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Three days of mourning por Denderia

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Notas del fanfic:

No poseo One Piece ni sus persnajes, pertenecen a Oda

Notas del capitulo:

El título significa "tres días de luto". Tiene lugar seis años después de la saga de Marineford, con la premisa de que un año antes de la linea de tiempo de este fic Luffy ha conseguido llegar a ser el rey de los piratas.

Era algo muy común entre la tripulación de los antiguos piratas de Shirohige que tres días en concreto era mejor no acercarse a su capitán, anteriormente el comandante de la primera división. Tres días en los que Fushichō Marco destrozaría a cualquier barco que se acercase al nuevo Moby Dick sin importar su bandera o sus intenciones. Incluso dentro de la tripulación tenían cuidado a la hora de tratar con él esos días. No sería la primera ni, dadas las tonterías que tendían a hacer cuando llevaban una copa de más, tampoco sería la última vez que Marco dejase a alguno de sus compañeros K.O. en medio de la cubierta por algún comentario desafortunado. A partir del tercer año, encontraron el patrón en su extraño comportamiento y aprendieron a convivir con él.

El primero de estos días era el día que, seis años antes, tuvo lugar la Guerra de Marineford. Todos comprendían que era por la pérdida de su padre y de su mejor amigo, a ellos también les traía muy malos recuerdos ese día, por lo que desde el primer año, nada más verlo aparecer a primera hora de la mañana en la cocina con una expresión hosca y sombría toda la tripulación se mantuvo tranquila e hicieron sus tareas diligentemente, intentando no evocar la ira de su nuevo capitán. Aún después de tanto tiempo era difícil aceptar que los caídos ya no volverían. Si cerraban los ojos un momento aún podían ver al viejo Shirohige sentado en la cubierta y bebiendo mientras veía a sus hijos disfrutar de su libertad, y era extraño comer cada día sin tener que defender su plato con sus vidas ante los asaltos de Ace a los que se sentasen en su misma mesa. Y es que ni siquiera ahora habían conseguido comprender cómo conseguía robar comida a alguien del otro extremo de la mesa sin levantarse y sin ser visto. El segundo comandante parecía haberse llevado ese secreto con él a la tumba.

La segunda vez fue cada día de año nuevo. No sólo era el cumpleaños de Ace, sino que también hacía recordar a Marco que tendría que hacer frente a otro año más sin la supervisión y consejos de su padre y sin la alegría contagiosa y risas interminables del más joven. Tenía por costumbre encerrarse en su camarote todo el día con una botella de sake y viejos recortes de periódicos que describían todas las hazañas de ambos caídos, ignorando que era la Marina quien repartía la información y siempre les daban un toque malévolo que nunca estuvo presente en sus acciones. Podían ser piratas, pero ellos nunca hicieron nada por fama o sed de sangre. Lo único que les movía eran sus lazos familiares y la protección de todos sus aliados y de quienes los apoyaban.

Pero era el último de los días lo que desconcertaba a los piratas de Shirohige. El cuatro de abril, el día en que hacía un año, cinco después de la guerra, Monkey D. Luffy, el capitán Muwigara, había conseguido por fin convertirse en el rey de los piratas. Al principio todos pensaban que Marco estaría feliz por la noticia, y aunque no tuviesen contacto, estaría orgulloso de la noticia por ser el hermano pequeño de Ace. Pero cuando ese día recibió la noticia gritó a todos los que estaban gritando y bebiendo en la cubierta y entró a la nave dando un fuerte portazo. Nadie volvió a verlo ese día. Recordaban como Marco, el mismo día de la guerra, había mandado a todos que protegiesen al niño, “la última voluntad de Ace” se había referido muchas veces al chico por ese nombre. Se les hacía extraño que estuviese de mal humor, lo único que les parecía lógico es que Marco hubiese decidido culpar a Luffy de la muerte de las dos personas más importantes de su vida.

 

***

 

Estaba destrozado. Cuatro de abril de nuevo, eran las siete de la mañana pero ni siquiera tenía fuerzas para levantarse de la cama. Levantó la cabeza aún sin incorporarse para mirar por la escotilla y maldijo para sus adentros. Hasta el mismísimo cielo estaba en su contra. El sol resplandecía como nunca y el mar estaba en plena calma, totalmente opuesto a cómo se sentía por dentro. A lo lejos podían divisar una isla demasiado familiar, pero faltaban al menos cuatro horas para que el barco llegase y aún más si tenía que esperar a que acabasen los arreglos. Marco se consideraba ese día la persona más miserable del Shin Sekai, aunque si le hubiesen preguntado hace unos años hubiese dicho todo lo contrario. El cuatro de abril, ahora conocido como uno de sus días negros, seis años antes lo hubiese recordado como el más feliz de su vida, el día en que él y Ace habían confesado sus sentimientos y todo parecía un poco más amable para ambos. Habían encajado de inmediato, parecía tan natural estar juntos que les hacía preguntarse porqué habían tardado tanto. Pese a que tan solo Shirohige conocía su relación, ninguno de los dos se había quejado. En medio de una tripulación tan ruidosa como esa, y cargada de bromistas habían preferido no darlo a conocer para poder mantener algún momento a solas sin ser interrumpidos por algún graciosillo, Thatch sobre todo.

