el dormido rostro de Luffy. Sin poder evitarlo, depositó un suave beso sobre el sombrero de éste, aspirando con fuerza el olor que desprendía el cálido cuerpo situado entre sus brazos. Ampliando su sonrisa, apoyó su cabeza en la pared, alzando la vista al cielo.

“Quizá no sea tan malo”, iba a tener a Luffy completamente para él durante cinco días. “Hay muchas formas de entretenerle”, sonrió burlón, cerrando los ojos y dejándose llevar por el recuerdo de su llegada a la isla, hacía apenas unas horas.

 

 

 

 

“Observando la cada vez más grande silueta de la isla que había aparecido ante ellos, Nami soltó un sonoro suspiro. Aún faltaba media hora antes de llegar a ella y desembarcar, media hora que sería muy larga. Con resignación, se giró hacia sus escandalosos nakamas. Sanji no paraba de canturrear incoherencias mientras bailaba alrededor de Robin, quien le respondía con una cada vez más forzada sonrisa. Brook había comenzado a cantar a voz de grito alguna de sus canciones de aventura, y Usopp se había tomado la libertad de acompañarle. Y Luffy estaba corriendo de un lado para otro, por toda la cubierta, perseguido por un pobre renito que desesperado intentaba hacer que dejara de moverse porque aún debía descansar. Volviendo a suspirar con amargura, dirigió una mirada a los únicos que mantenían la calma: Zoro sentado con la espalda apoyada en la barandilla mientras dormitaba, y Franky en el timón, manejando el barco.

Sacudiendo la cabeza con impotencia, Nami ignoró todo el alboroto que se había formado en el barco y comenzó a observar la isla. Con unos prismáticos que había tomado prestados de la bolsa de Usopp, escudriñó la isla. Desde esa distancia podía distinguir amplios campos de cultivo que cubrían gran parte de la zona oriental de la misma. También parecía que había un gran puerto y enclave comercial en esa zona. Sin embargo, la parte occidental de la isla estaba más deshabitada, apenas podía distinguir pequeñas poblaciones que se perdían entre la arboleda que cubría la zona.

-          Franky – el peliazul se volvió hacia ella. – Dirígete hacia la parte oeste de la isla.

El ciborg la miró, extrañado. - ¿Estás segura, Nami? – claramente podía distinguir que la parte oeste era la más deshabitada.

Nami asintió. – Dejaremos el barco en una zona alejada y discreta, y nos moveremos por la isla a pie.

Franky entendió el plan de Nami, y soltando un pequeño gritito de confirmación desvió el barco levemente de su rumbo, encaminándolo hacia una pequeña cala que se ocultaba entre la arboleda de la parte occidental de la isla.

De repente, un ruido sordo silenció todos los demás sonidos que hubo, hasta ese momento, en el barco.

-          ¡LUFFY! – gritó el renito mientras corría junto al cuerpo de su capitán, que había caído a plomo sobre la cubierta.

Nami no dudó ni un instante. Comenzó a correr asustada hasta llegar junto a su capitán, temiéndose lo peor. A su lado sintió cómo Sanji, Brook y Usopp rodeaban al pequeño, preocupados. En el suelo, Chopper medía las pulsaciones del moreno, quien respiraba con dificultad, jadeando y apretando los párpados con fuerza.

-          ¡Luffy-san! ¿Estás bien? – preguntó el tembloroso esqueleto, comiéndose las uñas… que no tenía. Porque era un esqueleto, y los esqueletos... no tienen uñas…

El suspiro aliviado que soltó Chopper, junto a la suave risilla de Luffy, tranquilizaron al grupo ahí reunido.

-          Sólo está cansado. Tardará un tiempo en recuperar toda su fuerza y resistencia – explicó el renito mientras tomaba la forma humana y cargaba el cuerpo de Luffy en sus brazos. - ¡Te dije que no corrieras! – le recriminó con enfado, obteniendo como toda respuesta otra risilla por parte de Luffy.

-          ¡Lo siento Chopper! – se disculpó con un tono alegre y cansado que para nada denotaba culpabilidad.

Nami observó cómo Chopper, sin dejar de quejarse ni un momento, desaparecía tras la puerta de la cocina llevando en brazos a su capitán, quien tampoco dejó de reír y jadear agitado ni un momento. Nami desvió la mirada de la puerta de la cocina segundos después de que se hubiera cerrado. Luffy estaba en peor estado del que se había imaginado, y eso iba a ser un gran inconveniente en la isla. Su capitán debía descansar, pero era lo último que haría si desembarcaban. Nada más atracar estaba segura de que saltaría por la borda y comenzaría a correr como un loco a través de los árboles. Tenía que pensar en algún plan para que Luffy descansara y se recuperara.

