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Golden Milk por Satory

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Notas del capitulo:

Hola!! : Vengo a dejar el nuevo capítulo! Como dije antes, me excedí al escribir el capitulo dos~ pues se suponía que era uno por día~ pero ammm pues ya que xD este es como el 2.2 xDD

Como notaran este es el doble de los anteriores, sé que es largo pero espero que sea suficientemente entretenido para que no les moleste :3 Pero era necesario porque conocerán algo mas de la vida de Jean

:D Espero que lo disfruten!

Capítulo 3 ~Este otro día seguía~

 

 



Sólo media hora después estaban frente a un edificio de apartamentos muy lujoso, el viaje fue... Rápido y callado, ninguno dijo nada, ni siquiera cruzaron miradas, cada uno de ellos estaban sumergidos en sus pensamientos, tanto así que el más joven no noto que alguien se acercó a abrir su puerta...

—Señorita Amand...— El señor que abrió la puerta se quedó a medio discurso —¡Ah! ¡Disculpa! La costumbre— Se río el señor.

—Gracias Nick— Dijo Jean llegando por el frente del auto, el hombre, Nick, subió al auto y estaba ya al volante, al verlo el jovencito rubio salió del auto cerrando la puerta, justo en ese instante el viento nocturno lo atacó, él sólo llevaba una camiseta sin mangas color gris con un estampado negro que parecía ser de estilo punk con sus letras a medio estampar y de diferentes caligrafías, se foto los brazos desnudos.

—Toma o te vas a enfermar— Jean le paso su saco, Adam lo acepto e inmediatamente se lo puso —¡Oh! ¡Te va bien! Para ser de otra talla, esta muy bien— Jean tenía buen gusto llevaba un traje azul de tela lisa así que quedaba bien con todo, incluida la ropa casual que llevaba el chico.

Al entrar se dirigieron a la recepción, había una chica sentada ahí.

—Hola Kathy— Ella se levanto un poco de la silla, se inclino sobre la barra transparente y Jean le dio un beso en la mejilla. Era una chica linda, al parecer peli roja natural de lindos ojos verdes, no parecía rebasar los 20, y debajo de su traje gris, posiblemente el uniforme, no había un “Buen” cuerpo, tal vez era más joven de lo que aparentaba.

—Buenas noches señor L'Cierm— Le dijo la chica volteando a ver a Adam —El nombre de su amigo, ¿Cual es?—

—¡Oh! Él es Adam— Le estiro el brazo y abrió su palma señalando al joven —Adam, saluda a Kathy— El mencionado alzo una ceja como incrédulo a lo que le pedía.

—¡Ah! Ammm, Hola Kathy— Levanto la mano en forma de saludo, Jean que se quedó con el brazo estirado dio dos pasos hasta alcanzarlo y tomar su mano libre, nuevamente la ceja se alzó.

—Buenas noches Adam— Le sonrió apuntando algo en un enorme libro —¿Será su huésped, señor?— Pregunto la chica volteando a ver hacia Jean.

—Sip, sólo por la noche, creo~ ¿Verdad Adam?— Jean lo miro y Kathy se asomo a su libro nuevamente.

—¡Ah!— Nuevamente la ceja , pero esta vez solo brinco un poco —Si, me voy en la mañana, tengo clases— Soltó al aventón; sin darse cuenta lo mencionó de forma casual.

—¡Oh! ¡Está bien! Que pese buena noche, señor, Adam— La chica sonrió de buena gana, y entonces siguieron caminado hacia el fondo a lo que parecían ser elevadores, el lugar era muy hermoso, era moderno y brillante, el techo y paredes eran de un tono dorado, igualmente el piso, pero este, en sus azulejos también tenía pequeñas manchas color rosa pálido y otras de distintos tonos cafés, el lugar era iluminado por luces blancas que lograba un efecto magnífico, había muchos silloncillos cafés y grises y bastante barullo, a pesar de ser un lugar para ricos, porque tanto lujo era cosa que sólo los ricos disfrutaban, ahí reina un ambiente relajado y nada presuntuoso; era agradable.

Jean apretó el botón del elevador y esperaron, al abrirse las puertas salieron varios chicos en un ambiente fiestero, el lugar parecía más un hotel donde la gente iba a pasarlo bien, que un conjunto de apartamentos; al quedar libre el paso Jean entró jalando un poco a Adam, justo cuando las puertas se cerraban alguien afuera grito un "Esperen" el moreno fue rápido y detuvo las puertas, estas se volvieron a abrir dejando ver a una anciana, era mejor dicho una mujer mayor, se veía corpulenta, o regordeta, al menos fuerte; no como las viejas que mínimo necesitaban bastón para mantenerse en pie solas, tenía a lado un carrito con algunas cajas y cargaba entre los brazos un montón de abrigos.

