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Ellas. por B S Suohkki

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Obviamente Harry Potter ni nada de su universo aquí presentado es mío. Descargo de responsabilidad.

Notas del capitulo:

Buenas noches, días, mañanas ¿madrugadas? Aquí Suoh. Hace un tiempecillo que no escribo. No al menos por gusto. Madre dice que cuando uno hace las cosas hay que hacerlas en el momento y con amor, que uno ha triunfado en su hobbie cuando ha pasado 10, 000 horas en él. Por ahí voy. El problema es que mientras hacía esto me doy cuenta de que realmente he perdido la técnica.

No sé qué tan bien haya quedado el capítulo uno. Intente pulirlo lo más, que realmente fuera presentable. Es mi primer fanfic de la pareja, estos dos son heroína, simplemente no me resistí y volví a las andanzas. Por favor denle un poco de su tiempo. ¡Ah! Los nombres de algunos lugares están en inglés nada realmente extraordinario~

Capítulo I

"Voice".

O el preludio.

 

Cuando tenía seis años, su padrino le hablo de todas las travesuras que podría realizar cuando fuera a Hogwarts sin que lo descubrieran debido a su gran astucia, el lugar donde su padre y él habían pasado tantos años de sus vidas sin arrepentirse por ello y por cada acción hecha en momentos de probable cabezonería digna de todo buen adolescente. Harry pensó que sin ninguna duda intentaría que Sirius se sintiera orgulloso de él.

Al tener ocho años, su madre comenzó a darle su formación mágica-teórica. Conceptos simples que de vez en cuando escapaban de su compresión de una forma bastante desagradable. Al pelinegro le hubiera gustado en ese momento que Lily simplemente no le hubiera comenzado a decir todos los peligros que conllevaba hacer magia pues sentía una presión crecer y agitarse en su pecho. En su pequeña cabeza paso la idea fugaz de que la pelirroja podía ser cruel. A su edad los niños simplemente disfrutaban de hacer magia accidental pero él simplemente sentía que tal vez si seguía por ese camino no lograría nada bueno; mucha responsabilidad para tener.

Un buen día, con diez años encima, su padre lo llamo a su estudio y lo hizo sentarse en uno de los mullidos sillones que tenía en aquella habitación compleja y llena de cosas que escapaban de su entendimiento. Le habló por primera vez como si fuera más que un niño pero menos que un hombre. El tema principal fue la guerra, guerra en la que sus padres sostenían un fuerte por si solos. Símbolos de luz. Deber de todo Potter hacer las cosas que llevaran a los semejantes por el camino del bien.

"¿Qué es la luz?"

Cuatro días después de esa extraña charla se volvió a ver con Sirius, como cada jueves su reunión se concretaba en The Grimmauld Place. El problema pues, fue que su padrino parecía ido. Murmuraba cosas al aire y le insistió en que tomara un té con un olor insípido, horrible, terriblemente amargo. Harry comenzaba a considerar que de seguro el sentido del gusto de su mayor comenzaba a atrofiarse. Se lo tomo solamente para complacer a Sirius.

—Pequeño… Toujours Pur, recuérdalo en el peor de los momentos y perdóname por lo que sucederá cuando llegué el treceavo… esto de seguro tu padre lo llamara oscuridad –el mayor se levantó, abrazó con fuerza al otro y le dio un sonoro beso en la frente antes de alejarse y verlo con añoranza.

"¿Qué es la oscuridad?"

No paso mucho tiempo antes de que sus padres le prohibieran volver a tener contacto con su padrino. No sirvió que protestara, que llorara y que les hablara con rencor por un tiempo. Nada funciono, parecía que ninguna cosa cambio con el deshecho del recuerdo de ese hombre… pero estaban cambiando, poco a poco, Harry lo notaba, que las cosas cambiaban conforme las estrellas tomaban su rumbo.

