Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Seventh tier por Akii Siixth

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hello (*-*)/

Es la pimera vez en mucho (pero muuuuuuucho) tiempo que voy a actualizar algo en menos de una semana... déjenme disfrutarlo por favor (?) XD. 

Bueno no, pero se siente bien lol. 

Aquí está la segunda y última parte de esta cosa gay, espero les guste ♥. 

 

Poco a poco fui recobrando la conciencia, sentía como si mi cuerpo hubiese estado en la misma posición por un largo período de tiempo. Estaba entumido por eso me llevó algo de tiempo reconocer cada parte de mi cuerpo, pronto me di cuenta que me encontraba en un lugar oscuro, solamente podía observar la Luna en el cielo. Me puse en pie para ir a reconocer el lugar donde estaba, con solo ver alrededor sentía como si estuviese en el punto más alto de un castillo o algo por el estilo, sentía un aire gélido y cuando veía al horizonte, solamente las copas de los árboles eran visibles. Caminé en derredor, pero no había nada que pudiera distinguir, más que solo una especie de puerta en el piso que no podía abrir.

No sabía qué estaba ocurriendo, recordaba solamente haber estado en mi habitación y que alguien estaba allí también, ¿quién sería? De pronto, todos mis pensamientos fueron interrumpidos por un resplandor, que me cegó por unos instantes. Cuando fui capaz de abrir mis ojos, tres hombres estaban de pie frente a mí, al principio no pude ver sus rostros, pero escuchaba sus voces, hablaban sobre mí «está en buena forma», «no cambió en nada» y cosas de esa índole.

—¿Quiénes son? —me atreví a preguntar—. ¿Qué quieren de mí? —continué al no obtener respuesta.

De un momento a otro, los otros dos tipos desaparecieron, tan solo quedó de pie ese que parecía ser el que estaba al mando.

—Veo que estás bien, debo admitir que esto te sentó bien, Ruki —dijo ese hombre una vez estuvimos solos. ¿Me hablaba a mí? ¿Ruki? ¿No era ese el nombre que le escuché a Kaoru la otra vez?

—Creo que está equivocado, mi nombre es Takanori. Lo siento, pero debo irme de aquí. Dígame cómo salir, por favor —pedí en tono serio. Su semblante era burlesco, pero por alguna razón, no me sentía en peligro.

—Te daré una última oportunidad, Ruki. —Elevó su mano hasta colocarla sobre mi frente.

—Pero ya le dije que yo no soy él. Está confundido. —Trataba de hacerlo comprender; pero él me ignoraba.

Sentí un cosquilleo recorrerme desde la cabeza hasta los pies, pero nada más, luego escuché un ruido tras de mí, era aquella puerta abriéndose. Me giré por curiosidad, no podía ver nada, solo una escalera. De pronto recordé mi sueño, toda la situación pasada era igual a mi sueño, ¿estaría soñando de nuevo? Si se trataba de mi sueño, en cuanto intentara bajar por esos escalones despertaría, ¿verdad? Eso era lo más probable, estaba soñando...

Dudé un poco, pero tomé valor, resultó que al momento de poner mi pie en el primer escalón no me desperté, lo que descartaba en un gran porcentaje que ese fuera mi sueño.  

Al lugar al que me dirigía parecía estar un poco más iluminado que afuera. Había unas cuantas velas colocadas sobre una mesa, eso era lo primero que se veía al ingresar completamente en ese lugar. Escuchaba una voz alterada, caminé con sigilo por un pequeño pasillo hasta que llegué a un cuarto extraño, había una estructura extraña en medio de todo el cuarto, pero no era lo que me llamó la atención. A un lado de la habitación se encontraba un pequeño grupo de personas, tres estaban de pie, mientras dos se encontraban tirados en el piso, uno sobre el otro, el de arriba era quien gritaba alterado. Los otros no parecían inmutarse por la situación. Sus vestimentas eran parecidas a las mías, solo el color variaba entre todas.

