Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Amor en época Edo por koru-chan

[Reviews - 90]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Amor en época Edo

by koru

Capítulo 7: Mi último aliento

-Ruki

 

Alcé con dificultad mi rostro del suelo húmedo, sintiendo como hojas, tierra y pequeños trozos de ramitas se despenarían de el y de mi cabello. Tragué en seco, cuando un furioso galope se escuchó a lo lejos inmiscuyéndose en la espesura del los árboles frondosos. El horror recorrió cada célula de mi cuerpo por la incertidumbre del desconocido ser que montaba aquel fuerte caballo y por la nada abrumadora que no podía percibir por aquella abrazadora oscuridad que aun de forma densa me rodeaba;  a pesar que la claridad se podía apreciar sobre las copas de los arboles a cada tanto que estos de mecían, mostrando el amanecer y la claridad de un nuevo día. Con conflictivo apuro  me levanté recibiendo la ayuda generosa de un tronco perteneciente a un viejo roble. Di un paso y caí de rodillas nuevamente al suelo – ¡Mgh!– me quejé adolorido. Mi cuerpo no me respondía de la mejor forma, estaba a mi límite; no me podía mover, lo único que podía hacer era escuchar como los cascos de fuego penetraban la tierra que retumbaba bajo mis rodillas.

Cerré mis ojos implorando que no fueran esos hombres. Nuevamente  temblé arrastrando mi cuerpo de rodillas en forma gateo, ayudándome con mi zurda en dirección hacía un tronco de mayor magnitud que el anterior. Mi respiración estaba agitada y se abatió aun más cuando el galopar de aquel animal se detuvo justo atrás del tronco en el cual ocultaba mi cuerpo debilitado.

Escuché un suspiro y luego como desmontaban al corcel, el cual relinchaba mientras su desconocido dueño palmeaba su gruesa piel. En aquel instante, sorprendido cubrí mi boca y parte de mi nariz mientras apretaba con fuerte ímpetu mis parpados, de forma violenta e impulsiva tuve la necesidad de exhalar rápidamente mi nariz, la primera vez la pude controlar pero la segunda, a pesar que intenté frenar aquel síntoma de enfermedad, no puede, me fue inútil; aquel sofocado estornudo resurgió y el silenció reinó.

Con temor cubrí nuevamente mis labios abriendo enormemente mis ojos al escuchar como sus pies se giraban hacia aquel longevo árbol, el cual me cobijaba y ocultaba de aquel extraño sujeto que invadía aquel lugar llano desconocido y virgen; cubierto por más que nada vegetación.

– ¿Sabes? No deberías estar aquí… –Temblé de pies a cabeza, su voz era firme y fastidiada.  Cerré mis ojos percibiendo como sus pisadas se acercaban con lentitud y firmeza hacía donde me encontraba. Cuando su marcha se detuvo abrí mis ojos percibiendo de forma borrosa su figura, cerré nuevamente mis parpados afirmando mi cabeza en la madera húmeda detrás de mí para luego bajar mi cabeza en forma de respeto; sus ropajes no eran simples harapos, eso se notaba; aunque mi visión no fuera clara en ese momento.

– Lo siento mucho… yo… – me temblaba el labio inferior y aquel desconocido hombre se inclinó frente a mi cogiendo entre sus manos la tela haraposa y ya sucia sobe mi cuerpo.

– ¿Eres un samurái? – preguntó dudoso mirándome detenidamente. Negué con mi cabeza mientras el observaba nuevamente mis ropas sucias. –Ya veo. Estas muy mal herido… – continúo tocando mi brazo derecho. Aquel acto hizo que cerrara mis ojos con ahínco denotando el fiero dolor que sentía en mi diestra extremidad.

– Te llevaré al palacio… necesitas atención de inmediato. – no entendí sus últimas, sólo me limité a asentir con los ojos cerrados  para luego ser cubierto con una cálida tela sobre mis hombros, luego… simplemente caí rendido y me perdí de la realidad, estaba sometido en una especie de sopor  donde percibía como mi cuerpo era llevado como una marioneta de trapo; sin alma, claro; ésta ya hacía bastante tiempo había abandonado mi ser y esperaba paciente que mi cuerpo exhalase su último aliento.

