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Amor en época Edo por koru-chan

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Amor en época Edo

by koru

Capítulo 5: Privado de libertad

-Ruki

 

– ¡Quédate quieto! – Como si de un trapo se tratase, mi cuerpo debilucho era meneado con ímpetu bajo su voz raposa y asqueada hacia mi braceo inútil por librarme; era como una presa que iba directo hacia el matadero; sin salida.

Me arrojó sobre un piso mugriento de madera vieja y apolillada.  Caí de bruces sobre el suelo, percibiendo como un fuerte pitido atravesaba mi cráneo; mi cabeza había sido azotada producto del fuerte zarandeo que aquel maniaco hombre le había dado a mi alicaído cuerpo. Entre abrí mis ojos enrojecidos y empapados en salada agua mientras me sentaba con esfuerzo sobre humano por el impacto; mi cabeza se sentía aturdida y abombada. Llevé una de mis manos a mi cabello rubio enmarañado y sucio, con pavor abrí mis ojos al sentir un liquido espeso que emanaba del costado derecho de mi nuca, llevé con lentitud mi mano derecha hasta percibirla frente a mis ojos apreciando como una mancha roja se adhería a la palma lechosa de mi diestra, con rapidez posé la tela del yukata sobre la herida cerrando mis ojos producto del escozor y la debilidad que sentía.

En silencio observé el lugar en el cual nos encontrábamos, parecía una especie de cabaña viejísima, habían huecos en las paredes y una pequeña ventana protegida por madera entrecruzada clavada firmemente, apenas dejaba espacio para la vital luz del día, la cual se abría paso por los diminutos agujeros de la apolillada madera; el lugar estaba en penumbras. No sabía en que sitio  me encontraba ni  mucho menos si aun permanecíamos en las tierras del emperador, seguramente estaba a kilómetros de la aldea, y de aquellas personas que me protegieron y cuidaron. Alcé mi vista temeroso viendo como aquel tétrico hombre sonreía al ver como mi cuerpo se estremecía y sollozaba. Lanzó un escupitajo al suelo y se limpio sus labios agrietado con una de sus manos sin apartar su siniestra mirada de mi persona. – Eres un maldito mocoso escandaloso, ¡deja de chillar de una vez! – exclamó con cólera acercándose a paso lento. Sus pisadas hacían crujir la madera bajo mi cuerpo paralizado, era como escuchar una tétrica sinfonía de horror; no era capaz de mover ningún musculo, únicamente me dedicaba a percibir, como un lince, cada uno de sus movimientos; mi respirar se estaba comenzando a agitar más de la cuenta y mi corazón no paraba de palpitar dándome a entender el peligro que tenía frente a mis narices.

Con recelo me cubrí intentando en vano apartarme de él. En medio de la nada, nadie me socorrería, sabía que mi destino estaba escrito, sólo estaba queriendo atrasar mi muerte, haciendo esta cada vez más agónica y asfixiante. Una lágrima nuevamente surcó mi mejilla. Si mi destino estaba previsto, entonces ¿Por qué me aferraba tan fieramente a la vida? ¿Por qué deseaba que aquel hombre hiciera todo lo que quisiese conmigo, pero que me dejara libre…?

Libre…

¿Para volverlo a ver? ¿A quién? Su imagen apareció en mi mente una y otra vez…

–Debo admitir que Suzuki no es tonto… – acarició una de mis mejillas con lasciva, fue  Como si hubiera percibido su silueta incrustada en mis aguados y cristalino iris. – Te salvó para luego cogerte. – se carcajeo con malicia al ver como mis ojos se tornaba sorprendido ante sus palabras, aquel hombre que intentó salvarme ¿Era igual que aquel vil sujeto? Mis ojos se empaparon en angustiantes lágrimas mientras negaba con mi cabeza frenético. – ¿No? – hizo un fugaz puchero para luego coger con fuerza mis amoratadas mejillas; de mis labios, gimoteos adolorido era lo único que podía exclamar, su actuar posesivo me había encontrado desprevenido y asustado. – Todas las personas actúan con un fin… ¿Y tú creías que ese mocoso era bueno…? Haha … – su risa taladraba mis Tímpanos. Cerré mis parpados con entereza intentando hacer oídos sordos a sus palabras, aquel hombre no podía ser así, su mirada dorada transmitía calidez y protección. Mordí uno de mis labios sintiendo como nuevamente  más lagrimas caían en mis maltratadas mejillas mientras apreciaba como sus ásperas manos se inmiscuían sobre mis muslos, los cuales intenté apartar de sus ávidas extremidades alejándome de su lado. Crucé con ímpetu aquella gran y única tela que cubría mi desnudes de la vista de aquel malvado ser, pero mi cometido se hizo inútil ante su ágil forcejeo.  

