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I love you as you are por Eve Kim

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Notas del capitulo:

Esto es un simple descargo de todo lo que me viene ocurriendo. No quiero que nadie sienta pena por mí, sólo me expreso para que algunos se enteren de que hay gente que sufre de nerviosismo, gente que como yo no tiene la culpa de esta condición.

Una vez dije que utilizo mi propia vida para escribir. Acá yo con esto.

Lamento si es raro, si no es lo suficientemente lindo y lamento abarcar un tema tan delicado como esto que algunos hombres sufren de nacer con un sólo testículo, necesitaba mezclar mi problema con otro. No es que no conectan en la historia, yo decidí que así fuera.

Quiero pedir un favor, si van a poner mis escritos como favoritos, por favor no le pongan una descripción de mierda, porque me tocó leer que una autora o lo que sea le puso una descripción (perdón por esto) de mierda a un fic mío, para eso ni lo guarden en su cuenta. Gracias.

Aclaro: Los primeros párrafos y el último serían un 'Pov Minho'.

'Te quiero como eres'

I love you as you are, my baby

 

¿Por qué la vida en ocasiones se complica demasiado?
 
Quisiera irme de mi casa.
 
Quisiera ser mayor y hacer de mi vida lo que quiera sin pedir permiso a nadie ni tener que dar explicaciones.
 
Aveces simplemente deseo desaparecer...
 
 
 
Típicos pensamientos de un adolescente de 18 años.
 
 
 
—Mamá.
 
— ¿Qué sucede? — esta va a donde le llamaron (el cuarto de la planta alta).
 
— ¿Podrías dejar de meterte en mis asuntos? — pidió lanzando el cuaderno de comunicados en su dirección sin delicadeza alguna, la mujer lo cogió sorprendida, lo abrió hasta dar con la última nota de este y ahí entendió... o por lo menos eso creía.
 
—Minho, era realmente necesario.
 
— ¡No lo era! — bramó irritado, desanudándose el nudo de la corbata de un tirón — ¿Cuál era la puta necesidad de que mi profesora supiera que tengo un sólo testículo?
 
— Tienes problemas — recordó — Si necesitas por algún motivo salir de clase para—
 
— ¡Calla! — largó en un exhalo — ¿Sabes lo que pasó? — la mujer negó asustada por el grito — La maldita vieja de mierda le dijo a toda la puta clase que tuvieran cuidado con Choi Minho, que no jugaran de mano conmigo porque solamente tengo un puto testículo. ¿Era necesario?
 
— Hijo-
 
— ¡Responde mierda! ¿Era realmente necesario? — como un loco se acercó a su madre quien temblaba bajo el umbral de la puerta, la tomó de los hombros y la zarandeó sin estimar cuidado alguna sobre la alterada y sufrida mujer — ¡Con un demonio, responde!
 
— ¡Minho! — se escuchó tras ellos la fuerte voz del jefe de la casa, quien observaba todo con los brazos cruzados al pecho y el ceño arrugado, a la distancia se podía notar lo encabronado que estaba —Suelta a tu madre ahora mismo.
 
 
 
Sus ojos se posaron sorprendidos en su padre, luego se desviaron hasta dar con la cara de la mujer, quien soltaba lágrimas y le tiritaban los labios, así como todo su cuerpo y las manos arrugadas inútilmente le sostenían de sus brazos energéticos, tratando de zafarse del monstruo de su hijo.
 
 
 
La soltó sin expresión en sus facciones. Dio dos pasos hacía atrás y se pasó la mano por el cabello, revolviéndolo con prisa.
 
 
 
¿Ese era él?
 
 
 
— Controla tus nervios, porque a la próxima que vuelvas a tratar así a tu madre no respondo, Minho, te lo juro por lo más sagrado que no respondo — al finalizar el hombre más alto de la habitación tomó por los hombros a su señora, quien había roto en llanto y juntos abandonaron el espacio.
 
 
 
Minho se tiró sin medir fuerzas sobre el colchón.
 
 
 
¿Desde cuando era ese tipo de bestia?. ¿Los nervios de verdad podían jugarle una mala pasada y convertirlo en éso de hace sólo un instante?
 
 
 
Si era así no quería, lo odiaba, lo aborrecía.
 
 
 
Rodó por las sábanas hasta llegar al mueble que sostenía la lámpara y su celular, tomó este último y escribió con dedos temblorosos y la vista nublada un rápido y sencillo mensaje con un destinatario bastante común. Para él.
 