—¡Señora Epheegine! Permítame ayudarla— Jean salió para ayudar a meter el carrito en el elevador, Adam sintió una corriente fría en su mano, cuando se quedó sólo adentro.

—¡Gracias cariño!— Sonrió la mujer mientras se acomodaban en el ascensor —Tan caballeroso como siempre, eres un amor cariño— Sobó el brazo de Jean mientras este apretada el botón de su piso.

—No es nada señora Epheegine— Jean tomo la mano de Adam nuevamente.

—¡Ahh, cariño! Para una vieja como yo es de lo más dulce que te brinden una mano amiga de vez en cuando, en realidad todo es dulce, hasta la mínima cosa; los viejos somos como los vagabundos de la calle, agradecemos cualquier cosa desde el fondo del corazón, por más pequeña que esta sea— La mujer se acercó a Jean y lo miro como esperando algo, Jean tardó un largo rato en entender, cuando por fin lo entendió sonrió y señora lo imito.

—¡Como lo olvide! Revisare que puedo donar este año— Miro a la mujer que le llegaba a la mitad de él.

—¡Oh! Gracias cariño, lo que encuentres será de ayuda, está vez necesitamos muchas cosas más, la subasta tendrá un récord de asistentes; eso no es garantía de que recaudemos mucho dinero, por eso queremos subastar tantas cosas como nos sea posible— La mujer parecía hablar de un asunto serio —Lo que importa es darle algo a los que nada tienen aunque sea poco, ellos lo necesitan tanto, y tú jovencito tienes mucha ropa, anda, dona algo, sí conservas sólo un abrigo, ¡Puedes donarme todos los demás! A la gente le encantaran tus abrigos, ¡Esos que trajiste de Francia!— La mujer le dio un codazo con fuerza, y así, la idea de la dulce vieja se esfumo.

—¡Ohw!— Se quejó —Sabe ahora que lo pienso, en mi closet hay demasiadas cosas, tanto que mi ropa está en el closet de la habitación de huéspedes. Amanda dejó todas sus cosas en mi closet y no ha vuelto por ellas, ¡Tal vez pueda subastarlas usted!— Jean le sonrió.

—¡Jovencito eso es desalmado!— Otro fuerte codazo, la mujer había sido ruda en su juventud y parecía todavía querer serlo, aún a sus 80 años, según la mujer esa era su edad, pero parecía rondar los 60 —No es de hombres hacer eso— Frunció el seño y desvío la vista indignada.

—¡Ah! Pero lo importante son los pobres ellos lo necesitan— Hablo imitando el tono que ella había usado antes —Y Amanda puede comprar fácilmente sus cosas en la subasta ¡Sí de verdad las quiere recuperar!— La mujer dudo un rato, al llegar a su piso el timbre sonó, y como si fuera esa la señal esperada la mujer declaró —Se entregan en cajas con los datos completos y el precio de lista debidamente inventariados, no me hagas hacer doble trabajo jovencito— La mujer salió del elevador, dio unos pasos y se detuvo, nuevamente esperando algo, entonces Jean dio un respingo quedito.

—Señora Epheegine, déjeme ayudarla con esto— Volvió a soltar a Adam, tomo el carrito y siguió a la mujer, Adam lo siguió a él.

—Muchas gracias cariño, no sabes lo mucho que te lo agradezco— Sobó nuevamente su brazo, parecía que sólo era cariñosa cuando hacían algo por ella.

—De nada Señora Epheegine— Sonrió Jean empujando el carrito.

El pasillo era largo y amplio, de hecho era muy amplio era como estar de nuevo en la recepción, también habían silloncillos y mesitas, muy bien iluminado, pero la decoración era ahora en colores grises, era cómodo y tranquilo, nada que ver con el agitado ambiente 15 pisos abajo, tal vez era por la falta de gente, todo estaba vacío, nadie caminaba por ahí, y era bastante silencioso, como sí los departamentos estuvieran libres... Corrigiendo... "Deshabitados"