Había uno con un kimono amarillo, el de su lado derecho vestía de verde y el otro de naranja. En el piso se encontraban dos vestidos de azul, solo que uno era muy oscuro, como el collar de Kaoru, índigo me dijo él que se llamaba.

—¡Nos mentiste! Nos hiciste creer que estaba muerto. A pesar de los años que Reita y Nao desperdiciaron buscándolo, ¿quién te crees que eres? —decía a gritos; pero no se detuvo allí, alcancé a ver como golpeaba a la otra persona y ni siquiera con eso reaccionaron los otros. Tampoco al que estaban golpeando, aunque no lo veía muy bien porque los otros que estaban de pie, él no hacía nada por defenderse—. ¡Di algo! Al menos defiéndete con esa excusa burda que le diste al maestro. —Justo cuando ese chico se preparaba para golpearlo de nuevo, alguien pasó al lado mío gritándole: «¡Detente!» al de azul. Este se detuvo y hasta se puso de pie para dirigirse hacia el que había entrado, lloraba, pero se notaba que era por su molestia—. No me pidas que me detenga. Hemos pasado tanto, casi morimos y resulta que este tipo nos engañó. ¡No es justo, Die!, no es justo que nos dijera que Ruki estaba muerto mientras él disfrutaba de su vida fuera de este lugar.

Todos soñamos con nuestra libertad. ¿Por qué este idiota cree que Ruki se la merece más que nosotros?

—Yo no creo eso —susurró la persona que estaba en el suelo aún. Su voz se me hacía familiar.

—Die, dile algo, se supone que eres nuestro líder. ¡Haz algo!

—No tengo que hacer algo. Yo... creo que habría hecho lo mismo. Si la persona que quiero es tan feliz de una forma. Yo voy a tratar que eso siga así —dijo aquello sin sostener la mirada del otro.

—No era mi intención mentirles a ustedes también, lamento en los problemas que nos metimos debido a ello. —No había duda, esa era la voz de Kaoru. Y para confirmármelo, él se puso de pie y pude apreciar cómo se limpiaba un hilillo de sangre de su rostro.

Si antes no entendía lo que ocurría, mucho menos en ese momento. Salí corriendo de nuevo hasta aquel primer lugar donde desperté. Aquel hombre parecía que me esperaba, con un poco más de calma me acerqué a él, necesitaba muchas explicaciones.

—¿Qué tal el reencuentro? —me preguntó con un tono de burla.

—Dígame qué hago aquí —ignoré su pregunta.

—Casi me olvido de tu amnesia. Ven, lo voy a resolver —me dijo con toda naturalidad. No sabía de qué amnesia hablaba, pero aun así me acerqué a él, su mano volvió a palpar mi frente y por un momento sentí cómo todo daba vueltas hasta el punto de caer de rodillas al piso. Mi cabeza comenzó a doler.

—Ahora sí, bienvenido, Ruki. —El maestro hizo que alzara mi vista hasta sus ojos—. Sí, ahora eres el tipo que yo conozco —pronuncio luego. Yo aún me sentía mareado y un poco confundido, pero con mi memoria de regreso, ya no tengo dudas de nada—. Voy a castigarlo. Se atrevió a mentirme, creo que entiendes que se lo merece.

—No. —Casi le contesté al instante—. No lo haga, por favor.

—¿Por qué no habría de hacerlo, Ruki? Adelante, convénceme.

—Usted lo prometió. Que un maestro rompa una promesa no genera buena reputación.

—¿Y que un alumno lo haga sí? Recuerda que tú quebrantaste tu promesa, ¿por qué habría yo de cumplirla?

—No aceptaré nunca el trato. —Su semblante cambió casi de inmediato, estaba serio, sabía que yo hablaba en serio.