Avanzando hacia Franky, que durante el susto había continuado haciéndose cargo del barco, conteniendo sus ganas de acudir al socorro de su capitán, Nami posó su mirada en la figura que estaba sentada en el suelo, junto la barandilla. Zoro tampoco se había movido de su sitio cuando Luffy cedió al cansancio. Sin embargo, la pelirroja se percató de que el espadachín tenía todos sus músculos tensos, los ojos fuertemente cerrados y el ceño fruncido. Nami sonrió levemente, la férrea fachada que el espadachín había mantenido desde el día en que le conoció había desaparecido por completo en apenas una semana. Leer sus emociones, una tarea imposible hacía unos meses, ahora era un simple juego de niños.

Al llegar junto al ciborg, Nami centró su vista en la isla, cada vez más grande y cercana. En su mente sólo aparecía un único pensamiento: Zoro era el único capaz de controlar a Luffy. Por lo tanto, Zoro debía ser el que cuidara de Luffy. Hasta ahí, todo era fácil, lógico y sencillo. La parte difícil sería conseguir que el espadachín accediera a su petición. Por la cabeza de la pelirroja aparecieron dos opciones: o pedírselo a Zoro en privado, siendo amable con él… o pedírselo delante de todos sus nakamas, chantajeándole si fuera necesario. Tras unos minutos de reflexión, Nami se decantó por la segunda opción. Si se lo pedía en público, Zoro no podría rechazarla. Además, seguramente Chopper apoyaría su plan, y eso sería de gran ayuda para convencerle.

A medida que iban acercándose a la isla, Nami fue centrándose en el desembarco. Cuando pudo fijarse en la cala, se dio cuenta de que las aguas allí eran bastante profundas, incluso cerca de la costa. Ese detalle alegró a la navegante: así podrían acercar el barco a la playa y les sería más fácil acceder a él y trasladar las provisiones.

-          Franky, reduce la velocidad y acerca el Sunny todo lo que puedas a la costa. No creo que haya peligro de encallar el barco.

-          ¡ROGER!

Por segunda vez desde que divisaron la isla, otro golpe sordo resonó en la cubierta, esta vez uno más fuerte y seco. Dándose la vuelta, molesta porque interrumpieran sus pensamientos, Nami buscó con la mirada el causante de ese ruido, encontrándose con un narigudo cargando un montón de cajas que fue depositando en un lado del Sunny.

-          ¿Usopp? – se adelantó Sanji a los pensamientos de la pelirroja. - ¿Qué estás haciendo?

Con dificultad, Usopp depositó las dos últimas cajas. Resoplando y estirando su espalda, se volvió con una gran sonrisa hacia el rubio.

-          Estoy haciendo un recuento de los materiales que aún tenemos.

Franky, atento a la conversación, elevó su voz sin apartar ni un momento la vista del camino que el Sunny estaba recorriendo.

-          ¿Hay algo que debamos comprar?

Usopp cogió unas pocas cuerdas y ató las cajas con fuerza sobre la cubierta, impidiendo que se movieran.

-          Creo que deberíamos conseguir unas cuantas tablas de madera, clavos, tuercas, planchas de metal… - dando un último tirón a las cuerdas, terminó de atar todas las cajas. Sacudiéndose las manos, comenzó a subir las escaleras en dirección al timón. – En realidad, estamos escasos de muchos materiales. Deberíamos buscar alguna ferretería o carpintería y reponerlos todos.

-          Isha-san también necesita comprar algunas cosas – comentó Robin mientras se levantaba de la mesita donde minutos antes estuvo bebiendo un café y leyendo un libro. – En realidad, creo que todos necesitamos comprar algunas cosas, ¿no, Cook-san?

Siguiendo a la sonriente morena, Sanji comenzó a bailar a su alrededor con corazoncitos en los ojos. - ¡EXACTO, ROBIN~CHWAAAAAAAAN! ¡ERES TAN ATENTA ~! ¡NECESITO COMPRAR ALIMENTOS CON LOS QUE PODER NUTRIR SUS PRECIOSOS CUERPOS EN CONDICIONES ~!

