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Quisiera verme en el reflejo de tus ojos por Kiam Leveau

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Notas del fanfic:

Muchas gracias por leer n.n espero les guste la idea y me dejen comentarios. Nos vemos!!~

Las hojas han empezado a caer…

Hojas muertas de otoño que son arrastradas por el viento de la tarde…

¿Cuántas veces habré contemplado esto?

Ya he perdido la cuenta…

Lo único que recuerdo es que siempre he estado solo en estas fechas…

Lo único que sé, es que mis manos se sienten más frías en esta estación…

Muy frías, tan tristes…

Estas manos que esperan que él las sujete…

Que les otorgue un poco de calor…

¿Qué extraño resulta todo esto no?

Aquel fuego que gobierna mi alma no es capaz de entibiar mi corazón…

Solo él, solo aquel que posee ojos oscuros puede hacerlo…

Solo él, la persona que más amo…

Estoy esperando…

¿Podrá corresponder mi amor?

¿Hasta cuando podré soportarlo?

¿Hasta cuando estaré aquí?

 

 

 

 

Sus ojos verdes contemplaban aquellas hojas marchitas que iban cayendo lentamente, como si fuesen copos de nieve, para luego ser barridas suavemente por el viento de la tarde. Había sido un día muy tranquilo, demasiado tal vez. En el castillo el viento soplaba como si fuese un silbido, metiéndose por todos los rincones y haciendo que el vacío por la ausencia de algunas personas aumentase. Wolfram se encontraba apoyado contra el balcón de su habitación, hace horas que se hallaba en esa posición sin saber que otra cosa más hacer. Con sus hermanos fuera del castillo, su madre de viaje con su nuevo pretendiente, la pequeña Greta preparando galletas en la cocina con las sirvientas y Yuuri de regreso a su mundo, el castillo se sentía muy silencioso, aburrido y deprimente. Hace tres días que no tenía noticias del moreno y no había podido hablar ni con Gunter, ni con Murata para preguntarles cuando regresaría. Realmente, un día más y era capaz de ir a la tierra para buscarlo, la espera lo estaba matando y aunque aparentemente actuase como si no le importara todo eso, en muchas ocasiones sentía que su corazón se comprimía ante la ausencia del Maou. Habían pasado tres años, tres largos años y si bien las cosas estaban mejor en la ciudad y las guerras habían cesado, había algo que se mantenía exactamente igual y ese “algo” era lo que hacía que Wolfram tuviese aquella triste expresión. Al principio había pensado que Yuuri era tímido, después de todo no había tenido una pareja ni mucho menos un prometido antes, así que Wolfram había decidido tomar la iniciativa y ello empezó al meterse a su habitación, pero no pasaron las cosas que había deseado. Luego, creyó que por todos los problemas que sucedían y las guerras, Yuuri no tenía tiempo para dedicarse a otras cosas, como por ejemplo pensar en el compromiso. La tercera excusa lo relacionó a que era muy joven y no sabía como expresar sus sentimientos, ya que, después de todo, Wolfram era mucho mayor que Yuuri aun aparentase la misma edad que él. Y la cuarta excusa, de que sus deberes como Maou lo absorbían  por completo. No obstante, sí que había tenido tiempo para otras cosas, especialmente para ir a visitar a ese molesto de Saralegui, que últimamente andaba rondando demasiado a su prometido. Y ahora, pasar un tiempo en casa sin siquiera avisarle. Yuuri había desaparecido otra vez, quizás por accidente al caer al agua pero, eso no quitaba que Wolfram sintiera como su enojo iba en aumento cada vez que recordaba todos los puntos mencionados antes.