De un momento a otro pude sentir la presencia de los demás tras de mí y aquel reclamo de Shinya casi me hizo querer ir a abrazarlo. Los extrañaba tanto:

—¡¿Dónde maldita sea estabas, Ruki?! —Siempre tan histérico, tonto e impulsivo. Así era Shinya, así había sido siempre, el quinto nivel. El color azul, aquel que poseía la habilidad de controlar las aguas.

—Ahora no es el momento, espérenme un momento, luego les explico —comenté. Con los años y mientras nuestras habilidades crecían, fuimos capaces de desarrollar nuestra comunicación mental. Porque claro, en nuestra mente podíamos hablar, gritar todo lo que quisiéramos.

—«Ahora no es momento» —replicó imitando mi voz—. Pues encuentra el momento y explícate.

—Ahora no, nos puede descubrir, por favor guarden silencio.

—Entonces, Ruki, ¿me estás diciendo que estás dispuesto a aceptar el trato?

—Sí, maestro.

—Pero, asumiendo que cumples, ¿cómo me aseguro que volverán?

—¿De qué diablos están hablando? —Volvió a interrogarme Shinya.

—Yo me encargaré de eso —comenté ignorando a Shin.

—¿Cómo confiar en ti si ya rompiste una de tus promesas?

—¿Desea hacer el trato o no? —dije ya un poco irritado.

—Está bien, explícales —me pidió. Asentí mientras me daba la vuelta para encarar a los otros.

—Hola... —Fue lo primero que se me ocurrió decirles. No sabía qué tan molestos podían estar.

—¿«Hola»? ¿Eso es lo primero que se te ocurre decirnos? —Y probablemente el más molesto de todos era Shinya, quien era el que había dicho eso.

—Ya déjalo que explique, Shinya. —Aquel había sido Reita. Él representaba el color amarillo. Era responsable de los relámpagos, es el tercer nivel. Él perdió su vista cuando comenzamos a usar en serio nuestros poderes, fue mucho para él, pero sorprendentemente, aquella pérdida lo hizo mejorar mucho, ni siquiera se notaba su ceguera, se manejaba tan bien como cualquiera de nosotros. Creo que ser ciego le trajo mucho juicio, analizaba muy bien las cosas y nunca se ponía del lado de alguien. Siempre se iba por quien tuviera la razón, analizaba muy bien las cosas y también, siempre le había molestado la impaciencia de Shinya.

—Perdón, no tenía ni idea de cómo empezar —confesé—. Sé que todo esto puede parecer confuso, pero les prometo que se los explicaré con lujo de detalles, pero antes… —me interrumpí pues no sabía cómo proceder. Debía explicarles todo y nada a la vez, pues ellos no necesitaban conocer el trato, solo la recompensa.

—¿De qué hablaban hasta hace poco? ¿A qué trato se refiere el maestro? —preguntó Daisuke, el primer nivel, él representante del color rojo, él, al igual que yo, tenía influencia sobre la lluvia, aunque de manera muy diferente a la mía, él podía hacer y desaparecer una tormenta. Seguía tal cual lo recordaba, y eso que habían pasado casi veinte años, siempre con su semblante serio. Supongo que fue esa misma seriedad la que le valió ser el líder luego de mi desaparición. Compartía muchos rasgos con Reita, a diferencia que, Die, como le llamábamos de cariño, no podía dejar fuera la opinión de los demás como Reita lo hacía si esta no le convencía. No puedo dudar ni un segundo que todos estos años él hizo mejor que yo el trabajo de líder.

—Bueno —suspiré antes de continuar—. Él nos permitirá salir de aquí. Cada quien podrá irse y vivir fuera de este lugar, con la condición de regresar a cumplir con nuestro trabajo. —Me detuve al ver que todos seguían con la misma expresión, parecía como si les hablara en otro idioma, uno que ellos no entendían—. ¿No les alegra?

