Me siento en mi ventana salediza y extiendo la mano para mojar mi palma con saladas gotas que caen del cielo. Miro hacia arriba, y sonrío de pura gracia al comparar aquellas gotas de lluvia con las lágrimas que resbalan por mis mejillas, para luego caer raudo en el cuaderno cerrado sobre mi regazo.
Tengo el lapicero en mano, lo he estado agarrando por tanto tiempo que de una u otra forma la tinta ha llegado a manchar las yemas de mis dedos con su tono oscuro.
Sonrío otra vez, ahora mirando al campo. En las afueras se puede notar, entre la humedad del aire, nuestras siluetas de infundio bailando al ritmo de la canción que suena en mi cabeza. Riendo. Amando.
Sentado en el asiento al lado de la ventana de nuestra habitación, miro hacia afuera y hoy es un día lluvioso. Me dan ganas de salir y llorar junto a las nubes, pero te prometí que no lo haría. Te prometí que no saldría en días como estos, porque podría enfermarme.
Aun así, no te haré caso.
Tomo mi reproductor de música y escojo una canción al azar; de todas formas, eso no me importa mucho ahora.
Salgo de la casa y en la vereda vuelvo a mirar el lapicero y cuaderno que apreto con mi dedos.
Me acomodo en el primer asiento que se tope en mi camino, aún sin detener mi llanto, y comienzo a escribir en la última hoja del cartapacio.
Me tomo un descanso, y vuelvo a mirar al cielo. Mis audífonos acompañan mi triste momento con una dulce canción.
Río, sin embargo mi risa carece de gracia, mas bien está llena de ironía; es una tontería seguir escribiendo más y más cartas para él, que nunca leerá.
Como si aún existiera alguna posibilidad de…
Lluvia, no tengo muchos recuerdos. Sólo soy una chica de 20 años.
Lluvia, estoy cantando sola la canción en mis auriculares
¿Qué es lo que la tiene tan triste y llorosa?
Sin pensar comienzo: escribo en el papel húmedo cosas —casi— sin sentido, como si le respondiera a la chica que canta para mis oídos. Como si le contara mis recuerdos y añoranzas.
Lluvia, perdóname por ser insensible.
Yo no lloro en cada película triste.
Lluvia, mis sentimientos hacia ti cambian según mi estado de ánimo.
Estoy al borde de caer.
Y entonces justo cuando empieza a llover todo está bien
Estoy a punto de llorar muy alto.
Justo a tiempo mis sábanas están húmedas debido a la lluvia.
Las lágrimas se deslizan por mis mejillas.
Cierro el cuaderno por un momento, justo cuando el tierno canto se detiene por algunos segundos para darle paso a una suave y tranquilizadora música.
Me paro con fingida decisión y seguridad. Mis piernas me flaquean, siento que en cualquier momento podría resbalarme por la losa mojada.
Estoy al borde de caer.
Y entonces justo cuando empieza a llover todo está bien
Tal vez sea mi imaginación, pero la tormenta empeora. En un descuido me tropiezo y cuando soy consciente de ello, me encuentro echado en el suelo, con mis piernas encogidas hasta mi pecho, admirando el camino que se encuentra al frente mío
Estoy a punto de llorar muy alto.
Justo a tiempo mis sábanas están húmedas debido a la lluvia.
Las lágrimas se deslizan por mis mejillas.
Por ese camino había partido el auto que te había llevado a la guerra.
Lluvia, no tengo ningún recuerdo. Sólo soy una chica de 20 años.
Lluvia, estoy cantando sola la canción en mis auriculares.
Ahora es tiempo para que deje de estar triste y llorosa…
La canción finaliza, y al pasar un milisegundo se repite.
La casa se siente solitaria desde su partida, y llorar se ha hecho una costumbre desde que se fue, desde que no he recibido más noticias de él...
Desde que no contestó aquella carta que le envié hace dos años.
Las lágrimas aumentan e inundan mi vista, ayudando a la lluvia a impedirme ver con claridad.
Me levanto súbitamente, y con rabia destrozo hoja por hoja mi libreta, tirando los restos al piso, hasta quedarme sólo con la ridícula y, tal vez última, carta que acababa de escribir.
La leo, prometiéndome a mí mismo nunca más volver a atestar otro cuaderno lleno de mis penas y mensajes para él, sabiendo que no los leerá.
"Última hoja, tal vez última carta...
Querido MinHo:
Ya pasaron dos años y siento mi corazón explotar por tu ausencia… ¿Algún día te volveré a ver? ¿Tal vez si quiera en sueños?
¿Cómo has estado, amor? ¿Has hecho nuevos amigos por allá? A veces me pregunto si piensas en mí tanto como yo pienso en ti. Todos los días, a cada segundo, en cada respiro...
¿Por qué estoy a punto de llorar? Porque nunca más lo volveré a ver en mi miserable vida. Lo veré algún día, tal vez en el cielo.
¿Soy insensible? No, tú casi siempre sí. A diferencia tuya, yo siempre lloraba en las películas tristes. Tú me consolabas y me abrazabas hasta que dejara de llorar, hasta que la fea sensación atacando mi corazón se esfume. Recuerdo cuando al final de una película te dije que me daba miedo perderte, y entonces tú me prometiste que eso nunca sucedería, que siempre estarías a mi lado.
Odio la lluvia, pero a la vez creo que le tengo un gran cariño. Cuando salgo de mi hogar a contemplarla, me llena de tristeza y desesperación, pero ayuda a que mis lágrimas pasen desapercibidas casi todos los días.
Mi nariz comenzó a moquear. Creo que debí hacerte caso y no salir.
Te amo."
El texto que continúa no consigue verse, la lluvia ha hecho que sólo parezcan manchas borrosas. Sólo una última frase logra apreciarse al final.
"Siempre tuyo,
Kibum."