 

- Dormimos en la misma cama, nos vemos todos los días, le expreso mis sentimientos abiertamente, me preocupo por él, lo protejo de todo porque ese debilucho no ha aprendido a usar bien la espada hasta ahora, velo sus sueños, hasta he ordenado su ropa… aunque eso lo hice para que las sirvientas no tocasen nada suyo. También, nos hemos… bueno, yo… mnmn, mejor dicho Shinou hizo que tuviéramos nuestro primer beso, ¡pero sí cuenta!, ¡tiene que contar!, ¡fueron mis sentimientos los que activaron la porquería de maquina! Y... como punto importante, ¡tenemos una hija! ¿¡Qué más!? ¿¡Qué más puedo hacer por él para que se de cuenta de mis sentimientos!? ¿¡Acaso tengo que sacrificar mi vida por él!? ¿¡O tengo que escribir en una piedra que lo amo y lanzárselo en la cabeza para que sienta lo que duele ser ignorado!? Mmm… la segunda idea no está tan mal pero, no… ¿Qué diablos estoy diciendo? Si en tres años no ha sucedido nada, dudo mucho que una piedra lo haga cambiar de parecer…

 

Wolfram se revolvió los cabellos sintiendo que sus pensamientos estaban en guerra dentro de su cabeza. Mientras más lo pensaba, más rabia le daba. Empezaba a imaginarse a Yuuri saliendo con alguna chica de la tierra o peor aun, siendo acosado por un grupo de ellas. Si tan solo el Maou le demostrase un poco de afecto se sentiría más seguro y no estaría carcomiéndose la mente con esos pensamientos. Wolfram frunció el ceño y lanzó un suspiro. No solo le dolía la cabeza por todo aquello, sino también el corazón. Y últimamente, aquel corazón era el que más reclamaba, sin poderle dar alguna tranquilidad. El rubio estaba perdido entre sus pensamientos, sin poder quitarse aquella expresión triste del rostro, hasta que vio a una persona bajando de un carruaje que acababa de llegar al castillo, su sola presencia hizo que apretase sus manos y lanzando una serie de maldiciones saliera rápidamente de su habitación para dirigirse a la entrada.

 

El rubio llegó dando zancadas y con una mirada que mostraba su total molestia por la presencia del recién llegado. Su deber era dar la bienvenida a cualquier visitante que llegase al castillo ante la ausencia de su madre, pero a ese hombre lo único que deseaba hacerle era ponerle ambas manos en su delicado cuello hasta que no respirase más, de todos modos solo era un humano a pesar de sus misteriosos poderes. Wolfram tuvo que respirar profundamente para bajar por las escaleras y acercarse hacia aquel joven de largos cabellos rubios y gafas color lila.

 

- Buenas tardes, lamento llegar de esta manera pero como mi último mensaje no fue respondido, decidí visitar nuevamente su ciudad para ver si el Maou había regresado – dijo Saralegui con el tono de voz más amable y tranquilo que pudo encontrar, ignorando totalmente la mirada molesta de Wolfram.

 

- ¿El mensaje?, mnmn… que lástima que no tuve el honor de recibirlo, si lo hubiese hecho le hubiera respondido y no se habría dado la molestia de viajar hasta aquí. El Maou aun se encuentra en su hogar, en la tierra – dijo Wolfram sintiéndose ridículo de tanta formalidad. Y sobre aquel mensaje, no había podido contenerse  de quemarlo con sus propias manos sin darse la molestia de leerlo siquiera.

 

- Que pena, tenía la esperanza de encontrar a Yuuri en el castillo. Supongo que no se opondrá a tener un huésped hasta que esté de regreso ¿no? Tengo asuntos importantes que tratar con él.

 

- Podría tardar meses en regresar – dijo secamente el rubio, intentando mantener la calma por haber escuchado de labios de aquel antipático el nombre de su prometido.      

 

- Puedo esperar, las cosas en Pequeño Chimarron están bien y gracias a Berias todo se encuentra en orden.  

 

- Me sorprende que su guardaespaldas no lo halla acompañado.

 

- Berias no puede estar conmigo siempre, además sabiendo que es mi tío no puedo permitir que su cargo se limite solo a cuidarme. A pesar de su juramento de hacerlo siempre, creo que es hora de que haga ciertas cosas por mí mismo. ¿No lo cree así joven Bielefelt? Es bueno que nuestros guardianes nos den nuestro propio espacio para respirar… ¿o acaso considera que el estar todo el día pegado a alguien es bueno?