Pero ahora ya no quedaba nada de aquello…

Ese día iba a ser muy duro hacer frente al mundo, como siempre lo fue, por lo que podía reunir un algo de voluntad para salir y acabar todo cuanto antes para poder volver a su camarote y olvidar los horrores que le circulaban por la mente. Ignorando la pesadez de sus extremidades y el cansancio general de su cuerpo, se levantó con desgana e ignorando el desayuno sólo se detuvo en la despensa a coger una botella de sake y salió a la cubierta. Subió a la ballena del mascarón de proa, se transformó en fénix y emprendió el vuelo hacia la pequeña isla aprovechando las corrientes de aire. El viaje que en barco hubiese durado horas él lo acabó en apenas veinte minutos.

 

***

 

Quizás ese año no sería exactamente igual al resto. Aun estando a gran altura, una vez estaba lo suficientemente cerca de la costa pudo divisar un barco anclado. Desde esa perspectiva no podía distinguir la bandera, así que no estaba seguro de si eran conocidos, simplemente estaban de paso o si, a su temor, habían llegado a la pequeña isla fuera del magnetismo de cualquier log pose para saquear las tumbas de Shirohige y Hiken no Ace. Hirviendo de ira abandonó la ráfaga de aire que le ayudaba a sobrevolar rápidamente las aguas y se dejó caer en picado hacia la cubierta, inconscientemente aumentando el tamaño de sus llamas. Esto no pasó desapercibido por los tripulantes del barco, que corrieron a prepararse para el combate en cuento vieron lo que parecía ser una gran bola de fuego azul cayendo del cielo. Conforme se acercaba iban diferenciando una silueta y distinguiendo algunos matices dorados en las llamas y, cuando estaba a escasos metros, vieron como empezaba a tomar forma humana. Se mostró al principio a la defensiva listo para atacar si hacían un movimiento sospechoso, hasta que alzó la vista a la vela del barco y vio su bandera. En lugar de temor o agresividad como esperaban los tripulantes, Marco se relajó visiblemente. No esperaba que después de tanto tiempo sin acercarse siquiera a la isla, Muwigara no Luffy hubiese venido a visitar la tumba de su hermano.

Claro que la tripulación no lo conocía en absoluto. El espadachín y primero a bordo, Roronoa Zoro, se acercó amenazadoramente a él blandiendo sus espadas., seguido de Sanji Kuro Ashi y Franky el ciborg. El resto de la tripulación se mantuvo atrás, pero empuñando sus armas y en posición de ataque. Ni siquiera iban a esperar a comprobar quién era, pero Jimbē se adelantó a ellos.

–Ha pasado tiempo desde que no oía nada sobre ti –dijo el gyojin a modo de saludo con los brazos cruzados sobre el pecho. Viendo que el resto le miraba preguntando en silencio por el intruso decidio presentarlo antes de que alguien hiciese algo estúpido. Podían ser parte de la tripulación del rey de los piratas, pero Marco era un combatiente más que experimentado y poderoso –No va a atacar, –con eso relajaron todos su postura –se trata de Fushichō Marco, nuevo capitán de la banda de Shirohige.

– Jimbē, no esperaba ver a nadie aquí, yoi.

–Me gustaría haber visitado a Oya-san, pero he estado ocupado.

–He oído que vosotros protegéis ahora la Isla de Gyojin. Es bueno volver a saber de ti, pero tengo algo que hacer.

–Para Ace, ¿no? –preguntó, o más bien afirmó Jimbē asintiendo hacia la botella que Marco llevaba en las manos.

–Así que aquí está su tumba… Por eso Luffy… –cuchicheó el joven de la nariz larga con el pequeño reno, aunque Marco decidió ignorar por completo las caras afligidas de los piratas, dispuesto a salir cuanto antes.

–Luffy-kun está ahora mismo visitando su tumba también, –informó ignorando también a sus compañeros –no te distraeré más.

–Ha sido bueno verte de nuevo, yoi.