En un abrir y cerrar de ojos llegó el día en el que cumplía once años y habían hecho una gran fiesta en su honor. La gente le hablaba de lo grande que se veía, recordando con añoranza el día que él había sido un bebé. El chico simplemente sonreía nervioso sin saber que decir ante aquello y también evitaba tener que pensar en cuál era el nombre de cada uno de ellos y ellas. Todos eran de The order of the phoenix y sinceramente Harry nunca había estado muy interesado en aquella organización. Poco le importaba, la política era un vals que aún no podía manejar… Harry nunca mentía. Era terrible haciéndolo.

Su vista recorrió toda la habitación y al final se posó en un hombre de mediana edad, no parecía tener más de 25 años. Sus labios formaban una perfecta sonrisa que deslumbraba a las damas que estaban a su alrededor queriendo llamar su atención. Aquel ser parecía demasiado guapo para su propio bien y todas ellas querían que las mirara.

Tenía el cabello negro y parecía sedoso, cada mechón formaba lo que sería un peinado lleno de ondas que a Harry le parecieron haber sido colocadas minuciosamente en el lugar donde estaban ¿o sólo se acomodaba con naturalidad y estaba pensando mucho en algo banal? La piel pálida, libre de imperfecciones; los ojos azules y profundos como el mismo mar con marea alta por haber luna llena. Los labios de color uniforme y rosado. Era un hombre hermoso. Iba a continuar con su inspección pero resopló divertido y desvió la atención que estaba dándole al mayor. Más sin embargo supo que no sólo había apariencia en esa persona… existía algo más profundo y oscuro. Abismal y absorbente.

—¿Casanova nato? –se preguntó a sí mismo en un susurró mientras alzaba la mirada y se topaba con el techo lleno de luces encendidas que antes no estaban ahí.

—Algo así Harry, algo así –respondió una voz a su lado. El pelinegro la reconoció casi de inmediato.

—Ron… —se acercó un poco más a él para que la voz del chico no se alzara. Sabía de primera mano que el pelirrojo tendía a subir el tono cuando no sentía que se le prestaba atención. –No sé si debería de decir que estoy sorprendido de que hallas estado aquí todo este tiempo.

—Amigo… te llamé varias veces pero parecías demasiado interesado en observar a ese tipo… —Ron señalo despectivamente y con una mueca al mayor que había acaparado la atención del otro.

—Es sólo que me da la impresión de que es una persona demasiado… algo. No me preguntes, simplemente antes de darme cuenta lo estaba mirando pero mejor dime ¿a qué te referías con "algo así"?, me parece que me estoy perdiendo una parte de la historia que te aseguro considerare bastante interesante.

—Bueno, mi mamá le menciono a los mayores -Ginny y yo escuchamos a escondidas- que el hombre parecía tener algo diferente de los demás, dice que Dumbledore lo acogió bajo su ala porque tiene sangre de criatura, creo que eso puede justificar porque hay tantas mujeres a su alrededor… —el pelirrojo pareció verdaderamente pensativo ante su hipótesis –quiero decir que no es normal, de seguro tiene sangre de veela.

—O puede que en realidad sólo tenga padres guapos, haya sido bendecido por la genética, tenga encanto por naturaleza y la sangre de criatura sea de cualquier otra –Harry se alzó de hombros divertido y rió con suavidad para después hacer un ademán restándole importancia al asunto.

—¿Genética? –preguntó con ceja alzada Ron.

—Estudios muggles bástate interesantes, deberías de echarles un vistazo y entenderías el porqué de bastantes cosas en tu familia –comentó desconcentradamente antes de dar un pequeño respingo al sentir la mano de su madre en su hombro.

—Harry, querido, tu padre quiere que conozcas a alguien –Lily sonrió radiante, miró por unos instantes a Ron y le pidió una disculpa silenciosa para después llevarse al pelinegro.