 
 
Para: Kibum
 
Necesito hablar.
 
 
 
Simple y conciso, nada más que éso.
 
 
 
De: Kibum
 
Estaré allí en cinco.
 
 
 
Bien.
 
 
 
Un par de minutos más tarde sonrió al escuchar un par de piedras pequeñas chocar contra el vidrio de su ventana. Bajó a toda prisa por las escaleras y abrió la puerta principal, sin permitirle mediar saludos con la gente de la sala lo llevó escaleras arriba hasta su habitación. Kibum no opuso resistencia, pues ya parecía adivinar que le ocurría al más alto.
 
 
— ¿Aún sigues mal por éso? — preguntó con tranquilidad, a sabiendas de lo que trataba su visita.
 
— No creo que me comprendas, no has pasado por ello ni lo padecerás alguna vez.
 
— Creo que le das mucha importancia a lo que puedan pensar de ti —sugirió con suavidad.
 
— Insisto, no lo sabes porque no lo has pasado. Tu vida parece perfecta al lado de la mía.
 
— No lo creas — musitó con una pequeña sonrisa, caminando hasta llegar a donde Choi se encontraba sentado, tomando lugar junto a él — No saques conclusiones apresuradas sobre lo que puede o no puede ser.
 
— ¿Siempre que hablemos intentarás psicopatearme? — bufó parándose —Háblame como una persona normal. No estoy enfermo.
 
 
 
Kibum  meditó un momento esas palabras que salieron sin ser muy bien procesadas, ¿tratarlo como a cualquier otro? Eso no era posible.
 
 
 
— Perdón — dijo pasando los dedos de la diestra por su frente, corriendo los cabellos negros sobre los ojos y viéndolo más profundamente.
 
 
 
Y Minho lo odiaba, porque aquellas simples cosas le descentraban de cualquier asunto importante o cualquier cosa que fuera que hiciera. Y Kibum parecía intuirlo, por eso cada vez que estaba por alterarse sólo un poco reproducía ese tan simple y sencillo movimiento.
 
 
 
— Bien.
 
— Ven, Minho. Siéntate — estiró su fina mano en dirección del alto, éste la vió desconfiado y a los pocos segundos tomó de ella.
 
— Hoy no me reconocí — admitió, posando los codos sobre las rodillas cubriéndose el rostro con sus grandes manos, aparentemente avergonzado de algo que pasó — Casi golpeo a mi madre, Kibum, ¿cómo puedo ser tan hijo de puta?
 
— No es tu culpa.
 
— Claro que lo es. ¿Cómo pude siquiera pensar en ello? Pero es que- —suspiró sintiéndose mucho más asfixiado —Fue tan humillante... no lo comprendo.
 
— Entiendo — tomó entre sus manos pálidas las morenas y con sutileza pasó las yemas de sus dedos sobre los nudillos impropios, acariciándole sin que se diera cuenta. Minho había ido más atrás en la conversación, más referente hacía ese día en la mañana — Pero eso no te hace ser más o menos hombre, no debes de avergonzarte por ello. Es tu condición, tienes que estar orgulloso de ser como eres.
 
— ¿Tú crees? — se burló sin creérselo — Claro, Choi tiene un sólo huevo, no puede tener sexo o no se le para... ¿Tú crees que un hombre pueda soportar esos comentarios cada día de su vida? — exageró sin pensarlo, siendo consciente de cada palabra estúpida y la risita que se escapaba de la boca acorazonada. Otra vez sentía bronca y los nervios empezaban a hacerse más presentes, palpables.
 
— ¿Acaso ellos tienen razón? — ante la mirada tosca de Minho la de él se serenó — ¿Por qué para tí es tan importante lo que piensen?. ¿Es qué tienes miedo que alguna chica que te guste o guste de ti piense que no puede estar contigo por éso?
 
— No es eso — negó de inmediato, eso no tenía absolutamente nada que ver y tampoco lo pensaba.
 
— ¿Y entonces? — se acercó un poco más y pasó su brazo por los hombros anchos del más alto, colando su mano por las hebras chocolates, dando ligeros toques y tibias caricias con sus dedos finos.
 
