Era una tarde nublada a principios de noviembre en la hermosa cuidad de New York, el clima estaba templado algunos grados bajo cero, índice de que se acercaba el invierno y posiblemente comenzaran las nevadas. Precisamente después de media hora del descenso de temperatura, poco a poco empezaron a caer los copos de nieve, hasta formar una suave lluvia blanca que empezaba a cubrir todo a su paso y en uno de los tantos edificios alzándose imponentemente se encontraba la torre Stark.
-¡Increíble! No sabía que en midgard nevara.-declara Thor emocionado al ver los pequeños copos caer, uno tras otro como gotas, empezando a cubrir lentamente las hermosas calles.-parece que hoy será un buen día
-No lo creo, es cuestión de tiempo para que haga un frio del demonio.-dice Tony colocándose a un lado del dios del trueno, mirando fijamente el hermoso paisaje que se comienza a formar.-esta es mi época menos favorita del año, me recuerda los días que pasaba enserado en mi cuarto.-susurra recargando su lado derecho en el ventanal, cruzándose de brazos.-pero aun así el frio no es de mi agrado
-Es hermoso
-Si tal vez lo sea.-dice Stark encogiéndose de hombros.
Después de ese prevé intercambio de palabras el silencio gobernó el lugar, el cual por extraño que parezca no era pesado, sino cómodo, como si entre ellos disfrutaran el ambiente que se formó bajo la caída del manto blanco. Para muchos, el invierno significaba navidad, celebraciones, fiestas, el principio del fin y la llegada de la primavera, pero para cierto dios de rubios cabellos le recordaban momentos más felices de su infancia, en donde las responsabilidades eran pocas, cuando su hermano y el eran iguales, tan unidos, tan inseparables, donde no había rivalidades o guerras.
Días más inocentes.
-FLASHBACK-
En Asgard comenzaba la primera nevada del año, se podía observar al joven príncipe correr por los pasillos resplandecientes del palacio, Thor esquivando con agilidad a cualquiera que se atravesara en su camino, dirigiéndose a toda prisa a los aposentos de su hermano menor, Loki.
Al estar enfrente de la puerta que da al cuarto del azabache, se detiene sonriendo radiantemente y a los pocos segundos el sonido de golpeteos perturba el silencio que minutos antes reinaba en el pasillo. Uno. Dos. Tres veces, seguidas de una energética voz infantil:
-¡Loki! Sal está nevando ¿Y si hacemos un muñeco?
No tuvo que esperar mucho tiempo, ya que de inmediato la puerta se abre, mostrando a un pequeño Loki, vestido con gruesas pieles, más que preparado, para salir. Sin perder tiempo ambos se encaminan al jardín real, el cual está envuelto por una espera capa de nieve, dándole un toque mágico, así se la pasaron entre risas, empujones iniciando guerras de nieve, construyendo fuertes, formando ángeles y muñecos de nieve.
Todo era diversión y risas.
Cada año fue así, era una especie de tradición, su tradición y siempre la realizaban importándoles poco si faltaban a sus entrenamientos, después de todo solo lo hacían en las primeras nevadas de cada año, era su forma de convivir, de estar unidos. Así siguieron realizándola con el paso de los años, hasta que ambos príncipes llegaron a la adolescencia y como es natural en muchos casos, su relación se fracturo hasta terminar distanciándose.
El sonido de pasos sonaba incesantemente por los pasillos del palacio y en medio de este se veía a Thor de diecisiete años recién cumplidos, caminando apresuradamente intentando disimular lo ansioso que se encuentra, llegando a tiempo record a las puertas del cuarto de Loki, tocándolas fuertemente.
Uno. Dos. Tres veces consecutivas, intentando contener su emoción, respirando profundamente para soltar con alegría las palabras que esperaban ser escuchadas.
-¡Hermano! Esta nevando, salgamos
Al no recibir respuesta, este no se rinde, claro que Thor no aceptara un no por respuesta, continua insistiendo hasta obtener el resultado deseado aunque este no llega de inmediato.
-Loki ¡Divirtámonos! Sal, no es saludable permanecer encerrado todo el tiempo, ya no te puedo ver jamás, parece que no estas.-pronuncia tercamente sin perder la alegría, recargando la mano derecha en la puerta, esperando que esta se abriera.-en nuestros caballos ahí que pasear, sé que estas adentro.
Pero al terminar de pronunciar las palabras, la voz enojada del de ojos esmeraldas, le destruye las esperanzas que mantenía, hasta ese momento.
-¡Quero estar solo! Déjame en paz Thor.