El Potter más joven comenzó a creer que en realidad nunca iban a terminar por gustarle ese tipo de fiestas, llenas de gente que simplemente iban para dar un regalo ostentoso y quedar bien con sus padres; con una cantidad mínima de niños y con los cuales a penas y podía hablar tal y como había sucedido ahora. Intento buscar al Weasley para ver la reacción que tendría pero sabía que de seguro ya no estaría en el mismo lugar.

—¿Después de esto puedo ir a la cama? –preguntó el menor esperanzado.

—Sí… sólo… lo siento Harry.

—Está bien. No hay problema con socializar.

Cuando finalmente llegaron con la persona que querían presentarle el pelinegro quiso por unos instantes sonreír con cierta ironía. Minutos antes había estado insistiendo en ver el físico de ese hombre y ahora parecía tener una mejor oportunidad.

—Tom Riddle –se presentó mientras extendía una mano.

—Harry Potter, Harry basta –tomó la mano que se le ofrecía entre la suya y después de ello vio que a lado de Riddle estaba Dumbledore. El viejo le ofreció una sonrisa que el apenas y pudo responder.

Al pequeño no le gustaba mucho el famoso mago. Siempre que lo veía tenía que escuchar acerca de lo mucho que sus padres habían hecho cuando acudían a Hogwarts, que Lily esto, que James aquello, que juntos lo demás, de las grandes cosas que se esperaban de él como heredero Potter. Había un brillo malicioso en el hombre que le hacía sentirse como si fuese un objeto.

Y a pesar de todo eso tampoco lo odiaba. Simplemente si pudiera evitarlo toda su vida sería un hecho que marcaría como genial. A veces justificaba a Dumbledore, se decía a sí mismo que puede que cada acto que hiciera fuera inconscientemente. Cierras los ojos muchacho tonto, terminaba recriminándose.

—… será el profesor de defensa contra las artes oscuras, ya saben, necesitamos que personas jóvenes enseñen a jóvenes. Lograremos entendimiento mutuo –terminó James.

Harry parpadeo confundido pero no lo demostró. No quiso hacer visible que en realidad después de haberse presentado había ignorado completamente cada una de las acciones de los mayores para darle espacio a lo que considero mucho más importante: divagar por qué no le gustaba el director de una prestigiosa escuela y dueño de miles de títulos honorarios. Al menos había escuchado la última parte, lo que parecía ser la finalidad de todo aquel discurso de su padre, había sido un discurso, estaba seguro. James era ese tipo de hombre que disfrutaba de hacer del pequeño detalle algo demasiado grande y sublime ante los ojos de otros.

Era hábil con la lengua. En más de un aspecto según comento una vez el Potter mayor en alarde a Sirius en una plática de adultos en la cual le taparon los oídos a Harry a la mitad y lo sacaron de ahí para llevarlo a otro lugar y dejara de oír cosas inadecuadas para su edad.

—¿Qué dices Harry? –preguntó James mirando al chico con ansias.

—¿De qué? –alzó una ceja mientras miraba a Riddle que parecía mostrarse perspicaz.

—Del hecho de que conoces a tu profesor de defensa primero que muchos.

—Oh… me siento complacido, muy complacido ¿puedes ver mi cara de emoción? –Harry mostró su rostro inexpresivo, logrando que su padre terminara por romper su máscara de padre de familia ejemplar y comenzó a reír.

Lily negó mientras murmuraba algo que sonó como "Potter, todos son tan tontos", Tom por su lado simplemente se alzó de hombros. Harry le resultaba una especie de niño algo fuera de lugar.

—Joven Potter, me hará llorar, usualmente la gente se muestra más encantada cuando me conoce –Riddle inclino un poco su rostro mientras su mano izquierda se acomodaba en su cintura.

