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Yubikiri por Hiroki Sakurai

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Notas del fanfic:

De verdad espero que te gustey feliz navidad. n.n

Las abundantes rosas rojas que alguna vez cubrieron aquel hermoso jardín ya no estaban más, el césped verde había sido opacado por la inmaculada nieve que caía graciosamente sobre este. La brisa sacudía las ramas de los arboles mientras llevaba los finos copos de nieve de un lado a otro. Justo en el centro de dicho jardín, podía apreciarse la silueta de un joven; su mirada parecía estar perdida en algún lugar del cielo, mantenía las manos dentro de los bolsillos de ese fino abrigo negro que resaltaba el pálido color de su piel. Por la expresión en su rostro parecía no importarle el hecho de que hacía mucho frio, probablemente se debía a que estaba demasiado sumido en sus pensamientos, o tal vez era sólo porque su abrigo era lo suficientemente cálido como para aislarlo de las fuertes corrientes de aire.

 

La fiesta no iba a la mitad y ya deseaba huir, este no era mi ambiente, nunca había logrado sentirme cómodo aun cuando mis padres de verdad parecían disfrutarlo.  

—Me largo. —Dije en voz alta para reafirmar mi decisión. Mire hacia varios lados para ver si es que veía a mis padres, al no encontrarlos me dirigí hacia una salida que parcia estar solitaria, ni loco salía por la puerta principal, existía una alta posibilidad de encontrarme con alguien y eso sería realmente incomodo pues buscarían entablar una conversación conmigo aunque sólo fuese para quedar bien, me quitarían tiempo y no estaba dispuesto a permitirlo.

—¿Tan pronto se retira? —Me detuve en seco, estaba a escasos pasos de llegar a la salida y mi mala suerte hacia acto de presencia, obligándome a afrontar algo que deseaba evitar. Se me hizo un tanto extraño, no solo porque la salida estaba retirada de la entrada principal, si no porque además no recordaba haber escuchado aquella voz antes. Anteriormente había asistido a otras fiestas sociales de este tipo, a las que por cierto fui obligado a ir, y en esas reuniones había sido presentado a una cantidad impresionante de personas; tenía buena memoria y en definitiva esa voz no la había escuchado.

Estuve tentado a seguir derecho e ignorar aquella voz que se dirigía a mí, pero mis buenos modales me lo impidieron haciendo que casi de inmediato diera media vuelta, quedando de frente con un joven que parecía tener la misma edad que yo. Su cabello color chocolate cubría parte de su cara, su tez blanca hacia resaltar sus labios rojizos. Por un momento me sentí embriagado, su dulce colonia invadía ese pequeño espacio, sus profundos ojos grises me miraban como si pudiesen ver a través de mí. Quise apartar la vista, pues me sentí avergonzado al descubrirme mirándolo tan detenidamente, pero mis ojos parecían estar hechos de un extraño metal e inevitablemente eran atraídos por su persona.

No sé cuánto tiempo estuve mirándolo, no sé cuánto tiempo fue que me perdí en él; pero supongo que fue demasiado pues me miraba de una manera extraña mientras su cabeza se movía de un lado a otro. Para cuando me di cuenta de que aun esperaba una respuesta de mi parte, sólo atine a negar con la cabeza.

—¿Va a quedarse un rato más verdad?

—Por supuesto… yo sólo estaba tomando un poco de aire… —Contesté de inmediato. Le vi sonreír, y como si fuese un espejo le imite devolviéndole el gesto.

—Entonces entremos.

Si bien deseaba seguir contemplándolo, una parte de mi me decía que eso era raro y no debía ser. Y sólo hasta que me dio la espalda fui capaz de salir de ese trance en el que me encontraba y reaccionar. Me limite a seguirlo en silencio, a cierta distancia, mientras caminaba mantenía la mirada en el suelo. Fui consciente de que se había detenido sólo hasta que tropecé con él. Teniéndolo así de cerca podía ver mejor cada rasgo y en efecto reafirme el hecho de que no lo había visto anteriormente. ¿Sería un sujeto que había hecho algo para ganarse un titulo de repente? No, eso no era probable, después de todo parecía tener mucha educación, no se parecía en nada a los demás. Tenía clase.

—A ti tampoco deben de gustarte esta clase de reuniones.

—No es que no me gusten… es sólo que… estoy un poco cansado. —De inmediato puse distancia entre nosotros, pues me hallaba muy cerca de él.

—Ya veo. A mí no me gustan, son muy aburridas, llenas de gente superficial que sólo quiere presumir y quedar bien con todos. Es absurdo.

—Lo sé, es molesto.

—Entonces estaba en lo correcto, se te nota demasiado que esto no te agrada, no lo puedes ocultar. Me agradas, parece ser que nos parecemos mucho. —Lo admito, me sorprendí al escucharlo decir eso, pero una parte de mi, aunque sólo fuese un poco estaba alerta y me decía que estuviera a la defensiva.

—No creo que ese sea el caso. A todo esto… ¿Quién eres? Nunca antes te había visto.

—¿Yo? Vamos, eso no tiene importancia. Solo llámame Yuuji.

—Muy bien Yuuji, fue un placer charlar contigo, pero debo retirarme. —Era mejor si sólo me quedaba a la defensiva, era bueno pintar una raya desde un principio.

—¿Estás seguro? No parece que tengas muchos deseos de ir allá adentro. –Y tenía razón, pero tampoco deseaba hacerme su amigo ni nada por el estilo.

—Tienes razón, no deseo ir allí… pero creo que sabes muy bien porque debo ir.

—Lo sé y me parece absurdo... Yo también debería estar allí… pero no quiero… ¿Qué dices de hacerme compañía?

—Está bien, parece ser la opción más aceptable. — Y así era, aun cuando lo había pensado mucho, en definitiva era mejor estar afuera con él que meterme y tener que convivir con toda esa gente. Además si mis padres preguntaban sería perfectamente lógico decirles que estaba “socializando”.

—Ven, quiero mostrarte algo.

