Cuando llegué al pueblo no tenía ni la más mínima idea de lo que debía hacer, el miserable de mi padrastro se deshizo de mí con solo una bolsa de monedas y encima el sirviente me arrojó del carruaje. Solo atiné a caminar, cada vez se ponía tenebroso debido a los pocos faroles que iluminaban el sendero. Así llegue a una posada, entré al lugar y todas las miradas se posaron en mí –eres muy llamativo niño –me senté en la barra y me tendió un vaso de leche –lograrías conseguir muchos clientes
-eh!? –Miré confundido –no soy esa clase de persona y no sé por qué me das leche, deseo alcohol
-eres aún un niño –sonrío –además vi como fuiste arrojado del carruaje y sé que no tienes adonde ir pequeño
-eso no te incumbe –bebí el contenido del vaso
-No es tan malo como suena. Solo es bailar y entretener al público. Si se sobrepasan contigo yo me encargo de molerlo a golpes, serás como un hijo para mí –me abrazó –además tu trasero no está a salvo, estás en la mira de muchos viejos pervertidos –susurró –soy el dueño del local
Y sin más acepté tal trabajo, no era el único bailarín, sumábamos un total de doce. El establecimiento era realmente grande ya que la posada era una simple fachada para el prostíbulo que se encontraba cruzando los pasillos del baño. Solo era bailarín, no atendía clientes. Ese lugar era muy concurrido por clientes extranjeros que solo se pasaban una vez para verme bailar, era todo un espectáculo. Las ganancias de la tienda aumentaron.
Cuando cumplí los 18 años fui llevado al palacio, debido a los rumores acerca de lo provocativo y seductor que podía ser me llevaron para bailar una de las tantas fiestas ofrecidas en el reino. Pero no una celebración más, era especial y grande: El compromiso del príncipe.
Mi corazón creyó una oportunidad de ver a mi Jonghyun, pero la idea del compromiso dolía. No era posible que me haya olvidado, aunque no existían razones para recordarme.
La hora de la fiesta llegó, salí a realizar mi presentación. Vestía unos pantalones rojos hasta la rodilla estilo árabe, desnudo en la parte superior de mi cuerpo. Con dos perforaciones en mi tetilla derecha. Todo recubierto de apliques, brillantes, lentejuelas, y canutillos. Envuelto con un velo de seda color escarlata. En mis caderas colgaban flequillos de tela para provocar más seducción al momento de moverlas, logrando excitar a más de uno.
Comencé con el juego del velo, tendiéndolo en el aire y envolviendo mi torso en él. Las caderas sorprendían a más de uno, el menearlas para cada lado provocaba un efecto positivo en los espectadores.
Sonreí, al escuchar las ovaciones y los aplausos supe que los tenía en la palma de mi mano.
Debido a ese baile el rey quedó prendado de mí, ¡sí! Era mi padrastro, solo que este bastardo fingió no reconocerme.
El esperado compromiso nunca llegó se disculparon con lo indispuesto que hallaba el príncipe tras la huida de su prometida. Mi corazón se alivió.
Al poco tiempo una carta del rey llegó a mí, pidiéndome servicios de entretenimiento. En primera instancia lo rechacé pero anhelaba ver a Jonghyun, solo me conformaría con observarlo desde lejos.
A los pocos días tenía una habitación en el palacio –Mira que has crecido Kibum –el rey me estrechó con sus brazos –ya no eres aquel delgaducho mocoso –se acercó a mi oído –estas más sensual y devorable –Un escalofrío rozó mi espalda, comenzaba a lamentar la decisión tomada.
Mi tarea era servir al rey, el muy asqueroso manoseaba mi cuerpo con lascivia, mas no dejaba que continuara más de lo debido. Solo cumplía algunas de sus fantasías todas las noches en sus aposentos.
Mi corazón soportaba con el único deseo de verlo, mas en la primera semana desde que llegué no logré ver a Jonghyun. Me desesperaba.
Durante las mañanas era capaz de pasear en los pasillos del castillo, se me concedió la entrada de la biblioteca. Y el encontrar papel y tinta no pude evitar la tentación de escribir. Una semana más transcurrió sin la presencia de la persona anhelada por mi corazón.
Ahora me encerraba en la biblioteca y la escritura acompañaba el transcurrir de mis días.
Dos rojas lenguas de fuego
que, a un mismo tronco enlazadas,
se aproximan, y al besarse
forman una sola llama
-buenas letras –me paralicé al escuchar aquella voz, aquel tono que encendía calor en mi interior, me era inevitable voltear. Y ahí otra vez, la sonrisa ingenua comenzaba a iluminar mi día - mmm te ves lindo hasta cuando vuelas a otro mundo ¡rosa!
Mis lágrimas se acumulaban en mis orbes, corrí a los brazos que me esperaban abiertos, abalanzándome a él lo tumbé –estas muy ansioso kibumie –busque su mirada con deseperación –lo siento –susurró en mi cuello –siento el no haberte encontrado, el fingir una fiesta de compromiso con la simple esperanza de confirmar mis dudas reafirmando que aún seguías vivo y más aún hacerte prometer que nunca me olvidarías. Fui egoísta.
Ese día cerré fuerte los ojos al sentir sus labios cerca, invadiendo mi espacio –mi diva –colocó sus carnosos labios junto a los míos, con miedo al rechazo. Lo que no sabía era que ya había caído por él. Me rendí ante esa sonrisa estúpida que era solo mía. Caí a sus encantos y me volvía cada vez más ansioso por tener su cuerpo junto al mío otra vez.
Nunca lo olvidé, lo busqué, lo encontré y no permití gemir frente a otros que no sea él, del que robé el corazón.
No pude evitar el desliz de una lágrima en mi mejilla. Recordando lo que habíamos pasado y cómo nos encontramos, no era justo, por qué debíamos huir, por qué ser los perseguidos ¿acaso no era suficiente con el tiempo que nos separó años atrás?
-nos alcanzarán –gira hacia mí y sonríe –nos atraparán –rió tristemente –lo siento
El destino estaba en nuestra contra, no existía pizca de misericordia. Odiaba el hecho de que Jong sienta culpa al no lograr salvarnos –si tan solo fuera una mujer –pensé en voz alta
-¡No! tu cuerpo me excita más de lo permitido y amo tu forma de ser, nunca odies tu existencia, porque momentos como este reafirma lo valiosos que logramos ser
-¿valiosos? Pero si todo el mundo nos odia, les aterra lo diferente Jong
Una luz en el cielo iluminó la noche, nos detuvimos. El galope de los caballos se acercaban, sentía como el sonido de los hocicos del animal rozaban mis oídos. Ya está todo hecho, terminó nuestra historia de amor. Apreté fuertemente la mano de Jong y me abalancé a sus labios, en el pastizal. Los jinetes pasaron por nuestro costado mas prosiguieron su camino.
-No todos –miré confundido ante las palabras de Jonghyun
-¿pe-per –los fuegos artificiales iluminando la negrura de la noche interrumpió
-se terminó bumie –robándome un beso nos incorporamos del suelo –no estamos solos, el reinado de nuestro padre terminó. A veces luciérnagas vitales necesitan apagarse, la sangre es inevitable en una rebelión.
¿Me acompañarás en el inicio de esta nueva era?
-¿Tienes duda de ello? -devoré los labios que esperaban mi respuesta y dentro de mí se formaba la esperanza de un nuevo comienzo.
Con esto él…
Ahora solo me pertenece a mí.