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Sentimientos por PrincessofDark

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen, son de Masami Kurumada. Mi historia es sin ningún fin de lucro.

Notas del capitulo:

Esta historia surgió gracias a un fic genial de Crystalwall en donde aparece dentro de la trama una relación entre Hypnos y Mu.

Me encantó la pareja y decidí aportar una historia más al fandom que espero que les guste y les interese.

Dedicado a aquellos que pasen por aquí a leer y a aquellos que se toman un tiempo para comentar. Los comentarios y las lecturas me alegran el día, así que si quieren leer y dejarme uno me harían muy feliz!!

Especialmente dedicado a Crystalwall, espero que te guste esta historia.

¡Besos!

Nada ni nadie habían preparado a Mu de Aries para lo que le sucedió en el Recinto Patriarcal esa mañana de octubre.

El ariano a sus 20 años, había pasado casi toda su vida en medio de entrenamientos, guerras santas o exiliado en su Torre de Jamir. Si bien era querido por sus compañeros y por su discípulo y éste también los quería mucho a su vez, su corazón no había conocido el sentimiento más profundo que el cariño y que se conocía como amor.

Por eso, cuando se presentó sin anunciarse en el Recinto Principal, para pedirle permiso a Shion para irse a Jamir por unos días se sorprendió al encontrarse a su antiguo maestro con otro hombre conversando fluidamente.

-Lamento la interrupción – dijo incómodo y listo para retirarse.

-Descuida, Mu. Hypnos y yo ya estábamos terminando – contestó Shion y el mencionado se puso de pie y volteó a ver al recién llegado.

Mu se sorprendió por volver a ver al dios de los sueños después de la guerra contra Hades, desconociendo por completo los motivos por los que se hallaría en el Santuario. Recordaba haber visto al dios del sueño en muy contadas ocasiones, siempre en el combate contra Hades por lo que nunca había tenido oportunidad de observarlo con detalle. Le llamó la atención la fortaleza que emanaba su cosmos, su porte orgulloso y altivo y la mirada de profunda observación que también recibió a su vez mientras el hombre acomodaba sus rubios cabellos.  Se reprendió mentalmente al sentir que el otro había notado su detallada observación y trató de distraerse del flujo de sus pensamientos.

-Es cierto, caballero. El Patriarca y yo ya terminamos nuestras conversaciones. Shion, transmitiré los mensajes que me has dado al señor Hades y continuaremos con las negociaciones en los próximos días.

-De acuerdo, Hypnos. Te esperaré entonces.

El dios de los sueños pasó al costado de Mu y el joven ariano no pudo evitar mirarlo de reojo cuando lo tuvo a su lado. Su mente volvió a perderse en el altivo rostro de ojos dorados y en el imponente porte del hombre por más que quiso evitarlo.

-¿Mu qué necesitabas? – preguntó en voz alta Shion, después de haber intentado hablar con el caballero dorado del primer templo un par de veces sin resultado.

-Ah… lo lamento, estaba distraído. Necesito ir a Jamir por unos días, es necesario reparar unas armaduras que han llevado algunos caballeros para allí y quiero investigar un par de cosas en los libros lemurianos.

-Está bien, Mu. Puedes ir el tiempo que necesites. Si surge algún imprevisto te contactaré de inmediato.

                                                                  *             *             *

Su llegada a Jamir le brindó un poco de la tranquilidad que le hacía falta en el Santuario. Adoraba a Kiki pero el niño solía hacer más de una travesura por la que tenía que disculparse con sus compañeros y era muy activo, riéndose, hablando y corriendo constantemente.

Jamir le brindaba el silencio y la paz que necesitaba para su alma, levemente turbada desde que se había encontrado con el dios de los sueños. Se sentía mal por no poder quitarse de su mente la dorada y atrayente mirada de ese dios al que apenas conocía pero no podía olvidar.

La paz lo acompañó los primeros dos días de su llegada, donde reparó esas armaduras que tenía pendientes y comenzó a buscar la información que necesitaba. Fue al tercer día de su arribo cuando al levantarse y salir a contemplar el amanecer se encontró con una figura sentada tranquilamente en una roca a pocos metros de su Torre.

-¿Usted? – preguntó en voz alta, sorprendido.

