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Rapto en la época medieval. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

"En fin, que poco a poco Toivoinen se fue haciendo una cosa desagradable más en el paisaje, como el vertedero y las letrinas, perezoso y malhumorado, extrañando siempre a su antiguo amo, rumiando su amor no correspondido."

Juha pensó en llevarle un pastelillo a su novio, pues al separarse lo había dejado dándole la espalda, retraído sobre sí mismo, y la idea de esa cosita delicada pasando toda la noche triste no la soportaba.

Así que fue a la cocina, y luego de palmear el trasero de los criados coquetones estrechó por la espalda a Mikko Uusimaa, el doncel a cargo de la cocina, un pelirrojo de su misma edad pero mucho menos bello y noble, motivos por los cuales no podía aspirar a convertirse en su esposo, si bien lo amaba desde que tenía memoria.

-¿Cómo esta my little sweet cuchi-au thing?

-Lord Juha – Mikko lo miraba con adoración, se estremecía de sentir su cuerpo pegado a su espalda.

Usaba un pañuelo de color azul, a juego con su vestido, sencillo y recatado, y un mandil gris, para que no se ensuciara tan pronto.

Como estaban casi a solas Juha lo besó. El dulce pelirrojo de mirada tierna había sido su primer beso, su primer jugueteo, su primer todo.

-¿Tendrás alguna cosita dulce como tú?

-Milord sabe que siempre le preparo una sorpresa.

-Mikko, estamos a solas – los criaditos coquetones, que sabían la movida del hermano del señor del castillo con el cocinero, como todo mundo, desaparecieron cortésmente.

Mikko se volteó y lo abrazó.

-Juha, te hize pastelitos de miel, pero no te los comas todos porque puedes engordar. – dijo, con la mejilla pegada a su pecho.

-No, los quiero para lady Ranta.

-¿¡Para ese!? – Mikko se separó, juntando las manos y acercándolas a su pecho.

-Será mi esposo, pero tú siempre serás mi little sweet.

Lo abrazó y Mikko no supo resistirse.

-Te casarás con él… - gimió.

-Tú también deberías casarte, ¿Por qué te empeñas en rechazar a cuanto marido complaciente te consigo?

-Tú sabes porque. – dijo ocultando su rostro en su pecho.

-Awww! Lo sé… - le acarició la cabecita – Pero no puede ser. Ha sido una suerte que no te dejara embarazado hasta ahora, y estas en edad de casarte.

-No me casaré con nadie.

-¿Quién te hará compañía cuando seas viejo?

-Mis gatos.

Juha meneó la cabeza. Mikko se separó y se puso a calentar un cuenco de leche. Acomodó primorosamente los panquesitos y una manzana cortada en forma de flor en una bandeja, cambió la leche a otro cuenco para que no estuviera caliente y dijo:

-¿Lo llevo a la torre norte, verdad?

-Yo lo llevaré.

-¡No! Yo soy el sirviente, yo lo llevaré.

-Lo llevaremos ambos, solo yo tengo llave de la habitación donde está encerrado lady Ranta.

Juha abrió la puerta y Mikko entró por delante. Por suerte, porque la frágil criatura cuya salud había dejado preocupado a Juha había quitado las cortinas, y tomando un cortinero como garrote, aguardaba detrás de la puerta para matar si era necesario y huir.

Por fortuna para Mikko Kristian no tenía tantas fuerzas, por lo que tras un largo desmayo y con un largo chipote volvió en sí. En cuanto golpeó a Mikko, Kristian soltó el garrote y echó a correr, topándose de inmediato con Juha y rodando ambos por el suelo.

Al jaleo acudió el centinela que estaba de guardia. Este dio la alarma y al ver que su escape quedaba frustrado dejó de forcejear. No aceptó la ayuda de Juha para levantarse.

-¡Mira lo que has hecho! – dijo agachándose junto a Mikko a ver si estaba bien - ¡Has arruinado los panquesitos!

Paso al doncel inconsciente al centinela y ordenó que lo llevaran a su habitación y le aplicaran un poco de hielo en el chichón.

-Al menos te sientes bien. – le dijo, una vez quedaron encerrados en la torre.

Kristian se negaba a responderle, mirando altanero para otro lado, envuelto en una bata de pieles similar, pero toda negra.