Con eso se acercó a la barandilla del barco y se transformó en fénix de nuevo, por dentro el ave se acicalaba las plumas viendo las expresiones maravilladas de la mayoría de la tripulación de Muwigara y las alabanzas en voz alta del pequeño reno, y partió de nuevo. Ni cinco minutos después estaba allí, a varios pies sobre su objetivo y viendo desde lo alto al joven que se había proclamado el hombre más fuerte del Shin Sekai, aunque extrañado de verlo sin su famoso sombrero que le daba nombre. Aterrizó a una distancia prudente y se mantuvo en silencio pese a saber que el más joven había notado su presencia desde el principio. Junto a cada tumba había un ramo de flores. Lirios blancos encima de la lápida y con cuidado de no tapar la estela grabada en ella. Para Ace, en cambio tenía a los pies de su tumba un gran ramo de añañucas, una variedad de flores del desierto. Lo impactante eran los colores. Una mezcla de flores de una variedad entre rojizos, naranjas y tonos amarillentos que inmediatamente le recordaron las intensas llamas que Ace solía dejar bañar su piel. De nuevo el dolor al que tanto se había acostumbrado en los últimos años parecía querer rasgarle en pedazos recordándole que nunca volvería a tener eso.

–¿Has venido a visitar a mi hermano? –ese comentario le sacó de su estado de trance en su mente. Fijó su vista en el joven que tenía en frente, aún de espaldas a él. Pasó un minuto en silencio antes de que el hermano pequeño de su amante se diera la vuelta y estableciese contacto visual con él por primera vez. Marco, aún sin responder, se acercó y dejó la botella de sake en el suelo, entre las dos tumbas –¿Eres parte de los piratas de Shirohige-ossan?

–Era, –le corrigió Marco con voz amarga –él ya no está. –A su lado, Luffy sólo asintió con la cabeza –Te ha tomado tiempo llegar hasta aquí, rey de los piratas, pensé que Jimbē te dio el eternal pose con la situación de esta isla, yoi.

–Shishishi, Ace se habría enfadado si venía aquí sin cumplir mi sueño.

–Supongo que es cierto yoi. Marco, es mi nombre – aclaró con una sonrisa casi imperceptible, algo extraño en ese día que le sorprendió incluso a él mismo –nunca lleguemos a presentarnos en el pasado, yoi, cuando…–se volvió a hacer el silencio unos minutos antes de que Marco volviese a romperlo, cambiando de tema a algo menos sombrío –¿Puedo preguntar por tu sombrero?

–Una promesa. –Luffy iba a retirarse, caminó varios pasos dejando a Marco a su espalda cuando se paró en seco, recordando algo importante –Tengo un mensaje para ti y tu tripulación.

–¿Un mensaje?

–Hn, de parte de Ace, me lo dio antes de… él me pidió que os diera las gracias.

–No debía darlas, yoi. Era uno de los nuestros, no habría nada que evitase que intentásemos salvarle, a él o a cualquier otro.

–Él dijo… –el joven bajó la cabeza, dolido por sus recuerdos pero decidido a transmitir las últimas palabras de su querido hermano mayor –Os daba las gracias por amarlo, aunque Roger fuese su padre.

Por una parte Marco estaba impactado por sus palabras, pero otra parte no se sorprendía en absoluto. Después de enterarse de su linaje entendieron que Ace lo llevaba como una carga a su espalda, algo que nunca conseguiría borrar y que le pesaría toda la vida, haciendo cada relación social de cualquier tipo aún más difícil. Viendo que Luffy se retiraba de nuevo, decidió sincerarse él también.

–Quería a tu hermano, más de lo que te imaginas.

–Shishishi, Ace siempre ha sido así. –dijo con una gran sonrisa tras pararse otra vez –Incluso mis nakamas le querían, y estuvo con nosotros muy poco tiempo.

–No así, yoi. Ace era mi amante, hoy hace seis años de eso.

Luffy le miró fijamente un buen rato sin hablar ni mostrar ninguna expresión. Era tarde para que se enfadase por eso, pero Marco sabía que para Ace hubiese sido importante que su hermano no estuviese en contra. Ahora que lo pensaba, si Luffy no le gustase la idea, no sabía que haría Ace. Para él, su hermanito era muy importante, no sabía si al decir que lo más importante de su vida se equivocaría, pero realmente Marco creía que era cierto. El nuevo rey de los piratas volvió a darle la espalda pero no empezó a alejarse.

–Si Ace te quería tanto, es porque eres buena persona. Vendré también el año que viene. Nos vemos, Marco-nii-san –dijo con una gran sonrisa antes de volver la cabeza y seguir su camino de vuelta a su nave, dejando a un hombre bastante asombrado detrás.

Porque tal vez, y solo tal vez, podía mirar de nuevo al frente ahora que alguien más sabía de su relación secreta y entender su dolor. Por fin dejaba de importarle ver el sol brillar tan intensamente cada cuatro de abril.

Notas finales:

Bueno, espero que os haya gustado, nunca había escrito un one-shot antes. De hecho, creo que nunca había acabado un fic antes XD
Reviews?~


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