.

.

.

Abrí mis ojos de apoco,  intentando que mi visión se normalizada. Únicamente podía observar una blanca y segadora  luz; murmullos a mí alrededor; sonidos sutiles y sombras…

Apreté mis parpados removiendo mi cuerpo adolorido. – Mgh… – me quejé tocando mi antebrazo derecho el cual punzaba  adolorido. – ¿Dónde estoy…? – pensé asustado intentando aclarar mis pensamientos mientras cerraba mis parpados con ahínco, era más fácil mantenerlos así, que forzarme a abrirlos en mi estado débil y anémico.

Me removí nuevamente, esta vez, guardando mayor cuidado en la condición de mi cuerpo, me pude percatar en mi semi inconsciencia como mi cuerpo estaba cubierto por una delicada manta y el tacto roído y tieso de la tela que cubría la suciedad de mi cuerpo marchito, ya no se encontraba, ahora estaba cubierto por otro tipo de tela suave y abrigadora.

– Señor, parece que ya despertó. – oí una voz aguda, respetuosa y suave, la cual atrajo unos tranquilos pasos cerca de mi incapacitado  cuerpo aletargado sobre aquel desconocido y cálido lecho.

–Gracias. Por favor trae agua y algo de comida. –

– Si mi señor–

Pequeños y sigilosos pasos se escucharon alejándose, seguido de un delicado y protocolar deslizado y posterior cierre de una puerta clásica nipona, dejando en su interior un silencio progresivo. Con debilidad intenté abrir mis ojos, parpadee varias veces haciendo inútil mi tarea, estaba demasiado debilitado, pero una tibia mano se acercó a mi frente, apartó los cabellos que se posaban en esta y luego posó el dorso de sus tibia mano.

– Tienes fiebre… – murmuró aquella persona desconocida de voz preocupada; la había escuchando antes,  Pero… ¿Dónde? cerré mis ojos sintiendo un escalofrió inundar mi cuerpo de pies a cabeza cuando un trozo de tela frio y húmedo se posó en mi frente.

– Tranquilo. – había logrado abrir mis ojos, pero las imágenes aun se percibían difusas, aun así, pude apreciar su rostro, era un hombre moreno de cabellera larga y muy oscura, sus ojos marrones eran misteriosos, pero su voz era bondadosa y preocupada. – Te traje a mi hogar cuando te encontré en mis tierras, te desmayaste, me preocupaste bastante… – explicó de forma breve. Su mano se paseó con delicadeza sobre mi mejilla derecha mientras articulaba aquellas palabras, tragué en seco queriendo apartarme de sus actos. Quizá no tenia malas intenciones, pero sus caricias me hacían recordar lo vivido… me hacia rememorara cada detalle como una quemadura a rojo vivo en mi piel. Una lagrimilla se escapó de mis ojos y sentí como su mano se alejó de mi cara  con rapidez.

Me miró extrañado al percibir mi reacción reacia y temerosa que su reciente actuar había provocado aquel reciente estrago en mis emociones, las cuales se había descompuesto con simple y superficial tacto.
Al darme cuenta de mi actuar erróneo, quise retractarme, pero me era difícil confiar; a pesar que aquel hombre me había ayudado. Negué con mi cabeza  queriendo hacerle saber que estaba bien, lo miré bajando levemente la vista hasta hundir mi nariz bajo las mantas mirando  de forma fija  el papel de arroz, el cual con delicadeza de abrió dando a conocer una anciana mujer junto a dos jóvenes chicas, consigo traían platillos los cuales posaron en una mesa baja de la estancia.

– ¿Desea algo más mi señor? – habló una de las chicas con la mirada baja arrodillada de espalda a las puertas corredizas de la entrada; frente a mi futon.