-Es un lugar muy tranquilo. Muy difícil de llegar si no posees habilidades extraordinarias – dijo el hombre rubio poniéndose en pie y acercándose al ariano más joven. – ¿Cómo estás?

-¿Qué hace aquí? – inquirió un sorprendido Mu.

-Tenía ganas de conocer Jamir. Shion dijo que era un lugar muy calmo e inaccesible. Tendré que darle la razón cuando lo vea.

Hypnos reprimió una sonrisa cuando vio el gesto de extrañeza plantarse en la cara del menor. Realmente, ni él mismo sabía explicar con certeza las razones de su presencia en ese lugar. Había olvidado darle una información a Shion y al regresar pudo escuchar el pedido del guardián del primer templo para abandonar el Santuario con rumbo al misterioso Jamir.

Le había pasado algo muy extraño al ver al ariano entrar al Recinto Principal. Él también recordaba haberlo visto brevemente durante la última guerra santa, pero pareció verlo por primera vez ese día. Él, por más dios que fuera había sentido una extraña atracción por el joven de cabellos lilas apenas lo había visto entrar al Recinto. Aún con esa dorada armadura puesta, el joven lucía realmente muy elegante, esbelto y de estilizada figura.

Ahora, al tenerlo frente a él con ropas comunes terminó de comprobarlo. Así como terminó de corroborar que los ojos verdes que lo miraban eran los más luminosos y hechizantes que había visto a lo largo de su vida. El tono pálido de su piel y la sensación de que era tan suave y cremosa como la seda no hacían más que realzar su belleza frente a los ojos de Hypnos. Pero eran sus ojos lo más llamativo, el reflejo de un alma límpida como pocas veces había visto en los seres humanos, un alma pacífica, serena pero también poderosa.  

-En este lugar no hay demasiadas cosas para entretenerse – dijo Mu como toda respuesta.

-Quizás. Pero estaba bastante aburrido en los Elíseos y sentí ganas de venir a verte.

-¿Qué? – el ariano se ruborizó fuertemente lo que hizo sonreír al mayor.

-De venir a conocer Jamir debí decir – corrigió - ¿Te gusta este lugar?

-Viví trece años aquí, aprendí a quererlo – contestó simplemente Mu.

-¿Aquí reparas las armaduras? – preguntó con curiosidad Hypnos.

-Algunas. Las armaduras doradas las reparo en mi taller de la casa de Aries.

-Sé que el proceso de reparación es muy difícil y que quedan muy pocas personas capaces de hacerlo.

-Mi maestro Shion me enseñó a mí. Y de a poco le estoy enseñando a mi alumno, Kiki.

-¿No vino?

-No. Quedó en el Santuario.

La charla continuó durante un rato hasta que Mu se atrevió a invitarlo a desayunar, considerando que el dios no aceptaría. Para su sorpresa, en pocos momentos se encontró con que los dos compartían unas tazas de café y unas galletas horneadas por las manos del ariano el día anterior.

-Están deliciosas – comentó el dios de los sueños, complaciéndose con el apenado rubor del rostro del más joven.

Después de un atropellado agradecimiento y de compartir el desayuno, el más joven se encontró con que el dios del sueño se instaló a su lado a revisar libros y se terminó quedando a almorzar. Después del almuerzo había continuado con sus investigaciones, ahora con un par de consejos y explicaciones por parte de Hypnos, revelando su profunda inteligencia. Terminaron también compartiendo una sencilla cena en donde la charla ya había sido más informal.

-Te agradezco por haber tolerado mi presencia durante todo el día – dijo Hypnos, poniéndose en pie para retirarse.

-No digas eso. Lamento no haber sido una compañía muy interesante con mis investigaciones. Debiste aburrirte bastante – respondió Mu levantándose a su vez.

-No lo hice. Pasé un día muy agradable. Espero que no te importe si decido regresar alguna vez – sostuvo el rubio mirándolo fijamente.

-Claro que no – contestó Mu aunque sinceramente no esperaba volver a ver a Hypnos.

                                                                  *             *             *

Sin embargo, se llevó una enorme sorpresa cuando al otro día por la mañana el dios del sueño estaba parado en el mismo lugar. Esta vez trayendo consigo algo para acompañar la taza de café que compartieron mirando el amanecer.