—¿Nos dejará ir así sin más? No lo creo, ¿qué es lo que desea a cambio, Ruki? Hemos vivido aquí más de treinta años, ¿piensas que a estas alturas creeremos que no vamos a pagar algo por su acción? Ya no somos niños —replicó en tono serio Naoki, algo raro en él. Era el cuarto nivel, su color era el verde y su habilidad estaba conectada con las plantas. Naoki fue el que primero pudo dominar su poder cuando los trajeron aquí. Siempre fue el tipo de persona que deseaba saberlo todo, cuando pequeño él preguntaba cada cosa, desde por qué el cielo es azul, hasta la más mínima —y para algunos insignificante— duda que él tuviera. Aunque en ese momento no era que me alegrara ser objeto de interrogación, pero así era Nao y él no me dejaría hasta que resolviera sus dudas.

—La parte que a ustedes les concierne es solo esa. Ya no pregunten más. —Ese había sido el maestro. Luego de haber dicho eso, todos me miraron a mí pidiendo una explicación. Yo tan solo asentí y añadí:

—Responderé lo que quieran preguntarme, pero esto del trato no es algo que vaya  con ustedes, así que por favor ya no pregunten.

¿De qué se trata esto, Ruki? —me preguntó Isshi mentalmente.

Isshi siempre había sido el más tranquilo de nosotros. Él hablaba poco, no interfería en nuestras pláticas cuando no era necesario. Permanecía tranquilo a pesar que los otros estuviesen librando una guerra; por eso su pregunta me pilló desprevenido, pues ella significaba que estaba preocupado. Él fue el único que supo sobre la relación que mantuvimos Kaoru y yo años atrás. En aquel entonces se acercó a mí por lo mismo; decía que estaba preocupado por mí y por Kaoru pues nuestra relación podría tornarse peligrosa si alguien se enterara. Isshi era muy perceptivo y no era necesario decirle que estabas triste, él se daba cuenta por sí mismo.  Al maestro en un principio le apreció insignificante su don —que era controlar la velocidad y dirección del viento—, pero yo sabía que ese niño era el indicado para el segundo nivel, para representar el color naranja, pues era igual de intenso que este.

—No es nada, no tienes por qué preocuparte, Isshi. —Lo vi asentir para luego seguir con su semblante tranquilo.

Después de varias protestas hacia el maestro, todos aceptaron las condiciones y no saber de qué iba el trato. Cada uno de ellos fue yéndose a buscar sus pocas cosas para partir. Sabía que todos anhelaban estar afuera y ver las maravillas del mundo, como el maestro había contado que eran.

Kaoru había sido el único que no había intervenido en nada y fue también el primero en retirarse. No podía pensar qué estaría ocurriendo dentro de su cabeza. Parecía más serio que de costumbre, como él mismo se había descrito, era muy inquieto, no le agradaba estar en el mismo lugar por períodos prolongados de tiempo, él era el que más nos hacía reír; por eso verlo tan serio se sentía tan raro. Kaoru representaba el color índigo, era el sexto nivel y su habilidad era crear y manipular a su antojo la niebla… y a mí, al parecer.  

Yo soy quien representa el séptimo nivel, el color violeta. En este lugar nos forman para saber cómo usar nuestros poderes, tenemos conocimientos sobre la magia y fenómenos que para la gente normal son imposibles. Cada uno de notros representa un color del arcoíris, así también cada uno posee su propia habilidad, la mía… según mis emociones puedo controlar el clima, por ejemplo, si yo lloro, llueve. También tengo otras y una de ellas era la que al maestro le interesaba.

 

 

Estoy en busca de tu amor.

Mostré tus cosas más preciadas.

Quería verte satisfecho,

Lo estuve deseando.

 

Después de terminar mis asuntos con el maestro, salí de aquella casa pensando en Kaoru. No entendía su actitud, no sabía si estaba molesto conmigo, aunque por más que analizara, no se me ocurría por qué podría estar molesto.

Salí de la casa sin nada, pues hacía muchos años que no vivía allí, ya no había nada mío. Iba por la salida cuando sentí el contacto de una mano sobre mi hombro, me giré para ver que se trataba de Kaoru. Automáticamente sonreí y me lancé a abrazarlo. Nadie sabía cuánto lo había extrañado.

