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Deséame éxito por Paz

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Deséame éxito


Título: Deséame éxito

Autor: Paz

Estado: 5/en proceso

Pareja: Hana X Ru

Disclaimer: Este fic está basado en Slam Dunk, los personajes pertenecen a Inoue Takehiko, no saco ningún beneficio utilizando sus nombres, solo me distraigo colocándolos en situaciones románticas.

Resumen capítulo: Puede existir mayor felicidad que estar junto al chico que amas?

Estilo: Romántico

Advertencias: Esto es yaoi. Si alguien no sabe lo que significa advierto desde el principio que se trata de una relación chico/chico. En algún momento del fic contendrá lemon, avisaré cuando. NC-17.

Autora: Estimada Ran, amiga, fiel lectora, aquí tienes tu regalo, me he apresurado a terminarlo para que lo recibas hoy, espero que sea de tu agrado. Besos y disfruta tu día. ¡¡Feliz cumpleaños!!!


Deséame éxito

Capítulo V: El placer de estar a tu lado



El tono divertido que imprimió a sus palabras, aún resonaba en su oído. Estaba descubriendo que era muy sensible al tono sensual de su voz, consiguiendo que en su mente aparecieron unos imágenes de ambos muy sugestivas y él no era de hielo. Se derretía solo con escucharlo, no quería pensar como reaccionaría a su contacto, su piel ardía anticipadamente a las delicias que podía obtener de él, se estremecía solo con esa mirada ardiente que tanto prometía.

Hana se inclinó hacia delante, moviendo su trasero sobre la incipiente reacción de su kitsune, halagado ante el grosor que se apreciaba bajo la tela del pantalón. Su sonrisa no se borró de su rostro cuando sujetó sus manos que intentaron abrazarlo, acomodándolas bajo su propia cabeza, su mirada le decía que no las moviera de allí. Movió apenas la cabeza en un gesto de asentimiento, su mirada le seguía deseando saber que se proponía.

-He soñado con este momento infinidad de veces –susurró roncamente a escasos centímetros de sus labios, rozándole con su cálido aliento, estaba convencido que viviría ese sueño eternamente, sin embargo, ahora estas aquí... y podré hacer realidad mi sueño. –Kaede alzó el rostro para sentir sus labios, más no los encontró Hana se movió hacia atrás hurtándoselos- No, déjame a mi, te daré todo el amor que siento en mi pecho, y así conocerás la profundidad de mis sentimientos, no hablaré más... dejaré que sea mi cuerpo quien exprese lo que siento. –la mirada profunda y ardiente de Hana le envolvió y Kaede sintió que aquel instante era un preludio de lo que vendría. Y estremecido sintió las manos de Hanamichi posarse en sus hombros, transmitiéndole su calor a través de la ropa que llevaba. Lentamente fue desplazándolas por su pecho, hasta alcanzar el borde el abrigado jersey, que llevo hacia arriba para sacárselo por encima de su cabeza. Sus manos volvieron a quedar tras su cabeza, sintiendo un escalofrío en los pelillos de su nuca, anticipándose a lo que sabía vendría, un hormigueo recorrió las yemas de sus dedos. Su toque era como fuego en su cuerpo, las palmas de sus manos le acariciaban por encima de la fina tela de lino de su camisa y su cuerpo vibraba estremecido, Hana sin dejar de observar todas las pequeñas señales, inclinó su rostro.

Kaede gimió al contacto de sus labios en su piel ardiente, los sintió frescos, aliviando su ardor pero también acentuando la abrasadora sed que provocaba ese leve tacto de sus labios por su rostro. Sus labios se abrieron como buscando aire para respirar, su pecho se ensanchó al exhalar y un cálido aliento rozó sus labios, un contacto tenue, casi inexistente, le dejo tembloroso.

Sus labios se entretuvieron con suaves lamidas, delineando el contorno de su boca, la punta de su lengua penetró en ella, buceó en su interior, probando con deleite a su rico kitsune, profundizó el beso, iniciando una batalla por el control, los dos deseaban lo mismo, le complació la dulce resistencia que ponía en su caricia, más no se dejo dominar, esa noche él tendría el control. Por lo pronto, Kaede estaba aceptando su pasividad. Lentamente fue rompiendo el beso, Kaede respiraba con fuerza y él mismo estaba casi sin aire en los pulmones, se apartó y al instante sus miradas quedaron presas, una de la otra, sin dejar de mirarle, sus manos acariciaron su pecho, de improviso tomó los extremos de la camisa y tiro de ella, al instante, los botones saltaron de sus costuras, apartó la tela dejando al descubierto su nívea piel. Su pecho se alzaba y bajaba agitado por su respiración alterada.

