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Amor en época Edo por koru-chan

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Amor en época Edo

 by koru

 Capítulo 12: El desaparecido de perlas cristalinas [l]

 -Reita

 

 – ¡Ruki! – Su cuerpo cruzó el umbral del shoji sin voltearse al escuchar su nombre repetidas veces esbozarse de mis labios. Cubrí mi boca aun sintiendo su calidez corromper mi piel. – Tsk… – exclamé molesto conmigo mismo, me estaba comportando con un niño, el cual no sabe que es lo quiere; cuando en realidad si sé lo que quiero, pero no tengo la opción de elegir. Estaba claro había cometido un error con el hecho de dejarme llevar por volver a sentir aquella calidez de sus labios rojos y el de apreciar sus abultadas mejillas tórridas; ya no cabía duda…

 

Tomé entre mis manos el yukata que había dejado olvidado tras mi espalda sobre la cabecera del futon. Me erguí sintiendo como la tela acariciaba mi piel hasta toparse con mis hombros cubriendo por completo mi dorso, di un paso mientras cruzaba la tela sobre mi abdomen cerrándola con el cinto correspondiente, pensando en que le diría al chico, ¿Me disculparía como si nada? Si, había sido un impulso, pero no había sido sólo un “deseo” y nada más, sino… había algo en aquel chico que no me lo podía apartar de la cabeza, sentía que debía cuidarlo y protegerlo, y estaba claro que el también quería lo mismo, su semblante mentiroso de extraña fortaleza siempre terminaba derrumbándose, sus ojos cristalinos, como ventanas al alma, mostraban sus miedos y al parecer, yo era uno de ellos. Tragué en seco; le gustaba y de ahí no había paso atrás. Yo me había encargado de hacer que ese sentimiento creciera, ahora estaba en un no retorno y todo era mi culpa.

 

– Amor… – asomé mi cabeza hacia fuera del shoji mientras buscaba con la mirada su silueta, hasta que deslumbré como su cuerpo, con presura corría por el pasillo, pulcro como cristal, como si alguien lo persiguiese; huía en un raudo andar de dirección desconocida. Miré a la susodicha, dueña de aquella palabra cargada de ternura, cuando su mano cálida y diminuta se posó sobre mi pecho. Miré su rostro el cual también miraba la perdida figura del menor. – ¿Qué ocurrió? – preguntó viendo como me alejaba de ella un tanto brusco, sin dirigirle la mirada con intención de continuar mi andar en busca de aquel pequeño, el cual había provocado aquella reacción de confusión en sus rostro minutos atrás.  – Cariño, ¿Dónde vas? tienes que curar tu herida, aun no estás bien para caminar por el palacio como si nada. – murmuró mi mujer a mi espalda. Y en un bufido molesto entré a mi habitación procurando que la revisión de mi herida ya esté en mejor condición, no toleraba estar un día más en cama y… requería de forma urgente hablar con aquel niño que había asustado cegado por mis erróneos impulsos.

 

.

 

.

 

.

 

La tarde se había nublado y el viento acariciaba de forma violenta los árboles que poblaban gran parte del palacio al estar este situado en medio de un  bosque espeso. Caminé por el pasillo a paso lento, admirando el azote de las puertas que el viento furioso intentaba abrir con brusquedad, era como si las nubes grisáceas y la ventisca avecinaran un puñado de malos augurios. Bufé intranquilo sintiendo crecer, aun más, una dolorosa angustia en mi pecho, que desde de la frenética huida de aquel menor, me había azotado. Suspiré topándome con la habitación que buscaba, la cual recientemente utilizaba aquel chico. Toqué la madera una, dos, tres, cuatro veces y nada que recibía respuesta. –Ruki… – lo llamé esperando que asomara su menuda figura, pero nada. –Ru… –

 

– ¿Reita? ¿Qué haces acá…?– giré mi rostro hacía mi moreno hermano quien portaba entre sus manos una bandeja con diversos alimento. – ¿…Por qué estas levantado? y, tu lesión ¿Cómo sigue? – preguntó posándose frente a la puerta quien tras unos tenues golpes deslizó la marquesina dándonos con la sorpresa que aquella habitación estaba en completa penumbra. Miré a mi hermano extrañado y este me miró de la misma forma.