-Aún están buenos. – dijo comiéndose uno. – Me retiro.

El silencio acompañó su partida.

 

***

 

Kristian rabiaba de ira. Más que asustado, más que ultrajado, se sentía furioso. ¿Cómo había ido a caer en poder de ese loco? Era bien conocido en todo el reino como el doncel marimacho, como lady lesbia, como, ¡como lo que era! Un doncel loco que se creía varón, auspiciado por su loco hermano. Todo mundo conocía la historia: un papá tan ocupado en ser bello que al primogénito lo crió el marido y al segundo hijo el primogénito, y como este había sido criado con los altos ideales de la virilidad, declaró a ese pobre doncelito varón y lo crió como tal. Y luego repitió la historia con su hijo mayor.

¡Ay! ¿Pero cómo permitía el rey Tuomas que sucediesen tales cosas? Pues porque él estaba en las mismas condiciones, era varón casi casi que porque lo declaraba él, y como se había declarado infalible, como el Papa…

En fin, esas locuras le parecían moderadamente tolerables, si bien moralmente reprobables, mientras no lo afectaran a él. Su vida había transcurrido bastante tranquila en su condado, en medio del bosque, al cuidado de su amoroso papá y su cariñoso padre. Había sido natural que Petri y él se enamoraran, siendo vecinos en aquel inmenso bosque, si bien el condado de Petri abarcaba también algo de tierra cultivable y una villa a la vera del camino, cerca de su castillo.

Maldijo la hora en que a su padre se le ocurrió unirse a la cruzada, y más aún la hora en que se le ocurrió a Petri, alentado por su padre y por otros caballeros, amigos suyos y de su padre. Habría querido casarse  con Petri antes de que partiera, única buena idea que tuvo su padre, pero su papá se opuso terminantemente.

No iba a separarse de su bebé, dijo, y luego, si Dios no lo quisiera, Petri moría en la cruzada, ¿Cómo quedaría su hijo? Indecentemente viudo, pues un viudito joven es un cebo alrededor del cual merodean los varones esperando lograr lo que el difunto ya logró, pero sin pagar el precio que ya pagó, y su hijo merecía un rey por lo menos, y si se conformaba con un conde era porque el niño lo amaba.

¡Si hubiera sabido su pobre papito lo iba a pasar! Haber sido raptado era mucho peor que quedarse viudo, ni marido había tenido gusto de tener, y aunque no sucediera nada, como nada hasta ahora había sucedido, nadie lo creería y los varones, esas bestias lujuriosas, se sentirían con derecho a cortejarlo, incluso a violentarlo, porque ya habiendo sido de uno, gratis, pues que sea para todos.

Kride se lamentaba de su triste destino y de buena gana habría roto el cráneo a Juha con aquel cortinero. Estúpido, ideático. Casarse con él le parecía aun peor que lo usara y abandonara, pues casado con él no podría casarse con Petri, y, ¡eran donceles los dos! ¡Que degeneración! ¿Cómo dos donceles? Había oído historias sobre los harenes sarracenos y… bien, quizá una noche o dos había fantaseado con besar a una belleza tan bella como él, pero solo para saber que se sentía…

Escaparía, se prometió Kristian, en una instancia escaparía por la ventana, aunque escapara para siempre.

 

***

 

Toivoinen hizo un hatillo con sus pocas pertenencias personales y algunas que siempre había codiciado de sus compañeros porquerizos y tomó el camino que conducía a  la tierra de la nieve y el sufrimiento y que sorpresivamente, no era la de los Ranta, sino la de los Maenpaa.

Cerca de ahí había nacido (en aciago día) y toda su vida hasta la mayoría de edad fue sirviente de los Maenpaa. A esa edad no pudo seguir callando el amor que profesaba al heredero, a pesar de ser varones los dos. Luego de reponerse del susto que semejante declaración le causo, lord Jari lo llevó al mercado y ofreció 50 coronas al primero que pasara para que se lo llevara. Como nadie lo aceptara ya que su fama de perezoso, respondón y desobligado habíase extendido por toda la región, aumentó la oferta a 100, el precio de un cerdo bien cebado.