-          Yo también necesito hacer unas compras, yohohoho ~ - comentó el esqueleto mientras se levantaba de su asiento e, imitando a sus nakamas, comenzaba a avanzar hacia el timón.

Nami, al verse rodeada por sus compañeros, suspiró.

-          Está bien, ya lo entendí. Creo que todos nos merecemos un buen descanso y tiempo libre – girándose para mirar la isla, descubrió un pequeño poblado un poco alejado de la cala, cubierto en su mayoría por la arboleda que los rodeaba. – Nos alojaremos allí – señaló el poblado. – La ciudad no debe estar muy lejos, si no encontramos lo que buscamos en ese poblado podremos ir a ella y comprar allí. Sin embargo… - comenzó a murmurar, volviéndose hacia sus compañeros, quienes la miraban con un interrogante en sus rostros. Sonriendo, Nami miró a Sanji. – Sanji-kun, ¿puedes ir a buscar a Chopper?

Sanji, con un grito de alegría por la petición personal de su pelirroja, salió corriendo hacia la cocina. Segundos más tarde, volvía corriendo arrastrando a un renito que gritaba asustado por el repentino empuje del cocinero.

-          ¡YA HE VUELTO NAMI-SWAN! ¿ME ECHASTE DE MENOS? – frenando con una mano el rostro de Sanji, que se había lanzado en su dirección, Nami resopló y sonrió al renito.

-          Chopper, ¿crees que Luffy debería venir con nosotros a la isla? – preguntó sonriendo con malicia. Todos los presentes sabían la respuesta.

Chopper agachó la mirada, dubitativo. – Luffy… no debería salir del barco. Si entra en la isla se emocionará demasiado y eso sería peligroso para su recuperación… - alzando su vista hacia la isla, Chopper mostró una expresión levemente triste. Sin embargo, al sentirse observado por sus nakamas, rápidamente se repuso con una sonrisa. – Yo me quedaré en el barco cuidando de Luffy, vosotros podéis ir a la isla.

Nami amplió su sonrisa. – Pero Chopper, Robin nos ha dicho que tú tienes cosas que comprar, ¿no es así?

Tanto el renito como la morena miraron sorprendidos a la pelirroja. Sin embargo, Robin rápidamente comprendió las intenciones de Nami, e imitó su maliciosa sonrisa.

-          Es verdad, Isha-san. Ya habíamos hecho planes para ir a comprar juntos, ¿verdad?

Usopp retrocedió un paso, asustado por el aura maligna que desprendían sus dos compañeras, mientras Franky y Brook se estremecían sin entender qué era lo que pasaba por la cabeza de esas dos. Sanji, aislado de todo eso, se limitaba a contemplar con amor a sus queridas damas. Chopper tampoco se dio cuenta de lo que sucedía, el pequeño sólo podía pensar en el estado de su capitán y en su deber como médico. Volviendo a dibujar otra sonrisa, se giró hacia Robin.

-          Lo siento mucho, Robin. Tenía muchas ganas de ir a comprar contigo, pero no puedo dejar solo a Luffy – su sonrisa se difuminó. – Necesita reposo absoluto, si no deja que su cuerpo se recupere por completo… - el renito se estremeció, no pudo acabar su frase. Si Luffy no se recuperaba por completo, correría el peligro de que el poco kairoseki que quedaba en su sangre no fuese filtrado nunca de ella, y eso, a la larga, sería muy peligroso para el moreno.

Al ver la expresión del renito, Nami titubeó por un instante. Era obvio que lo mejor sería dejar que Chopper cuidara de Luffy, pero en pocas ocasiones se presentaría una excusa tan clara para dejar a Zoro y Luffy solos. Ella, de alguna manera, quería contribuir a la felicidad de sus nakamas, y la mejor forma que se le ocurría era esa.

-          ¿Y si nos quedamos alguno de nosotros a cuidarlo? – preguntó con voz suave. Chopper abrió los ojos, sorprendido. – Al fin y al cabo, realmente necesitas ir a comprar, ¿no?

Nami sabía que si Chopper quería ir a comprar, era porque necesitaba cosas indispensables en su trabajo. Sería muy arriesgado para todos que el renito no reabasteciera su botiquín.

Chopper, apesadumbrado, asintió. No veía inconveniente en que alguien más cuidara de Luffy, al fin y al cabo, el pequeño no estaba enfermo, sólo necesitaba descansar. Ante el gesto del renito, Nami amplió su sonrisa e intercambió una mirada cómplice con Robin. Una mirada que no pasó desapercibida para sus nakamas.