—Es normal, sí. Usted es un hombre agradable claramente –por unos instantes el menor se permitió relajarse pero termino por recuperar su compostura—, pero no llore, que le aseguro romperá la armonía de su afeminado –y el niño no termino con su discurso pues su madre tapo su boca, le susurró unas cuantas cosas al oído. Se aclaró la voz mientras rodo los ojos y sonrió forzadamente. –Decía que romperá la armonía de su buen rostro. Sea como sea tengo que ir a dormir, soy un niño y los niños van a la cama antes de la media noche, nos vemos –hizo una pequeña reverencia, viendo por encima del hombro a sus padres que lo despedían con una movimiento de mano.

Un escalofrió le recorrió la espalda. Tom lo miraba con esos ojos profundos y bellos que poseía de una forma que prometía cierto dolor. A veces, sólo a veces llegaba a la conclusión de que le hubiera gustado ser mucho más centrado y ser menos dado a burlarse de la gente. Era uno de esos pasatiempos insanos que había desarrollado debido a que había pasado un tiempo con cierta persona…

Aunque esa persona de seguro le diría que hasta para burlarse hay que hacerlo de una forma bonita y con estilo. Joder, tendría que practicar más.

Camino hacía su habitación, viendo los cuadros de la casa sin mucho interés, se detuvo cuando se encontró con el de Dorea Black. Ésta lo miro largamente antes de examinarlo de la cabeza a los pies.

—Ciertamente. Ese padrino tuyo es un tonto.

—¿Ah? –Harry iba a preguntar a qué se refería su abuela pero decidió mejor seguir su trayecto. Ella siempre decía cosas extrañas y nunca le aclaraba nada. El día había sido demasiado largo para su gusto.

Al entrar a la habitación camino hasta su cama para poder dormir. Realmente podría aprovechar y hacer cualquier otra cosa pero él se consideraba un maestro cuando se trataba de dormir por horas. Se tumbó con la ropa de gala puesta y cerró los ojos, dejando los lentes a un lado. Él realmente no los necesitaba siempre, sólo para leer pero a estas alturas ya le era natural traerlos puestos. No tardo en caer dormido.

 

2

El tiempo siempre pasaba con facilidad. Llegó agosto. Después septiembre y miró por última vez su casa antes de dirigirse a la plataforma 9 ¾ con sus padres con los nervios a flor de piel. Irónicamente Harry no sentía la misma ansiedad. Estaba mucho más preocupado por la forma en la que la guerra comenzaba a hacerse más y más presente en los últimos días.

Sabía por las charlas que de vez en cuando James le daba que no tenían muchos datos de la persona que lideraba el bando de la oscuridad. Simplemente que era un mago oscuro sangre pura. Nunca dejaba ver su rostro pero por la voz y la piel de sus manos podían saber que el hombre tendría más de 60 años. Probablemente había ido a Hogwarts para su formación mágica. Odiaba todo lo muggle.

Dejo la preocupación de lado y atravesó la barrera mágica para observar a todas las familias que estaban ahí, despidiéndose de sus hijos. Consulto el reloj de bolsillo que le habían regalado recientemente y descubrió que tal vez parte de los nervios que sus padres presentaban bien podrían ser por el hecho de que faltaban diez minutos para que el expreso al colegio partiera.

Terminó por despedirse de sus padres y subir al tren, mientras lo hacía escucho a James diciendo lo mucho que estimaría que mandara cartas. Lily le habló de hacer todos sus deberes como buen estudiante. Movió su mano por encima de su cabeza en un adiós y después con el baúl se paseó en busca algún compartimiento vacío para poder dormir. Cuando lo encontró se adueñó del mismo con una sonrisa. Se tiró en el asiento a dormitar y estuvo así por lo menos por media hora hasta que escuchó la puerta abrirse, maldijo mentalmente y rechisto.

"Tranquilo, tal vez si finges seguir dormido no suceda nada", pensó. Pero no funciono la estrategia.

—¡Oh! Miren lo que tenemos aquí. Un asqueroso mestizo –la voz resonó presuntuosa.