Pronuncia con fastidio el joven dios del engaño, quien ni se molesta en abrir la puesta para decirle aquello. En ese momento la expresión del primogénito de Odín pasó de la alegría a la tristeza, en cuestión de segundos.
Para alguien tan energético y decidido como lo era Thor, esa respuesta lo decepciona, más que decepción le genero confusión. No podía entender porque Loki ya no deseaba pasar tiempo con él ¡Si antes eran inseparables! Sabía que ambos estaban ocupados con los entrenamientos y demás cosas, pero el aprovechaba los descansos para pasar el mayor tiempo posible con él.
En cambio Loki, hacia todo lo posible para evitarlo, para no estar en su presencia y aunque a Thor le doliera el rechazo, nunca se rendía.
-¡Ven, vamos a jugar! Hermano, sal.-dice con tono suplicante, rogando en el fondo que su hermanito no lo rechazara, como tantas otras veces.-hay muchas cosas que podemos hacer ¡El día esta hermoso! Es algo aburrido ver, el tiempo pasar.-continua diciendo recargando la espalda en la puerta, deslizándose lentamente hasta tocar el piso.-tu compañía me hace falta.
Admite suspirando hondamente, irguiéndose lentamente hasta levantarse del suelo, posando sus hermosos ojos azules en la elegante puerta, esperando que esta se abriera, aunque sea un poco.
-Solíamos ser tan unidos y ya no más ¡No entiendo, lo que paso!
Al ver que no obtendría nada, cambia de estrategia, no por nada es un fuerte y testarudo guerrero, además él nunca se rendiría y menos si se trata de su hermanito.
-¿Y si hacemos un muñeco?
La puesta se abre a medias, mostrando el rostro molesto de mencionado, el cual responde con voz ronca, mirándolo seriamente.
-¿En serio Thor, muñecos de nieve? Ya no somos unos niños.-dice burlonamente.-para hacer semejantes tonterías.
-Pero Loki….
Antes de siquiera terminar la frase, esta es cortado por la voz fría e hiriente del menor, el cual lo ve con desprecio, conteniéndose de cerrarle la puerta en la cara.
-Madura quieres ¡Me decepcionas Thor! No puedes olvidarte de esa tonta tradición
-No es tonta ¡Era nuestra tradición! Era nuestra manera de convivir, de pasar tiempo juntos.-defiende fieramente los recuerdos tan maravillosos que le traen esos días tan lejanos hace mucho tiempo, mirando dolido a su hermanito, el cual solo gira los ojos con fastidio.-dime porque odias los días nevados ¡Ya casi ni sales!
-Son solo pérdidas de tiempo, todas ellas
-¡Pero antes amábamos hacerlas!
Ante la dura pero honesta declaración, el de ojos esmeraldas cierra fuertemente la puesta, sin darle la contraria al rubio, quien ante el sorprendente movimiento suspira pesadamente, enterrando su mano en sus largos cabellos dorados, en gesto frustrante, retirándose tristemente de la recamara de Loki a paso lento.
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Mientras tanto adentro de la recamara del hechicero, se veía a Loki recargando la mitad de su cuerpo en la puerta, mirando cabizbajo el suelo, pensando en las palabras dichas por el cabezota de Thor, que no comprendía el porqué de su comportamiento.
-Eres un idiota, nunca lo entenderías.-susurra a la nada, siendo consciente de la partida del rubio.-ya hace tiempo que descubrí cual es mi lugar
Dicho esto intenta contener las lágrimas que amenazan escapar de sus cuencas, las cuales reflejan tristeza mezclada con rencor y odio, desde hace tiempo que lo descubrió exactamente a la inocente edad de 12 años, es cuando se enteró de la cruel realidad, de que siempre viviría a la sombra de su hermano, a la sombra de su grandeza aunque este ni siquiera lo notara.
Todos adoraban a Thor ¡cómo no hacerlo! Era fuerte, valiente, primogénito y heredero al trono, guapo un excelente guerrero; en cambio él no poseía la fuerza física del rubio, ni mencionar del encanto natural de este, ni esa absurda confianza que nacía en el campo de batalla, que extrañamente inspiraba a los demás a no rendirse.
Loki era muy consiente de ser diferente al resto y eso le causaba mucho problemas, de los cuales los más notorias eran el de no encajaba, los aldeanos solo lo veían como “el hermano” de Thor y solo eso, los amigos del rubio solo convivían con él por pura obligación, ni su propio padre le hacía caso, la única que parecía entenderlo era su madre esa hermosa mujer que lo consolaba en sus momentos más tristes, brindándole amor, cariño nunca dejándolo solo.