 

Wolfram sintió un molesto tic en el ojo derecho ante aquella pregunta. Claramente entendió la indirecta y estuvo a punto de golpear al rubio. Pero, por desgracia, sabía muy bien que si Yuuri se enteraba que había tratado mal a un visitante y más a ese odioso rey, él se pondría de parte de Saralegui conociendo su carácter. Viese como lo  viese, la culpa caería totalmente sobre él y eso era lo que más odiaba. Wolfram no tuvo de otra que cederle el paso e invitarlo a entrar al castillo con un gesto frío. A duras penas mandó a una de las sirvientas a que preparase una habitación para el visitante. Internamente, esperaba que Yuuri tardase mucho en regresar, al menos por esta vez, deseaba de corazón que su prometido no se apareciera hasta que Sara se marchase. Lamentablemente, apenas hubieron entrado al castillo, las otras sirvientas y algunos soldados que custodiaban las murallas llegaron para avisarles que Yuuri acababa de aparecer en la fuente del templo de Shinou. Inmediatamente, Wolfram tiró sus modales al tacho y salió apresuradamente dejando a Saralegui para llegar antes que él al templo y darle la bienvenida a Yuuri como acostumbraba a hacer. Wolfram estaba muy alegre pero al mismo tiempo, enfadado. Yuuri sí que se aparecía en los momentos menos oportunos.

 

Al llegar al templo agitado por la carrera, vio a Murata y a Ulrike parados cerca de la gran fuente. Yuuri aun permanecía en el agua mientras lanzaba un estornudo y una de las doncellas corría para traerle una toalla. Wolfram sintió su corazón acelerarse. Lo que más deseaba era abrazarlo y darle la mejor bienvenida de todas, en especial para que el saludo de cierto rey quedase reducido a la nada ante el suyo. Wolfram avanzó hacia él, dispuesto a lanzarse sobre el Maou y a regañarlo por haber tardado tanto. Pero, algo sucedió en esos momentos, Yuuri giró hacia la derecha y sonrió como de costumbre, pero sus labios no pronunciaron el nombre del joven que moría por abrazarlo…

 

- ¡Sara! – dijo Yuuri con una visible emoción en su rostro. Wolfram se quedó parado sin saber que hacer pero, sin necesidad de voltear supo que el rey de pequeño Chimarron lo había seguido en su carrera al templo. Iba a ignorar aquello y lanzarse a los brazos de su prometido, dándole a entender que eso no lo había afectado en absoluto y mostrándole a Saralegui que al que seguía prefiriendo abrazar Yuuri era a él. Sin embargo, El rubio de cabellos largos avanzó y pasó por su lado, no sin antes apartarlo con una mano para tener el camino libre hasta el Maou. Wolfram se quedó paralizado, había sido solo un pequeño toque, un roce muy suave que casi ni se sintió pero, para Wolfram era como si Saralegui lo hubiese empujado bruscamente a un lado. No pudo moverse, no pudo mostrar expresión alguna en su rostro y más cuando vio a Saralegui abrazando a Yuuri sin importar mojar su traje al meterse dentro de la fuente. Yuuri estaba sonrojado, eso lo pudo ver claramente desde el lugar en donde estaba. Y para empeorar las cosas, la pequeña Greta llegó corriendo y se unió al abrazo. Ambos reyes y una princesa, la imagen parecía perfecta… tanto que Wolfram sintió una fuerte presión en el pecho y poco a poco fue retrocediendo. Deseaba correr, salir de ahí, quitarse aquella imagen de la cabeza, pero se dio la vuelta con dignidad y desapareció tranquilamente por aquella puerta del templo. Todos estaban tan pendientes de Yuuri que nadie se dio cuenta de su ausencia y mucho menos, de las lágrimas que caían por su rostro mientras caminaba despacio, de regreso al castillo.

 

 

 

 

Continuará…

 

 

 

 

 


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