Kyuhyun retrocedió hasta chocar contra la fría pared. No tenía escapatoria, y ni siquiera estaba seguro de querer hacerlo. El miedo a si mismo, a las consecuencia, pero por sobre todo la angustia de provocar algún mal sobre Siwon lo hizo cerrar los ojos con impotencia.
Más nada detuvo que esa mano fuerte pero cariñosa se posara suavemente contra su mejilla, en una caricia tan efímera que llegaba a destrozar su atormentada alma. Tendría que huir, resguardarse una vez más en la más absoluta soledad, pero en vez de eso se encogió sobre sus manos, dejándose acariciar, dejándose querer por un par de segundos.
Hace años que nadie se le acercaba de esa manera y su cuerpo, su alma, todo su ser parecía estar bullendo en la mas absoluta felicidad. Sin embargo, su cerebro, siempre conciente, inmediatamente mando la orden de alejarse con premura y sin poder evitarlo termino golpeando con fuerza la mano de Siwon.
No estaba bien, seguramente ese pequeño toque en su fría piel ahora seria la respuesta a una serie de calamidades en la vida de Siwon. La culpa lo golpeo de forma arrolladora y las lágrimas pugnaron por salir de sus ojos castaños.
- No me hagas esto.
Fue una suplica, un ruego, un intento desesperado de resguardad la seguridad de esa persona que él tanto amaba. No podría cargar con las consecuencias, mucho menos ver como el sino que pesaba sobre su cabeza se extendía a un inocente. Ya muchas veces había sido testigo de las nefastas consecuencias que suponía entrelazar su destino al de otros.
Y todo seguiría en el perfecto orden que siempre debió estar de no haberse encontrado una tarde con la sonrisa deslumbrante de Siwon. De no haber sucumbido a la insistencia del mayor, ahora no tendría el alma destrozada.
- ¿Hacerte qué? ¿Quererte? ¿Amarte? ¿Anhelarte?
Era imposible. No con el terrible peso que Kyuhyun llevaba a cuesta desde su primer segundo de vida. Incluso su nacimiento era un infortunio.
Sus padres parecían ser lo únicos inmunes a su presencia. Nunca se pregunto si esa especie de excepción se ampliaría a un hermano, puesto que sus padres por obvias razones no quisieron tener más hijos después de él.
Se dio cuenta cuando solo tenía 5 años, su pelota había caído al patio del vecino y este se la entrego con una sonrisa y una caricia cariñosa en su revuelto cabello. Esa misma tarde la casa ardió en llamas, con su vecino dentro.
Después de eso, se volvió casi habitual que quien tuviese algún tipo de relación con él, mas tarde sufriera consecuencias desastrosas.
Asesinatos, accidentes, suicidios, enfermedades repentinas. Siempre existía una razón para un desenlace oscuro.
Su abuelo, preocupado por el miedo que se comenzaba a arraigar en su corazón, decidió llevarlo ante un respetado sacerdote del pueblo.
“Este niño hace que caiga el infortunio recaiga sobre otros, sin poder decidir sobre quien. Con la única excepción de quienes le dieron la vida…así será con el resto. Hay algo en él, que con solo una palabra, con solo un roce, con solo una interacción, hará que la desgracia caiga sobre las personas.”
Una semana después su abuelo murió de un infarto al corazón. Su madre se auto convenció de que era culpa de la de edad de su padre, pero Kyuhyun se pregunto si había sido su culpa.
A partir de ese momento se encerró en la más absoluta soledad. No quería volver a ver la mirada de profundo terror y desconfianza en los ojos de sus padres, nunca más. Se las arreglo para incluso evitar las miradas con sus profesores, quienes a lo largo de los años se acostumbraron a su frialdad excesiva.
Eso, hasta que llego Siwon a su vida. El mayor era amable con todos, siempre sonriendo, siempre prestando ayuda a quien hiciera falta. Incluso a alguien como Kyuhyun.
Quien aunque le trato con el mas absoluto desprecio, no lograba alejarlo de su lado. Lo insulto, lo ignoro, e incluso lo abofeteo, pero nada parecía surtir efecto, y poco a poco su presencia le fue imprescindible. Siempre volteaba para verlo, para asegurarse que aun después de la seguidilla de pequeñas desgracias que se ocurrían a su alrededor, Siwon seguía ahí.
Pero ahora que sabía que Siwon lo amaba, que quería más que una simple mirada o un saludo de su parte, todo su pasado, presente e inminente futuro le aplasto de forma devastadora.
No lo permitiría, aunque su corazón se desgarrara en su pecho. Amaba demasiado a Siwon como para permitir que alguna desgracia le ocurriera.
- Siwon, no puedes estar cerca mió. Lo sabes, sabes que es imposible. No quiero que nada malo te pase, por favor, aléjate de mi…
- Kyuhyun…tú nunca me harías daño, por que me haces feliz.
- No entiendes Siwon, lo quiera o no te voy a causar daño. Esta en mi naturaleza, en mi destino.
- Tu sonrisa hace mi día más brillante. Escucharte decir mi nombre y que cruces aunque sea un “hola” conmigo, eso me basta para hacerme feliz. A pesar de todo, tú eres el único capaz de hacerme feliz, no digas que me causaras daño.
- Siwon……………………Algo malo podría sucederte…yo, no soy normal.
Las palabras salieron hirientes de su propia garganta, asumirlo era difícil. Sin embargo, Siwon no se movió un centímetro lejos de su cuerpo, todo lo contrario, simplemente se acerco aun más, rodeándolo con sus fuertes brazos, dejándolo enjaulado entre su pecho y el suave sonido de sus latidos.
- Te amo Kyuhyun y nada malo me va a pasar, por que yo no lo voy a permitir.
- ¿Cómo puedes estar tan seguro?
- Por que si algo malo me pasara, tu llorarais y eso jamás me lo perdonaría.
- Haberte conocido a ti…también me ha hecho muy feliz, Siwon.
Su vista se nublo en la oscuridad del reconfortante abrazo que le prodigaban. Y una sonrisa casi secreta se abrió paso en sus labios mientras dejaba que su cuerpo, su corazón, tomaran el control de sus acciones. Sus brazos serpentearon bajo la ropa de Siwon y se cerraron en torno a su cintura, dándose una oportunidad de disfrutar a la única persona que era feliz de su existencia.
- Quiero hacerte sonreír, quiero que conozcas la felicidad, Kyuhyun.
- La acabo de conocer Siwon, aquí, ahora, entre tus brazos…