-          ¡Oe Nami! ¿Quién esperas que se quede en el barco? ¡Todos tenemos cosas que hacer! – replicó el ciborg, mirando a la pelirroja con suspicacia.

Nami le sacó la lengua, burlona, provocando una enorme expresión de sorpresa en los rostros de todos los presentes (excepto de Robin, quien soltó una suave risilla). Alejándose del grupo, se acercó a la barandilla de la cubierta superior, observando a un espadachín que seguía en la misma posición de antes, aunque más relajado.

-          ¡Zoro! ¿Estás despierto? – cuando vio cómo el espadachín se removía levemente, Nami rio. - ¡Deja de fingir! Chopper y yo tenemos algo que pedirte.

Abriendo los ojos con extrañeza y desconfianza, Zoro observó a Nami con cautela mientras se levantaba, cogiendo sus katanas y subiendo las escaleras hasta el timón. Al llegar allí, se fijó en la mirada sombría de Usopp, susceptible de Franky, vacía de Brook, curiosa de Sanji, indecisa de Chopper, divertida de Robin y maligna de Nami. Y deseó haberse hecho el dormido con mayor eficacia.

-          Zoro-kun – Zoro se estremeció ante la llamada de la pelirroja, quien se había acercado hasta situarse frente a él con una siniestra sonrisa en sus labios. - ¿Podrías quedarte en el barco cuidando de Luffy? Todos tenemos cosas importantes que hacer en la isla, y no podemos dejar que nuestro descuidado capitán revolotee por ahí sin recuperarse por completo… ¿no crees?

Zoro volvió a estremecerse. No entendía qué era lo que pretendía la pelirroja, pero no estaba dispuesto a ceder ante ella.

-          Yo también quiero ir a la isla – gruñó entre dientes, mirando a Nami desafiante.

-          ¿Para qué? ¿Para perderte? – la pelirroja no pudo evitar dejarse llevar por la rabia del espadachín, olvidando momentáneamente su plan. Sin embargo, antes de que Zoro le replicara, Nami se apresuró a añadir. – Luffy no puede ir a la isla y necesita que alguien le cuide aquí, ¿es que no quieres hacerte cargo de tu capitán?

Zoro abrió los ojos sorprendido, al igual que todos sus nakamas. Todos sabían perfectamente que ese era un golpe muy bajo para el espadachín, sobre todo después de todo lo que había sufrido en la isla anterior y durante su viaje hacia esa. Incluso Robin miró a Nami con sorpresa, no esperaba que la pelirroja utilizara ese tipo de chantaje con el espadachín.

Nami, dándose cuenta de lo que acababa de decir, pensó rápidamente en una forma de retractarse de sus palabras.

-          Sólo necesitas evitar que Luffy se baje del barco y cometa alguna estupidez. Si algo sucede, nosotros estaremos alojados en el pueblo más cercano – nerviosa, señaló el poblado que ahora apenas se veía entre la espesura de los árboles. – Además, nosotros estaremos constantemente yendo y viniendo entre el pueblo y el barco, trayendo todo lo que necesitamos para poder partir. Sólo serán… - Nami no supo continuar. ¿Cuánto tiempo tardaría el Log Pose en cargarse? No lo sabía.

Percatándose de la fría mirada que el espadachín dirigía a la navegante, Robin se apresuró a intervenir a favor de la pelirroja.

-          Cinco días – todos excepto Franky, quien volvió a centrarse en el manejo del barco, se giraron hacia ella, quien comenzó a avanzar hasta situarse al lado de Nami. – Dentro de cinco días el Log Pose estará cargado y podremos continuar navegando. En realidad, según los archivos que encontré en la base del Gobierno Mundial, esta es una isla tranquila que vive de la agricultura y el comercio con la Marina. Sin embargo, como no se encuentra dentro de uno de los campos magnéticos principales del Grand Line, no hay base de la Marina aquí. Mantienen una ruta comercial semanal con numerosas bases de diferentes islas, pero los buques apenas están aquí unas horas, se limitan a cargar las provisiones y regresar a su isla. Por eso no creo que tengamos problemas aquí. Tampoco hay aquí nada que merezca la pena – Robin sonrió con suavidad mirando al espadachín, quien arqueó una ceja, - pero si hay algo que necesites, nosotros podremos traértelo, Kenshi-san.