Por segunda vez el hombre pasó todo el día a su lado, y aunque Mu creyó que se aburriría de verlo hacer siempre lo mismo Hypnos pareció muy concentrado y entretenido por todo.  De a poco, el dios de los sueños comenzó a averiguar acerca de la antigua Lemuria y de las causas de su desaparición. Preguntó también acerca del arte de reparar armaduras y Mu no pudo dejar de notar que parecía hacerlo con verdadero interés y no por mera cortesía.

-Vendré mañana – anunció simplemente Hypnos al retirarse después de cenar.

Mu ni siquiera alcanzó a responder cuando ya el mayor había desaparecido. El ariano se sentó un rato más en el exterior, disfrutando del aire fresco de la noche y de la luz de la luna iluminando el lugar. Estaba asombrado por haber recibido dos días seguidos la visita de Hypnos, siendo plenamente consciente de que  Jamir no era un lugar turístico por excelencia.

No quiso pensar demasiado en el significado de las dos visitas del dios del sueño. Tampoco quiso pensar en la que anunció para el día siguiente. Quizás porque no quería profundizar en las razones, sino simplemente disfrutar de esa compañía a la que no estaba acostumbrado pero que no le molestaba. Por el contrario, había algo en sus conversaciones que hacía que Mu hablase más de lo habitual en él, por ejemplo, sobre la reparación de armaduras, tema que a sus compañeros dorados jamás les había interesado.

                                                                  *             *             *

Mu no se sorprendió cuando al día siguiente, Hypnos apareció frente a él. Tampoco cuando apareció al día siguiente, y al otro y al otro.

-Ya me has invitado varios días seguidos a desayunar. ¿Me aceptas una invitación a mí? – fue lo primero que preguntó ese día al llegar.

-Está bien – aceptó Mu, pensando en que sería Hypnos el que prepararía el café.

-¡Excelente!

Cuando el ariano menor quiso darse cuenta, el cosmos divino lo había envuelto y casi obligado terminó cerrando los ojos debido a la luz. Cuando volvió a abrirlos, no se sorprendió al no hallarse en Jamir.

-¿Dónde estamos? – inquirió curioso.

-En algún lugar… - sonrió Hypnos señalándole a la distancia un pueblo donde ambos pudieron encontrar una cafetería pequeña y acogedora.

Desayunaron allí con tranquilidad. Por primera vez en mucho, muchísimo tiempo, Mu se dedicó a disfrutar y a no pensar en todo el trabajo acumulado que debía tener en el Santuario.

-Shion te quiere mucho – murmuró Hypnos – se nota que está muy orgulloso de ti.

Mu se concentró de nuevo en la charla que sostenía con Hypnos y asintió antes de hablar.

-Fue un maestro excelente. Prácticamente es un padre para mí. Espero que Kiki también pueda llegar a verme de la misma manera.

-Estoy seguro de que sí. Shion ha comentado que ese niño tiene poderosas habilidades y que ya prácticamente domina la reparación de armaduras.

-¡Sí! Kiki es un excelente alumno aunque es muy inquieto.

-¿Por eso no lo llevaste a Jamir contigo? ¿Necesitabas un poco de calma?

Mu asintió un poco apenado.

-Sí, un par de días en silencio y tranquilidad. Aldebarán lo está cuidando y sé que lo hace en forma excelente.

-Ah, el caballero dorado de Tauro. ¿Son amigos?

-Sí. Intento llevarme bien con todos mis compañeros pero Aldebarán, Shaka y Aioria son mis mejores amigos. ¿Cuáles son los tuyos?

-Pues… obviamente que Thanatos, y después Radamanthis y Lune.

La charla se mantuvo durante un rato más hasta que el desayuno se acabó y el dios del sueño lo invitó a caminar un poco por el lugar.

-Sí no tienes que irte a Jamir – indicó suavemente Hypnos.

-No, Jamir puede esperar – Mu se ruborizó tenuemente por su respuesta, antes de comenzar a caminar sin decir otra palabra.