Lord Kylmanen padre pasaba, con intenciones de comprar uno, y como todavía iba bastante borracho de la noche anterior, creyó que Toivoinen era uno, y que su dueño daba el dinero en vez de pedirlo, cosa por lo demás no tan rara, así que creyendo hacer un gran negocio lo llevó a casa. Bien pronto Toivoinen se comió las cien coronas que había dado lord Jari, y como nadie se decidía a encurtirlo (a todos les daba asco) como había ordenado lord Kylmanen padre, pues lo pusieron con sus congéneres y él tomó atribuciones que no le correspondían, erigiéndose líder en vez de quedarse echado en el chiquero.

En fin, que poco a poco Toivoinen se fue haciendo una cosa desagradable más en el paisaje, como el vertedero y las letrinas, perezoso y malhumorado, extrañando siempre a su antiguo amo, rumiando su amor no correspondido. Por ello, cuando vio que sus días de rumiar a gusto con la pastura de los cerdos del castillo habíanse acabado, y que en lugar de un bote de desperdicios lo esperaba una muerte segura a manos de lady Ranta papá, decidió fugarse y regresar con lord Jari, pues este, lo peor que podía hacerle era convertirlo en sapo mientras que lo que lady Ranta papá era capaz de hacer ni los mogoles lo sabían…

 

***

 

Juha se engalanó con su mejor traje. Se miró y se admiró de frente y de perfil en el espejo de cuerpo completo, dio una última pasada con el peine a sus cabellos y salió tan gallardo como si fuera a la boda del rey Tuomas, pero no, iba a la torre norte.

Hizo entrar por delante a un guardia, pero la precaución resulto inútil, ya que la belleza cautiva estaba sentada junto a la ventana, con los brazos cruzados y expresión hosca.

-Mi amor, si no quitas esa mala cara te saldrán arrugas pronto. – dijo, despidiendo al guardia.

Kristian lo fulminó con la mirada.

-Pareces un sarasa. – espetó.

Juha dio un paso atrás por el golpe.

-¡Pero si esta túnica es como la que usa Timo Kotipelto y los pantalones me los prestó Marco!

-Sarasas también. – declaró Kride – Los dos se visten como si tuvieran 20 a sus 40, con pantalones demasiado apretados y demasiado brillo. Y de los dos, Marco se viste peor. – remató el doncel.

Juha, que había escuchado las críticas con la mano en el pecho, replicó:

-Pues tu sentido de la moda es algo anticuado, Kristian. ¿De quién era el camisón con que te robo Jarmo? ¿De tu papá?

-Mío, y así deberías usarlos tú, si no fueras un degenerado.

-Yo soy varón. – declaró molesto Juha.

-Sí como no. – replicó Kristian.

Juha respiró hondo. No quería discutir con su amado que era varón. Iba a demostrárselo. Tomó aire y avanzó con paso decidido hacia él.

-¡No sigas! O me arrojo por la ventana. – amenazó.

Juha se detuvo en seco.

-¿Pillas que estamos en lo más alto de la torre norte, y que la ventana da a un profundo acantilado por el que pasa un glaciar?

-Sí. – respondió el conejito en tono de víctima, listo a sacrificarse por amor.

Juha asintió.

-¿Pero no pillaste que la ventana tiene rejas?

Avergonzado por aquel pequeño descuido que daba al traste con sus planes suicidas Kristian comenzó a gritar improperios. Echó a correr al ver que Juha se acercaba y se corretearon por toda la habitación.

-¿Así que te pone hablar sucio, pequeño puto? – coqueteó Juha desde un extremo de la mesa.

-¡Como te atreves a hablarme así zorra degenerada! – se exaltó Kristian.

El pelirrojo aprovechó para brincar la mesa y caerle encima, al otro extremo.

-Si no te pone deja de decir semejantes palabrotas, la gente va a creer que eres de la familia Van der Rohe y no de la Ranta.

-¡Si tu dejaras de hacer chingaderas! – replicó Kristian, preso entre sus brazos, su cuerpo y la alfombra, una mullida, mullida piel de oso.

-Vamos a hacer cosas agradables, Kride. – lamió la línea de su mentón hasta la oreja.

-¡No hagas eso!

-Vamos, relájate. – dijo tras succionarle el lóbulo – Te voy a hacer sentir como nunca en tu vida – aseveró frotando sensualmente su entrepierna con la suya – sin penetrarte.