Quedaron junto a una puerta de madera lisa color blanco, y la señora tocó lo que parecía ser un timbre camuflado en la pared, justo a su altura, una melodía pegajosa indicó que así era. La puerta la abrió una jovencita... Una mujer joven, y bajita con un cuerpo muy favorecido en proporciones y curvas, tal vez de ascendencia latina, piel tostada, cabello sedoso de fuerte color negro acomodado en un perfecto chonguito; la jovencita era una belleza, por eso mismo la señora Epheegine la tenía trabajando para ella, y generalmente tan ocupada en las tareas del hogar que difícilmente era vista fuera del departamento. La señora siempre decía "Está joyita es de aparador, de mí aparador, lejos de los rabos verdes" Jean entendía que esa era la forma en que la señora protegía a la chica, y viendo lo hermosa que era no estaba de más cuidarla, la verdad es que a veces parecían madre e hija, y nunca se había tomado el tiempo para saber la historia detrás de la sobre protección de la señora y lo dulce de la chica.

Al ver las cajas, se apresuró a tomar unas del carrito y abrió la puerta en toda su extensión, dejando ver el amplio departamento amueblado como una vieja casa rica, sus muebles eran antiguos pero muy bien conservados y le daban al hogar una calidez profunda.

—Trajo muchas cosas señora Epheegine!— Se emocionó la jovencita, Jean se apresuró en atravesar la puerta con el carrito y la señora Epheegine entró detrás de él.

—Y este dulce jovenzuelo ¡Traerá más!— Dio dos brinquillos de alegría, Jean acomodó las cajas y se movió a la salida —¡Miles de gracias! ¿Cuando me traes las cosas?— La mujer tenía sus prioridades bien claras.

—¡En cuanto me sea posible!— Les sonrió —¡Por cierto! No pude dejar de notar un curioso aroma. Señora Epheegine ¿Qué perfume usa?— Se  recargo inclinado en el marco de la puerta.

—Ninguno en especial, ¿Por qué?— Le miro curiosa mientras se quitaba sombrero y abrigo, y dejaba ver un clásico traje negro de dama.

—Bueno es que huele a canela, toda usted huele a canela, y en el elevador me recordó mucho a la esencia que Amanda ponía en mi ropa, así que pensé en comprarla, extraño ese aroma— Había algo melancólico en sus palabras, la jovencita que estaba acomodando las cajas se puso roja hasta en las orejas, lo que causó que la miraran fijamente.

—La señorita Amanda me pedía que llevara a la tintorería su ropa señor "Lesirem" junto a la de la señora Epheegine— Lo soltó de golpe usando todo el aire en los pulmones y escondió el rostro entre las cajas, como niño confesado una travesura —Lo lamento— Se escondió aún más.

—¡Muchacha tramposa! Debería castigarte Julieta, mira que mentirle al señor "Luciermm"— La vio con reproche y recalcó mucho la pronunciación del apellido.

—No se preocupe señora Epheegine, ya sospechaba yo que Amanda no hacia ni la mitad de cosas que aseguraba— Se río quedito —Sí me das las dirección iré a dejarla yo mismo— Le sonrió a Julieta.

—¡Que va!, ¡Julieta! Desde mañana pasas por la ropa del señor L’Cierm y la llevas a la tintorería y de paso, ¡Recoges la ropa que nos buscara para la subasta!— Altas prioridades.

—No se preocupe señor "Lugsierrm", yo puedo pasar por ella cuando usted guste— Sonrió Julieta —Señora dejare esto en la sala luego vuelvo por lo demás vaya a sentarse, le serviré la cena— Caminó hacia un enorme sofá, ya tapizado de cajas.

—Bueno jovencito, está Venus tiene que alimentarse para seguir fuerte, eres un amor, te veo mañana tempranito con las donaciones, ¡Duerme lindo cariñito!— Pellizco los cachetes de Jean y cerro su puerta, la mujer definitivamente era cariñosa cuando le hacían favores.

Jean tomo la mano de Adam y tiro de ella andado en dirección opuesta, pasaron frente a los elevadores, siguieron andando, el lugar era grande en verdad, y terminaron frente a otra puerta, Jean saco una tarjeta y la metió en una ranura de la chapa, se escucho un zumbido y luego un click, Jean bajo el manija de la chapa y la puerta se abrió, entraron a algo parecido a un recibidor vacío sin decoraciones, piso, techo y paredes blancas, lo que llama la atención eran una puerta y los paneles de madera en las paredes, estos empezaban a mitad de las mismas y llagaban al suelo, de un color caoba fuerte, toda la madera estaba grabada con líneas que se iban en todas direcciones, parecían imitar una enredadera, podía ver las pequeñas hojas bien marcadas, la puerta tenía un hermoso vidrio de buen tamaño con una forma extraña parecía ser un ovalo y estar atravesando un círculo bien definidos por una pequeña línea de madera que mantenía unidos la madera y el vidrio, este tenía cortes que asemejaban un caleidoscopio de hermosos colores, Jean saco unas llaves, abrió la puerta y ahí estaba el departamento.