Recorrer el lugar tardó un tiempo bastante largo, no porque fuera demasiado grande sino porque se lo tomaron con toda la tranquilidad del mundo. Curiosearon la calle principal y las otras descubriendo las tiendas y algunos pequeños puestos de ferias con diversas chucherías para regalar. Mu miró todo con atención, encontrando un par de cosas interesantes como un estuche en un elegante cuero negro para sus herramientas de trabajo.

Al llegar el mediodía se encontraron almorzando en la misma cafetería del principio.  Se instauró un cómodo silencio entre ambos, interrumpido sólo por el ruido de los cubiertos y por las intervenciones del mesero ofreciendo sus servicios.

-Creo que es hora de regresar – indicó Hypnos después del almuerzo – tengo que hacer algunas cosas en el Inframundo y debo volver.

Los ojos verdes que lo miraban se opacaron un poco pero la voz del ariano fue suave al contestar.

-Comprendo. Gracias por haberme traído – respondió Mu cerrando los ojos esperando regresar a Jamir, lo que se produjo en apenas unos instantes.

Hypnos se despidió de nuevo y desapareció tras breves segundos. Mu, acostumbrado a la presencia hasta la noche del dios de los sueños se sintió repentinamente solo pero meneó la cabeza en forma negativa y entró a la Torre de Jamir.

-Tonto – susurró en voz baja.

Mu apenas había comenzado a leer uno de los libros que tenía apartados para sus investigaciones cuando sintió que el cosmos de Hypnos aparecía nuevamente. Se levantó del sillón y acercándose a la puerta la abrió con inquietud.

-¿Pasó algo? – preguntó sorprendido al verlo de nuevo allí.

-Sí, me olvidé de algo.

Hypnos tomó una de las manos de Mu y depositó un paquete en ella, rectangular y envuelto en un sencillo papel marrón.

-Es para ti. Espero que te guste – indicó Hypnos – nos vemos mañana.

Nuevamente, el dios desapareció y Mu quedó paralizado, observando con duda el paquete. Tardó poco en abrirlo, asombrado por el gesto y aún más cuando notó el estuche que tanto le había gustado en el pueblo. Una sonrisa, diferente a todas las que había puesto en su rostro a lo largo de su vida apareció y sin dudar se metió en su taller.

                                                                  *             *             *

Cuando Hypnos apareció al día siguiente por la mañana notó que su anfitrión estaba cansado y con unas leves ojeras.

-¿Estás bien? – preguntó preocupado.

-Sí. Es que me dormí muy tarde anoche. Ven.

Mu lo llevó a la cocina y le sirvió un exquisito desayuno que ambos devoraron rápidamente. Al terminar, el ariano lo llevó al taller e Hypnos pudo notar complacido que el estuche ocupaba un lugar de honor en la mesa de reparaciones.

-¡Me encantó! No debiste haberte molestado pero te lo agradezco mucho – las palabras fueron sinceras y el dios de los sueños asintió complacido – esto es para ti.

Mu le entregó una pequeña escultura hecha en metal, un retrato de su persona hasta con el más mínimo detalle. La escultura del dios del sueño tenía ese aire de altivez y orgullo que su poseedor original poseía e Hypnos al recibirla la contempló extasiado.

-Es la primera vez que hago una escultura – musitó el ariano levemente ruborizado – lamento si no quedó muy bien.

-Está perfecta – Hypnos – la pondré en un lugar de honor en mi templo. Muchas gracias.

Mu se sintió satisfecho y sintió un vuelco en el estómago cuando Hypnos tomó una de sus manos y depositó un beso suave en ella.

-Tus manos deberían dedicarse a labrar arte y no sólo a reparar armaduras – arguyó Hypnos, sonriendo ante el rubor en la mejilla del carnero dorado.

-Mi destino es…

-A veces el que tú quieres que sea y no sólo el que te imponga una diosa – susurró Hypnos acercándosele un poco más.

Mu retrocedió hasta chocar con la mesa del taller y entonces Hypnos depositó sus manos en la mesa impidiendo que se escapara.

-¿Por qué estás aquí? ¿Por qué has venido a Jamir? – interrogó Mu al cabo de un tenso silencio.

-Creo que lo sabes. No es precisamente por Jamir que vine el primer día y por lo que sigo viniendo.