–Nada por ahora. Se pueden retirar. – dijo mientras clavaba su intensa mirada en mis agudos ojos. Vi como las tres mujeres se marcharon cerraron  aquella puerta de papel amarillento de arroz y como sus armónicas pisadas se alejaban en el desconocido exterior.

– Es necesario que comas. – indicó ayudándome con cuidado para que me inclinara verticalmente, con lentitud me alce levemente mientras cerraba mis ojos y un adolorido quejido se escapó de mi boca cuando aquel hombre tocó mi diestra olvidándose de mi lesión. Como si fuera un choque eléctrico apartó su mano de mi brazo percatándose de mi dolor punzante y agónico.

–Lo siento. Tsk, mandé a llamar al médico de la familia, tardará dos días en llegar ¿Podrás soportar el dolor? – preguntó preocupado mientras continuaba ayudándome a levantarme para terminar sentado sobre el cálido futon.

– No se preocupe…  estoy bien, no es necesario. No quiero causar más molestias, es suficiente todo lo que ha hecho por mi…– hablé en voz baja apenado por su excesiva ayuda. Miré su rostro, ahora más nítido, percibiendo como su penetrante y fría mirada me atravesaba de forma desaprobatoria. Cogió unos palillos tomando un bocado para atraerlo a mis labios quebrajados y resecos. Abrí mi boca sin chistar; hacia días que no probaba bocado alguno.

– Como no me voy a preocupar por ti… – dijo en voz baja casi inaudible, fue como si hubiese inmiscuido sus pensamientos, ya que mis ojos no habían percibiendo ningún movimiento alguno de sus labios separándose para articular aquellas palabras, pero aquello si fuese real o no me hizo levemente sonrojar. Mis pensamientos se habían ido a cualquier parte, y mi mirada estaba ensimismada en sus serias fracciones por lo que no me percaté cuando su dedo pulgar retiró rastro de salsa del bocado anterior que se había posado rebelde en la comisura de mis labios. – Me cercioraré que te recuperes… – movió sus labios en una mueca en forma de sonrisa, una tímida, pero cálida a lo que yo simplemente asentí sonrojado, estaba conmovido por la bondad de aquel extraño hombre.

Después de aquella corta charla el silencio invadió nuevamente. Su mirada se había perdido en mis labios, los cuales de forma autómata abría para ingerir los alimentos de perfecta cocción y presentación.

– ¿Me dirás tu nombre? – se atrevió a romper el silencio mirándome con sus oscuros ojos abrazadores; intimidantes y reservados.

– Ruki… – respondí después de humedecer mis ajados labios con un dulce té verde del recipiente de cerámica que aduras penas tomaba con mi brazo izquierdo.

–Ruki… – Repitió mirándome como si quisiere leer mi historia pasada marcada a fuego en mi piel machacada, pero no dijo nada, no se atrevió a preguntar temeroso, tal vez, de la respuesta o simplemente para no dañar aun más mi sucia y rota alma.

–Usted… –

– ¿Mmh? – murmuró. Lo miré coger un nuevo bocadillo con los palillos.

–Es el emperador Shiroyama, ¿cierto? – me mostró una sonrisilla burlesca y exhaló un suspiro asqueado. Puso el bocado cerca de mis labios, el cual tomé y mastiqué sin quitarle la mirada de encima, parecía como si le hubiese molestado mi pregunta. –… lo siento. – articulé bajando la mirada posando aquella con mi regazo.

– ¿Me veo muy viejo para serlo? – Habló captando mi atención –…Soy su hijo. – continuo. –Aoi Shiroyama. –

.

.

.

Ya habían transcurrido dos días de mi estancia en aquel irreal lugar, el médico al fin había pisado aquellas tierras y el diagnostico a mi lesión no había sido favorable. –“Posiblemente no vuelva a posee la absoluta movilidad de su mano derecha”–  informó aquel medico mientras vendaba mi brazo con cuidado procurando que no me doliera más de lo que ya podía soportar. Colocó, con cautela un trozo de tela en mi antebrazo, como soporte, el cual fue atado en mi cuello y luego se dedicó a observar con notable lastima el estado de mi rostro y cuerpo; era horrible para cualquiera ver mi deplorable estado, con vergüenza bajé mi vista, pero de inmediato escuché un suspiro seguido de un: –“Tus demás lesiones sanarán más rápido, procura cuidarte, muchacho”– asentí agradecido recibiendo un vaso de cerámica, el cual contenía un especie de té de sabor amargo.