-Te odio, no sabes cuanto.-susurra para si
Todos esos sentimientos guardados le generaban odio, un gran odios así todos, así su padre, los aldeanos de asgard, sus supuestos amigos, pero sobre todo hacia su hermano.
Mentiría si negara que no extrañaba jugar con la nueve, hacer y deshacer figuras con ella y aunque sonara contradictoria, lo que más extrañaba era convivir con el cabezota de su hermano, aunque este fuera muy brusco a la hora de jugar, se divertían a su manera, era el único momento donde tenía la total atención del rubio, donde él era lo único que importaba y eso era lo que más amaba y a la vez odiaba. No entendía porque Thor no era capaz de ver cuánto sufría, parecía que el futuro gobernante de Asgard era más distraído e ingenuo que el resto y a la larga Loki suponía que eso le traería muchos problemas.
Después de meditarlo profundamente, decidió no darle más vuelta al asunto, total lo hecho, hecho esta y no puede cambiarse, así que con lentitud retira su peso de la puerta, retomando el camino hacia la ventana que da al patio contemplando el suave caer de los copos.
Recordando los buenos ratos que paso en compañía de su idiota hermano.
De un momento a otro el ambiente se volvió callado, silencioso como si la misma naturaleza comprendiera su dolor y soledad, de lo mucho que sufría por ambas, por ser diferente, por ser distinto por no encajar en Asgard, el cual era su hogar. Pero antes que pudiera reflexionar en voz alta, un estruendo lo saca de sus pensamientos haciéndole voltear hacia atrás y en cuestión de segundos la hermosa puerta de sus aposentos es derivada por el Mjölnir quien aterriza a unos milímetros de él y detrás suyo se contempla la silueta de Thor el cual entra sin inmutarse al cuarto.
-¡Maldición Thor! ¿Pero te pasa?.-grita perdiendo por segundos la compostura al ver la hermosa puerta hecha pedazos, avanzando algunos pasos alejándose de la ventana.- no escuchaste que quería estar solo ¡No puedes entender algo tan simple!
-Lo entiendo, pero no lo aceptarlo.-afirma seriamente avanzando unos pasos, quedando a solo 2 metros del hechicero.-no voy a dejarte solo, no permitiré que estés enserado todo el tiempo Loki ¡Es un hermoso día! Aunque no quieras pasarlo conmigo, puedes hacer otras cosas
-¿Como que genio?
Pregunta con sarcasmo cruzando elegantemente los brazos esperando pacientemente la respuesta de su bruto hermano, la cual para su sorpresa no tarda ni medio segundo en escuchar.
-Pasear por los jardines, montar a caballo, incuso leer al aire libre ¡Cualquier cosa!
Al ver lo desesperado que esta el rubio, sin pensarlo decide terminar con toda esa farsa, después de todo está perdiendo su valioso tiempo.
-Vete, estas desperdiciando mi tiempo.-sentencia, mirándolo con seriedad.-pero antes llama a la servidumbre para que reparen MI puerta y lárgate.-sin más se voltea dirigiéndose a uno de sus estantes para tomar un libro, ignorando totalmente su presencia.-qué esperas, la puerta no se reparara sola
-No me iré, quiero pasar tiempo contigo ¡Somos hermanos!
-Pero yo no deseo pasar tiempo contigo Thor, tengo muchas cosas que hacer.-pronuncia calmadamente recuperando la compostura, ojeando el libro entre sus manos.-eres un testarudo, sin remedio
Por momento la habitación se sumerge en un profundo silencio, el cual es algo incómodo debido a las circunstancias vividas hace pocos segundos atrás, ninguno hace intento de deshacerlo ya que cada quien esta inmerso en sus pensamientos.
Por un lado esta Loki quien no sabe cómo hacerle entender al idiota rubio que quiere estar solo y que su presencia lo molesta en sobremanera, pero al parecer el dios del trueno no parecía entenderlo ¡Que frustrante!
Mientras Thor intentaba convencer de alguna manera al menor, de pasar tiempo juntos, pero obteniendo como única respuesta el desdén y desplante del mismo, sin importar que digiera o hiciera era el mismo resultado ¡Ya estaba desesperado! El solo quería reconstruir la relación que hace varios años tenían.
