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Un amor, Un adiós por Burne

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Notas del capitulo:

bueno primero que nada (aunque segun mis profesores la expresion como tal no existe) quiero pedir una formal disculpa, pues si por ahí aun hay alguna admiradora o admiraror de mis fics y que aun espere algo nuevo mio, pues aqui esta, sin olvidar decir que mi primer fic "Plegaria" fue quitado de la pagina sin mi conocimiento, asi pues me veo en la tarea de subirlo de nueva  cuenta, informo pues que tardare, ya que el fic como tal aun no esta terminado, como muchos autores me encentro en la parte mas dificil de mi trabajo. el encontrar un final apropiado.

sin mas espero me sepan disculpar, estare subiendo mas cosas, aunque de tanto en tanto, pues actualmente estoy aspirando alto y trabajo en una novela que espero en los años venideros vea la luz en las imprentas 

 

con cariño, Burne.

Siempre quise sentirlos, tus labios Erik, recorrer cada parte de mi cuerpo en incesante movimiento, el tortuoso quemar de esos labios que producen fuego a cada paso que dejan detrás de ellos. Siempre con tanto anhelo los desee, una tortura que recorría mi pensamiento en sonar de traición, eras mi mejor amigo y simplemente no podía dejar que te fueras de mi lado por el simple capricho de mi enamoramiento, perderte seria como perder el oxígeno, tú eras mi oxigeno tan necesario para vivir. Aun así un día no pude más y te lo dije, con el corazón en la mano….después de todo no hay peor lucha que la que no se hace

--Erik me gustas—lo solté de mi pecho como una bala que sale de un revolver sin pleno aviso, creo que ese fue mi primer error. Recuerdo haberte citado en el techo de la escuela al finalizar las clases—me gustas mucho.

--¿de que estas hablando?—pude ver esa confusión en tus hermosos ojos marrones. Tu tan alto, siempre cinco centímetros más que yo, esa piel morena que aún me vuelve loco, tus grandes manos que comenzaban a temblar como asimilando el shock que te causo mi confesión—buena broma Jonathan—dicen con una risa temblorosa tratando de negar, bloquear, lo ocurrido.

--no es broma de verdad me gustas—me acerque tembloroso hacia ti, siempre fuiste violento excepto conmigo, por alguna extraña razón me acogiste en tu protección, siempre se burlaban de mi cuando niño por mi piel amarilla debido a una enfermedad extraña del hígado y aunque al pasar del tiempo mi padecimiento fue curado, las bromas aún continuaban, pero tú me ayudaste, me protegiste. Mas sin embargo ahí me fui acercando, con miedo, temiendo de que años de conocernos no significaran nada para ti en ese momento y arrebataras esos puños que siempre vi estamparse contra otros ahora en mí.

--esto es algo delicado, no puedes bromear así—pude sentir como me tomaste por los hombros, mirándome con los ojos bien abierto tratando de buscar una respuesta lógica a esto—eres mi mejor amigo y siempre, siempre te he querido pero…eres como mi hermano pequeño.

--ya no somos unos niños, ¿no recuerdas en esa fiesta de verano?—entiendo que inmediatamente sabes a lo que me refiero y me dices que no siga, pero yo igual lo hice. Continúe—tú estabas muy tomado y como pude te lleve hasta una habitación para que durmieras…

--¡basta!...—escucho que me dices en un arrebato de furia, tomándome más fuerte por los hombros, pero de inmediato te detienes tratando siempre de no hacerme daño.

--pensaba dejarte dormir pero tú me tomaste de las manos y me dijiste que me quedara, yo lo hice—te mire directo a los ojos para asimilar yo también la verdad de todo eso—no creí que nada fuera a Pasar, pero fue todo lo contrario tu y yo hicimos…--me muerdo el labio para tratar de no sonar tan idílico con mis palabras—tuvimos sexo por primera vez esa noche, me dijiste muchas veces que me querías y yo…

--fue  un error te lo dije la mañana siguiente, ¿recuerdas?—siento como me sueltas para crear distancia entre los dos, eso me mata—es algo que simplemente paso y no tendría por qué haber ocurrido en primer lugar.

Lo dijiste, lo que ya sabía lo dijiste y aun así dolió como el demonio, pero aún seguía empeñado en que tal vez podría haber una esperanza para ambos.

--¡no puedes decir que fue un error si el error se vuelve a repetir por segunda vez!—no puede notar mi tono de voz pero creo haber sentido que grite.

--¡también estaba tomado, tomo mucho tú lo sabes!—te me acercas peligrosamente pero te detienes en el acto mirándome con algo que pareciera ser rabia e impotencia.

El momento se vuelve agonizante necesito decirte algo que cambie el curso de las cosas, pero no estoy seguro de que, y siento como el oxígeno comienza a partir, tu comienzas a partir no quiero dejarte ir.

--p-podemos darnos una oportunidad—trato de mantenerme en la superficie con lo que sea que pueda ser mi valsa ante el mar que me engulle.

--tu y yo no tenemos oportunidades que probar—todas tus palabras duelen—mira—veo como suspiras pesadamente—olvidemos esto y volvamos, ya es tarde y podemos ir juntos a casa como siempre. Compre algo para que los dos comamos anda—me sonríes, lamentablemente en lugar de apaciguar las heridas las abre más.

--lo siento—es esta mi derrota y me acerco a ti para poder ir a casa, me tomas de la mano yo trato de aguantar las lágrimas al menos para la privacidad de mi cuarto—¿me odiarías si hiciera algo?

--¿hacer que?—preguntas confundido mientras me miras.

No respondo a tu pregunta simplemente me lanzo sobre ti y te beso, tal vez el beso más torpe y desesperado de mi vida pero no lo correspondes. Lo próximo que siento es mi mejilla caliente y que estoy en el suelo, el calor y dolor se esparcen por mi cara. Alzo la mirada y noto que me diste una cachetada por tu mano extendida, me miras con estupefacción.

--yo…--tratas de hablar y te acercas a mí pero te detienes, no dices más y te vas de ahí corriendo sin mirar atrás.

Y yo me quedo ahí, tirado en el suelo, llorando por lo bajo con la mirada escondida  y con un dolor tan grande que me recorre la existencia, no, no es por el golpe que me diste, fue toda esa indiferencia, mi ingenuidad, el cómo resultaron las cosas. Ya no hay marcha atrás.

--lo siento—me repito a mí mismo y a la soledad de ese lugar.

Dos horas después de nuestra pelea me fui de ahí, llegue a mi casa con la mejilla aun roja. Como siempre mis padres no estaban, simplemente subí a mi cuarto y trate de dormir. Ahora casi dos semanas después es hora de partir aun me duele en el alma haber terminado mi relación contigo de esa manera, nunca lo creí posible, escuche tus llamadas pero no las quise contestar, todas y cada una de ellas, estaba enojado conmigo mismo y temeroso de lo que pudiera escuchar si contestaba, así que simplemente ahora tomo mis cosas y me dispongo a partir. Esta carta es un último adiós mi vuelo sale en dos horas y tengo que estar con una de antelación antes de la misma. Adiós.

 

Te amo

 

Jonathan.


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