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Amor en época Edo por koru-chan

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Amor en época Edo

by koru

Capítulo 8: Confuso deseo.

-Reita

 

Cogí las riendas de mi caballo con un mano, sintiendo como mi omoplato escocía y mi Yukata se empapaba. –Tsk… – murmuré percatándome dificultoso como mi caballo se adentraba a un espeso bosque serpenteando de forma experta los obstáculos que se le presentase. Mi cuerpo poco me respondía, mi visión era dificultosa y aquel animal sin chistar no detenía su galopar, era como si se quisiese precipitar de forma desesperada hacía algún lugar específico por ayuda, pero para cualquiera era como si aquel animal se hubiera desbocado en un incierto rumbo, me aferré a el mientras mis parpados y mi cuerpo sucumbían entumecido. –Mierda… – exclamé llevando con debilidad una de mis manos hacía mi omoplato lacerado. La herida se había abierto aun más; su sangrado ya era crítico, se había descontrolado, necesitaba una pronta atención, pero ya ni sabía mis coordenadas, simplemente me estaba dejando llevar, pero no me dejaría morir, aun debía cumplir mi objetivo. Tomé las riendas enrollándolas en mis palmas mientras me abrazaba a Aoki, mi estado no era bueno, la pérdida de sangre producía que mi visión se tornase, cada vez más  nublada y mi cuerpo más adormilado; me encontraba sin energía ni siquiera para mantenerme erguido ni para mantener mis parpados abiertos. Intenté aclarar mi vista una y otra vez, pero aquel acto me era inútil; mis acciones eran lentas y erradas por la anemia que me azotaba de forma aguda.

En cosa de segundos mi visibilidad fue nula y a pesar que luché por mantenerme lucido mi cuerpo decayó como peso muerto sobre el lomo fornido de aquel animal, el cual, quizá al sentir mi cuerpo tumbado; de pulso debilitado y mi respirar dificultoso, su marcha se convirtió en un trote pausado, deambuló de aquella forma hasta sentir como poco a poco el sonido seco de sus cascos en medio de la nada silenciosa se detenían.  

Me mantuve unos segundos en aquel sopor, mi cuerpo no respondía, a pesar que mi cerebro le daba órdenes ni un musculo se movía, había perdido por completo las fuerzas y el movimiento de este.

No pude calcular cuantos segundos, minutos o horas pasé en aquella posición desplomada, pero un relincho lejano penetró mis tímpanos haciéndome recobrar la conciencia de apoco, la cual había perdido nuevamente, un segundo relinchido acompañado de ligeros movimientos de mi corcel me terminaron por despertar de ese estado moribundo. Alcé mi cabeza percatándome que ya no me encontraba dentro del bosque ni en algún lugar desconocido, sino… había dado con el palacio de mi padre.

Intenté bajarme del animal impulsándome hacía mi costado derecho sintiendo como éste había ganado altura, en mi precario estado dimensionaba todo de mala forma, puse un pies en el aire desplomándome de lleno en la fría yerba humedecía por el granizo de madrugada.

Fruncí el ceño adolorido mientras intentaba a duras penas incorporarme, pero me era inútil. De forma torpe y frustrada caí de rodillas nuevamente al suelo que se sentía tan duro como el mismísimo hierro. Puse mis palmas en la tierra sintiéndome malogrado por mi condición. Suspiré  abatido percibiendo como unas temerosas pisadas se acercaban junto a una amarillenta luz que dentro de tanta abrumadora negrura  me entregaba un ápice de esperanza de ayuda.

Aquella luz artificial fue situada en el suelo mientras sentía el respirar entre cortado de aquella desconocida persona, que de  seguro, se trataba de alguna sirvienta o encargado nocturno del perímetro. Sus pisadas se detuvieron frente a mí y se mantuvo en silencio, quizá admirando horrorizado mi deplorable estad.

–Por favor, no muera. – escuché su voz temblorosa mientras se acercaba a mi cuerpo inestable.