Me mostro una sonrisa y comenzó a caminar, en un principio no me moví, sólo me quede allí parado mirando cómo se alejaba. No me entendía, me decía que no debía mirarlo, y al siguiente segundo ya lo estaba mirando; me enoje, no con él, sino conmigo.

—¿No vienes?

Le oí decir, entonces reaccione y comencé a caminar tras de él. La gélida brisa nos daba de lleno, haciendo que nuestro cabello danzara graciosamente en el aire. Justo ahora sentía mis mejillas doler. ¿A dónde me llevaba? La verdad es que más allá de estar preocupado me sentía inquieto. Era una extraña sensación la que me invadía. Me sentía nervioso pero no sabía del todo porque.

Después de caminar por unos momentos llegamos al ala este de la mansión. Allí había un jardín extraordinario, y realmente lo era… ¿Cómo es que en esta época florecían rosas tan hermosas? Quede realmente maravillado, me esperaba cualquier cosa excepto eso. Al igual que las rosas el césped estaba lleno de vida y conservaba un brillante verde.

—¿Te gusta?

—Sí. —Asentí una y otra vez lleno de emoción.

Lo escuche reír y voltee a mirarlo, cubría su boca con suma elegancia, me molesto. Lo mire lleno de ira, no me gustaba que la gente se burlara de mi, y no pensaba permitírselo a nadie, mucho menos a él que recién conocía. Supongo que notó mi disgusto, puesto que se detuvo y me miro fijamente.

—Lo siento, nunca antes había visto a alguien emocionarse de esa manera, y menos por algo así.

Yo seguía mirándolo con furia, al menos me alegraba de que hubiese reaccionado de esa manera, pues había podido dejar de mirarlo como si de un dios se tratase; ahora sabía que era un simple mortal.

—Vamos, no te enfades, no era mi intención. Nunca le habría mostrado esto a nadie…

Su mirada se volvió melancólica, pasó de mirarme a mirar el suelo. En un instante se había esfumado el sujeto gracioso, lleno de confianza; ahora solo veía a un chico triste. Soltó un largo suspiro y entonces volvió a mirarme, en su rostro se dibujo una sonrisa amarga y no pude evitar imitar su gesto, sobre todo porque de alguna manera me sentía igual que él. Triste.

—Este es mi lugar preferido.

—Parece que tienes muchos recuerdos en este lugar.

—Estas en lo cierto.

Nadie dijo nada más. En esos momentos me olvide por completo de todo, olvide que tenia padres que probablemente me estarían buscando, me olvide de que dentro había una fiesta, incluso olvide que era invierno. No tengo idea de cuánto tiempo pasó. En varias ocasiones mire a Yuuji de reojo, y en todas esas veces él mantenía su vista fija en el jardín.

—Creo que deberíamos volver… —Dije en cuanto volví a la “realidad” pues todo ese tiempo me sentí como si estuviera en un mundo por completo distinto.

—Tienes razón. Vamos.

Esta vez fui yo quien tomo la delantera. Caminaba a paso lento, después de todo no tenía prisa, y aun cuando había dicho que volviéramos, la verdad es que deseaba estar más tiempo allí.

—¿Cómo te llamas?

—Hizaki

—¿No me dirás tu nombre completo?

—Creí que no tenía importancia

—Tienes razón. No necesito saber tu nombre completo para saber que eres alguien especial.

¿Había escuchado bien? ¿Acaso me había llamado una persona “especial”? Me detuve en seco y volteé a verlo.

—Perdón, no me malinterpretes, sólo digo que eres distinto a las personas que he conocido.

—Entiendo…

Le di la espalda y continué caminando. En eso supongo que tenía razón, él también era muy distinto a los demás. Me agradaba. ¿Cómo es que no nos habíamos conocido antes?

 

La fiesta aun continuaba dentro de la mansión; en el gran salón algunas parejas bailaban, mientras que otras estaban reunidas hablando de dinero y cosas como esas. En cuanto mis padres me vieron me interrogaron de una manera sorprendente, lo bueno fue que en cuanto les conté que había estado con Yuuji se calmaron y me dijeron que les parecía magnifico que comenzara a entender. Era tarde, yo no lo había notado, pero al parecer pasó demasiado tiempo desde que había decidido escapar. Pase unos momentos más bebiendo y platicando con las personas que se acercaban a mí. Y entones, una vez más me canse de todos ellos. Fui hasta donde se hallaban mis padres y les comunique que me retiraba. La estaban pasando tan bien, y estaban tan complacidos de que hubiese “socializado” que me dejaron ir en paz. Salí de allí lo más rápido que pude, no quería entablar conversación alguna con ninguno de los presentes.

En cuanto salí me sentí aliviado, el viento me dio de lleno erizándome la piel, después de todo había salido corriendo de allí y no me tome la molestia de colocarme el abrigo. De inmediato me apresure y me lo puse. Aun cuando sabía que era una locura regresar a pie, yo quería hacerlo. Sólo sería una hora de camino, así que en realidad no pasaba nada. Comencé a caminar con toda la calma del mundo, recordando a Yuuji. Entonces alcé la vista y para mi sorpresa, al hacerlo me encontré con una silueta muy familiar.

—Hola. —Me dijo mientras agitaba su mano en el aire.

—Hola… —Estaba confundido. ¿Acaso me estaba esperando?

—¿Te retiras?

—Sí. Estoy casado.

—¿Puedo acompañarte?

—¿Por qué quieres hacer eso?

—No lo sé… sólo quiero hacerlo… ¿Me dejaras?

—Sí lo deseas, pero te aviso que es una hora de camino y planeo ir caminando.

—¿Caminando? Creí que estabas cansado.

—Lo estoy, pero no es un cansancio físico.

—Entonces vamos.

No le dije nada más, sólo comencé a caminar tan lento como en un principio. Era un tipo muy raro, pero me agradaba. Creo que se debía más que nada a que él era tan raro como yo. Durante el camino hablamos muy poco, en realidad de nada importante, sólo intercambiamos opiniones. Debo admitir que después de hablar con él una vez más mi concepto que tenía había cambiado. Paso de ser una persona agradable a una persona realmente interesante, inteligente y alegre; aunque con esta última tenía mis dudas… sobre todo por lo que había pasado en aquel jardín. Aunque era entendible, todos nos poníamos melancólicos de vez en cuando, incluso yo.