– Bébetelo todo, te ayudará a calmar del dolor y… a dormir – me dijo aquel bondadoso hombre que velaba por mi estado sin nada a cambio, mientras acariciaba con sus dedo pulgar sobre uno de mis pómulos, seguramente el cansancio se estaba apoderando de mis pesados y ajados ojos; me era imposible dormir, cuando lo lograba horribles pesadillas truncaban mi necesitado descanso y terminaba pasando la noche en vela y horriblemente atemorizado.

  Una vez que  el médico de pomposa apariencia se marchase, aquel muchacho de gestos nobles y apariencia agria, se sentó frente a mí procurando que bebiese todo el contenido de aquel delicado recipiente que poseía un bonito grabado artístico perfectamente pintado a mano.

– Quiero, de alguna forma ayudar. Ya no quiero ser una carga, quiero pagarle todo lo que ha hecho por mí… por favor. – Me atreví a decir. Mantenía mi cabeza gacha y poco a poco la fui alzando, lo miré con suplica cuando mis ojos chocaron con los suyos; unos inquietos y molestos por mi falta de respeto hacía sus nobles cuidados y protección que jamás había recibido en mi ingrata vida.

–No es necesario… – habló en un suspiro, como si intentara calmar su voz para que esta no saliera gutural y autoritaria.

–Para mí sí, por favor… – intenté nuevamente, recibiendo un suspiro como respuesta.

Al día siguiente, una de las mujeres que ayudaban en los quehaceres en el palacio, se adentró como todas las mañanas a mi habitación, traía consigo el desayuno y un mensaje con ella: – El señor manda a decir que si se siente en condiciones puede levantarse y ayudar en pequeñas cosas… – mis ojos se iluminaron y una sonrisa tenue se dibujó en mis labios, bajé la cabeza en forma de agradecimiento, mis suplicas habían servido, ya no me sentiría una lacra, si bien aun no me sentía recuperado del todo y mi brazo dolía, de alguna forma me sentiría mejor si ayudaba en algo en forma de agradecimiento por su acogida y cuidados. Yo no era nadie para recibir tanta hospitalidad, una persona de mi rango jamás debería haber pisado este imperial lugar, por eso mismo no me podía quedar de brazos cruzados y que personas de gran estatuas velaran por mí, quería de esta forma simple dar a entender cuan agradecido estaba de él.

.

.

.

Aquella misma noche un extraño estruendo truncó mis medicados sueños, con dificultad me senté sobre mi lecho escuchando un segundo ruido, esta vez fue un relinchido, extrañado alcé las mantas y tomé una pequeña lámpara, la cual me guió hasta la oscura salida, temeroso divisé como una silueta caía de rodillas al césped de aquel majestuosos jardín.

Por inercia me aproximé cuando el cuerpo cayó boca abajo sin señales vitales. Abrí enormemente mis ojos y corrí en su ayuda sin pensarlo dos veces, cuando estuve lo suficientemente cerca  posé la lamparilla sobre el suelo mirando horrorizado la sangre que manchaba su ropa.

– ¡Por favor, no muera…! – hablé en un susurro despavorido.

– No lo haré… – me contestó.  Intentando ponerse nuevamente de pie, por la densa oscuridad no pude apreciar su rostro, pero su voz se me hacia familiar aunque sonó en un susurro casi inaudible.

