Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Amor en época Edo por koru-chan

[Reviews - 90]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Amor en época Edo

by koru

Capítulo 13: El desaparecido de perlas cristalinas [ll]

-Reita

 

 

 

Monté el lomo de aquel caballo mientras este, intranquilo, retrocedía junto a un relincho debido a un sorpresivo trueno que silenció la zona. Miré hacía el cielo mientras le pegaba unas palmaditas amistosas a mi salvaje amigo quien en cosa de segundo apaciguo su semblante nervioso.

– Tome, aquí tiene. – vi como llegó un joven samurái herrero con mi arma enfundada, la cual extendía en el aire, dejando apreciar la agitación de su semblante por llegar lo antes posible a mi llamado, solicitando mi infaltable amiga de batallas, la cual había mandado a pulir.

– Gracias. – murmuré posicionando aquella letal herramienta en mi costado izquierdo; sólo por precaución. Y tras una última mirada a mi hermano, de semblante estático, pero de mirada desaprobatoria, me marché golpeando los costados del animal quien comenzó a dar unos pequeños pasos hasta tornar en un trote continuo para acercarnos hacia la bramura espesa de aquel extenso bosque que se desplazaba por toda la zona. Aquel entorno poco explorado era un arma de doble filo, si bien la zona del palacio era fieramente custodiada por samuráis, había lugares de de punto ciego donde los maleantes se hospedaban; el lugar era peligroso, cualquier persona que ignorase el terreno era propenso a perderse; el bosque te absorbe y su retorno es casi imposible.

Aoki zigzagueo cada obstáculo inmiscuyéndonos entre la bruma sombría, la cual nos rodeo en cosa de segundos. Tomé las riendas de mi corcel envolviéndolas en mis palmas para detener su galopar  mientras me entornaba hacia mi derecha percibiendo como un haz del escaso sol se terminaba por ocultar por completo. Me acomodé sobre el lomo de mi amigo emprendiendo marcha de forma lenta en un trote cauteloso entremedio de los matorrales de un verde llamativo. Cabalgue en un andar pausado para oír algún rastro de aquel muchacho; alguna señal, pero lo único que escuchaba era el silbido del viento enfurecido, el cual molestaba las copas de los arboles haciéndose notar, denotando el protagonismo altanero que poseía junto a la lluvia que pronto se haría presente.

De un segundo a otro, la bramada del oscilar del viento se detuvo, todo se volvió sereno. Golpee los costados de mi caballo para detener su andar y agudizar mi oído, el cual, únicamente percibió como las aves despegaban de las ramas de los arboles aleteando con fuerza para alejarse de aquel oscuro lugar. – shuuu~ Vamos, gurda silencio. – le ordené a mi corcel inquieto cuando un trueno nos sorprendió y su relincho me distrajo de mi tarea. En medio de la nada, decidí bajarme y caminar a pie sigiloso, admiré el cielo que aun se percibía claro, el sol, debajo de la masa gris aun no se ocultaba, pero en medio de la espesura ya era complicada la visibilidad.

 

Caminé por interminables segundos, trayendo conmigo a mi fiel caballo, adentrándonos a un más en aquel salvaje e inexplorado hábitat de desconocido peligro.

– ¿Que fue eso? – murmuré cuando mi oído captó un sonido para nada natural, era como si una hoja cortase las ramas a lo lejos, para abrirse camino en medio de aquella vegetación descontrolada. – Qué extraño…–  me detuve unos segundo, quería estar seguro de aquello, era insólito, pero tan ensimismando estaba en mi búsqueda que pensaba que aquel sonido acerado era obra de mi imaginación.

Miré a Aoki soltando las riendas de sus correas. – Será mejor que regreses… – le murmuré como su el animal me encendiese. –…Continuaré solo por ahora. – un relincho esbozó y como si hubiera compendiado mis palabras se tornó hacía el lado contraria de mis pisadas.

Giré mis talones en la dirección de aquella segunda estocada, percibí como la hoja afilada de algún tipo de machete daba contra la maleza y voces en eco distorsionadas llegaban a mis oídos. Guardé silencio nuevamente  acercándome con un felino en acecho en medio de los pastizales. No sabía de quienes se traba, pero si podía percibir que había tres diferentes timbres de voces, caminé guiándome por las ondas hasta que aquellos sonidos hicieron “click” en mis sentidos. Aprisioné mis puños cerrados coléricos mientras tornaba mi cabeza hacia la derecha descansando mi espalda en un tronco de inmensidad colosal dando con la cercanía casi milimétrica con aquellos sujetos.

– Estoy harto de esta mierda. Llevamos días en esta absurda búsqueda. El chico no está, los buitres se lo comieron. – envolví mi puño en mi preciada katana mientras mi ceño se fruncía cada vez más.

– Además va a llover en cualquier minuto, dejemos esto ya y larguémonos. – una segunda voz se unió a la primera.

– Ustedes par de imbéciles ¿Creen un estupidez semejante? ¿Unos buitres se comieron a ese hijo de puta? Já, no me hagan reír. Esa escoria debe estar por ahí y si está muerto quiero ver su cadáver para cerciorarme que su carne se pudrió y que no anda deambulando por ahí como alma en pena. – escuché aquella voz. – Motou… – murmuré entre dientes y una sonrisita macabra esbozó mis labios.