-Yo…

-¿Sabes que el otro día cuando entraste para hablar con Shion, iluminaste el lugar en un instante? ¿Sabes que tus ojos son los más hechizantes que he visto a lo largo de mi vida? No sólo porque son hermosos sino porque me muestran la grandiosa persona que eres. ¿Sabes que me encanta tu pelo que parece fino y suave como una seda? ¿Sabes que me pareces una persona muy interesante, culta y refinada?  Podrá parecerte una locura, Mu pero me enamoré de ti en ese instante, y creo que a ti también te pasó lo mismo. Pude notar tu mirada en mí, además sólo una persona que me ha observado profundamente podría hacer una escultura tan perfecta como esta que me acabas de regalar.

La cara de Mu era un poema ante tantos halagos dirigidos a su persona, porque por primera vez en su vida una persona se los decía. Cuando las últimas palabras penetraron en sus oídos no pudo evitar alzar una mirada impactada a los ojos del mayor que no pudo evitar disminuir un poco más las distancias, acercándose como un leopardo a su presa.

Mu sintió una mano cálida tomar su mentón y brindarle una imperceptible pero estremecedora caricia. Esa mano también condujo a su rostro a aproximarse a la faz del mayor hasta que la distancia se cortó al conectarse los labios de ambos.

Ambos sintieron esa placentera sensación de perderse en los labios del otro. Mu como una experiencia única, primigenia pero increíblemente maravillosa. Hypnos con la experiencia de siglos disfrutando de los deliciosos labios que se le ofrecieron apenas tomaron contacto.

Mu entreabrió los labios y permitió la invasión de la ardiente lengua del mayor en un beso demasiado intenso pero que se sentía increíblemente bien. Hypnos recorrió toda su boca, jugando con su lengua, obligándola prácticamente a batallar en un juego delicioso donde el vencedor fue el poderoso dios del sueño.

Mu se percató de que las manos de Hypnos comenzaban a acariciar su cuerpo, quitando con prisa la ropa, desesperado por tocarlo directamente y no hizo ningún intento de impedirlo.

-Eres hermoso – jadeó el mayor en uno de sus oídos para instantes después sentir unos apasionados besos en su cuello que lo hicieron gemir suavemente.

-Hypnos – susurró Mu, mientras sus propias manos cobraban vida y comenzaban a desvestir al poderoso dios del sueño – ayúdame.

-No necesitas pedirlo dos veces – jadeó el mayor en respuesta, ayudando a las manos del carnero dorado en su proceso de desvestirlo.

Hypnos besó de nuevo los labios del ariano apasionadamente, mientras ambos terminaban sin saber bien como en el dormitorio del carnero dorado.

-Es muy sencillo – susurró Mu avergonzado por el escaso mobiliario y por la simpleza de los mismos cuando notó que Hypnos miraba a su alrededor.

-Tonto – un nuevo y dulce beso – es perfecto, tal y como tú lo eres.

Mu se dejó caer sobre la cama y no le importó demasiado que Hypnos cayera encima suyo para comenzar una nueva tanda de besos en los labios y en el cuello.

-¿Se siente bien, cierto? – inquirió Hypnos con una sonrisa.

-Sí – gimió suavemente en respuesta.

-Te vas a sentir mejor. Te lo aseguro.

Hypnos comenzó un lento descenso por el cuerpo del ariano, besándolo en los cremosos hombros y deslizándose hasta el esternón. Luego se deleitó con sus pezones, endureciéndolos a base de besos y suaves lamidas aumentando los gemidos que escapaban de la boca del Aries.

Mu se arqueó suavemente a medida que la boca del dios del sueño descendía por su cuerpo hasta que alcanzó su despierta erección.

-Ahí – no pudo evitar indicarlo al sentir la boca del mayor a milímetros de su miembro.

-Descuida, amor. Ya voy.

Hypnos tomó la erección con dolorosa lentitud, iniciando un ritmo cadencioso marcado por besos, lamidas y succiones que fueron arrancando jadeos cada vez más intensos de la boca de Mu. El ariano sintió un ramalazo de electricidad recorrer su espalda y sintió que estaba por culminar.

-Es… pera – gimió – voy a…

-Eso quiero, amor. Déjate ir.