Vi como desvainó su katana, su mirada se tornó poco a poco oscura y tétrica. Miró la hoja de su sable con maniaca sonrisa y luego la clavó en dirección hacía mis piernas, conseguí, con pavor, cerrar mis ojos a la espera de lo que se acontecería; mi muerte, pero aquella hoja penetrando mi carne nunca llegó. Abrí mis ojos con temor viendo como  el acero incrustado sobre la madera vibraba por el fuerte impacto de su dueño ¿Había fallado a propósito?

– ¿No… me va a matar…? – articulé tembloroso cruzando con horror la tela de color solido cian que cubría mi dañado cuerpo por sobre mi pecho, Recibiendo como respuesta una tétrica carcajada. Vi despavorido como se acuclilló nuevamente para aproximar una de sus manos hacia mis piernas tenuemente cubiertas por aquel yukata otorgado por aquel rubio samurái.  Acarició estas sintiendo como temblaban al percibir su frio y tosco tacto, tembloroso intente apartarlo en un vano forcejeo…

– ¿Tú qué crees? –  se acercó al costado derecho de mi cuerpo para susurrar de forma lúgubre a centímetros de mi oído, provocando que sus labios agrietados y ásperos se paseasen rosando mi lechosa tez plagada de moretones hasta posarse en mi cuello lascivamente. Pude notar, asqueado, como su lengua  rondaba sobre mi piel. Me agarré a mi kimino aferrándome a la tibieza inexistente de su dueño, sintiendo, de forma esporádica y casi fantasiosa, la protección de aquel guerrero, del cual no sabía nada, ni siquiera, si aún vivía…

– Por favor… – apreté mis parpados cargado de impotencia susurrando aquellas palabras al sentir como con brusquedad unas de sus manos atrapaba uno de mis muslos sin mayor reparo.

– ¿Qué? ¿Me imploraras? – se mofó en un susurro jadeante mientras mordisqueaba la curvatura de mi cuello y deslizaba la tela de mis hombros.

– Sólo… escúcheme. – me alejé de él  hasta toparme con un obstáculo en mi camino: una de las cuatros paredes que me privaba de libertad. Aquel hombre alzó una ceja acercándose nuevamente con molestia hacía mi cuerpo.  – Haga lo que quiera conmigo, pero… le pido… por favor… que no me mate… – Con mi voz quebrada articulé mientras lágrimas surcaron mis mejillas acompañándome en mi dolor. Mi temple ya no daba más, me estaba derrumbando de apoco, no sabía si soportaría más atrocidades.

– Mmm me parece una proposición interesante… pero tendrás que cumplir todo al pie de la letra… – su asqueroso aliento chocó en mi rostro, el cual asintió como autómata a su condición. – Así me gusta… – sonrió acariciando una de mis mejillas mientras que con su otra mano tomaba un rebelde mechón de mi cabello haciéndolo hacía tras. Miré de reojo sus acciones,  las cuales se concentraban de sobre manera en recorrer mi rostro magullado repleto de hematomas.

– Si no te hubieras opuesto aquella vez... tu bonito rostro no hubiera sido víctima de todas estas laceraciones. – sonrió acariciando mis labios que temblaban por el incontrolable terror. Me tomó del mentón acercando sus labios hacia los míos, mi reacción fue alejarme pero sus movimientos fueron más rápidos y una de sus manos fue a parar a mi nuca inmovilizándome de mi cometido.