Kaede no parecía consciente que acababa de romperle la camisa, solo el movimiento basculante de Hana, excitándole más aún, las estremecedoras sensaciones que sentía le llevaron a echar hacia atrás la cabeza, al tiempo que su cuerpo respondía a la fricción.

Hana aprovechó ese instante, ese cuello expuesto a su deseo, sus labios se posaron en él, lamiendo y mordisqueando, dejando suaves besos, en su piel que iba tomando una tonalidad rosácea, allí por donde pasaba su boca.

Todo su cuerpo se sacudía por las emociones que le llegaban, la boca de Hanamichi estaba haciendo estragos a su inflamado ser. Experimentaba un deseo insostenible de no perder nunca el contacto de esa boca que tanto placer le estaba dando. Quería sentirla toda su vida. Era delicioso, sentir la humedad de su lengua, los suaves mordiscos a su piel, la dulce presión de sus labios, la plenitud de sus caricias le hacían desear más y más y el calor de sus palmas abiertas en su cintura, moviendo las yemas de sus dedos en círculos, excitándole más aún si cabe.

-¡¡¡¡AAAAAAAAHHHHHAANNNAAA!!! –no puedo evitar gritar su nombre con un gemido plañidero, cuando Hana ataca sin piedad su tetilla , la muerde, la excita pasándole por encima la lengua, la encierra entre sus labios apretándola al máximo. Se estremece, su espalda se arquea y su entrepierna se frota contra la virilidad de Hanamichi que también esta muy excitado, no tiene un instante de reposo, al momento, reinicia los mismos movimientos con la otra tetilla, no le da tiempo a reponerse de ese estallido de placer, arremete una y otra vez aquellas zonas erógenas que no sabía que tenía. Ahora sabe que se siente y todo su cuerpo ansia tener al pelirrojo dentro de él. Esa idea le enloquece... sume sus pensamientos en un caos, no es capaz de pensar, ni discernir, solo sentir... sentir como su cuerpo reacciona a las caricias, solo un pensamiento coherente pasa por su mente, como siga así se va a correr sin siquiera haberle tocado, tan sensibilizado esta.

Hanamichi parece comprender lo mismo, se aquieta dándole un respiro, con su ayuda consigue quitarle la camisa, sus manos se detienen en el extremo de su cierre y lentamente comienza a bajarlo, la mirada de Kaede, oscurecida por el deseo le sigue con ansiedad. Un jadeo escapa de sus labios entreabiertos, cuando despacio le despoja de sus zapatillas que aún llevaba puestas y baja sus pantalones, dejándole solo con el bóxer y los calcetines.

Kaede le ve desvestirse en menos de dos segundos, llevado por la urgencia del momento, sus ojos se pierden en esa musculatura dorada, sus dedos le cosquillean con el deseo de tocarle, pero acepta las condiciones de Hana y permanece quieto esperando.

Un nuevo beso sella sus labios, arrancándole la poca cordura que le queda. ¡¡Por Kami!! Jadea estremecido, como fue tan idiota para no darse cuenta antes que estaba enamorado del do’aho? Y por qué dejó pasar tanto tiempo –se pregunta reprochándose a si mismo-, tanto tiempo perdido, mueve la cabeza hacia delante, cuando se da cuenta que pierde el contacto con su deliciosa boca, quiere sentirle, seguir experimentando esa sensación de hartura y al mismo tiempo un sentimiento de necesidad, de hambre de él.

Como si Hana sintiera lo mismo, sus labios no se despegaron de su piel, fueron dejando un rastro húmedo por donde pasaban, jugueteó un rato con sus pezones, antes de seguir el camino interrumpido momentos antes.

