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Cascaron Repleto por ArgiaWeisheit

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Notas del fanfic:

Bueno es un fanfic entre Martin y Manuel de latin Hetalia, pero más adelante y conforme pasan las cosas la historia tomara un drastico giro.

 

Notas del capitulo:

Primer Capitulo :3 Espero les guste *-* 

Como comenzar una historia que quizás nunca sucedió, y si todo es una mentira, o un sueño… -¿Por qué tengo que cuestionarme esto ahora?, es mejor pensar que fue real y que lo que viví con él fue hermoso y no una simple ilusión creada por mi mente.

La habitación estaba oscura, solo se podía notar la vela con su incandescente llama que apenas si se dejaba observar, Manuel se encontraba recostado en su cama observando el techo, con una mirada perdida llena de dolor y tristeza, sus cabellos castaños le cubrían parte de su frente, sus ojos cafés que antes irradiaban felicidad y arrogancia, ahora se encontraban vacios, su espíritu, su felicidad, sus bromas, todo, todo se había muerto, ya no quedaba nada, ni siquiera los recuerdos y momentos felices que pasaron juntos, ¿fue real todo?, a Manuel esa pregunta no lo dejaba vivir. La tranquilidad de la habitación se vio gravemente interrumpida por un grito preocupado que provenía detrás de la fúnebre puerta principal, a pesar de ser solo la única puerta de ese lugar llamado hogar.

-¡Manuel!, por favor abre la puerta, tenemos que hablar. El sonido de la puerta y los gritos de Diego sacaron a Manuel de sus pensamientos, se levanto de su cama con pereza y camino lentamente hacia la entrada, abrió la puerta y observo como su amigo Diego lo miraba con preocupación y se lanzaba para abrazarlo con fuerza.

–Me has tenido muy preocupado, no puedes seguir así, tienes que… olvidar… ya es suficiente                             
  -No tienes por qué preocuparte por mí, Manuel separo el abrazo rápidamente y empezó a caminar para volver a recostarse nuevamente en su cama, pero el agarre de Diego no lo dejo seguir avanzando más y este lo obligo a mirarlo a los ojos.                                        
–Por favor Manuel, hay una fiesta esta noche en la casa de Joaquín, todos estamos invitados, ¿quieres venir?, te va a hacer bien, te vas a distraer. Se miraban fijamente a los ojos, Diego tenía una mirada suplicante y preocupada                                                                                                                                  
–No quiero, respondió secamente, desvió la mirada y se dispuso a seguir caminando, pero Diego aun no lo soltaba
–suéltame ¿no entiendes? Quiero estar solo.         
   -Manuel, ¿A ese grado llega tu masoquismo?, está muerto entiéndelo.

Perdida, así estaba la mirada de Manuel al escuchar esa frase, el lo sabía, pero no quería aceptarlo, quería creer que su querido amor solo se encontraba de viaje donde sus padres, pero la realidad era otra, estaba muerto, solo eso.

–No sé de qué me hablas, solo quiero estar solo. Respondió secamente.
–Solo esta noche, por favor, hazlo por mí, soy tu amigo ¿no? –Le suplico.                                                                                                               
 – ¿Si voy me dejaras tranquilo?- le miro enfadado                                                                       
-Por el resto de tu vida- Sonrió ansiosamente                                                                                                                               
-Esta Bien, ahora lárgate de mi casa, quiero estar solo- Se soltó del agarre y se dirigió a su cama para volver a recostarse.                                                                                                                                              
–Te estaremos esperando- respondió animado, lo miró, se dio media vuelta y cerró la puerta, se quedo un momento apoyado en ella, vuelve Manuel, te necesitamos, te necesito pensó y se fue caminando lentamente de ese lugar, que antes parecía tan jovial y lleno de vida y que ahora era un lugar triste y abandonado, una lagrima se dejaba observar por la comisura de sus ojos, intentado gritar sus emociones, intentando liberarse, pero que fue rápidamente acallada por su mano derecha.