—Aquí es. —Dije señalando la entrada de la mansión.

—No estaba tan lejos.

—Lo sé… ¿Quieres entrar?

—Me encantaría, sin embargo me temo que debo partir.

—Ya veo…

Hizo una reverencia y después dio media vuelta. Al verlo dar un par de pasos le imite, di media vuelta y comencé a caminar, no había dado ni tres pasos cuando oí que me llamaba e instintivamente voltee a verlo.

—¿Sí?

—Aun cuando me voy… volveremos a vernos ¿cierto?

—Claro, continuare asistiendo a esos eventos.

—No me refiero a eso…

—¿Hablas de frecuentarnos? ¿Quieres que seamos amigos?

—Sí… ¿O es que no se puede?

—Podemos.

—Me parece bien, entonces vendré a verte… ¿Está bien si vengo pasado mañana?

—Como desees, no tengo ningún inconveniente.

Me sonrió y retomo su camino a casa, yo, por mi parte me quede mirando cómo se alejaba, hasta que llego un punto en el que ya no pude verlo más. ¿Qué había sido eso? No es que no quisiera ser su amigo, era solo que no sabía si iba funcionar.

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Ya habían pasado cinco días desde que nos habíamos conocido en aquella fiesta, cinco días desde que había prometido que nos veríamos nuevamente, cinco días desde que no sabía nada de él. No es que estuviera desesperado por verlo, es sólo que no puedes decir cosas que simple y sencillamente no estás planeando cumplir a corto ni a largo plazo. Era un sentimiento de decepción y enojo; me molestaba darme cuenta de que había sido engañado, era molesto darme cuenta de que había creído en lo que dijo aquel día; pero sobre todo era decepcionante darme cuenta de que no era distinto de todas esas personas que decían cosas para quedar bien. En realidad no sé ni porque me sorprendía se supone que ya sabía que esto iba a ser así.

++++++++++++

—Joven su madre le espera abajo.

Gracioso, ¿acaso no es ridículo mandar a llamar a tu hijo con el mayordomo? Es decir, estamos en la misma casa. En fin, en realidad no importaba demasiado, deje mi violín y baje a ver qué era lo que quería esta vez mi madre; solo rezaba porque no fuese algo que no quería hacer, como asistir a otra de sus fiestas. En cuanto llegue abajo me lleve una sorpresa, y es que mi madre se hallaba en la puerta y a su lado se hallaban cuatro baúles grandes.

—¿Qué sucede? —Pregunte un tanto asustado.

—Tu padre y yo saldremos de viaje por un tiempo, pensamos que tal vez no tendrías interés en ir así que no te avisamos.

—Vámonos nos esperan —Dijo mi padre al entrar; en cuanto me vio sonrió y se me acerco. —Hijo, debes cuidarte. No planeamos estar mucho tiempo fuera, si hay algún evento sabes que debes ir… ¿verdad? Sabes que necesitas relacionarte más con las personas, no sólo para que descubras que no todos son iguales, sino que también debes asegurarte de tener buenas relaciones, eso podría ayudarte mucho en el futuro. —Me dio unas palmadas en la espalda, para después ir al lado de mi madre y tomarla del brazo.

—Cuídate hijo. —Ambos se dieron media vuelta y salieron, casi de inmediato entro un dependiente, tomo los baúles y salió con ellos.

Me quede solo, bueno no era tan literal, después de todo aun quedaban varios dependientes aquí. Me sentí aliviado, tenia suerte de no tener que viajar con ellos. En cuanto los vi alejarse subí nuevamente a mi habitación para reanudar aquello que había dejado pendiente. No siempre me sentí atraído por el violín, de hecho, en los eventos que ofrecían siempre había un violinista, pero ninguno había logrado que eso me interesase de verdad. Fue solo cuando oí a Johan Sebastián Bach que surgió ese interés en mí; su manera de tocar el violín me pareció sumamente exquisita. Él hizo que yo comenzara a pensar que podía algún día tocar como él, de allí que socializar no me interesase.

—Disculpe Joven. —Toco el mayordomo a la puerta.

—Adelante.

—Un joven llamado Yuuji ha venido a visitarlo.

—Ya veo. Dile que suba lo recibiré aquí mismo.

—Enseguida joven.

Salió dejándome la privacidad que requería. Supuse que aun cuando había pasado tiempo… si él llegaba a venir mi reacción sería distinta, no lo sé, sólo creí que cuando eso pasara me iba a emocionar, pero era bueno saber que no había reaccionado de esa manera, así comprobaba que no sentía nada por él y que su existencia me era indiferente, que lo que había sentido aquel día había sido causado por el cansancio. Oí que tocaban a la puerta, estaba entretenido limpiando mi violín que solo acerté a decir “adelante” y al hacerlo la puerta se abrió de par en par, en cuestión de segundos mi habitación entera estaba llena de su dulce perfume, al advertirlo busque instintivamente al causante y al identificarlo fue brutal. En cuanto lo vi sentí como si mi corazón se hubiese detenido por completo durante algunos segundos, mis ojos fueron a buscar de inmediato los suyos, sentí mis mejillas arder y por un momento sentí todo mi cuerpo sacudirse y temblar. ¿Qué era esta sensación? No me gustaba. Pero extrañamente deseaba seguir sintiéndome así.

—Hola. —Dijo a la vez que me mostraba una gran sonrisa.

—Hola. —Le devolví el gesto. Intentaba no mostrarme “débil”. ¿Qué iba a pensar él si me veía así? Sería vergonzoso.

—Perdón por no haber venido antes, pero tuve que tratar con algunos asuntos.

—En realidad no importa.

—¿Se encuentran tus padres? Me gustaría conocerlos

—No están.

—Ya veo… ¡Oh! ¿Es que acaso sabes tocar el violín? —Dijo de una manera dramática mientras señalaba el violín que sostenía.

—Sí, aun no soy lo suficiente bueno… pero se algo…

—Toca y te daré mi opinión.

