Latidos del corazón
Otra vez no podía dormir. Hacía tanto tiempo que no dormía como debía ser, que ya hasta había olvidado la sensación de placentero descanso que se siente al despertar. ¿Cuándo podría volver a dormir tranquilamente? Fue la pregunta que surco su mente.
Con lentitud y pesadez se removió en la cama, quedando así recostado sobre su espalda. Poso su fría mirada sobre el blanco techo y su ante-brazo viajo hasta posicionarse en su frente.
Lo necesitaba. Le hacía tanta falta que dolía…
Era costumbre, que al ir a dormir, Rivaille tomara de la cintura a Eren y lo atrajera hacia su cuerpo. Para nadie era un secreto que el sargento era más bajo que el chico, de modo que su oído quedaba muy cerca del pecho del castaño.
Todas las noches Rivaille se dormía al escuchar el compas del corazón del menor, era tanta la costumbre, que ahora oír los latidos de Eren le era más que indispensable. Sin duda lo necesitaba a su lado.
No había nada que le diera mas felicidad al hombre de los ojos olivo, que escuchar ése acelerado latir, sabiendo que solo era provocado y dedicado a él…
Pero ya no estaba… y desde el día en que ese corazón dejo de palpitar, él había perdido no solo el sueño, si no la felicidad, las ganas de vivir y luchar. El saber que la vida del chico se había extinguido solo por salvar la suya propia, lo hacía sentir muerto en vida.
Sin poderlo evitar las lágrimas comenzaron a descender por sus mejillas. El ante-brazo que reposaba en su frente bajó para cubrir sus ojos, y su otra mano viajo a su boca en un vano intento por reprimir su llanto.
El sargento Rivaille estaba más que acostumbrado a ver morir a la gente cruel e injustamente. El ver a sus colegas y amigos ser devorados por un titán era ya algo cotidiano e inevitable a lo que él tenia que atenerse, pero por alguna extraña razón solo había una muerte de la que nunca pudo recuperarse por más que lo intentara…
El saber que no volvería a escuchar ese acompasado y un tanto acelerado latir, lo torturaba noche tras noche, minuto tras minuto…
Las pesadillas lo hacían despertar gritando y sollozando, logrando así revivir ese sentimiento de desesperación y desolación que solo por el logro experimentar.
Flash Back
En el piso yacía un ensangrentado y moribundo castaño, siendo sostenido en los brazos del sargento Rivaille.
- ¿Eres Idiota? ¡¡¿Por qué lo hiciste?!!
- Sa-sargento – trato de sonreír el menor- Yo… yo solo soy un monstruo… dar mi vida por la de usted… es lo mejor que pude hacer… - decía entrecortadamente, con apenas un hilo de voz- Gracias… por dejarme permanecer a su lado… gracias por dejarme amarlo… no olvide eso, viva y sea libre por mi también… Te Amo Rivaille…
Lentamente los ojos verdes de aquel chico comenzaron a cerrarse, yéndose con ese simple gesto la vida del joven Jeager entre las manos de su superior.
- ¡¡Eren!! ¡¡Eren, despierta!! ¡Mocoso Idiota! Aun hay muchas cosas que debemos hacer ¡¡Abre los ojos, maldita sea!! – gritaba el azabache… como si con ello Eren pudiese escucharlo- ¡Es una Orden! Tienes que abrir los ojos – sin poderlo evitar el llanto se apodero de él- No mueras por favor… solo quédate conmigo – Abrazó el inerte cuerpo del joven contra su pecho entre sollozos- Te amo… No puedes dejarme…
La batalla aún continuaba, la Tropa de Reconocimiento seguía luchando por su libertad… pero por primera vez todos los presentes lograron presenciar el fatídico momento en que Rivaille lloro por la pérdida de una vida… por la pérdida de la vida de Eren Jeager .
Fin Flash Back
Sus ojos se abrieron de golpe, las lágrimas secas trazaban un camino oscuro por sus mejillas y el dolor de rememorar ésa pérdida lo abrumo otra vez.
¿Cuándo se había quedado dormido? No lo sabía… y tampoco sabía cuando había parado de llorar.
Oh, si tan solo lo pudiese escuchar una vez más… daría todo lo que tenía y aun le faltaba por tener, solo por escuchar una vez más el latir del corazón de Eren… arrullándolo suavemente para llevarlo a los brazos de Morfeo.
Las lágrimas comenzaron a correr nuevamente, su pecho dolía con intensidad. En un vano intento por mitigar el dolor, el hombre azabache se abrazó así mismo, quedando en posición fetal aún recostado en la cama.
~*SnA*~
Pasaba del medio día. Todos en el castillo se encontraban realizando sus labores previamente asignadas… todos menos una persona.
A paso firme Hanji se dirigía a la habitación del ausente hombre. Levi no había bajado a desayunar, ni siquiera había dado muestras de vida desde la noche anterior, y eso preocupaba a la soldado.
Al abrir la puerta de la recamara (porque ni siquiera se tomo la molestia de tocar) lo encontró aún dormido y con rastros del llanto de la noche anterior.
A paso lento se acercó.
Su rostro reflejaba una infinita paz y tranquilidad, que hasta ese momento Hanji no conocía. En un gesto maternal la mujer lo arropo aun más con las cobijas, y con cuidado de no realizar ruido salió de la habitación.
Ella mejor que nadie, sabía que la muerte de Eren era una profunda y latente herida en el corazón de Rivaille, la cual le había afectado más de lo que el mismo daba a demostrar.
~*SnA*~
El reloj marcaba las 4:30 de la tarde en punto. Con una cara de total serenidad Rivaille recorría los pasillos del cuartel.
En ese momento se encontró con Armin. El rubio en cuanto lo vio, lo saludo de la ya acostumbrada manera que les habían inculcado en la milicia.
- Bu-Buenos días, señor. – tartamudeo el de ojos azules en posición firme.
- Yo no diría días, si no tardes –corrigió Rivaille con su ya habitual tono- ¿Por qué nadie me llamo?
- La sargento Hanji ordeno que no se le molestara, sargento
- Ya veo… - se cruzo de brazos- ¿Sabes dónde puedo encontrar a la cuatro ojos ésa?
- Me parece que estaba en la biblioteca, señor
- Gracias. – se retiró.
Entro sin siquiera tocar. Ya dentro, y tal y como Armin había dicho, encontró a la sargento Zoe entre varias montañas de libros.
- Ohh Rivaille – canturreo la mujer- ¿Qué tal? ¿Cómo dormiste?
- No es de tu incumbencia…
- Yo esperaba que con un buen sueño se te quitara el mal humor
- ¿Qué insinúas? – levanto una ceja
- ¿Yo? Nada… mejor dime que soñabas – le pico los costados con el codo para incitarlo a hablar
- Nada que te interese, maniática
Y sin decir más se retiro del salón; pero antes de partir Hanji pudo notar esa casi imperceptible mueca parecida a una sonrisa, sobre el rostro de Rivaille.
- Solo espero que en verdad durmieses bien… - susurro Zoe para sí
Con fuerzas renovadas y un muy buen humor el sargento se dirigió a su oficina. Nunca se lo diría a nadie, pero desde la muerte de Eren solo ésa noche había podido dormir como dios mandaba…
Porque aquella noche había recibido lo que tanto anhelaba: pudo escuchar nuevamente, el latir de su corazón…
*SnA*