— Kibum — alejó su mano hasta dejarlas en su regazo, donde las apretó con fuerza, como si de ese acto sacara fuerzas para algo que quisiera o se dispusiera en hacer, el pelinegro posó las suyas por encima de las morenas — No puedo contra todo esto, hoy tuve miedo de mi mismo... de mi reacción, casi golpeo a mi madre, Key, ¿lo entiendes? No puedo ser así, no quiero, no quiero ser un tipo que deja que las palabras lo afecten tanto hasta el punto de perder los estribos y desquitarme con lo primero que vea — Kibum apretó con más fuerzas las manos, Minho tiritaba y sabía que se contenía para no derrumbarse, porque no deseaba que nadie lo viera triste — Tengo miedo de no poder hacer una familia por esta condición porque tengo un sólo... temo no poder tener hijos — se liberó, sentía que dentro de él había aun más por sacar pero que no podía hacerse de una sola vez.
 
 
 
El pelinegro lo miró entre angustiado, triste y divertido. Como se veía de acá a la misma China que Choi no prestaba ni cinco de atención a las clases de biología. Ni al resto de las materias a decir verdad.
 
 
 
— Ay Minho — rió de tal manera que a Minho se le hizo ofensivo — Y eso que te he ayudado bastante con naturales, ¿qué no puedes tener hijos? ¿Acaso siquiera sabes que tienes entre las piernas? Con un sólo testículo es más que suficiente para hacer uno y un millón de niños... pero de un sólo género. Eso es triste, pero peor sería no poder dar vida, ¿no? — se mordió los labios enbalsamados mientras el alto entornaba los ojos, aveces era tan ingenuo...
 
— ¿Ó sea que—?
 
— Si — afirmó entusiasmado — Que eres un grandísimo idiota — Minho bufó — Un idiota al que debería cobrarle por hacerme hacer de psicólogo y encima ahora de maestro — se levantó del colchón yendo hacía la puerta, él lo imitó — Supongo que ya no estás tan mal y tu grandísimo problema existencial ya ha sido resuelto.
 
— Ya no tanto — dijo a la vez que lo rodeaba por la cintura, Kibum sonrió a la vez que cerraba los ojos — Ahora estoy mejor — admitió, dando un beso en el níveo cuello del mayor.
 
— ¿Sirvió entonces mi visita?
 
— Como no te imaginas — sopló contra su nuca, Key suspiró y pasó sus manos por los brazos del alto, apretándolos más contra si — Realmente deberías dedicarte a ésto — opinó a la vez que mecía los cuerpos como si hubiera alguna música de fondo.
 
— ¿Tú crees? — preguntó coqueto. No le importaría hacer de psicólogo si una vez acabada la charla terminaran de éste modo tan íntimo.
 
— No lo dudo — hizo un recorrido de besos con sus labios carnosos que empezaron desde el cuello y terminaron en la pálida mejilla ahora teñida — Podrías ser mi psicólogo... y podrías darme un hijo.
 
— No trabajaré para ti — contradijo el pelinegro siendo volteado por el menor de repente, ahora sus miradas estaban puestas en los ojos ajenos... se adoraban, mientras la mirada del de los ojos filosos brillaba por sus últimas palabras. Era lo que más deseaba, no le interesaba su condición — Siempre te he ayudado por una sola razón.
 
— ¿Por qué? — inquirió Choi mientras pasaba sus brazos por la cintura femenina.
 
— Porque te quiero — se acercó y besó los labios gruesos, simplemente tocándolos — Y verte triste y deprimido no es una opción para mi.
 
— Y nunca me lo dijiste — devolvió el beso, sólo que con más ganas.
 
— No lo hice porque quería seguir haciéndolo — enarcó una ceja al oírle, sin entender muy bien que quiso decir — No te lo había dicho antes porque deseaba ayudarte sin que sintieras que lo hacía por éso y por que necesitaba verte, sentirme útil para ti. Te quiero como eres, baby, no debes olvidarte de ello nunca.
 
 
 
Minho lo miraba y no lo creía. Siempre pensó, o más bien se imaginó que Kibum era alguien que lo ayudaba por simple amistad o por lástima, jamás se le ocurrió siquiera sopesar que aquel chico amable podía verlo de la misma manera que él lo veía desde hace ya mucho tiempo, y más aun sabiendo todos sus problemas.
 
 
 
Lo tomó fuerte entre sus brazos y lo apretujó contra su pecho, bien pero bien fuerte.
 
 
 
La gente que sufre de nerviosismo es difícil de ser comprendida, pero lejos de eso siempre existirá esa persona especial que encajaría en nuestro mundo imperfecto, haciendo de este el mejor de los paraísos, y en este paraíso, Kibum sería mi ángel.


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