 

– ¿Dónde está? –  exclamó Aoi adentrándose con aquella bandeja para posarla sobre una mesita baja en un rincón de aquella pulcra habitación. Retrocedí unos pasos dirigiéndome hacía la entrada más próxima del palacio; la trasera, escuchando detrás de mí la voz de mi hermano quien replicaba una y otra vez mi nombre.

 

– ¡Tsk! Esto es mi culpa. – me mordí el labio pensando en una y otra posibilidad del paradero de aquel chiquillo.

 

– Buenas tarde. – vi como un samurái, el cual custodiaba las puerta, me saludó con respeto una vez cerca de aquella imponente entrada.

 

– Disculpa ¿has visto a Ruki? – lo miré esperando una pronta respuesta.

 

– ¡Ah! el chico salió corriendo, le pregunté donde iba y si estaba bien, pero no me respondió, sólo corrió… creo que se adentró al bosque, ¿aun… no vuelve…? – flaqueó en las últimas palabras viendo como mi semblante se fruncía molesto.

 

– ¡Maldición! ¡Tú deber es custodiar la entrada! ¿No pudiste dar aviso cuando eso ocurrió? ¡Sabes lo peligroso que puede ser ese bosque! ¡¿no?! – cogí el cuello de sus vestimentas entre mis puños. Pude percibir como mis nudillos se tornaban blancos por la fuerza erigida y como el idiota cerraba los ojos esperando el golpe que adornaría, por días, su rostro.

 

– Reita, ¡¿Qué pasa?! ¡Tranquilízate! – Giré mi rostro hacía mi hermano recién llegado. Solté al incompetente quien cayó sentado sobre la tierra mientras, con frustración, me pasé la mano por el cabello; intentaba descargar mis errores con el primero que se me cruzara por delante. Suspiré alzándola vista en diferentes direcciones, un relinchido invadió mis oídos deleitándome al recordar un viejo amigo de batallas, torné mi mirada hacía las cabellerizas mientras giraba mis talones en dirección hacia aquellos sonidos, para luego cambiar mi mirada hacia mi hermano.

 

– Ruki se introdujo en el bosque. Iré por él, seguro se perdió y no sabe como volver. – informé  mientras caminaba hacia los caballos que a esa hora pastaban en los prados.

 

– ¡Detente! ¿Eres idiota? Les diremos a los guardias que vayan por él. Tú aun estas convaleciente,  ¡Mira tú estado! – Sentí como su gélida mano se tornaba alrededor de mi muñeca y de inmediato mis pisadas se giraron para mirándolo con frialdad.

 

– ¡Estoy bien, maldición! – me solté de su agarre con brusquedad mientras las perlas negras del moreno frente a mí se abrían colérico.

 

– ¿Qué relación tienes con ese chico? ¿Te gusta? – preguntó sorprendiéndome. – Tú forma de actuar jamás la había visto, eres vengativo, pero nunca por una persona, sólo por tu nación, salir convaleciente para buscar a Ruki me hace pensar que tienes otro tipo de sentimientos hacía él, tanto así que te olvidas que pronto nacerá tú hijo, ¿Piensas acaso en eso? ¡Céntrate en tus prioridades! Y no actúes como un niño impulsivo, ¡Piensa Reita! – lo miré, sabiendo que cada una de sus palabras eran ciertas, pero no iba a desistir en mi decisión.

 

– iré por él. – murmuré.

 

 

Notas finales:

¡Hola!

Espero que les haya gustado el cap12 c:

Ok, si, estuvo corrrrrrrrto, pero el próximo será más largo y… tendrá cofcoflemoncofcof

Eso espero xD siempre se me ocurren cosas y esto se va aplazando.

Pronto se viene el fin, a no ser que se me ocurra algo y esto se alargue (?

Pero no lo creo xD

Bueno, no me puedo despedir sin agradecerles por leerme y por dejarme bonitos reviews c:

Son geniales ;//;

Espero que nos leamos pronto, ¡bye!


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