No sabía si debía hacerlo, aun no era muy bueno y no deseaba que se riera de mí. Lo mire y tal vez no debí hacerlo, pues cuando mire sus ojos suplicantes, acomode mi mentón en el barboquejo, tome el arco, cerré los ojos y me deje llevar.  Deslizaba con suavidad el arco sobre las cuerdas, mis dedos iban en busca de las cuerdas y mi mente se hallaba perdida en algún lugar. Pasaron algunos minutos hasta que llegue al final de la canción. Abrí los ojos y me encontré con un Yuuji que lloraba, me preocupe y me acerque a él.

—¿Qué sucede? ¿Estás bien?

—Maravilloso…

Fue lo único que dijo antes soltarse a llorar. No sabía cómo reaccionar, nunca antes había estado en una situación como esa. Me limite a mirarlo. Para mi fortuna esa situación no duro demasiado pues en un par de minutos las lágrimas se detuvieron.

—Perdóname, lo siento… es sólo que nunca había escuchado algo que se le pareciese… ¿Qué clase de violín es? El sonido es extraordinario.

—Es un Stradivarius. El violín se llama Kreutzer.

—Es impresionante.

Hablamos por varias horas, los temas fueron múltiples. Al parecer teníamos demasiado en común. No sólo teníamos gustos musicales muy parecidos, sino que también compartíamos opiniones en diversas cuestiones y asuntos. Si en algún momento me sentí decepcionado de él o si llegue a decir que era igual a los demás y que probablemente no valía la pena… ¡Me retracto!  Él era todo lo contrario de lo que alguna vez llegue a pensar acerca de las personas.

Después de comer salimos a dar una vuelta; la nieve caía con más intensidad que en días anteriores. Nos sentamos en el pabellón mientras mirábamos el paisaje. Había cometido un error al no sacar mis guantes, mis manos dolían y se veían aun más blancas de lo que ya eran, las frotaba para calentarlas un poco, sin embargo mis intentos no daban resultados el viento era muy intenso.

—Toma —Voltee a verlo y vi que me ofrecía uno de sus guantes de piel.

—Gracias. —Tome el guante y le sonreí.

Me coloque el guante y de inmediato sentí la diferencia, el problema quizás ahora era la otra mano, aunque debo decir que mi preocupación no duro demasiado, pues Yuuji tomo mi mano libre con la suya, que al igual que la mía estaba descubierta, acaricio mi mano, su manos se sentía muy cálida y suave. No me atreví a mirarlo, sentía que moriría de vergüenza si lo hacía. Sólo permanecí mirando hacia enfrente. Estuvimos así por un largo rato, sin decir nada en absoluto, y eso en cierto modo me aterro porque mi corazón latía con demasiada fuerza y hacia mucho ruido, temía que Yuuji escuchase a mi inquieto corazón…

—Hizaki…

—¿Sí? —Temí mirarlo, ¿Es que acaso mi ruidoso corazón había sido escuchado por él?

—Sé que va asonar cursi… y tal vez pensaras que es demasiado pronto pero… me gustas mucho…

Gire mi cabeza para verlo, estaba aterrado, pero feliz y emocionado al mismo tiempo. Quería decirle algo, pero las palabras no salían, tenía un nudo en la garganta que me impedía emitir sonido alguno.  No sé cuan tonta se vio mi cara en esos momentos, pero en realidad no me importaba eso demasiado, admito que por mi mente paso la idea de que eso no fuese más que una simple broma de su parte, pero al mirar su rostro y ver la seriedad con la que me miraba tuve que descartar esa idea. Sentí que algo en mi interior se desbordo, mis lagrimas salieron una tras otra en cuanto le oí decir >>te amo<<.

Sentí sus cálidas manos pasearse por mis mejillas, quitando cuidadosamente cada lágrima que caía. Sí… ahora lo sabía perfectamente: Yo también lo amaba. Mis lágrimas no cesaban, me sentía muy feliz. Sentí su frente hacer presión sobre la mía, mi nariz roso la suya, nos miramos por un par de minutos mientras nuestras manos se buscaban y se entrelazaban. Instintivamente cerré los ojos, segundos después sentí sus carnosos labios posarse sobre los míos, fue un contacto suave, pero intenso. Nos separamos despacio, muy lento, como si no quisiéramos hacerlo. Abrí los ojos y allí estaba, sonriéndome, mirándome como sólo él sabía hacerlo. Lleve mi cabeza a su hombro, mientras que Yuuji  me tomo de la cintura atrayéndome hacia él, estando así ya nada importo, ni el clima, ni el tiempo, ni que fuésemos hombres, ni que hubiese un titulo de por medio, nada. Nada importo.

Volvimos a mi habitación, la noche había caído, todo estaba oscuro. Estando allí nos abrazamos, y besamos una y otra vez. Por primera vez en mi vida no era necesario pedir lo que deseaba, nos entendíamos tan bien que una mirada bastaba para saber qué era lo que el otro quería. La habitación era llenada por el tronar de nuestros labios, los que en su momento repartieron besos castos en los labios ajenos, ahora buscaban probar cada parte, cada rincón de la boca ajena. Me sentía arder, una parte de mi que no conocía se manifestaba alterando todos mis sentidos.

Caminamos hasta llegar al borde de la cama, una vez allí nos sentamos. Mi mirada se perdió en la suya, nos abrazamos y nos tiramos en la cama, apretándonos muy fuerte. Mi rostro estaba oculto en su pecho, de esta manera su perfume lograba invadirme por completo. El tiempo pasaba sin que fuésemos conscientes de ello, hasta que caímos rendidos ante Morfeo.

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Un ruido me saco de mi sueño; ¿Había sido real? Era la pregunta que rondo mi cabeza en cuanto abrí los ojos. La luz matutina iluminaba mi habitación e inmediatamente busque en todo el espacio a Yuuji… no lo vi. Lo soñé… Claro, era obvio, eso de ninguna manera podía pasar, ambos éramos hombres, tenía un titulo que aun cuando no me interesaba debía proteger. Solté un gran suspiro, no sé si de alivio o si de melancolía pero eso me tranquilizo un poco. Mire mis ropas y aun vestía mi abrigo negro, la camisa carmesí que llevaba puesta se había arrugado, mis botas entumecían mis pies, y mis pantalones negros estaban desarreglados. Debí haber dado muchas vueltas mientras dormía.