Mu no pudo evitar derramarse en la boca del mayor después de las sensuales palabras de Hypnos. Emitió un profundo gemido y echó inconscientemente su cabeza hacia atrás, brindándole a Hypnos una visión por demás erótica de su perfecto cuerpo.

Hypnos saboreó toda la esencia del ariano antes de subir por un nuevo beso en los labios.

-Delicioso – jadeó suavemente, mientras devoraba la boca de Mu una y otra vez, sus manos inquietas recorrían el cuerpo debajo suyo y arrancaban gemidos cada vez más intensos.

Mu se dejó hacer suavemente, sintiendo las firmes manos del mayor acariciar su miembro para lograr una nueva erección. Queriendo colaborar un poco más, tomó con sus manos el rostro de Hypnos y le depositó un beso cálido y dulce en los jadeantes labios. Aprovechando la distracción que obtuvo, varió las posiciones y se colocó encima de su amante.

-¿Qué vas a hacer, Mu? – inquirió Hypnos, dedicándose a contemplar al bello joven sobre él, con los cabellos lilas desordenados, los ojos verdes embebidos de pasión y una sonrisa por demás dulce.

-Improvisar – respondió el carnero dorado.

Cumpliendo sus palabras, Mu buscó de nuevo los labios del mayor y descendió luego hasta su cuello. Sus manos acariciaban el cuerpo de Hypnos arrancando jadeos cada vez más intensos por parte del mayor que se encargaba de disfrutar de las atenciones que estaba recibiendo.

-Dioses – jadeó Hypnos cuando sintió los suaves cabellos lilas acercarse a su intimidad junto a la boca del ariano – por favor… Mu.

Mu tardó un largo instante en decidirse pero finalmente su boca tomó la erección del mayor con cierta torpeza, hasta que las manos y los jadeos de Hypnos le marcaron el ritmo que tenía que llevar. Ambos se perdieron en las intensas sensaciones hasta que el mayor sintió un escalofrío a lo largo de su columna indicando que estaba próximo a terminar y con esfuerzo logró apartar al más joven que lo miró con inquietud.

Una de las manos de Hypnos acarició el rostro de Mu con suavidad, haciendo que el ariano cerrara los ojos y gimiera con deleite.

-Necesito poseerte – jadeó Hypnos y notó el furioso rubor que se apoderaba del más joven – pero si no estás seguro…

-Yo quiero – respondió Mu.

-Y tienes que saber que esto lo cambiará todo – musitó subiendo hasta los labios de Mu y besándolo lentamente pese a la excitación – porque una vez que seas mío, no dejaré que te alejes de mí. No me importa el Santuario ni el Inframundo, haré que te quedes conmigo siempre. Quiero que lo sepas, que seas consciente de ello porque no estoy jugando contigo.

Mu contempló de nuevo los ojos dorados que pese a la excitación del momento lo miraban con una profunda seriedad, revelando la verdad en sus palabras. Se sintió pequeño frente a la inmensidad de la sabiduría del otro y el conocimiento de los siglos que reflejaba su mirada y sin embargo, el amor se reflejaba en ellos y Mu supo que era inútil combatir con él.

-Lo sé. Entiendo todo lo que has dicho – contestó suavemente.

-¿Quieres que continúe entonces?

Mu asintió e Hypnos volvió a perderse en sus labios mientras volvía a dominar la situación. El más joven se sintió repentinamente volteando posiciones, sintiendo como lo colocaban sobre el lecho boca abajo en medio de intensas caricias. Su boca gemía intensamente al sentir los ardientes besos en su cuello y en su espalda. Entre la niebla de placer que lo envolvía pudo sentir tres dedos entrando en boca y no tardó en humedecerlos con su lengua. Esos mismos dedos fueron entrando uno por uno en su intimidad, abriéndose camino en su interior para prepararlo cuidadosamente. Se quejó un poco al sentir la intrusión en su cuerpo, era un poco incómodo y dolía.

-Necesito que te relajes – jadeó Hypnos en sus oídos – por favor, déjate llevar.

Mu no pudo responder porque los dedos tocaron algo en su interior que lo hizo gemir y moverse en forma inconsciente buscando más profundidad. Hypnos sonrió y tocó de nuevo ese punto con sus dedos una y otra vez, haciendo estremecer de placer a Mu.