-Por favor Loki ¡Solo quiero que convivamos! Es mucho pedir.-pregunta con voz suplicante mirando tristemente al más chico, quien no despega su vista del libro en sus manos.-¿Y si hacemos un muñeco? No tiene que ser precisamente un muñeco
-Thor
Al ver que no lo convencería, decide cambiar su táctica, pero antes de que pudiera decir una palabra observa el libro entre las manos de su hermano, el cual al parecer es antiguo, con portada negro desgastada, siluetas curvilíneas de un dorado resaltante, intuía que era uno de los libros que madre le dio a Loki para que aprendiera un poco más de las artes mágicas más antiguas del cosmos. Y es ahí donde su cerebro hizo clic, dándole una de las mejores ideas que ha tenido en mucho tiempo.
-Eres mi familia Loki, sin importar que suceda o pase en el futuro, eso nunca cambiara, sé que como príncipes tenemos responsabilidades con el pueblo, con Asgard.-dice seriamente sin despegar su mirada azulina del cuerpo enfrente suyo.-pero te aseguro que le daría la espalda a todo solo por ti, después de todo eres mi hermano, mi única familia.
¿¡Ok!? La repentina confesión lo tomo desprevenido, no sabía que decir o cómo reaccionar, el sabia más que nada, lo impulsivo que era Thor y lo cabezota que en algunos momentos demostraba ser ¡Pero decirle semejante cosa! A cualquiera lo hubiera choqueado y él no era la excepción ¡Joder! ¿Qué creía que conseguiría? El no daría su brazo a torcer, no por nada era un experto en ocultar sus sentimientos y pensamientos, después de todo él no se había ganado el título del dios del engaño por nada.
-Sé que en alguno momento te he fallado hermano y lo lamento profundamente, por no a verlo visto ¡Pero aún estamos a tiempo! Déjame reparar mi error.-ruega mirando suplicante a de ojos esmeraldas, que en ese momento planeaba decir algo, pero se abstiene de hacerlo.-are lo que sea, solo dame la oportunidad.
-No creo que sea….-su dialogo es interrumpido por la gruesa y desesperada voz de Thor.
-Dime hermano, ¿En qué momento fue que nos separamos?.-pregunta el primogénito de Odín con deje de tristeza en su potente voz.-éramos tan unidos ¿Qué fue lo que hice para merecer tu odio? Dímelo Loki, por favor.-dice agachando un poco la cabeza mientras que pequeñas lágrimas se deslizaban lentamente por sus mejillas, una tras otra, importándole poco que su hermanito lo viera llorar.-ya no sé qué hacer, nos hemos distanciado tanto
Era oficial, este era el día más extraño en sus quince años de vida, si la anterior confesión de Thor lo tomo desprevenido esto fue la cereza en el pastel, nunca lo había visto llorar, ni siquiera cuando padre lo castigaba ¡Maldición! Él siempre pensó que Thor simplemente no lloraba, que no estaba en sus genes hacerlo y al parecer se equivocó ¡Joder!
Esta situación era demasiada incluso para él.
Pero antes que pudiera pensar algo que decir, fija su vista a la ventana viendo caer la hermosa nueve, la cual ha fortalecido su intensidad, esto le da una fugas idea, para solucionar temporalmente todo esto y no perturbar de por si más su mente.
-Está nevando.-suelta suavemente si perder la fortaleza de su voz, sacando por segundos al rubio de sus pensamientos caóticos.
-Si así es.-secunda, alzando su vista, dándose cuenta del clima, sonriendo suavemente.-la primera nevada del año.
El silencio cubre por momentos, el ambiente entre los dos, el cual no dura mucho, ya que es cortado por la suave voz de Loki.
-Thor ¿Y si hacemos un muñeco?
Propone sonriendo suavemente, mirando al desconcertado rubio enfrente suyo, el cual no cabe del asombro, eso fue imprevisto pero fue lo único que se le ocurrió para zafarse de tan desconcertante situación.
Ya se las cobraría luego.
Por su parte Thor no cabía del asombro y alergia que inundaba su pecho, después de tantas suplicas, dichas a través de los años, esperando ser escuchadas y de pronto que el propio Loki fuera quien lo propone ¿Cómo negarse? Sin más recorta la distancia que los separa, sujetando fuertemente la mano de su hermanito, obteniendo que este frunza el ceño, ignorando olímpicamente su protesta silenciosa, salen disparados de la alcoba llevándose a rastras a un muy indignado Loki que no hace intentos de zafarse, sabiendo de antemano el resultado.
Llegando así en tiempo récor al jardín real, y por las siguientes horas, hubo una tregua entre los dos dioses, los cuales se divertían y jugaban como los hermanos que eran.
Olvidando por momentos sus diferencias.