Aun adormilado y con esa misma ropa baje hasta el comedor; y al hacerlo me lleve la sorpresa más grande de mi vida. Yuuji estaba allí, sentado y tomando el desayuno. Alarmado mire a mi alrededor en busca de la servidumbre, al no ver a nadie me pellizque y como era de esperar me dolió, corroborándome que en efecto no me hallaba dentro de ninguna especie de sueño raro.

—Buenos días. ¿Lograste descansar? —Me pregunto en cuanto noto mi presencia.

—Buenos días… sí… eso creo —Conteste con timidez.

—Pensé en despertarte, pero existía la posibilidad de que estuvieses cansado… no quería molestarte así que sólo baje.

—Gracias… ¿Tú has podido descansar?

—Sí.

Durante el desayuno hablamos de muchas cosas, la timidez que tenía en un principio desapareció como por arte de magia, lo que en un principio me pareció un obstáculo dejo de serlo y me dedique a disfrutar el momento. No importaba cual fuese el tema del que hablábamos, en todo estábamos de acuerdo, compartíamos puntos de vista. Un dato extra que había descubierto era que el tocaba el piano. Además de que había estado viviendo en Inglaterra, pues allí se encontraba el sujeto que además de haber sido su profesor, también era su tío. Eso explicaba el hecho de que no lo conocía hasta apenas. Dijo que ese día había llegado y que tuvo la buena suerte de que sus padres hubiesen hecho aquella fiesta. A eso de las cuatro de la tarde se marcho dejándome una vez más solo. Fue doloroso despedirlo, y lo fue aun cuando sabia que volvería a verlo.

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Los nervios me consumían, quería llegar cuanto antes y verlo. Las ansias me estaban matando lentamente; no dejaba de preguntarme si me veía bien. En cuanto llegue a su mansión un mayordomo se encargo de llevarme de inmediato hasta donde Yuuji esperaba por mí. En el centro de la habitación había un gran piano blanco, bajo este una alfombra negra se extendía adornando el lugar. En cuanto vi la cama, la puerta que dirigía al balcón y demás cosas personales me di cuenta de que me hallaba en la habitación de Yuuji. Había creído que él estaba allí esperándome, pero él no estaba allí, decidí mirar algunas cosas, mientras recorría la gran habitación. En algún momento Yuuji entro, y solo fui consciente de que él ya estaba dentro cuando me detuve a mirar lo que había en un buro y en ese momento sentí que unos brazos rodeaban mi cintura.

—Hola —Susurro en mi oído erizando cada centímetro de mi piel.

—Hola

Voltee y al hacerlo me tope con esos ojos que me hechizaban. Nos besamos como si no nos hubiésemos visto en años; lo que ayer había sido raro hoy era muy natural para ambos.

Nos encontrábamos todos los días y recorríamos distintos lugares; los dos solos, tomados de la mano mientras reíamos y platicábamos. Algunas veces solo caminábamos en silencio, pero más allá de ser incomodo era más bien un momento intimo y especial; en esos momentos de verdad que no era necesario decir nada. Mis padres aun no volvían de su viaje que hacia medio mes habían iniciado. Lo cual era bueno, pues aprovechaba al máximo esos días pasándolos al lado de Yuuji. Si bien algunos días los usábamos para salir a pasear había otros en los que ambos tocábamos una y otra vez. Lo que creábamos sin duda era bueno, tocando por separado éramos buenos, pero juntos éramos excelentes, mi violín y su piano se acoplaban a la perfección.

+++++++++

—Me pasa algo muy curioso. —Dio un ligero apretón a mi mano y después voltee a verlo, descubrí que me miraba fijamente.

—¿Qué sucede?

—Me sucede que cada día me gustas más, cada día te amo más, cada día te necesito más…

—Eso no es curioso, después de todo a mi me sucede lo mismo.

—Promete que siempre estarás a mi lado, que sin importar que suceda siempre estaremos juntos… promételo

—Te lo prometo.

Nuestros dedos meñiques se engancharon, cerrando aquella promesa que recién habíamos hecho ante la luz de la luna en medio de aquel bosque. Sonreímos, yo me sentía muy feliz de saber que de verdad me quería, ahora sabía que esto no era algo pasajero. En cuanto sus padres y los míos sepan de nuestra relación seguramente querrán separarnos, nos odiaran, y cosas terribles podrían llegar a pasar. De ser posible me gustaría que lo tomaran de buena manera, sé que es ingenuo de mi parte pensar de esa manera, pero bueno, sólo diré que el hecho de estar enamorado me hacía ver todo de una manera increíblemente positiva. Aun si a mis padres no les parecía, aun si sus padres nos rechazaban íbamos a pelar contra todo, no estaba dispuesto a permitir que nos separaran.

—¿Volvemos a casa?

—Vamos.

Nos tomamos de la mano, justo como hacíamos siempre y jugamos mientras caminábamos. Faltaba poco para llegar, debidó a que mis padres aun no regresaban habíamos planeado pasar el resto de la tarde en mi mansión. Este último mes había sido maravilloso, ir a los eventos era emocionante, pues podíamos vernos y beber juntos, de alguna manera Yuuji sacaba lo mejor de mí. Al llegar fuimos directo a mi habitación.

—Tomare un baño. —Le dije mientras caminaba hacia el baño.

—Ok. Te espero.