¿Por qué, porque le había dicho que si iría?, el no quería ir, quería estar acostado, recordando, llorando, ¿lloraría para siempre?, sus amigos no entendían que su felicidad era recordarlo, rememorar todo lo vivido junto a él, que sus cicatrices nunca se borren de su corazón, de esa manera nunca lo olvidaría, no quería perderlo solo quería estar junto a él, abrazándolo, besándolo, el lo había convertido en un debilucho y eso Manuel lo tenía más que aceptado, pero no le importaba, había cambiado y lo había hecho por el, ¿desde cuándo era así?.                                                      
Desde que lo vio por primera vez, sus ojos se encontraron y desde ahí nunca más se separaron, excepto cuando él, su gran amor, se perdió en esa oscura caverna sin retorno, de la cual jamás volvería. Podía recordar claramente el día en que se conocieron, fue un martes 4 de abril, Manuel como rutina diaria iba a la biblioteca a distraerse leyendo un buen libro, se encontraba sentado en la cuarta mesa, tranquilo, solamente eran el libro y el, nadie más, cuando su amena lectura se vio interrumpida por un rubio de ojos celestes, se miraron y un click hizo eco en sus interiores, como si la gravedad desapareciera y se encontraran flotando en el vacio de la nada y que a la misma vez era todo, todo y nada en uno solo. Manuel fue el primero en desviar la mirada, como siempre tan arrogante y narcisista le dijo fríamente:       

  -Necesitas algo?, estoy ocupado por si no te has dado cuenta, volviendo nuevamente su vista en el libro, pero sin prestar atención en Misery. Era hermoso, ese joven en verdad era hermoso, ¿Qué clase de pensamientos eran esos?, el es un hombre, no puede pensar en esas cosas, el no es homosexual.                                                                                                                                                                        
-¿Puedo tomar asiento aquí? Las otras mesas es tan llenas- le dijo, sin quitar su hermosa sonrisa de su pálido rostro, sus margaritas lo hacían ver mucho mas apuesto de lo que realmente era.         
 –Como quieras, es un país libre, le respondió, retomando su lectura, pero más que leer se dedico a observar a ese joven, parecía tener su edad, era alto y esbelto, con el cabello rubio hasta los hombros, un arete con forma de alas se dejaba ver en su oreja izquierda, sus ojos eran de un celeste claro, como la playa de Sabah en Malasia, te puedes sumergir en ellas y desparecer se vuelve tan imposible como decir que los muertos se levantan de sus pútridas tumbas, en donde las barcas parecen flotar y las personas volar, tenía un pequeña cicatriz en forma de cruz en su mejilla derecha y unos cuantos lunares en su rostro carente de color.                                                                                           
–Te lo agradezco, dime ¿Cuál es tu nombre?- Preguntó, sentándose en la silla y disponiéndose a leer el libro que trajo consigo.                                                                                                                                           
 Antes de responderle, Manuel lo pensó, ¿Se lo digo o no?, ni siquiera lo conozco, pero algo le decía que si, algo en su interior, el no creía en el corazón, solo en la mente, todo está en la mente, los sentimientos, emociones, dolores, todo, pero, algo más allá de eso se lo decía, su intuición, ¿acaso era eso?... el no pensaba averiguarlo                                                                                                                         
 –Mi nombre es Manuel ¿y el tuyo? – le pregunto sin apartar su vista del libro que leía sin ningún interés.                                                                                                                                                                                          
–Martin- respondió con una gran sonrisa en su rostro – no quiero parecer un psicópata ni nada por el estilo, pero, te me haces conocido ¿nos hemos visto en algún otro lugar?                                                                   
 -No lo creo, yo jamás te había visto- respondió seca y fríamente.

¿Por qué era así?, siempre he alejado a las personas de mi lado por mi actitud, ah ya lo recuerdo, ese incidente me cambio, desde aquel momento mi vida se torno de un color negro, sin una pizca de luz.                                                                                                                                                                                               
–Ya veo, dime ¿te gustaría ir a tomar una taza de café luego de salir de la biblioteca?, es que pareces decaído y no me gusta ver a las personas así, si no quieres ir te entenderé, después de todo no me conoces, pero en verdad siento que nos hemos visto en algún otro lugar, lo siento en alguna parte de mi- le preguntó seriamente, pero sin sacar esa bella sonrisa de su rostro.                                          
–Claro porque no- ¿Por qué le había dicho que si? ¿Qué pasaba por su mente?, yo no soy así, ni si quiera lo conozco y acepto una invitación suya, algo me está pasando.

Notas finales:

Bueno! espero les haya gustado! *o* dejen sus comentarios :3 


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