-Ya… por favor… - suplicó Mu.

Hypnos retiró sus dedos y Mu hizo un gesto de frustración involuntario.

-Esto te gustará más – musitó Hypnos, besándolo en la nuca y entrando a la intimidad del ariano con suavidad.

Mu se estremeció por la sensación mezcla de placer y dolor que atosigó su cuerpo al sentir el miembro del dios de los sueños entrando en él. Se aferró a las sábanas y gimió con fuerza al sentirse lleno por completo.

-Dioses… Mu – Hypnos se detuvo un momento, esperando que su amante se acostumbrara a la sensación y disfrutando a su vez de sentirse estrechamente apresado.

-Muévete – Mu no reconoció su propia voz al sentirse decir eso con un tono tan rendido pero no le importó demasiado, sólo quería continuar con ese ritual que estaba disfrutando.

Hypnos comenzó entonces un suave vaivén que fue haciéndose más fuerte a medida que las penetraciones se hacían más sencillas y los gemidos aumentaban en las bocas de ambos hasta llegar a ser suaves gritos. El placer los fue atrapando hasta que ambos alcanzaron el orgasmo juntos, el mayor derramándose en el interior del ariano y éste entre las sábanas.

Entre suaves palabras de amor, ambos se relajaron entre las sábanas y se dejaron llevar por el sueño. Mu se despertó al cabo de unas cuantas horas, entre besos y caricias insistentes para disfrutar de la compañía de Hypnos una vez más.

Por la mañana, cuando Mu abrió sus ojos se dio cuenta de inmediato que ya no estaba en Jamir, sino en un templo antiguo de estilo jónico.

-Estás en los Elíseos – susurró Hypnos – buenos días – un beso suave fue depositado en los labios de Mu.

-Buenos días – Mu respondió con una enorme sonrisa. - ¿Este es tú templo?

-Sí. Y ahora también es tuyo.

Mu notó por primera vez el medallón que colgaba de su cuello y que portaba el símbolo del dios del sueño y el anillo con el mismo símbolo que llevaba en su dedo anular.

-Con esto podrás moverte libremente entre el Santuario y el Inframundo. Supongo que deberás seguir entrenando a tu discípulo y que querrás ver a tus amigos.

Mu asintió con una sonrisa y lo besó de nuevo.

-Te propongo con pesar que nos levantemos, desayunemos y vayamos a hablar con Shion. Tu cosmos ha desaparecido al bajar al Inframundo y el Patriarca debe estar muy nervioso.

-De acuerdo. Vamos.

                                                                  *             *             *

Shion descansaba tranquilamente cuando su subconsciente sintió la desaparición abrupta de un cosmos conocido. Despertó al instante, asombrado y luego preocupado.

-Mu – susurró en voz baja – ese fue el cosmos de Mu.

Se levantó de inmediato para salir a su terraza privada a contemplar la noche todavía firme en el Santuario. Buscó y localizó la constelación de Aries y la notó brillante en el firmamento, con un brillo más intenso que el habitual, símbolo de que algo había sucedido con su regente. Intentó sentir la presencia de la armadura dorada de Aries en el primer templo y no la encontró, señal de que no había regresado por sí misma al Santuario. Este hecho no hizo demasiado por tranquilizarlo, pero al menos le indicó que la armadura podía estar cerca de Mu. Llamó con el pensamiento a su antiguo discípulo, apelando al vínculo psíquico que existía entre ambos, mas no obtuvo ninguna respuesta.

Decidido salió de su dormitorio y despertó al soldado que estaba de guardia.

-Convoca a todos los caballeros dorados. Los quiero aquí lo más pronto posible sin ningún tipo de excusas.

-Sí, señor.

Ya había amanecido cuando Shion logró tener frente a sí a todos los caballeros dorados excepto a Mu. La mayoría parecía impaciente por saber las razones de su despertar tan abrupto, aunque Shion esperó a que todos estuvieran presentes para comenzar a hablar.

-El cosmos de Mu desapareció – informó simplemente aunque todos pudieron notar la preocupación subyacente en sus palabras.

Las reacciones de sorpresa e incredulidad no se hicieron esperar iniciando un fuerte murmulló que tuvo que ser cortado de raíz por el Patriarca para que pudiera ordenarse el debate.