–No lo haré… – esbocé intentando ponerme de pie nuevamente, pero mi cuerpo se tambaleaba como si el suelo tuviese una especie de imán; a toda costa me quería arrastrar hacia ella, pero antes que mi cuerpo diera nuevamente con la tierra húmeda, aquel chico, con sus pequeños brazos, que si no hubiera escuchado su voz apagada, juraría que era una menuda muchacha. Éste rodeó mi tronco dándome un poco de estabilidad mientras que de forma vaga percibía leves quejidos dolidos provenir de sus labios. Me alejé un poco, pero este decidido tomó mi brazo izquierdo posándolo alrededor de su cuello, me puede percatar, bajo la escasa luz, como su diestra estaba inmovilizada e intenté no hacerle más daño del que aquel desconocido chico ya cargaba consigo.

Con su zurda sobre mi pecho comenzamos a dar cortas pisadas, hasta que nuevamente mis tambaleantes rodillas casi se derrumban por culpa de un abrazador vértigo incontrolable.

– Tranquilo, ya no falta mucho. – murmuró.  Pasee mi vista por su pequeño cuerpo frente a mí quien entre la oscuridad volvió a coger mi brazo para situarlo detrás de su nuca. Aquel cálido cuerpo me recordó de inmediato aquel frágil chico, el cual buscaba con esmero hace cuatro días.

Nuestro andar fue dificultoso, mi peso era demasiado para aquel pequeño muchacho quien con todo su esfuerzo me dentro a aquel majestuoso lugar. Atravesamos un umbral  para aproximarnos hacía una habitación en penumbras, me recostó sobre un lecho tibio, el cual con lastima posé mi espalda empapada en sangre manchando parte de las blancas mantas de esta.

Gemí adolorido al posar mi peso en la laceración mientras de reojo miraba el actuar toque y nervioso del chico, Vi como prendió una nueva lámpara iluminando el lugar y su rostro,  pude percibir su perfil, su cabello rubio y su piel lechosa que a la luz de aquella lámpara de aceite se percibía dorado e irreal.

Noté de igual forma como se alzaba del suelo y como con desespero salía del cuarto, y tras abandonar  éste, dejándolo en  desoladora penumbra, suspiré con una sonrisa enmarcando mi boca, me costaba respirar con normalidad, pero sentía un gran alivio; – Estaba con vida. – pensé girando mi rostro hacía la oscuridad impenetrable cerrando los ojos semi inconsciente con un gesto cálido en mis labios.

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Poco a poco fui nuevamente consciente de mí alrededor, inspiré profundamente removiéndome adolorido en aquel lecho cálido. Abrí levemente mis parpados percibiendo la escasa penumbra del techo que mis ojos aun percibían borrosa y como las lamparillas de aceite se habían consumido por completo, pero su labor ya casi no era necesaria, la oscuridad pavorosa de la noche rápidamente se dispersaba dando paso a la calidez del sol saliente del horizonte, el cual tímido empezaba a enrojecer las paredes por sus rayos.

Sentí como una suaves manos toban un trozo de tela de mi frente y como está era sumergida, con vehemencia en algún recipiente de agua fresca, pasé la lengua por mis labios secos y quizá incoloros por la pérdida de sangre, después de que mis oídos captasen el excesivo chorro de agua al estrujarse aquel paño quitando así, el exceso de humedad de este; tenia sed, sentía como si llevase días en el desierto sin una gota de agua en las células de mi piel. Mi lengua nuevamente intentó humedecer mis labios en un acto desesperado por algo relente en mi reseca boca.

–Ngh – intenté nuevamente abrir mis parpados, sintiendo éstos pesados y mi cuerpo sin fuerza siquiera de mantenerlos abierto. Giré mi cabeza hacía mi costado derecho cuando sentí como una tela de algodón se posaba en mi frente afiebrada.

– Lo siento, ¿lo desperté? – su voz suave y temerosa llegó a mis oídos haciendo que por inercia abriera mis ojos de vista desenfocada, escuchando como un apetecible chorro de agua era vaciado dentro de un recipiente.

Sus mano fría se paseó por mi nuca sudada y afiebrada dándome a entender que elevara un tanto mi cabeza, para luego sentir como una cerámica gélida se posaba en mis labios ajados, aprecié de forma inmediata el liquido como penetraba mi boca saciando esta de aquella desesperada sensación de sequedad.