Nami contuvo sus ganas de abrazar a la morena, le había sacado del apuro con gran sencillez. Por su parte, Zoro ya no estaba molesto por el comentario de la pelirroja. En ese momento le intrigaba más saber qué era lo que pretendían esas dos mujeres que tanto insistían en que se quedara en el barco cuidando de… Luffy.

Zoro abrió los ojos, sorprendido. ¿Tan entrometidas eran? ¿Habían hecho todo eso para lograr que él y su capitán se quedaran a solas en el barco? Bufó, molesto, mientras apartaba con desdén la mirada de las dos mujeres.

-          No tengo por qué obedeceros – susurró con frialdad, provocando que Nami se estremeciera. Robin mantuvo la compostura en todo momento. Sabía que el espadachín era demasiado orgulloso como para acceder desde el primer momento. Por muchas ganas que tuviera de pasar tiempo a solas con su capitán, no lo reconocería con facilidad.

-          Oe, estúpido marimo – Sanji avanzó con paso decidido hacia Zoro, sorteando a sus chicas y agarrando al peliverde de la pechera, quien le miró furioso. – No vuelvas a hablar a Nami-san y Robin-chan con ese tono.

-          ¿O si no… qué? – respondió Zoro, llevando una mano a sus katanas.

-          Si no… te patearé hasta que quedes irreconocible – susurró Sanji con un tono helador al mismo tiempo que reforzaba el agarre de la camiseta de Zoro.

-          O-o-oe, este no e-es momento pa-para pele-as – Usopp retrocedió unos pasos, observando la creciente disposición de sus nakamas a ignorar esas palabras.

-          ¡Eso es verdad! Zoro-san, Sanji-san, no tenéis por qué poneros así – Brook comenzó a avanzar con cautela hacia ellos, moviendo sus manos en un gesto tranquilizador.

-          Eso díselo a esta maldita alga, es el que ha empezado – gruñó Sanji mientras apretaba con rabia sus dientes.

-          ¿Qué yo he empezado? Eres tú el que está sujetando mi camiseta – replicó Zoro, cerrando con firmeza su mano alrededor de su katana.

-          ¡Deteneos los dos de una vez por todas! – gritó Nami, mirando con furia a sus nakamas. Al instante, Sanji deshizo su agarre y se giró para mirar con corazones a la pelirroja. Zoro se limitó a reajustar su ropa sin desviar su vista del cocinero.

-          ¡COMO ORDENES, NAMI-SWAN ~!

-          Zoro… - todos se giraron para mirar al renito, quien había hablado con un susurro vacilante, sin apartar la mirada del suelo. Incluso Zoro relajó su expresión al ver a su pequeño nakama de esa manera. – Siento mucho tener que pedirte esto… pero realmente necesito ir a la isla. Me faltan muchas medicinas que no pude fabricar con las hierbas que encontré en la otra isla… por eso… si pudieras cuidar de Luffy… - alzando su vista, Chopper miró a Zoro con nerviosismo. - ¡Solo durante unos días! Cuando ya haya encontrado todo lo que necesito me haré cargo de Luffy y podrás salir del barco. ¡Me daré prisa en comprar las medicinas!

Todos desviaron una expectante mirada desde el renito hacia el espadachín, quien se rascó con fuerza la cabeza mientras exhalaba un cansado suspiro.

-          No te preocupes, Chopper. Yo me encargaré de vigilar a Luffy estos cinco días. Quédate en la isla todo el tiempo que necesites, no hace falta que te des prisa.

Chopper sonrió ilusionado, riendo feliz ante el comentario del espadachín. Nami, al ver que todo por fin se había arreglado, suspiró aliviada y regresó al lado de Franky, quien ya había introducido el barco en la cala y se había acercado a la playa. Al percatarse de la presencia de la pelirroja a su lado, el ciborg la miró.

-          Creo que no deberíamos acercarnos más, Nami. Ya estamos demasiado cerca de la playa, puede ser peligroso.

Nami observó con atención el agua sobre la que navegaba el Sunny. Aún era profunda, pero no tanto como lo había sido a la entrada de la cala.

-          Está bien, Franky. Detén el barco, ya estamos bastante cerca de la costa, podemos llegar al Sunny con facilidad.

El movimiento regresó al barco. Todos comenzaron a preparar el desembarco, planeando su estancia en la isla. Cuando tuvieron lo necesario listo, decidieron ir juntos al poblado hasta encontrar una posada donde hospedarse. Una vez resuelto el alojamiento, cada uno iría por libre, y ese día no se reunirían hasta la cena.