El enorme y sofisticado departamento, la luz aprecio de repente subiendo en intensidad lentamente, colores grises y plateados armonizaban con un verde bosque fuerte y brillante, los muebles iban desde negro a blanco, había también algunos de tono grises pero imperaban los blancos y negros.

Jean puso la mano en la pared junto a ellos de lado izquierdo.

—Cuarto de huéspedes y baño— Dio un golpe, señaló con la cabeza un pasillo al final de esa pared era amplio —Al frente está la recámara principal, se entra por el pasillo, está es la sala— señaló el espacio a su derecha —Ese es el comedor y la cocina, bueno es obvio, no?, por último ahí derecho está el estudio— Señaló justo frente a ellos había también un pasillo, el departamento estaba formado por cuatro bloques pero se notaba que al final del pasillo que estaba frente a ellos, lo que sería la pared del estudio y la habitación principal era una cara del edificio, porque tenía justo frente a él a varios metros, un ventanal enorme que dejaban entrar la luz nocturna. Cuando Jean encendió las luces a toda potencia percibió mejor los colores, era hermoso, lleno de marcos en paredes, mesas y en el librero, todos con lo que parecían ser fotos, en las paredes también había algunos con pinturas, ¡Pinturas de verdad! De las que son plastas de oleos sobre tela, Adam se perdió en lo cálido del departamento.

Recordó a la señora Epheegine, a la sirvienta Julieta y la recepcionista Kathy, todas eran muy amables y se pregunto ¿Sí serían igual de cálidas con alguien que no fuera Jean, ó que no fuera inquilino?, ¿Qué tal con un pobretón? ¿Ó un gigoló como él?. ¡Ah esa sí era buena pregunta! ¿Como sería si supiera que era un prostituto?, aunque la única de las tres, sólo la recepcionista, le dirigió la palabra.

Momento él estaba ahí por trabajo, mejor no perder tiempo.

—Jean, podrías pagarme ahora, así sería más cómodo— Volteó a ver a Jean que seguía junto a él cómo esperando sus instrucciones.

—¡Claro! Aunque creo que el trabajo para el que te contrate a cambiado un poco— Dijo Jean con nervios, Adam parecía pensativo así que se apresuró a completar —Bueno con lo de la señora Epheegine, bueno ammm ¿Podrías ayudarme a empacar? La verdad es que perdí las ganas de beber je je— Río nervioso, tal vez Adam se molestaba y se largaba.

—Está bien, al fin es tú tiempo y tú dinero los que botas— Señaló el sillón más pequeño —Me sentare un rato, cuando quieras empiezo— Jean asistió con la cabeza.

—Dame dos minutos y vuelvo— Corrió al estudio a dejar su maletín y luego entró en su habitación —¡Oh! Adam, ¿Podrías ayudarme aquí?— Pregunto desde adentro, Adam entró en la habitación —Lleva esas cajas a la sala y ármalas— Adam tomo los cartones y los saco.

Detrás de él, llegó Jean con mucha ropa, demasiada ropa, en lo que Adam término de armar las cajas Jean hizo al menos 5 viajes por ropa, otros tantos en zapatos y cajones del closet rebosantes de cosas pequeñas, podía distinguir uno con muchos sombreros y por último entró al estudio, volviendo con algunas cintas adhesivas, lápices, hojas y marcadores.

—Bueno aquí pantalones, blusas, faldas, vestidos, abrigos, chaquetas, zapatos, accesorio y joyería, cada uno a su respectivo montón— Adam y Jean se apresuraron a acomodar las cosas en su montoncito, al hacerlo notaron que casi todo era nuevo, con etiqueta y todo.

—¡Niño! Marca la caja uno, guardaremos ahí las blusas, marca en la etiqueta un folio, dime color, marca y precio, por ahora ¡Se irá todo lo nuevo!— Jean se veía feliz y así empezó su larga noche.

 

 


Horas después... Estaban por terminar. Las joyas las dejaron de lado por sí acaso por su valor, Amanda podría considerarlo robo, y Jean quería evitar problemas que implicará abogados.