-¿Qué?! – Kristian detuvo sus forcejeos.

-Eso te inquieta, no estás listo para perder tu virginidad, te la dejaré… - lo miraba a los ojos.

-¿Lo prometes? ¿No violarme?

-Te lo prometo.

Kristian sonrió sicopatamente.

-Pero tu prométeme que te dejarás mostrar cuan agradable es el amor.

Kristian hizo puchero, eso no le gustaba tanto, no lo que Juha estaba haciendo con su cadera, eso, para ser honestos, si le estaba gustando, era lo otro lo que no le gustaba. Pero en su situación, juzgó, de inocente y pobre conejito desamparado, mejor no provocar a su raptor, total: si ya había prometido no violarlo, podía hacer esa pequeña concesión para mantenerse a salvo mientras su papá venía a rescatarlo, que sería pronto.

-Mmm… - no quedaba claro si era dubitativo o de gusto por lo que Juha estaba haciéndole en la orejita – bueno…

Juha dejó de sujetarle las muñecas contra la alfombra, acariciando tenuemente sus brazos hasta el pecho. Ahí pasó una mano bajo el cuello de Kristian para sujetarle la nuca y la otra siguió camino abajo, hasta los muslos carnosos de la belleza.

Kristian cerró los ojos y entreabrió los labios como una víctima, dispuesto a este nuevo sacrificio. Se veía hermoso con su melena negra desparramada sobre la piel blanca. Juha lamió la puntita de su nariz y luego sus labios, acariciándolos con la lengua hasta dejarlos brillantes, resbalosos, sensibles al roce de sus propios labios. Kristian le echó flojamente un brazo a la espalda, mostrando que consentía, pero Juha siguió con el suave, suave roce que no llegaba a beso, acariciando de su muslo a su pecho, y de su pecho a su muslo, sin que ninguna prisa lo urgiera a satisfacer la erección que se presionaba contra la del pelinegro.

Este se sentía cada vez más insatisfecho, la sensación se volvía más y más insoportable, pero, besar él… estaba por debajo de su dignidad y siguió estando como por medio minuto. Entonces besó a Juha con furia, con pasión y sin experiencia. Fue el pelirrojo el que se encargó de abrirle la boca y meterle la lengua. Kride le clavó las uñas en la espalda, desclavándoselas poco a poco conforme recibía el beso de mejor grado, cooperando al final y deslizando sus manos sobre la ropa, buscando quitarla.

Juha lo imitó, pero fue detenido al jalar el cordel que cerraba el corpiño. Se quitó la ropa que ofendía el sentido de la moda de Kristian frente a sus ojos, quedando impúdicamente desnudo. Kride se sonrojó de verle la erección y apartó la mirada, aunque no lo bastante rápido como para no darse cuenta de que el pelirrojo no tenía ningún vello ahí, como doncel que era.

Se le subió encima, besando su cuello como un varón, pero sus labios, y su mentón, eran tan suaves como los propios. Los besos bajaron a su escote sin que él se opusiera. Se quedó sobre la piel, con los brazos extendidos. Los dedos volvieron a jalar el cordel y su escote se abrió. Su pecho quedó al descubierto, toda el área entre los pezones. Apretó los labios cuando Juha apretó uno bajo la tela, descubriéndolo luego para lamerlo.

¡Que vergüenza! ¡Y que bien se sentía! Kride se repetía una y otra vez que era un doncel, para minimizar la culpa, pero paró al darse cuenta de que le estaba excitando el hecho de hacerlo con un doncel. Apartó a Juha de su pecho y este descendió, levantando sus faldas. Se las levantó hasta la cintura y lamió su erección sobre la prenda íntima.

Kride gimoteó y cerró las piernas, pero el pelirrojo continuó con sus tenues caricias. El momento en que le quitó los calzones fue el más erótico de su vida, hasta el momento. Incluso levantó las caderas para facilitarlo. Juha se los dejó colgando de un tobillo y tomándolo con sus delicados dedos lo sobó de arriba abajo, sujetándolo luego para cubrirlo de besos, para rodearlo con su lengua.