Llame a mi mayordomo para que me preparara el baño y en cuestión de minutos estaba listo, entonces me adentre en el baño, quitando una a una las prendas que cubrían mi desnudez. Las gotas de agua resbalaban por mi piel dejándola cálida, era reconfortante. Mi cuello perdía tensión, al igual que las demás partes de mi cuerpo. Cuando me bañaba me gustaba tardar horas, pero debido a que Yuuji se encontraba afuera esperando no podía darme ese lujo. Me bañe lo más rápido que pude y salí envuelto en una toalla y usaba otra con la que secaba mis mojados cabellos.  En la habitación no vi a Yuuji, me preocupe. ¿Se iría sin siquiera avisarme? Mientras pensaba en la razón de su ausencia mire a mi alrededor, me di cuenta de que la puerta que daba al balcón estaba abierta. Lo más seguro es que estuviera allí, sólo para asegurarme camine hasta la puerta y me asome, entonces lo vi mirando hacia el cielo.

—¿Qué haces? —Pregunte mientras me acercaba a él.

—Nada sólo estaba… —Se detuvo en cuanto me vio. —¡Te vas a resfriar…! —Su cara se puso roja y de inmediato camino hacia mí, para después empujarme dentro de la habitación.

—No pasa nada. —le dije tan calmado como siempre.

—Hizaki… No camines semidesnudo por todos lados.

—No es por todos lados…

—Escucha… ¿Qué harás si alguien te ve?

—Nada, ¿Qué podría hacer?

—No lo entiendes…

—¿Entender qué?

—¿Cómo te pondrías si fuera yo el que camina por todos lados semidesnudo?

Mi cara se puso roja por completo, y después me enoje.

—Te diría que te taparas…

—¿Ahora entiendes?

—Lo siento…

—No importa, te perdono, solo no lo hagas otra vez, quiero ser el único que pueda mitrarte así.

Me tomo por la cintura, nos mirábamos fijamente y me sonroje porque recordaba que aun estaba desnudo. Y al parecer él también estaba consciente de ello; me beso y sus manos comenzaron a recorrer mi torso desnudo, en donde me tocaba se sentía muy caliente y la piel se me erizaba por completo; toco uno de mis pezones y sentí una descarga eléctrica recorrerme de pies a cabeza. Abrazados y acariciándonos caminamos hasta la cama, en donde nos recostamos, él estaba sobre mí y aun así no sentía la presión de su cuerpo. Aun cuando yo quería mantener el control, mis manos parecían tener planes muy distintos, pues buscaban desesperadamente el calor de Yuuji, se colaron bajo sus ropas y palparon cuanto pudieron. No era cómodo, y si ya estaba yo desnudo lo justo era que él estuviera en las mismas condiciones que yo. Le quite su abrigo blanco, retire su camisa negra, y me detuve allí, creí que dejarlo sin ropa sería demasiado fácil, pero justo ahora lidiaba con un problemilla llamado vergüenza, no podía quitarle más.  

Cosa que en realidad no tuvo mucha importancia, pues Yuuji fue quien se quito los pantalones en cuanto noto que le estorbaban. Ambos estábamos desnudos sobre la cama, mi corazón latía con mucha fuerza, tanto que creía que se saldría en cualquier momento. Y sus ojos no dejaban de mirarme. Sus labios se posaron en mi mejilla, luego en mis labios, sólo para después comenzar su recorrido, yendo desde mi cuello hasta mis piernas. No podía dejar de suspirar y soltar pequeños gemidos. Con todo lo que me estaba haciendo hizo que mi miembro despertara, estaba tan excitado que dolía.  Cuando Yuuji se levanto para mirarme note que al igual que yo se encontraba en la misma situación. Era la primera vez que veía a un hombre desnudo, así que me sonroje y desvié la mirada intentando no ver. Yuuji comenzó a reír por mi reacción.

—Eres muy inocente.

—¿Me vas a decir que ya habías visto a alguien desnudo?

—No lo había hecho, eres el primero, pero… yo de verdad llevaba mucho tiempo deseando verte de esta manera.

Escuchar eso me hizo feliz, tanto que voltee a verlo y tire de su brazo acercándolo a mí. Al hacerlo no solo sentí su calor, sino que además ahora tenía su miembro erecto rozando el mío.  Lo que sentimos fue tan extraño y excitante que ambos gemimos al sentir dicho contacto. Nuestros labios se encontraron y nos besamos de una manera desesperada, y en algún momento me encontré con las piernas completamente abiertas, mientras mis caderas se movían de un lado a otro, Yuuji imitaba mis movimientos, la fricción sólo causaba una sensación aun más enloquecedora. Sí, esto era lo que necesitábamos, nuestras pieles estaban perladas en sudor, mi respiración no andaba muy bien que digamos, ingresar aire en mí interior era todo un reto, pues no parábamos de besarnos.

Fuimos conscientes de la falta de aire y nos separamos por unos segundos solo para tomar apenas un poco de aire que nos permitiera continuar devorándonos. Lo que estaba sintiendo era algo que difícilmente podría describir con palabras, iba más allá del entendimiento humano. Aun cuando nos estábamos sintiendo bien de esa manera, sabíamos que algo faltaba, pues aun no parecía ser eso suficiente para saciar nuestra sed. Sentí los dedos de Yuuji paseándose por entre mis glúteos, intentando entrar en mi interior.

—Hazlo… quiero sentirte dentro de mi…

—¿Estás seguro?

—Sí…

Ensalivo sus dedos y los metió uno a uno dentro de mí, el dolor que sentí fue inmenso, quise llorar, y mi cuerpo entero se tenso, advirtiéndole a Yuuji lo que sucedía.

—¿Estás bien? ¿Te lastime? —Estaba muy preocupado, ¿Por qué mi cuerpo me traicionaba? No había querido emitir sonido alguno para que esto no sucediera, pero como siempre yo no tenía el control.

—Estoy bien, continúa.

Me beso, su técnica funciono, deje de pensar en el dolor y me centre en el dulce sabor de sus labios. Pronto me acostumbre y deje de sentir dolor, ahora sentía un extraño cosquilleo, sus dedos salían y entraban dejándome una extraña sensación. Llevaba rato haciéndolo, moviendo sus dedos de un lado a otro, hasta que en una de esas sentí algo muy distinto, pues gemí con más fuerza que antes, me gustó como se sintió eso.  En ese momento Yuuji saco sus dedos y se levanto. Se coloco entre mis piernas abriéndolas aun más, para después comenzar a entrar, por suerte esta vez no dolía tanto; cuando estuvo por completo dentro, me sentí raro, su miembro duro y caliente me llenaba, no había duda alguna de que habíamos nacido el uno para el otro. Nuestros cuerpos encajaban a la perfección, se acoplaban muy bien.