—Ok, Abrigo de piel con ammm pelaje largo, color magenta, marca USDanger, precio 7,200 dólares— Dictó Adam, ya ni le sorprendía, había sigo testigo del derroche y mal gusto de los ricos durante más de 1 hora.

—¡Estas bromeando! Esa cosa la tiene desde hace dos años, la recuerdo bien, le dije que era horrible y sólo conseguí la cara "¡Bien! Ahora lo pagaras tú" y así perdí 7,200 dólares— Reía Jean mientras apuntaba, a diferencia de Adam, Jean encontró divertido todo eso, casi todas las prendas había causado algún disgusto de parte de la mujer, pero Jean aunque los recordaba, no parecía afectarle ninguno de esos disgustos, de hecho el efecto era una prominente carcajada —¡No puedo creerlo! Dos jodidos años arrumbado, juntando polvo, pudiendo dárselo a la señora Epheegine, ¡Ja!— Soltó —¡Ok, fin de la caja número16!— Declaró con gozo —Ahora metamos en cajas lo que quedó, supongo que está ropa sí la usaba, ó al menos una vez lo hizo— Jean tomo un cartón y lo extendió.

—Jean— Llamó Adam, aún en el suelo sellando la caja con la cinta.

—Sí, dime— Concluyó el armado de la caja.

—¿Porque la señora Epheegine, subasta ropa?— Jean se le quedó mirando y luego tomo el bulto de blusas restantes —Noté que hablaba sobre los pobres, pero lo hacía con mucha seriedad— Dijo mientras marcada un enorme "16" en la caja.

—Me parece, que tenía un esposo antes de que yo viniera a vivir aquí, el señor era muy amable por lo que he escuchado, y desde que murió hace está subasta, consigue cosas de sus excéntricos amigos y las subasta entre esos mismos excéntricos, aunque parece que este año tendrá asistentes reales— Sonrió —Ella lo llama "Pagar sus culpas" ella dice "Sus" así que supongo que se refiere a las compras estúpidamente excéntricas, como el adefesio magenta. En realidad lo toma muy en serio, sé que también hace cenas y otros eventos de caridad, aunque no sé que tan bien le va— Volvió a sonreír.

—Así que caridad— Su voz salió lúgubre.

—¡Sip! Sí tuviera más tiempo me gustaría acompañarla un día, me parece que sábados y domingos ayuda en un comedor de la séptima avenida... Ó era en el centro de Brooklyn... Ó en Bronx— Dijo Jean mientras tiraba en una caja lo que quedaba de cosas, sí, esas joyas que parecían costosas sólo las dejó caer, sello la caja y le pidió a Adam que las acomodara en una pila diferente, mientras se acercó a la cocina.

Empezó a preparar algo en la cocina, sabía que era bastante noche pero aun así sus costumbres le indicaban que era hora de cenar, después podría irse al estudio a revisar cualquier papeleo, y mientras Adam podría dormir en el cuarto de huéspedes; el día había sido tan extraño, le entraron ganas de concluir su lista mental.

Había sido inusual beber con compañeros del trabajo, porque generalmente no se cruzaban los limites jefe-empleado menos aun los de Vicepresidente-vendedores.

Había sido inusual que Arthur lo dejara sólo a su surte una noche de penas y medio borracho.

Había sido inusual que cruzara la ciudad buscando a alguien que ni conocía.

Había sido inusual contratar a un gigoló gay, bastante jovencito, siendo heterosexual.

Había sido inusual terminar empacando las cosas de su ex para subastarlas en favor de los pobres con ayuda del gigoló.

Y Claro, era inusual que le estuviera preparando pan francés a ese mismo gigoló, pero ahí estaba él, decidiendo que sería mejor, un chocolate o un café para acompañar.

 

Notas finales:

Qué tal? : Espero que les gustara (^v^)/ hoy conocimos a mas personitas… y esto es importante! Jean es un tipo genial, y todo mundo lo quiere xD  los idiotas tienen su encanto xDDD y quería dejar claro eso xD como lo dijo Arthur en el primer capítulo, Jean tiene mucho carisma: y la gente se lleva bien con el xD

Y díganme! :) les gustaron los nuevos personajes?, a quien creen que volveremos a ver? :D adivinen! Adivinen!!

En fin~~~ :D  Nos vemos la próxima semana :D y si me dejan un comentario se los agradezco!!!!

 

PD: Ammm cuando empecé no tenia beta, así que si encuentran un error, me avisan y yo lo arreglo, Ya los demás perece que estarán veteados xD aunque por ahora solo esta veteando el lemon xDDd


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