Suspiré luego que el líquido ya había bastando distinguiendo como mi nuca era nuevamente posada en la colcha con sumo cuidado.

Volteé mi cabeza hacía donde su diminuta presencia se encontraba, apenas con claridad lo divisaba, su cuerpo se notaba borroso en medio de la semi oscuridad, que aun no se disipaba del todo, y mi escasa visibilidad producida por mi estado.

– ¿Me cuidaste toda la madrugada? Debes estar cansado… – hablé en un susurro tocando mi frente invadida por un paño, el cual rápidamente se tornaba caliente por la fiebre abrasadora que se apoderaba de mi cuerpo.

Por el rabillo del ojo percibí como negaba con su cabeza. – El señor Shiroyama veló por usted… yo únicamente he estado aquí por si necesita algo… –

– De igual forma debes de estar exhausto… –afirmé suspirando. – No pensé que la herida se iba a poner tan mal. – murmuré con los ojos cerrados. – Deberías descansar. – continúe mirándolo directamente.

– Lo siento…. Por mi culpa…– oí su voz lastimera, seguro lloraba. Me intenté incorporar posando ambos antebrazos sobre el futon sobre, el cual descansaba, viendo como el trapo adherido a mi febril frente descendía olvidado en mi costado izquierdo. – Por favor tenga consideración, en su estado…. – me imploró al ver como de forma nada cuidadosa me sentaba de apoco en aquel lecho cálido, lo observé sintiendo mi visión un tanto más clara. Vi como sus lágrimas se daban a relucir  sobre sus mejillas abultadas, descendían a borbotones por su piel machacada  hasta perderse en su mentón, el cual temblaba al igual que sus manos, las cuales se habían apresurado hacía mi cuerpo de actuar irresponsable. Fruncí el entrecejo viendo como su acción se detenía al ver mi figura estable sentada. Sus manos quedaron en el aire y rápidamente fueron a parar a sus mulos en forma de puño.

– ¿Culpa? ¿De qué hablas?– dije viendo como sus lágrimas daban a papar en sus manos con marcas de llagas y golpes.

–… De que lo lastimaran, de que esté en este estado… – habló entre cortado hipeando acongojado.

Aproximé mi diestra hacia su mentón alzando aquel rostro dolido y abrumado por la culpa, sus ojos aguados claros y vivos se encontraron los míos, los cuales confundidos lo miraban.

Pasee con cuidado mi dedo anular por sobre el camino húmedo de sus salinas lágrimas percibiendo como sus ojitos miedosos me observaban de hito en hito, su respiración estaba agitada por el llanto reciente y su boca de labios rojos se encontraba semi abiertos. Mi dedo se deslizó con lentitud por sus piel hasta que se toparon de forma invasiva en  la comisura de sus labios suaves, mi cabeza se truncó y confundió aun más, pero mis atrevidos dedos de pasearon con delicadeza por sus labios sintiendo su respirar entre cortado.

Escuché el abrir de par en par de la puerta de teca y papel de arroz, giré mi cabeza percatándome de aquellos ojos negros penetrantes y fríos como la mismísima hiel que se posaron en mí como si fuesen una estocada seca  de una katana afilada. Mis dedos que se deleitaban con la suavidad de la piel ajena quedaron en el aire, los cuales había alejado del chico como si me hubiese quemado su terso contacto que por escasos segundo me había hecho dudar en un deseo hipnotizante e impuro.

 

Notas finales:

Hola

Espero que les haya gustado la actualización y que me cuenten si les gusta o no mi fic ;D

Quiero agradecerles por seguirme leyendo y por comentarme en el pasado capítulo c: contesté tus bonitos reviews!

Y nada, sin ustedes no haría esto, tal vez si, pero escribiría una vez al año(?

Las amo bonitas c:

Nos leemos en la próxima!

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PD: me hice un ASK especial para AmorYaoi nunca había tenido "ask" así que quise probar y ver si se animan a preguntar cualquier cosilla c: ahí se los dejo, espero leerlas♥

♥---------> Ask


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