—Creí que te habías ido sin mí —comenté mientras depositaba un beso en sus labios.

—¿Por qué haría eso? —preguntó él divertido.

—Creí que estarías molesto conmigo, no sé, te noté muy serio allá arriba, además no me hablaste. —Avancé unos cuantos pasos, él me miraba con esa expresión de desconcierto que a mí tanto me gustaba verle.

—No estoy molesto, solo estaba alerta. No sabía qué podía hacer el maestro conmigo después de haberles mentido —confesó.

—No podía hacerte nada, él me lo prometió —dije en voz baja, Kaoru pareció desconcertarse cada vez más.

—¿Qué clase de promesa es esa? Ahora que lo recuerdo, ¿cuál fue la promesa que tú rompiste antes? ¿Por qué te desterró? —Sonreí.

—Son muchas preguntas como para contestarlas todas ahora. Mejor busquemos un lugar donde dormir, te respondo después —comenté caminando a través del bosque que separaba ese lugar con el mundo que la gente común conocía. Kaoru no quedó muy contento con mi respuesta, pero me siguió mientras suspiraba. Algún día iba a contarle, pero no esa noche.

 

 

 

Habían pasado un par de meses desde aquella noche. Kaoru y yo comenzamos a viajar por las tierras cercanas a la casa donde cada cierto tiempo debíamos volver a cumplir nuestro trabajo. Verdaderamente estaba cumpliendo eso de ser viajero. Me sentía feliz por ello.  

Ese día Kaoru me propuso ir al pueblo donde antes vivía. Acepté pues tenía deseos de ver a las personas que habían sido mi familia por años, ellos no recordaban mi existencia, sabía que Reita se había encargado de eso antes de llevarme. Íbamos a ser unos simples viajeros que iban de paso.

Cuando llegamos al pueblo me di cuenta que todo seguía como lo recordaba. En el campo, vi a Kai con su padre y el mío, parecían muy animados hablando mientras araban la tierra; por un momento me dieron deseos de ir y ayudarles, pero tal cosa sería extraña, después de todo ellos no me recordaban.

Pude, también, ver a la que fue mi madre intercambiando las verduras por telas en el mercado de pueblo. La casa de la familia de «mi hermano» quedaba de paso al bosque, su hijo había crecido mucho en esos meses. Sentí mucha nostalgia al verlos, después de todo, el cariño que esas personas me dieron era verdadero, a pesar de ser un extraño que había llegado fortuitamente a sus vidas.

 

Mientras yo paseaba por los alrededores, Kaoru fue hasta aquel lugar donde «nos conocimos» años atrás, donde después de unos momentos me dirigí.

Lo vi; estaba de pie en el peñasco viendo hacia el cielo, me acerqué con sigilo para poder abrazarlo por detrás.

—No lo hagas, ¡no saltes! —Fingí preocupación en mi voz, aunque no pude hacerlo bien pues comencé a reírme, al igual que él.

—No te burles, en verdad creí que ibas a saltar —replicó él con cierto enfado mal fingido.

 —No tenía razón para hacerlo. Además no hubiera muerto, aunque claro, tú no lo sabías —comenté con cierta duda. Algún día le iba a contar de todas maneras.

—¿Por qué? La caída es alta, aunque haya un lago al fondo.

—¿Sabes? Creo que estoy listo para contarte esto, después de todo, ya no tiene caso seguirlo guardando. ¿Recuerdas que me preguntaste cuál era la promesa que había roto? —Kaoru asintió—. Pues, hace muchos años yo le pedí al maestro que no te hiciera daño. Él me dijo que no iba a hacerte daño si yo prometía que no me enamoraría de ti… otra vez.

—¿Otra vez? —preguntó desconcertado. Su rostro en ese momento me recordaba a cuando era un niño, nunca entendía mucho de lo que le decía.