Su boca se abrió hacía mis labios, sentí su lengua acariciarlos, sorprendido abrí mis ojos y mi boca para emitir algún sonido de asco, pero aquel hombre aprovechó aquel instante introduciendo su lengua, succionando de forma lasciva mi boca inexplorada. Mi pecho ardió y una lágrima rodó hasta perderse en mi regazo, lo que aun sentía puro en mi cuerpo y que deseaba guardar para cuando llegara esa persona especial, ya no existía más. Cerré mis ojos dejándome hacer, me había prometido no acabar con mi mugrienta vida si  le cedía mi cuerpo a su merced y eso hice, me quedé estático sin reacción alguna.

Sus manos se pasearon por mi cuerpo mientras su respiración se agitaba cargado de excitación, mi yukata estaba semi abierto, mis puños apretados y mis ojos cerros escuchando como su repugnante boca se paseaba por mi piel succionándola y manoseándola sin miramiento alguno.

 Podía apreciar de forma explícita como su miembro erecto se rosaba por mi muslo derecho y como sus torpes manos intentaban acariciar mi pene flácido sin obtener reacción alguna a su cometido.

Mordí mi labio hasta que el sabor metalizado se hizo presente, ya no quería llorar más, mis mejillas escocían, sólo imploraba para que todo terminara…

 

Abrí mis ojos de golpe al escuchar un relinchido a lo lejos, aquel hombre sobre mí que tocaba mi cuerpo sin escrúpulo se alzó levemente, olvidando sus recuentes actos, para colocarse de pie, con mis manos temblorosas intenté, nuevamente, cubrirme aliviado que su cometido no se había consumado.

Tragué en seco escachando los cascos de los caballos retumbar sobre la tierra del exterior, por inercia giré mi cabeza hacia una pequeña ventana donde la escasa luz se colaba por una rendija. – Shhu… – hizo aquel sonido para que guardara silencio, pude apreciar, mientras ordenaba sus ropajes, como su mirada se tornaba furiosa. Tomó su arma entre sus manos y me hizo levantar con brusquedad, me llevó hacía una de las paredes más cercanas, donde por un pequeño hueco se podía apreciar el bosque. Posó su espalda en la pared agrietada situándose con sigilo para observar quien se aproximaba a aquel olvidado lugar.

Me tenía firmemente cogido de la cintura con la punta de la brillante arma cerca de mi cuello. Sentía como mi espalda sudaba frio, con cualquier movimiento aquella hoja acerada fácilmente podía atravesar mi tráquea. Pasaron escasos segundos cuando se escuchó como el galope de dos caballos de situaban al frente de la casona.

Mi interior sintió jubilo, nos habían encontrado, pero nada podía hacer, si se movía unos centímetros aquella peligrosa hoja cercenaría mi cuello.

–Tsk, hijos de perra. – murmuró segundo de una sonrisilla.

Me arrojó al suelo y salió de la cabaña. Con rapidez me alcé para acercarme hacia aquella ventana y ver quiénes eran. Mis ojos se abrieron enormemente y mis piernas temblaron despavoridas hasta desplomarse en la gélida madera, la cual sostuvo mi caída, eran ellos,  se habían reunido los tres. Me acuclillé en una esquina de aquella casa vieja y oscura, repitiéndome una y otra vez que no tendría escapatoria, no esta vez…

Notas finales:

Hola  bonitas c:!

Espero de corazón que hayan disfrutado leer este cap porque yo amo escribir para ustedes♥

Como siempre gracias y más gracias c:sin sus leidas y rws no escribiria nada, me dan ánimos ;o; c: y sé que muchas autoras dicen lo mismo, pero creanme, es tannn cierto ~ sin apoyo nadie se mueve en este mundillo ~

Ay dioh mioh que manera de hacer sufrir a este pequeño :c asdfghjkl♥ no sé austedes pero me gusta del drama :D

Ah bueno, está de más decir que hubo un cambio de narración, ahora Ruki narra, no encontré nesesario poner el famoso "POV"porque si una historia está bien escrita(? en la narración se sabe de inmedito como va la cosa, además si recuerdan el cap anterior se daran cuenta del "secuestro" del peque y bueno tenia que poner su agonica parte, esperemos que Reita no muera en el camino a su rescate xD

Bueno, bueno las adoro y me largo a dormir c:

como saben, cualquer buena ondita para mi fic en un bonito y sensualon review c:

nos leemos pronto~


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