Con una mirada resignada, Zoro observó desde la cubierta cómo sus nakamas se despedían de él, agitando sus manos, antes de perderse en un estrecho camino entre los árboles. Suspirando profundamente, el espadachín se dio la vuelta en dirección a la enfermería, donde Chopper le había dicho que Luffy se encontraba durmiendo. No sólo iba a tener que cuidar de Luffy esos días, sino que además había sido designado como encargado de explicarle que no podría salir del barco en todo el tiempo que estuvieran en la isla. Y eso sería un gran problema.

 

 

 

 

Sanji expulsó el humo de una de las últimas caladas de ese cigarrillo con resignación. Frente a él se encontraba el Sunny, y el rubio aún no entendía por qué había accedido a la petición del renito. Quizá porque cuestionaba las dotes culinarias del marimo, quizá porque sabía que el estómago de Luffy era un hueso duro de roer, quizá porque el estado de su capitán le preocupaba, o quizá porque Nami había intervenido en la conversación mirándole suplicante, no lo sabía, pero el caso era que desde ese momento tendría que ir al barco todos los días para preparar la comida de Luffy.

Con un suspiro, expulsó el humo de la última calada del cigarrillo, tirando éste al mar, donde se perdió entre las olas. Alzando su mano, Sanji volvió a examinar el cuidadoso plan nutricional que Chopper había elaborado exclusivamente para su capitán. Sanji lo había modificado levemente, añadiendo algún plato a base de carne en todas las comidas. Chopper cumplía muy bien su función como médico, pero en lo referente a Luffy sería mucho más efectivo un buen pedazo de carne que cualquiera de los platos que Chopper le había pedido.

Resignado, Sanji cargó todas las bolsas en las que llevaba los ingredientes para preparar la primera comida. Saltando con facilidad y gracia, se posó con suavidad sobre la barandilla del Sunny, inspeccionando su interior.

“¿Qué demonios?”, abriendo los ojos con gran sorpresa, se encontró a un espadachín peliverde apoyado en la pared del Sunny abrazando con fuerza a un pequeño moreno que dormía plácidamente entre sus brazos. Sanji no era capaz de moverse. Él ya intuía los sentimientos que Zoro dirigía hacia su capitán… realmente no los intuía, sabía con certeza que esos sentimientos iban más allá del simple respeto o admiración. Pero en ningún momento por su mente pasó ni un instante que Luffy pudiera corresponderlos. “No estará forzando a Luffy, ¿no?”, pensó confuso. No creía que Zoro fuera capaz de obligar a Luffy a nada que él no quisiera, pero era tan… irreal, tan… extraño que Luffy sintiera lo mismo por Zoro… aun cuando los veía abrazados frente a sus ojos, el cocinero no era capaz de creerlo. Lanzando las bolsas sobre la cubierta, bajó de un salto de la barandilla y avanzó despacio hacia la pareja. No podía apartar la mirada de sus caras dormidas. “Parecen unos idiotas”, gruñó observando las leves sonrisas que adornaban sus rostros. “¿Quién iba a pensar que estos cabeza huecas supieran lo que era amar?”, él, desde luego, habría sido el último en pensarlo.

Al llegar frente a la pareja, que siguió durmiendo sin percatarse de su presencia, Sanji metió sus manos en los bolsillos de su chaqueta y apoyó su pie al lado de la cabeza del espadachín, inclinándose sobre él para observarle más de cerca. “Es increíble que pueda parecer más estúpido de lo que ya es”. El cocinero se percató de la nueva aura que desprendía el espadachín. Un aura más tranquila, más suave de la usual. Y más confiada, pues en circunstancias normales Zoro ya se habría dado cuenta de que él estaba allí y le habría atacado por su cercanía. Pero en ese momento el espadachín seguía dormido, abrazando con fuerza el cuerpo del pequeño.

Alejando su rostro del espadachín, Sanji se irguió aunque en ningún momento apartó su pie del lado de la cabeza del espadachín. Conteniendo las ganas de encender un nuevo cigarrillo, comenzó a hablar elevando la voz.

-          Ooooooooooooe, marimo-pervertido, despierta, es hora de comer. Oooooooooooe, marimo-pervertido, ¿me escuchas? Oooooooooooooooooooooe.

Sin dejar de hablar en ningún momento, vio cómo el peliverde comenzaba a removerse molesto. Finalmente, Zoro abrió los ojos y miró furioso a Sanji.