Harry se levantó y con los cabellos más despeinados que de costumbre miró irritado a la persona que hablo. Malfoy. Su petulante sonrisa estaba en su rostro aristocrático.

—¡Oh! Miren lo que tenemos aquí un dragón –el pelinegro aleteo sus pestañas y llevó su mano a su mejilla, recordando aquella ocasión en la que había recordado a Sirius decirle que Narcissa gustaba de decirle a su hijo de esa manera.

—Asqueroso… —comenzó el rubio, cerrando los puños, claramente molesto por la burla del otro.

—Corta el berrinche… quiero dormir… no le hagas cosquillas a un dragón dormido, Malfoy –comentó Harry y por primera vez se atrevió a mirar más allá del blondo. A su lado y como siempre iban Crabbe y Goyle. Entrecerró los ojos y terminó por simplemente pasar su mano por su cabello en un signo de exasperación. Era un gesto tan distinguible que poseía.

—Me sentaré aquí –habló de nuevo Draco. Se pasó sin pedir permiso, pisando uno de los pies del joven Potter que hizo una mueca al sentir el peso del otro.

—Deberías de dejar los postres, estas engordando –miró por la ventana con desinterés fingido.

El rubio gritó algo que cayó en oídos sordos. Harry desconecto su mente. Estaba ahora mismo sintiendo como su vida comenzaba a resbalarse entre sus manos, la veía con miedo. Era vida hecha agua negra y maldita. No entendía la razón de ese sentimiento que parecía simplemente no querer irse, había aparecido por alguna razón ahora.

Comenzaba a pensar seriamente que tal vez la adolescencia comenzaba a atacarlo. Que mal, no quería verla hasta dentro de unos cuatro o cinco años. Sentimentalismos, miedo y algo de racionalidad no era lo suyo. Y aun así últimamente se descubría a sí mismo pensando mucho. En todo y en nada a la vez ¿por qué hay guerra? ¿Por qué sus padres participaban? ¿Por qué a veces le importaba y otras veces no? ¿Sólo era importante cuando ésta dañaba sus intereses? Observó al chico delante de él, con cada guardaespaldas a un lado, entre sus manos tenía un pequeño postre que comía con un puchero. Claramente al menor aún no le gustaba para nada ser ignorado.

La primera vez que ellos se habían visto las cosas no resultaron de la mejor manera. Tampoco se desarrollaron bien y mucho menos terminaron con una final feliz.

"Pero tenemos la segunda parte, la continuación", Harry sonrió ante el pensamiento.

Volteó la cabeza violentamente a la puerta del compartimiento, por unos segundos sintió como alguien los observaba, bien podría haber sido paranoia porque no había nadie en ese lugar. Su corazón incluso había dado un salto pues estaba seguro de que la presencia estaba ahí. Suspiró y le echo la culpa a Remus y a Moody por ese tipo de actitud. Ellos siempre estaban lanzándole cosas no muy peligrosas o viéndolo a lo lejos cada vez que se encontraban, todo era por su bien según ellos. Era hijo de aurores activos en la guerra y podría esperarse que en cualquier momento lo atacaran.

Estuvo durante todo el camino pensando, sorprendiéndose de que no se hubiera intentando lanzar sobre Draco como era su costumbre cada vez que se veían. Se colocó la túnica del colegio y cuando el tren se detuvo salió.

Después de aquello supo que el rubio se mantenía cerca por alguna razón. Era extraño, realmente comenzaba a pensar que no era normal que un Malfoy estuviera a lado de un Potter a menos de que tuviera un motivo oculto. Lo dejo pasar y siguió sus pasos, escuchando el llamado a los de primer año. Lo siguió y vio a Hagrid, aquel gigante le agradaba, las veces que lo trato resulto amable así que simplemente caía en la categoría de personas que le gustaban por su educación. Pero nunca trataba con él ningún tema de política o similares, era terriblemente prejuicioso para su propio bien.