Yuuji comenzó a moverse, y al hacerlo ese cosquilleo se hacía más y más intenso, apoderándose por completo de todo mí ser, embriagándome, alejándome de la realidad. Respirar me costaba aun más trabajo que antes, y mi corazón latía con más fuerza; pero no era sólo yo, Yuuji estaba igual, lo supe porque al acariciar su pecho sentí el latir de su corazón. No sabía qué hacer con lo estaba sintiendo, mi cuerpo se movía de una manera que desconocía, mis dedos se enredaban en mi cabello, mi espalda se arqueaba de vez en cuando, y sentir las manos de Yuuji recorrerme no ayudaban demasiado, pues sólo me excitaba más.

Llegamos a un punto en el que todo se intensifico de una manera impresionante, Yuuji me abrazaba con fuerza mientras me embestía con fuerza, mis caderas se movían buscando la manera de profundizar cada estocada. Al llegar al clímax, mi esencia se rego en mi abdomen manchando de paso el de Yuuji que mantenía el vaivén; casi enseguida Yuuji dejo salir su semilla dentro de mí. Mis brazos, muslos y piernas dejaron de responderme. El cabello en mi rostro estaba empapado en sudor.

Nos metimos en la cama y abrazados, felices por haber manifestado nuestro amor en toda la extensión de la palabra, caímos rendidos.

+++++++

Mis padres habían vuelto, sin embargo eso no impedía que nos encontráramos.  Nadie sabía lo que pasaba una vez que la puerta de nuestra habitación se cerraba, y todos nos veían como grandes amigos que tenían en común un gran gusto por la música. Todo eso era maravilloso, pero algo comenzaba a preocuparme.

—¡Hizaki! ven a ver esto —Canto Yuuji mientras se acercaba a mí.

—Enseguida voy.

Me tomo de la mano y me llevo corriendo hasta el balcón. Señalo hacia el cielo y pude ver que en lo alto se apreciaba una hermosa luna llena.

—Impresionante.

—¿verdad? Me gustaría poder regalártela, pero me temo que de momento no soy el dueño de esa preciosidad.

Sonreí y le bese, me encantaba que tuviera esos detalles conmigo. Cuando mire nuevamente al cielo me asuste, y es que no podía enfocar mi vista, veía todo distorsionado, intente ver esa luna una vez más pero me desmaye. Cuando desperté, la primera persona que vi fue a Yuuji que sostenía mi mano lleno de preocupación. Le sonreí y él me devolvió el gesto.

—¿Qué fue exactamente lo que paso?

—Te desmayaste… me asuste mucho…

—¿Me desmaye? ¿Por qué?

—El doctor que te reviso dije que era a causa del cansancio.

—Ya veo… ¿Eso significa que no podre componer por las noches?

—No, debes descansar adecuadamente.

—Que mal… mis momentos de inspiración son precisamente por las noches.

Reímos, ya me sentía mejor así que me levante, Yuuji me ayudo a sentarme, por un momento me sentí como un niño pequeño, Yuuji me consentía demasiado.

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Me mareaba con más frecuencia, y como si eso no fuese suficiente ahora también me dolía la cabeza. Era horrible, pues sentía como si oprimieran mi cabeza con fuerza, me daba la impresión de que en cualquier momento estallaría. Mi madre estaba preocupada y había pedido a un doctor que me revisara, pero no había encontrado ninguna anomalía. Mi padre había tachado a ese doctor de incompetente, en cierto modo creo que lo era, es decir, si no tenía nada entonces ¿Por qué me sentía así?

Después de que ese doctor había sido reemplazado llego uno nuevo, esta vez se me había revisado más que con el doctor anterior. Sin embargo aun no tenía un diagnostico en concreto. Yo me desesperaba cada día más pues los dolores eran más intensos y comenzaba a ver borroso con más frecuencia que antes. Lo único que ayudaba era que Yuuji estaba conmigo siempre.

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El doctor ha dicho que padezco de una extraña enfermedad, me ha dicho que llegara un momento en el que no podre ver nada. Ha dicho que pueden controlar los dolores de cabeza que me dan, pero que no pueden hacer nada por mis ojos. Cuando Yuuji se entero casi mataba al doctor. Dijo que no sabía nada, que era absurdo. Me impresiono saber que aun con eso él no dudaba ni un segundo. Sin embargo yo, yo aun no lo asimilaba del todo.

—No te preocupes, todo va a estar bien. Ese doctor se equivoca.

—No quiero que sea cierto… no quiero

—No lo es.

Esa tarde Yuuji se quedo a mi lado. Platicamos de cosas locas, tocamos “serenade” una y otra vez. Hasta que la noche cayó. Tenía suerte de que mis padres estaban fuera una vez más, sólo que en esta ocasión buscaban a un nuevo doctor que pudiese hacer algo por mí; así que Yuuji podía quedarse a dormir conmigo. Él fue el primero en dormirse, pero yo no podía, estaba inquieto, pero sobre todo estaba lleno de miedo. ¿Qué pasaría si de verdad quedaba ciego? Así no podría seguir con él, no podía condenarlo a vivir conmigo. Pero me preocupaba más no poder verlo nunca más. Eso sería una tortura para mí. Y en algún momento… ¿Existiría la posibilidad de que terminara por olvidar su rostro? Me aterraba más de lo que él se imaginaba. ¿Y que si a él no le importaba? Yo simplemente no podría vivir con eso.

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Las hojas crujiendo bajo mis zapatos parecían no ser escuchados, y eso era lo que quería. Lo qué hace medio año el doctor me había dicho cada vez se hacía más real. Se me partía el corazón cada vez que Yuuji se me acercaba, no podía verlo cuando estaba a más de dos metros lejos de mí, de hecho, no podía ver nada que estuviese fuera de ese rango. Las lágrimas no se detenían, me dolía mucho. Yuuji se aferraba diciendo que no me dejaría, que eso no era ningún impedimento para que estuviésemos juntos, pero yo sabía que no era así, si bien de momento no lo era, llegaría el momento en el que se hartaría de mí.