Kristian sólo apretaba su falda enrollada sobre la cintura, disfrutándolo. Ninguna paja se comparaba a eso, aunque podía llegar más rápido con su mano, la sensación de los labios, la lengua, la boca, con su cálida humedad… Gemía a su pesar, retorciéndose, y Juha, viendo que era lo que más le gustaba, lo repetía, masajeando sus bolitas y yendo con el dedo más atrás, tanto como se lo permitían los muslos bien juntos del pelinegro.

Juha se masturbaba y chupaba, era demasiado excitante como para no hacer nada, y ya que no iba a penetrar, podía quitarse el peso de tener que aguantar de encima. Cuando su hermoso doncel estaba a punto de acabar se incorporó.

-Ahora tú a mí. – señaló su pene mirando su ruborizado escote.

-¿Qué? No…

-Si no lo haces no te dejaré acabar.

Kride hizo pucherito. De mala gana se dirigió al regazo de Juha. Este se acostó de ladito y le indicó como debía ponerse para que pudiera terminar. El vestido seguía estorbando, Kride cogió con recelo aquella cosa y se negó a llevarla a sus labios al ver como expulsaba un poco de fluido. Pero tuvo que hacerlo cuando Juha se detuvo. Habría hecho cualquier cosa para que siguiera haciendo lo que hacía. Introdujo la punta en su boca, y un poco más, no mucho.

Apretó los labios y succionó para no gemir, chupó tal como se lo inspiraban las chupadas en su propio pene, chupó y apretó el muslo de Juha que estaba arriba, acariciándolo hasta la nalga. Chupó tan fuerte como pudo, moviendo desesperado la lengua en los últimos instantes, mientras eyaculaba. Luego siguió chupando, por instinto, aliviado ya de su tensión, libre para saborear el pene, sentir como era.

Se lo sacó de la boca y lo recorrió con la lengua, la puntita sobre todo, al oír gemir a Juha. Era hermoso el pelirrojo, y se sentía tan bien hacerlo sentir bien. Hurgó con su lengüita en la pequeña hendidura y recibió otro chorrito de fluidos. Dulces, saboreó, de doncel, aunque nunca había probado los de un varón.

Sintiéndose desvergonzado, recorrió con su lengua las bolas, tersas y lampiñas, y lo alto de los muslos, también. Masajeó el pene, mirándolo, y luego volvió a chuparlo.

-Así, así… - le decía Juha, abrazado a su muslo – usa más tu lengua, empuja con ella, así, así…

Juha empujaba con su cadera, penetrando su boca, y se restregaba contra la piel desnuda de Kristian, lamiéndola a veces. Kristian ya se había cansado de chupar, por lo que lo masturbaba como a él mismo más le gustaba, esperando hacerlo acabar. Juha llevó su mano y se masturbó más recio, Kride se quedó viendo como lo hacía, más recio de lo que él jamás lo había hecho, y en su ingenuidad se quedó ahí, sin prever que la eyaculación de Juha le caería toda en la cara, como sucedió.

Sorprendido y un poco enfadado se limpió el semen con la falda. Juha ya estaba sentado a su lado, abrazándolo, cuando lo notó.

-Podrías haberme avisado.

-Lo hize, pero no con palabras.

Juha buscó sus labios pero él no le respondió el beso. El pelirrojo simplemente siguió por su cuello, buscando quitarle el vestido. Kride estaba un poco perplejo, ¿Qué no habían acabado ya? Pero pensando en que no corría peligro mientras Juha no la tuviera erguida se dejó desnudar. Había placer en estar desnudo delante de otro, y se electrizó al oírlo decir lo hermoso que era. Recibió de buen grado sus caricias, y le proporcionó otras, entusiasmándose a tal grado con el agradable jugueteo que, cuando volvieron a tenerlas duras, simplemente se masturbaron uno al otro, sin dejar de besarse ni toquetearse.

 

 

Continuara...

Notas finales:

Kiitos!

espero actualizarlo semanal o quincenalmente, ya lo tengo casi terminado pero... >.< tengo muchos fics a medias! y muchos capitulos de Stargate SG1 por ver ahora que al fin la consegui!

*-* babas por el coronel O'Neil

Amor y paz gente, si quieren conocer a Toivoinen, busquen una foto de Ensiferum, y el gordo bastardo mas roba camara y desagradable que vean, con un como accesorio sado de cuero marcandole las lonjas fotoshopadas, ese es.

Besitos!


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