Habían pasado dos días de no verse con Vardoc, sí, no era mucho pero el santiaguino había podido pensar mejor los últimos dos días y lo que había deducido no le gustaba nada, realmente creía que sería una vil y sucia broma de su mentecita perturbada por tantos videojuegos de terror.
—¡Jamás!—
Se le escuchaba gritar por todas partes, incluso su gato Batman que siempre parecía tan tranquilo estaba exaltado y maullando por absolutamente todo y es que los gritos histéricos de Xoda a cualquiera lo alterarían.
—¡Nunca jamás de los jamases!—
Seguía gritando a la nada, cómo sí se hubiese vuelto loco, cómo sí sus videojuegos de terror le hubiesen bajado la cordura, realmente no le gustaban aquellos juegos pues lo hacían pasar noches enteras con una linterna bajo sus sábanas, esperando a que un fantasma, demonio o asesino lo fueran a matar y el problema de éste chico era que el morbo o curiosidad lo hacían jugar, valla estúpido que era. Golpeaba cosas cómo sí se tratase de un esquizofrénico en un ataque de histeria, vuelto hecho un nudo de emociones negativas que jamás había demostrado.
—¡Te odio Nicolás!—
Y por último, con la energías por el suelo, pateo con toda la fuerza del mundo una caja de cartón vacía. Tal fue la fuerza que uso que la pobre y mísera caja voló por los aires, estrellándose en la pared con brutalidad quedando echa trizas. Un minuto de silencio por los caídos…
—No puedo estar enamorado de él…—
Y ahora saben porqué aquel infeliz actuaba de tal forma. En los últimos dos días había deducido estar nada más y nada menos que enamorado de su queridísimo Nicolás, pobre, de seguro la estaba pasando muy mal que mira que el jamás se había creído fleto, siempre le habían atraído las mujeres y vaya que le atraían pero ésta vez se sentía atraído por un hombre, nada más que un hombre con pene, pene y no senos pero lo peor de todo no era el echo de que tuviera lo mismo que él, el problema era que sentía como un cariño algo extraño por el mayor pero es que no podía aceptarlo porque él amor no existía ¿No es así? No podía estar enamorado porque definitivamente el amor no era más que una estupidez que la humanidad había inventado, una calamidad. Tirándose al suelo, cayendo nada más que con el trasero, cómo desesperado por inercia prendió un cigarro, necesitaba de aquel sabor embriagante de la nicotina, dando caladas bastante grandes.
Estaba un poco más tranquilo, definitivamente se sentía menos agobiado pero igual seguía sintiendo cierto asco y molestia consigo mismo, debía hacerse a la idea de que no estaba enamorado, de que sólo su mente le estaba jugando una pesada broma, por favor, era su amigo más cercano, no podía sentir nada que no fuese un cariño más allá de la amistad era algo que en verdad no le agradaba y menos sabiendo que Iori estaba embarazada. Oh, embarazada, vaya que de cierta forma una punzada en el pecho lo atacaba, le dolía aquel hecho.
—¿Pero que estai’ pensando aweonao’?—
Se dijo en voz baja, dando una última calada a su ya inexistente cigarrillo. Dio un gran suspiro cómo sí el aire se le estuviera acabando aunque no fuera así.
Por otro lado se encontraba un castaño de lentes jugando con su celular en un hotel no muy lejos de con Xoda. Realmente se sentía un poco intranquilo debido al último comportamiento de su amigo “¡Que te vayas!” ahora resultaba ser que eso le dolía cuando incluso lo había tratado veces anteriores mucho peor. Esbozó una pequeña sonrisa mientras cerraba los ojos con lentitud borrando al poco tiempo aquella sonrisa. Se le había pasado una idea bastante graciosa a su parecer formando otra sonrisa un poco más amplia, abriendo los ojos un poco, después de todo, le resultaba gracioso imaginar sentir algo por Xoda aunque a la vez le agradaba imaginar besarlo, abrazarlo, incluso…
—Vaya imaginación que tienes Vardoc—
Se levantó de su cama comenzando a caminar en círculos por aquella pequeña habitación ¿Y sí Xoda le gustaba un poco? La idea no le molestaba en lo absoluto pues Xoda siempre le había parecido atractivo y la personalidad arrogante de éste lo hacía más atractivo a su modo de ver. Le resultaba interesante pues sabía que su amigo jamás cedería a algo así que bien decidido tomó un abrigo y salió del hotel rumbo a casa del menor pero antes mandándole un mensaje de aviso que iba directo hacía allá.
Oh no, esto era malo, muy malo… o al menos eso creía el castaño menor poniéndose un tanto nervioso. Después de no saber lo que sentía por el contrario no quería ni verlo en pintura ¿Qué haría?, no quería en lo más mínimo verlo… bueno, cierta parte de él quería pero a la vez no, o sea sí, pero no, bueno… era complicado lo que en ese momento sentía así que sin más que decir corrió al baño a lavarse el rostro, esperando a que el susodicho llegara.