-¿Mu está muerto? – inquirió angustiado Aioria.

-La Armadura de Aries no regresó al Santuario, eso puede indicar que todavía reconoce a Mu como su portador o que alguien suficientemente poderoso está impidiendo que retorne – respondió Shion.

-¿Intentó comunicarse telepáticamente con él? – fue la pregunta de Shaka.

-Sí, pero no obtuve ningún tipo de respuesta.

-Esto no es posible. Mu es muy poderoso, de los más fuertes entre nosotros. No puede ser que sea derrotado y nosotros no nos percatemos.  – argumentó Saga de Géminis.

-El cosmos desapareció abruptamente – indicó Shion – me encontraba durmiendo cuando lo sentí desaparecer. La constelación de Aries lucía más brillante de lo normal cuando salí a investigar y de inmediato intenté detectar su cosmos. Sin embargo, no he podido hallarlo.

-Debemos buscarlo – fueron las palabras de Dokho.

-Para eso los convoqué con tanta prisa. Nos dividiremos en grupos y lo buscaremos. Me transportaré a Jamir para ver que estaba haciendo Mu en estas dos semanas. Comentó que pensaba investigar unos libros lemurianos y aunque sé que es una persona prudente, no estará de más verificar sus investigaciones.  – ordenó Shion.

Sin embargo, en ese momento un portal se abrió y apareció frente a ellos un muy tranquilo Mu.

-¡Mu! – Shion y los demás estaban asombrados de verlo aparecer así frente a ellos -¡Estás bien! – exclamó Shion aliviado.

-Sí, maestro – susurró el ariano.

-¿Se puede saber que te sucedió que tu cosmos desapareció? – preguntó Aioria.

Mu negó suavemente con la cabeza, mirando a Shion.

-¿Podemos hablar a solas? – interrogó suavemente.

Shion observó a su alumno y palideció al ver el medallón colgando de su cuello. Ni siquiera pudo contestar a la pregunta realizada por Mu, ya que su voz emitió otra pregunta con voz alterada.

-¿Por qué llevas ese medallón en el cuello? ¿De dónde lo sacaste?

Todos los dorados prestaron atención al collar que colgaba del cuello de Mu y también notaron el anillo que relucía en su mano izquierda.

-Yo se lo di – la voz que cortó el ambiente fue la de Hypnos

-¿Y por qué tú le has regalado un collar con el símbolo del inframundo a un caballero de Atena? – inquirió Shion.

-¿Aún no se los has dicho?

-No. Estaba por llegar a ese punto – respondió Mu.

-Ah, bien. Mu y yo estamos juntos y se va a ir a vivir al Inframundo – dijo Hypnos con simpleza – y como ya se lo dijimos a usted y ya lo sabe Atena, nos fuimos.

Acorde a sus palabras, un portal apareció y ambos desaparecieron frente a los atónitos caballeros dorados.

-¿Qué rayos acaba de suceder? – inquirió un asombrado Afrodita.

Fue un día muy atípico ese en el Santuario, Shion se tomó unas veinte tazas de té de tilo y nadie le debía mencionar el nombre de Hypnos, los dorados comentaban entre ellos la sorpresa que les había dado Mu y Kiki se enteró de su nueva rutina de entrenamiento que seguiría a cargo de Mu.

Por otra parte, en el Inframundo Hypnos y Mu disfrutaban en el templo del primero, mientras Thanatos los miraba todavía sorprendido por la relación que había anunciado su hermano.

-¿Pasa algo? – inquirió Hypnos, notando la concentrada mirada de Thanatos.

-Nada en particular. Creo que iré al Santuario la próxima vez, a ver si puedo conseguir a alguien tan perfecto como tú Mu.

Mu levantó la mirada y enfocó a Thanatos.

-¿Conoces a Shaka? Es mi mejor amigo – indicó y comenzó a hablarle del rubio caballero de Virgo.

Quién sabe, quizás en un futuro no demasiado lejano, Mu y Shaka pudieran reírse y conversar juntos bajo la atenta mirada de Hypnos y Thanatos en los Elíseos.

Notas finales:

¡Ojalá que les haya gustado! Nos leemos pronto ^^


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