Aunque Harry no lo admitiera, tanta literatura muggle, cortesía de su madre, lo había hecho demasiado liberal, tenía una mente libre a asimilar cualquier idea que le agradara después de analizarla por largas horas, días e incluso meses o años.

Sintió un agradable cosquilleo en la piel, era emoción por ver aquel castillo que tomaría el lugar de su hogar. Hogwarts era tal y como lo habían descrito todos aquellos que le hablaron de él. No, era mucho mejor.

El interior también lo deslumbro. Apenas y escuchaba los murmullos de otros, estaba absorto en grabar ese recuerdo en su mente y sellarlo bajo siete candados para no olvidarlo nunca y sólo liberarlo el día que estuviera punto de morir, ese sería la única circunstancia que dejaría que Harry dejara ir el momento. Probablemente lo que más le gusto fue el techo que tenía el encantamiento para poder ver el cielo con todo y estrellas.

Estuvo por largos momentos en un estado de inconciencia que le permitió estar relajado, se movió a cualquier impulso del exterior como un autómata. Cuando termino de asimilar los hechos notó que se había perdido del canto del sombrero y que la selección para las casas ya había comenzado. Sonrió de lado, que desperdició… pero bueno, así eran las cosas. Por largos minutos sólo se quedó sin saber que pensar respecto a cada niño que se sentaba en el taburete con el sombrero encima y saltaba cuando escuchaba la casa a la que iría. Miró a la mesa de profesores y pudo reconocer a Dumbledore, a Minerva y a otros…

—Snape –dijo entre dientes, sin ningún sentimiento realmente. El aludido pareció notar la atención que tenía en él y simplemente tensó los labios al ver al chico. Tenía tiempo que no lo hacía.

Harry dejo en paz al pelinegro mayor cuando escuchó su nombre y camino hasta donde estaba el taburete. Se sentó y se puso el sombrero encima. El sombrero comenzó a hablar y el niño entendió que esto iba para largo.

"Señor Potter, hace un tiempo que no veía a alguien como usted".

"Así de genial, supongo".

"Ah, sí, sí, tan arrogante como sus predecesores pero me atrevo a decir que esta vez es más bien una 'cualidad' que decidió conservar por pura diversión".

"Algo así".

"Bien ¿alguna sugerencia? Harry".

"Gryffindor, para evitar los dolores de cabeza que me daría padre si termino en cualquier otro lugar".

El sombrero pareció meditar.

"No es la mejor opción… no lo es. Pero de seguro puede hacer de ella la opción más increíble que jamás haya pensado…"

"Gracias… señor sombrero".

—¡GRYFFINDOR! –el sombrero finalmente dicto su veredicto.

Harry se quitó el objeto y lo miró por largos segundos. Al parecer por el silencio que reino por instantes habían tardado más de lo que otros lo hicieron. Cerró los ojos y soltó un suspiro antes de caminar hacía la mesa que le correspondía con un temblor en las manos que apenas había notado tenía. Se sentó cerca de Ron que palmeaba su espalda con entusiasmo. A lo lejos Draco lo veía desde la mesa de Slytherin, con un pequeño deje de sospecha.

Miró el techo y la constelación de Orión y por unos instantes podría jurar que escucho voces. Muchas. Diciéndole que había cometido un error al querer complacer a otros.

¿Era su conciencia de niño lucido reclamándole?

Notas finales:

Ye. Aquí se acaba el preludio. Un bonito y corto capitulo. Bueno, un poco más corto de lo que planeaba pero necesitaba que se acabara aquí. Se preguntaran qué diablos con Tom, con Harry, con Snape. Ah, bueno, son varias cosas que van después, esto es más o menos una introducción, el escenario principal ya está puesto: Hogwarts.

Bueno ¿soy digna de un review? Realmente quiero seguir compartiéndoles esta historia, hay un montón de escenas escritas que quiero poner en un episodio y mostrárselas ya.

Un saludo~

Au revoir.


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