– Por favor, déjeme ayudarlo. – posé una de sus brazos en mi cuello y resistiendo el dolor de mi diestra caminamos con lentitud hacia las escalerillas de la entrada. Con pasos torpes logramos llegar al lugar donde yo me hospedaba. Entre gemidos de dolor los posé sobre mi aletargado lecho mientras tembloroso encendía una nueva mecha para iluminar el camino en dirección a los aposentos del hijo del emperador y en un trote rápido fui por su ayuda, pero no me había percatado que mis blancos ropajes estaban manchado de sangre ajena por la ayuda que le había otorgado a aquel ensangrentado desconocido, lo que produjo que aquel hombre de alta alcurnia  me mirara horrorizado, tuve que perder tiempo explicándole lo que ocurría y con mi voz temblorosa conté todo sin mucho detalle.

Raudo salimos de aquel elegante aposento caminando de forma frenética por el pasillo, pulido y sin una mota de suciedad, hasta el cuarto donde me alojaba. El señor Shiroyama abrió sus ojos enormemente el ver entre la penumbra, débilmente iluminado por la lamparilla que llevaba en mi zurda, a aquel agonizante hombre tendido sobre mi lecho.

– Ruki, ve por agua tibia y paños limpios. – Vi Como, sin perder tiempo encendió pequeñas lamparillas  las cuales acercó aquel al cuerpo tendido en el centro del cuarto, quitó sus ropajes superiores mostrando una lesión vendada empapada en sangre. Corrí rápidamente por los utensilios necesarios para socorrer a aquel muchacho moribundo.

Llegué con un par de paños limpios a la habitación, los cuales trémulo le  tendí al señor quien arrodillado intentaba con cuidado quitar las venadas de su cuerpo.

– El agua… aun debe calentarse… – hablé nervioso por la situación.

– Tranquilo… estará bien. – me intentó calmar mientras cogía una de las toallas que le estaba tendiendo. Me arrodillé cerca de la cabecera de la cama mientras que con un paño más pequeño, humedecido en agua fría, el cual escurrí el líquido excesivo de éste y lo utilicé para posarlo sobre la espalda alta, parecía que hervía; su herida se había infectado.  Miré preocupado a Aoi y este con el rostro descompuesto miraba el cuerpo jadeante bajo sus ojos. –Mierda Reita ¡¿Cómo dejaste que esto te pasara?! – susurró en un gritito histérico. Abrí enormemente mis ojos al escuchar su nombre. Su rostro no lo recordaba del todo, pero tuve un ápice de sospecha cuando sostuve parte de su peso sobre mi costado derecho; en aquel momento que lo socorrí, aunque desistí de aquellas soñadoras coincidencias, ahora estaba seguro… era él.

– ¿Esa es la forma correcta de saludar a tu hermano mayor?– jadeó aquel hombre lesionado mientras mis ojos miraban pasmado su silueta bañada tenue por los mecheros de cálida luz dorada. – ¿Hermanos…? ¡¿Son hermanos?!– pensé girando mi rostro hacía mi costado derecho, viendo como el señor Shiroyama posaba con cuidado sobre la herida una tela de algodón para detener la hemorragia de  la gran laceración y como aquel rubio ensangrentado giraba su rostro hacía mi temblorosa figura, me sonrió y terminó cerrando sus ojos susurrando un débil –“Sabía que estarías con vida…”–

Notas finales:

Iba a actualizar mañana, pero ya será mañana cuando actualice esto(? xD

Les quiero super agradecer por seguirme leyendo y comentando, gracias a mis fieles lectoras y a mis fieles mujeres(? por sus siempre lindos reviews c: ellos sin duda me dan ánimos para escribir y porque siento que valoran lo que hago, y no simplemente eso, sino porque les gusta y eso es simplemente hermoso c':

Además este fic no iba a tomar este rumbo, ya lo había dicho, prefiero siempre escribir historias cortas por falta de tiempo pero creo que estado bien en la forma de actualizar, por lo menos hasta ahora c:

espero no haberles dado grandes espectativas con el cap en facebook >.< bonis, pero espero que de verdad les guste.

Gracias por leerme

Gracias por comentar

Y gracias por estar siempre atentas en mis actualizaciones C:

I love them all♥


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).