Kaede se sentía como si fuera gelatina ante sus ardientes caricias, temblaba espasmódicamente, experimentando tantas sensaciones juntas que no era capaz de pensar con claridad, ni mantenerse sereno. Ansiaba devolver a Hanamichi todo el placer que estaba recibiendo, más él coartaba todos sus intentos, volviendo a inmovilizar sus manos tras su cabeza, estaba tan sensibilizado por sus caricias que todo su cuerpo ardía de deseos insatisfechos. Nunca pensó que podía ser así.

Fue como si una llamarada inflamara su cuerpo, así se sintió Kaede cuando Hana sin apartar los labios de su piel, fue descubriendo un poco más de su cuerpo, al retirar sin precipitarse el bóxer que aún llevaba puesto, sus suaves besos y lamidas lo estremecían, su miembro libre de su prisión, dio un salto, apareciendo con toda su gloriosa magnificencia ante la mirada extasiada de Hanamichi que siguió posando suaves besos y acercando su boca cada vez un poquito más cerca de su rico objetivo.

Hanamichi no quería defraudar a su kitsune, por eso se esforzó en darle placer, en hacerle sentirse plenamente, debía estar consiguiéndolo porque se le veía el rostro muy congestionado, como si estuviera intentando resistir las oleadas que placer que recibían sus centros nerviosos. Se alzó hasta llegar a su altura y nuevamente sus labios se unieron en una larga e intensa caricia, la pasión de ambos desbordaba por todos los poros de su cuerpo.

No supo en que momento Hana se quitó su bóxer, solo sabía que era delicioso sentir la fuerza de su pecho contra el suyo y su propia excitación frotándose contra la de él, dura y ardiente, llevándole con ese movimiento al delirio. Jadeaba dentro de su boca, robándole el aliento. Arqueó la espalda para aumentar la fricción entre ellos.

Era aquella la primera vez para ambos, Hana ejecutaba acciones que llevaban a Kaede a experimentar emociones desconocidas, su cuerpo su fundía al contacto con el pelirrojo, arrebatándole el sentido, sus manos en sus caderas, se deslizaron por su costado en una lenta caricia, alcanzando finalmente el principio de sus muslos, acaricio los músculos prietos, acariciando el interior de sus piernas, abriéndolas al ubicarse frente a ellos, arrodillado fue inclinándose hacia delante, lentamente, su boca se acercó a él, dejo caer suaves besos en la sonrosada cabeza, al instante una ráfaga electrizante le recorrió y su nombre escapó rauda por entre sus labios entreabiertos para poder respirar.

-¡¡¡¡¡HAAAAAAANNNNNAAAAAAAAAAA!!!! –su grito doliente y su respiración sibilante, le hicieron saber que estaba disfrutándolo y Hana siguió, chupaba despacio y acompasado, como si estuviera degustando un rico helado, metiéndoselo con mimo en la boca, chupándolo, besándolo, pasando una y otra vez su lengua a lo largo y ancho del mismo..

-¡¡Hana!! ¡¡Hana!! –gemía estremecido.

-Qué... qué!!! -le imitó Hanamichi interrumpiendo su excitante labor.

-Sigue... sigue... –le apremió empujando su cabeza hacia su abandonada virilidad, la húmeda cavidad de su boca le enloquecía, olvidando que no debía usar sus manos, Hanamichi lo paso por alto.

-Seguro? –encontró un segundo para bromear.

-Do’aho...

Hana siguió, su mano ascendió por su pecho hasta alcanzar su boca, le metió tres dedos en ella, al instantes comenzó a sentir como Kaede comprendiendo se apresuraba a impregnarlos de su saliva hasta dejarlos chorreantes.