-          ¿Quieres callarte de una maldita vez, estúpido cocinero? – respondió con la voz tan elevada como la de Sanji.

El rubio, sonriendo con superioridad, volvió a inclinarse levemente sobre el espadachín, quien asustado por ese gesto presionó más su espalda contra la pared.

-          Ooooh, ¿estabas dormido? Perdona, no quería molestarte, y mucho menos quería interrumpiros.

Zoro miró a Sanji, quien no paraba de sonreír de una forma bastante peculiar con ambos ojos cubiertos por su pelo.

-          ¿Interrumpir? ¿De qué demonios hab…? – de repente, el peliverde se dio cuenta de que aún abrazaba con fuerza el cuerpo de su capitán contra su pecho. Abriendo ampliamente los ojos y para regocijo de Sanji, Zoro apartó la mirada del rubio, completamente ruborizado y nervioso.

“¡Qué divertido que es esto!” - ¿Necesitáis intimidad? Puedo volver más tarde si quieres – la asesina mirada que le envió un sonrojado espadachín no hizo más que aumentar su diversión. – De todos modos, ¿quién lo habría imaginado? Todo este tiempo llamándome pervertido y sólo has necesitado algunas horas de soledad para lanzarte sobre el pequeño Luffy. ¿Vas a robarle su inocencia? – Sanji contenía a duras penas la risa, estaba disfrutando demasiado con cada expresión del espadachín, quien cada vez estaba más rojo, tanto de vergüenza como de ira.

-          ¡Cállate de una vez, yo no soy como tú! – furioso, Zoro atacó a Sanji con lo primero que cogió entre sus manos… Por desgracia, lo primero que encontró fue a su capitán.

Usando la pierna que había apoyado en la pared, Sanji se impulsó con rapidez hacia un lado, esquivando el proyectil volador en que se había convertido su capitán. Anonadados y sin emitir un solo sonido, tanto el peliverde como el rubio observaron cómo Luffy volaba, aún dormido, contra el mástil del barco. Estrellándose con fuerza en él, Luffy emitió un fuerte quejido mientras resbalaba por el palo dando algunas vueltas antes de quedar sentado en el suelo con la espalda apoyada en el mástil, rascándose con fuerza la zona de su cabeza donde había aparecido un gran chichón.

Como ajenos a la situación, Zoro y Sanji observaban inmóviles a Luffy. Parecía que no comprendían exactamente qué era lo que acababa de ocurrir. Simplemente hacía un minuto Luffy había estado sentado sobre Zoro, y ahora estaba sentado al pie del mástil mirándolos con extrañeza y rascándose su nuevo chichón.

-          Zoroooooo, Sanjiiiiiiiii, ¿a qué ha venido eso? – preguntó Luffy, quejándose mientras ponía morritos, indignado.

De repente, Sanji reaccionó, comenzado a reír descontroladamente. Incluso tuvo que apoyar su mano en la pared, tal era su risa que no era capaz de sostenerse en pie por sí solo. Nuevamente sonrojado, el espadachín se incorporó con rapidez mientras encaraba al cocinero.

-          ¡DEJA DE REÍRTE! ¡HA SIDO TU CULPA! – al ver que Sanji no reaccionaba ante sus palabras, si no que comenzaba a agarrarse su estómago debido al dolor que le causaba reír tanto, Zoro llevó una de sus manos a sus katanas. - ¡¿QUIERES PARAR DE UNA MALDITA VEZ, CEJAS DE SUSHI?!

Consiguiendo reponerse levemente del ataque de risa, Sanji volvió su rostro hacia el furioso espadachín mientras se limpiaba una lagrimilla que se escapaba de su ojo. Sin embargo, al ver la enrojecida cara del espadachín, Sanji no pudo evitar volver a reír como un loco. Zoro podría estar enamorado y todo lo que quisiera de Luffy, pero seguiría siendo un idiota inconsciente.

Completamente avergonzado, Zoro desenvainó una katana y atacó al cocinero, quien a duras penas esquivó ese corte. Tras conseguir que el rubio dejara de reír (aunque en ningún momento quitó de sus labios una sonrisa burlona), Zoro le bufó con molestia.

-          ¿Para qué has venido al barco?

Serenándose, Sanji cambió su expresión por una un poco más tranquila mientras miraba a Luffy, quien seguía rascando su cabeza mirándoles molestos a los dos.

-          Chopper me ha pedido que me encargue de prepararle la comida a Luffy.