Lo mejor era terminar, además… si continuábamos juntos, este solo sería nuestro primer obstáculo, pues en cuanto nuestros padres se llegaran a enterar de nuestra relación, todo se volvería caótico; sé que mis padres harán hasta lo imposible por separarnos, era mejor darnos una linda despedida y mantener buenos recuerdos, era mejor separarnos ahora para no tener que sufrir más después.

—¿A dónde vas?

—Al bosque… quería dar un paseo.

—¿Por qué no me llamaste?

—No quería molestarte… siempre lo hago...

—No me molestas para nada, ya sabes que me encanta pasear contigo. Vamos te acompaño.

Me tomó de la mano y comenzamos a caminar. Él estaba muy animado, pero yo no. Cuando habíamos dado unos ocho pasos me detuve y el hizo lo mismo.

—¿te sientes bien? ¿Acaso ha vuelto el dolor?

—Estoy bien.

—¿Entonces qué sucede?

—Yuuji… esto no va a funcionar…

—No te preocupes, yo te guiare en el bosque.

—No hablo de eso… ¿Lo sabes no es así?  Lo mejor será que terminemos.

Ese día no me tomaste enserio y me llevaste de vuelta a casa, quise decirte muchas cosas pero no me dejaste hacerlo.

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—Se termino, lo siento pero es todo. No podemos vernos más. Sólo olvídame.

Sí, no me gusto decir aquello, sentí que algo en mi interior se rompió. Quise retractarme, pero sabía que eso era un lujo que por ahora no podría darme. Tu cara me anunciaba que no comprendías lo que te decía, te parecía ilógico, quizás una broma, estabas asustado, igual que yo.

—No entiendo. Te he dicho que no me importa que no puedas ver, no me importa estar cada minuto del día a tu lado. ¿Sabes por qué? ¿Lo sabes? Es porque te amo y yo…

—No sigas por favor. No lo hagas. Sólo dejémoslo así…

—No quiero. —Dijiste apretando con fuerza mi mano. Me lo merecía, eso y más… el daño que te estaba causando era grande… pero ya no había vuelta atrás.

—Lo siento… pero eso es lo mejor. Adiós.

Solté tu mano y me di media vuelta alejándome tan rápido como pude, las traicioneras lágrimas no tardaron en llegar a mis ojos. Te oí llamar mi nombre, a decir verdad me sentí tentado, quise voltear, pero si lo hacía seguramente me verías llorar. No quería derrumbarme y hacer que vinieras en mi rescate. No había vuelta atrás, lo sabía. Dolía, dolía demasiado, pero ¿Qué podía hacer? Había sido yo quien tomo la decisión. Era mejor así.

Lo siento de verdad… Sé que me llamaste muchas veces, una y otra vez… perdón…perdón…perdón.

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Desde aquel día… he vivido pensando en ti. ¿Sabes? cosas buenas pasaron, después de huir lejos de ti, de mis padres y de todo encontré a alguien que me ayudo mucho… sé que han pasado años… pero ahora estoy listo para todo. Ahora puedo ver… y soy más fuerte que antes, de manera que… puedo con cualquier cosa…

Pensé en vestirme como de costumbre; pero la verdad es que quería darte una sorpresa, y además no quería que me reconocieran. Por lo que me maquille y peine mi largo cabello. Me coloque joyas, me puse un vestido rojo escarlata, adornado con rosas rojas que parecían ser reales. Cuando me mire en el espejo ni siquiera yo me reconocí. Una vez más era navidad… así que podría encontrarte en una de esas fiestas.

Cuando llegue recordé el motivo por el cual no solía asistir a esos eventos. Me sentí asfixiado, pero el solo hecho de pensar que podría verte otra vez me daba fuerzas. Tu voz, tu rostro, tus caricias seguían grabadas en mí. Te buscaba por todas partes mientras era interrogado por varias personas que si bien yo reconocía, ellos a mí no.

En cuanto me libere de toda esa gente atravesé el salón entero en busca de ti; no te veía por ningún lado. ¿Volverías a intentar escapar porque te parecía aburrido? De ser así sabia donde es que podrías estar. Me dirigí hacia el ala este y al hacerlo, fue entonces que pude verte; el sentimiento que me invadió fue igual de intenso que en esos días. Lleno de felicidad comencé a correr hacia ti, luchando con una multitud que me estorbaba, pero… no estabas solo… ¿Quién era ella? ¿Por qué la besabas de esa manera?  De camino hacia aquí supuse que existía la posibilidad de que no quisieras perdonarme, contemple muchas probabilidades… pero nunca imagine que algo así podría pasar. Eso que sentí aquel día que te dije adiós volvió a mí, quebrando cada célula de mi ser. Mi mundo se quebró y comenzó a caer lentamente sobre mí. Era mi culpa… después de todo… después de todo había sido yo quien te había dicho adiós… fui yo quien te alejo de mi.

Antes de derrumbarme decidí salir de allí, camine hasta la salida y me fui. Al cruzar la puerta caí de rodillas sobre la fría nieve. ¿Lo recuerdas?… El día que nos conocimos los finos copos de nieve caían uno tras otro sin cesar. Las rosas estaban marchitas, el césped no podía verse, y aun si hubiese sido visible, solo se habría distinguido una gran extensión amarilla. La brisa gélida soplaba con intensidad, era como si quisiese llevarse algo lo suficientemente lejos como para no verlo nunca más…  Y a decir verdad en estos momentos… yo me sentía igual. Me sentía seco, sin vida, como si me hubiesen congelado hace ya mucho tiempo. Y al igual que aquella brisa… yo también deseaba con fuerzas deshacerme de todo esto. Más allá de ser incomodo, era doloroso. Y lo era una más porque de alguna manera… siempre supe que acabaría así…

Notas finales:

Bueno eso fue todo xD

Gracias por leer y feliz navidad a todos. 


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