Su mano libre estaba apoyada sobre la nalga derecha de Kaede, manteniéndole levemente separado de la cama, de pronto las tobillos de Kaede abarcaron el cuerpo de Hanamichi, entrecruzándose a la altura de su cadera, aquella postura permitía a Hana tener un mayor acceso a su cuerpo, Hana empezó a prepararle, en tanto su boca estaba dándole suaves lamidas, llevaba así unos diez minutos y Hana intuía que Kaede estaba pronto a venirse y él si bien había conseguido retrasar ese instante, prologarlo podía ser contraproducente, por ello, aceleró el movimiento de labios y lengua, al mismo tiempo que introducía su dedo medio en su ano, sintió como su esfínter se cerraba alrededor de su dedo, lo movió con suavidad, había sentido el estremecimiento de su cuerpo y no supo si era por dolor o placer, se sintió liberado, lo movió en círculos, intentando que fuera acostumbrándose a él. Sabía que nadie había entrado allí, su paso era sumamente estrecho por ello Hana se esforzó al máximo en dejarle bien preparado. La segunda invasión de su dedo, contrajo aún más su cuerpo, despacio consiguió ir relajándolo, estaba introduciendo su tercer dedo, cuando tuvo una inspiración, y con la mano que tenía libre la llevo hasta sus testículos abarcándolos entre sus dedos, y apretándolo sin llegar a hacerlo daño, fue como si una explosión alcanzara a Kaede, su cuerpo se tensionó, su espalda se arqueó y la boca de Hanamichi se lleno con su semen agridulce, que fue absorbiendo despacio para no ahogarse, aquel brusco movimiento de su cuerpo consiguió que sus dedos le penetraran tanto, que uno de ellos rozó su próstata.

Kaede tras haber alcanzado su momento orgásmico, no creyó que pudiera existir un momento más placentero que aquel, se equivoco, no había acabado de expulsar toda su eyaculación, cuando se produjo ese toque mágico, estremecido sintió como su sexo recuperaba otra vez una semirigidez.

Vió la sonrisa de satisfacción que se ubicaba en el rostro del pelirrojo cuando se alzó para besarle, ahora sabía que sensible era a ese toque, sus labios un tanto dilatadas se plegaron con ansia a los de él, saboreando los restos de su propio fluido que aún quedaba en la boca de su do’aho.

Hana seguía jugando con sus dedos en el interior de su cuerpo, dilatando lo más que podía ese estrecho sendero que tenía que recibirle, se sentía pletórico y a punto de estallar, había retardado tanto su momento que no podía esperar más.

Kaede se sintió vacío cuando dejo de sentir el contacto de sus dedos, más al instante, sintió la presión que ejercía sobre su entrada, ahora se preguntaba si iba a ser capaz de alojarlo en su interior, un destello de temor asomó en sus ojos, Hana no lo vió, así que no pudo tranquilizarlo, pronto comprendió que él le había preparado a conciencia, y que no haría nada que pudiera lastimarlo y con ese pensamiento se calmó.

La pequeña resistencia que había notado al principio cesó y muy lentamente fue entrando, traspasó sus esfínteres que se cerraron a su paso, aprisionándolo deliciosamente, corriendo el riesgo de venirse antes de tiempo.

-Tranquilo, amor... –acarició sus mejillas con sus labios, su voz ronca por el deseo le estremeció, dejándole tembloroso como un flan- Relájate o te haré daño. -Kaede asintió- Eso es, lo estas haciendo muy bien. –siguió presionando, estaba tan estrecho que ocupaba todo el espacio y se movía raspando las paredes intestinales del chico, la fricción le estaba provocando una exquisita sensación. Cambió de postura para facilitarle una mejor penetración, pasó sus manos por sus hombros, moviéndolas hacia su espalda, le alzó sujetándole por las caderas, en tanto se recostaba él, despacio le dejo caer sobre él, Kaede abrió la boca falto de aliento, un sonoro gemido escapó de su garganta, un gemido que fue como música en los oídos del pelirrojo. Lo tenía todo dentro suyo y solo con la ayuda de sus manos, comenzó a alzarle para luego dejarle caer con suavidad, ambos disfrutaron enormemente esa cabalgada, tenía que ejercer mucha fuerza para sostenerle, así pues Hanamichi volvió a cambiar su postura, le puso boca abajo, beso sus hombros y su espalda y a un ritmo suave comenzaron sus embestidas, ritmo que fue acelerando llevando al chico a emitir roncos sonidos, en los que no se entendía que decía, porque tenía su rostro enterrado en la almohada, en tanto sus manos se cerraban con fuerza contra la misma. Lo único claro es que lo estaba disfrutando. Hana comenzó a masturbar su miembro que pedía a gritos una nueva liberación, ya no podía más y con una nueva embestida que alcanzó a rozar su próstata por el grito que dio, Hanamichi se vino al mismo tiempo que su mano se humedecía con los fluidos de su koi, se derrumbó sobre su espalda, sintiendo la pegajosa y brillante película de transpiración que cubría como una segunda piel a su kitsune, un ronroneo salía de sus labios.