Olvidándose de su lanzamiento, vuelo y golpe, Luffy se levantó de un salto y corrió hacia el rubio con una gran sonrisa, lanzándose sobre él para el asombro tanto de Zoro como de Sanji, quien no consiguió apartarse del camino de su capitán. Al agarrar a Sanji, Luffy enredó sus piernas alrededor de la cintura del rubio y se abrazó con fuerza a su cuello. Como un acto reflejo, Sanji interpuso su mano entre él y la cabeza de su capitán, posándola en su mejilla y tirando de ella hacia atrás todo lo que podía, estirando el cuello del pequeño.

-          ¡Luffy! ¿Qué crees que estás haciendo? – preguntó enfadado por el abrazo del moreno y por su constante risa.

-          ¡Sanji! ¿Vas a prepararme la comida? ¿Todos los días? ¿De verdad?

Ante los brillantes ojos del pequeño, Sanji se limitó a asentir mientras luchaba con todas sus fuerzas por deshacerse del abrazo de Luffy. Sin embargo, el cuerpo de goma de su capitán se ajustaba demasiado bien a su forcejeo.

-          ¡SIIIIIIII! ¡SANJI, TENGO HAMBRE! ¿DÓNDE ESTÁ LA COMIDA? NEE, SANJI, TENGO HAMBREEEEE ~. ¡QUIERO COMER YA! ¿QUÉ HAY PARA COMER? SANJIIII, OE, SANJIIII ~ ¿YA ESTÁ LA COMIDA? TENGO HAMBREEEEE ~

Sanji, molesto por los constantes gritos de su capitán, cogió con ambas manos el cuello del pequeño y empezó a zarandearlo con fuerza, provocando que Luffy comenzara a marearse poco a poco con esos bruscos movimientos.

-          ¡AÚN NO ESTÁ LA COMIDA! ¡SI ME SUELTAS IRÉ A PREPARARLA! NO SEAS PESADO, LUFFY, Y DÉJAME YA.

De repente, Sanji vio cómo el espadachín golpeaba la cabeza del pequeño, consiguiendo que aflojara su agarre alrededor de su cuerpo. Mientras el espadachín comenzó a tirar del chaleco del moreno, Sanji estiró los brazos y las piernas de Luffy hasta conseguir separarlas de su cuerpo.

Resoplando cansado cuando por fin se libró del peso de su capitán, Sanji se volvió para mirar a Zoro. Estaba dispuesto a agradecerle cuando se dio cuenta de que estaba subiendo las escaleras en dirección a la cocina, arrastrando a un Luffy que no dejaba de quejarse por el suelo, con una expresión de pocos amigos. Extrañado, Sanji avanzó hacia ellos, intentando ver más de cerca la expresión del peliverde. Al abrir la puerta de la cocina, Zoro dirigió su vista hacia atrás por encima del hombro. Y durante un instante Sanji pudo distinguir la mirada del peliverde.

“Es… una broma… ¿verdad?”, no podía creer lo que vio en esos ojos. El espadachín estaba furioso, pero no era un enfado como el que había tenido en la escena anterior, era una furia… ¿sobreprotectora? ¿Posesiva? O lo que en lenguaje común se conocía como… “¿Celos?” No podía ser, Zoro sabía perfectamente que él no tenía esos “intereses”, y muchísimo menos por su atolondrado capitán. Pero parecía que el espadachín era un hombre bastante posesivo con aquello que le gustaba…

Y Sanji no pudo evitar sonreír mientras se dirigía hacia las bolsas que había dejado tiradas al subir a la cubierta. “Mmm…” rio por lo bajo. “Realmente esto puede llegar a ser muy divertido…”.

Notas finales:

Y he aquí la razón por la que éste es el capítulo 1 y no el prólogo... Espero que los demás capítulos no sean tan largos como éste, o me moriré escribiendo xDD

Siento mucho que fuese tan largo... pero no quería dividirlo. En realidad, el capítulo cuenta todo lo que quería incluir en el primer capítulo, lo que pasa es que... empecé a escribir... y seguí escribiendo... y quería escribir más... y salió esta monstruosidad enorme xD En ningún momento imaginé que pudiera explayarme tanto con una simple introducción, pero bueno, espero que no se os hiciera pesado =P

También espero que os haya gustado ~ Y si algo no os ha gustado, podéis dejarlo en los comentarios, intentaré mejorarlo para la próxima vez ^.^


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