Desvainé mi arma y con sigilo seguí sus pasos escuchando como sus putrefactos cuerpos buscaban a su presa. – Esta vez no habrá compasión… – murmuré arrastrando la hoja de mi arma por el suelo y como un toro furioso, cegado por sed de venganza, me encaminé al acecho, pero mis pisadas se detuvieron en medio del camino al ver una figura temblorosa, acuclillada con ambas manos en sus labios, de rostro demacrado del cual escurrían gotas marchitas; estaba despavorido situado al pie de aquel majestuoso árbol. Seguro había escuchando las voces de los tipos que abusaron de él incontables de ocasiones.

Me acerqué, con la oscuridad que escasa se iluminaba con los relámpagos sobre nuestras cabezas. Su mirada estaba perdida, no me divisó cuando me acuclillé a su altura. – Ruki…– le susurré viendo como su mirada poco a poco se alzaba hasta chocar con la mía. Situé mi dedo índice sobre mis labios dándole a entender que no hablara; que no emitiese ningún sonido alguno. Vi como sus ojos aguados me miraron sorprendidos, quitó sus manos temblorosas de sus labios, enrojecidos por la presión que estas ejercían en su boca, para extenderlos hacia mi cuello y gemir en un llanto contenido de alivio en mi pecho.

– Tranquilo. – le susurré rodeando mi zurda al rededor de su diminuta cintura. – Acabaré con esos sujetos. – sentí como negó con su cabeza en mi pecho. Alcé su mirada sintiendo como la lluvia se hacia presente en aguacero, empapando su rostro para llevarse aquellas lagrimas temerosas. Deslicé mi pulgar sobre su humedecida mejilla para luego acercar mis labios fríos y mojados por la fiera lluvia, hacía la piel tibia y aporcelanada de su pómulo en un sutil roce del choque de nuestras pieles. – Espérame aquí… – le informé rozando su oído con mis labios percibiendo un leve suspiro el cual chocó contra mi cuello seguido de un asentimiento sutil. Nuestras miradas chocaron  justo cuando un rayo iluminó el cielo.

Tomé mi espada como daga y como un leopardo serpentee los arbustos hasta cazar mi primera presa. Un corte en su espalda profundo bastó y sin esbozar una palabra se desplomó siendo dejado atrás por sus depravados camaradas. – Uno menos. – murmuré. – Quedan dos ratas. – Miré mi espada ser limpiada por el agua torrencial que descendía del cielo y junto un relámpago, que iluminó gran parte del bosque, vi a mi segunda presa voltearse tras percatarse de la nula respuesta de su camarada. – Rei…– sus labios tiesos, por el fiero pavor, articularon aquellos sonidos antes que mi Katana penetrara su abdomen junto a un sonido grotesco escupió sangre mientras se arrodillaba en la tierra que a esas alturas se había convertido en lodo.

– Motou… tanto tiempo. – esbocé irónico quitando sin consentimiento aquella afilada arma del estomago de unos de sus camaradas, la cual salió de sus entrañas como si de mantequilla se tratase.

– ¡Hijo de perra! – gritó acercándose a mi raudo manteniendo entre sus manos una insignificante arma; un machete oxidado. Lo agitó con torpeza frente a mis ojos mientras mis labios esbozaban una sonrisita satisfecha al ver su rostro estupefacto.

– Estás muerto, esbocé. – un trueno retumbó la tierra y en un simple corte degollé su tráquea. Vi como su cuerpo se arrodillaba y como sus labios emitían erróneos sonidos de ayuda. – Bastardo. – exclamé guardando mi arma corto punzante en mi obi. Miré hacia el cielo sintiendo como el agua mojaba mi piel percatándome recién del clima dificultoso. Caminé con rapidez hacia donde se encontraba aquel pequeño con sus cabellos rubios empapados quien me miro cuando envolví su zurda.

– Con este clima no podremos regresar, es mejor que busquemos un refugio. – articulé a mi pequeño acompañante bajo el manto de agua y nubes furiosas. Caminamos un trecho con dificultad producto de la ropa empapada y del suelo de textura resbalosa. – Se que por acá debe haber un pequeño pueblo abandonado. – murmuré deteniéndonos bajo un frondoso árbol. Mordí mi dedo pulgar intentando divisar, entre la oscuridad, el camino más apropiado para localizar aquella zona, que recordaba, vagamente, que se situaba en medio del bosque, pero con aquel clima, empapados, en medio de la nada y sin visibilidad, arriesgábamos a caminar en círculos sin dar con nuestro destino. – ¡TSK! –

 

Notas finales:

¡Hola!

¿Cómo estan? :3

Ya sé c: no hay lemon xD ¡LO SIENTO!

NO PENSÉ QUE LA PRIMERA PARTE SE ME IBA A EXTENDER TANTO O-O

CAPÍTULO14 HABRÁ LEMON! si o sí

Gracias, gracias, gracias, ¡GRACIAS! por sus siempre maravillosos reviews! sin dudas no puedo creer que ya tenga 61 comentarios y 13 capítulos, ¿cómo llegué a tanto? c: espero que les siga gustando. El final se acerca, gracias por llegar hasta aqui. Nos leemos!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).