-Ven, zorrito –murmuró apartándose apenas para quedar tumbado de costado, al instante Kaede se acurrucó contra él, sintiendo el calor de sus brazos a su alrededor, nuevamente de su garganta escapó un sonido inarticulado, como el ronroneo de un gatito satisfecho.

-Duerme, mi zorrito –murmuró Hanamichi semidormido.

Kaede quedo sorprendido cuando más tarde Hana le dijo que esa era su primera vez, nunca antes había hecho algo así, y solo por lo mucho que le amaba supo como llevarlo a cabo, en ese momento, en lo único que era capaz de pensar era en dormir, dormir en los tiernos brazos de su do’aho y por ello se arrimó contra él lo más que pudo, sintiéndose arrullado por la suave respiración que junto a su oído sonaba como música celestial.

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Despertó con una sensación grata, y solo entonces fue consciente que había dormido placenteramente sin que nada perturbara su descanso. No recordaba cuando fue la última vez que consiguió conciliar el sueño sin verlo poblado de frustrantes anhelos de sus sueños húmedos. Anhelos que esa noche se habían cumplido plenamente.

Echó hacia atrás la cabeza para ver su rostro, la yema de su dedo se apoyó levemente en su frente, siguiendo una línea recta por su nariz, alcanzando sus labios que al sentirle se movieron como si le besaran.

-Hana.... mi Hana... te amo... te amo tanto, tanto...que siento que mi pecho va a estallar de felicidad. –susurró bajito junto a su oído.

-Ni se te ocurra... que voy a hacer yo con un Kaede estallado..., ya me veo recogiendo tus pedazos para volverlos a unir –Hana que había despertado con su suave caricia. se lo susurró también.

El tono de voz de su do’aho, mezcla de espanto y risa, provocó en él una carcajada, primero tímida luego más profunda, hasta que llevarlo a un ataque de risa histérica, solo atinaba a abrazarlo con fuerza, ante el nuevo Hanamichi que se le estaba revelando como un bromista., vivir a su lado iba a ser muy, muy entretenido.

Hana quedo inmovilizado por la sorpresa. Verle reír así era algo que no esperaba ver nunca y que agradable era su rostro resplandeciente con esa natural alegría que se desbordaba por todos los poros de su cuerpo, que se estremecía en su abrazo.

-¡¡¡Hana... Hana...!!! –intentaba calmar su risa, pero le era imposible, era como si necesitara ese desahogo, ese escape a los años de intemperancia, en el buen sentido de la palabra, por supuesto, en el que llevado por un exceso de mal entendido cuestionamiento de prioridades, se encerró dentro de una burbuja de cristal, en el que solo existía él y el basquetball. Hana con su sonrisa, fue el martillo que resquebrajó la misma enseñándole que la vida era para vivirla, no para mantenerse encerrarse en si mismo, ahora con él a su lado comenzaba una nueva existencia., una existencia plena de felicidad, finalmente había alcanzado su lugar en el mundo, este era junto a su Hanamichi, su hermoso do’aho. Tomó aire para respirar profundamente y poco a poco fue calmándose hasta quedar muy quieto, con el rostro hundido en el hueco de su cuello.

Hanamichi cambió de postura, su espalda descansó sobre el lecho y con cuidado, creyendo que dormía, lo levantó hasta acomodarle sobre él. Su mano se deslizó acariciante por su espalda, en una lenta caricia.

-Gracias, Hanamichi. –la felicidad irradiaba por todo su rostro embelleciendo más si eso era posible.

-Por qué?

-Por este agradable momento..., ya no recuerdo cuando fue la última vez que pude reír. –había tristeza en sus palabras.

-Ha sido un placer –murmuró suavemente, mordisqueando su lóbulo.

-Te vendrías a vivir conmigo?

La pregunta le tomó por sorpresa. Se detuvo apenas un segundo antes de reanudar su entretenimiento, tiempo suficiente para que Kaede comprendiera que algo no iba bien.

Hasta el próximo capítulo....
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Solo queda un capítulo después de este y lamentándolo tendré que decirle adiós ya que disfruto escribiendo cada uno de ellos. Paz

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