—Sí, es que, yo ya estuve contigo, hace siglos… creo que tres. —Sonreí divertido, y ahí seguía esa cara de desconcierto que tanto me gustaba—. No te preocupes, te lo voy a explicar.

 

—Por favor —pidió mientras tomábamos asiento bajo el árbol.

—Verás, yo nací con una habilidad «extraña», es casi como la inmortalidad. Si yo muero, tengo la facultad de volverá la vida al instante. No como revivir, sino más o menos como volver a nacer,  una vez que muero mi cuerpo se rehace, pero vuelvo a ser un bebé; si en algo te consuela, para mí también fue difícil entenderlo —dije para tratar de minimizar el efecto de la noticia en él, se veía tan perdido que me provocaba mucha ternura—. Desde que nací, mi vida  ha estado a cargo de la familia del maestro, he convivido con sus antepasados y mi habilidad ha sido cuidada de otras personas. Muchas veces la han intentado robar, es por eso que ellos prácticamente han sido mis protectores.

»Mi madre sabía de mi habilidad, ya que ella misma la implantó en mí, pues ella era la poseedora antes. Ella me llevó con la familia del maestro. Y así he vivido desde no sé cuánto tiempo.

—Pero no entiendo. Bueno, sí entiendo lo de tu habilidad, es rara en verdad, pero eso no es lo que me genera duda, sino, ¿qué pasó antes entre nosotros que tuviste que pedirle al maestro que no me hiciera daño?

—¿Esa es tu duda? —Asintió con vehemencia—. Bueno, eso fue porque tú querías mi habilidad. Mejor dicho, tu maestro,  quería mi habilidad. Te metiste en nuestra casa mientras te hacías pasar por uno más de los que colaboraban con nosotros. Pasábamos mucho tiempo juntos y, ya sabes, nos enamoramos. Cuando el maestro se dio cuenta de lo quién eras, quiso matarte y yo lo impedí, para no hacerte largo el cuento, a ambos nos mataron nuestros maestros, a ti por traidor y mí para despistar al enemigo.

»Esta vez que reencarnaste, por alguna razón el maestro pensó (ya que supongo que sus antepasados le contaron) que harías lo mismo, algo tonto por supuesto, pero no podía quitarle esa idea de la mente, así que esa es la razón de nuestras promesas. Porque he de decir que eres muy fuerte, incluso más que antes, pienso que también te tenía miedo, no sé —suspiré aliviado de sacar toda esa información y compartirla con Kaoru. Él tomó mi mano entrelazando nuestros dedos, como siempre lo hacíamos.

—¿Sí? Bueno, supongo que ahora entiendo muchas cosas. Por ejemplo, que no puedes resistirte a mi hermosura. —Se auto-señaló el cuerpo mientras decía tan cosa, yo no pude hacer más que reír.

 —Claro, ese es un buen ejemplo —concedí.

—Pero, quieres decir que yo moriré y tú vivirás... ¿no es así? ¿Y si renazco y ya no te enamoras de mí?  

—No —negué y me abracé a su costado—, está será la última vez que estaremos juntos. Ya no tengo esa habilidad —confesé.

—¡¿Qué?! ¿Por qué? —Me hablaba asombrado—. ¿Ese era el trato?

—Sí, antes no lo hice porque tenía miedo, sé que he vivido mucho, pero le tenía miedo a la muerte. Aunque, después de lo ocurrido, quería darles libertad a todos; además... no quería volver a estar solo. Cuando ustedes murieran yo iba a seguir vivo buscando otras personas con poderes mágicos y volver a hacer lo mismo siempre, como en bucle. Y, no sé, no creo que pueda pasar otra vez tantos siglos sin ti. Te amo mucho.

—Yo también te amo y es justo por eso que creo que no será la última vez que estemos juntos —comentó con un tono decidido.

—¿Ah sí? ¿Por qué lo dices? —Medio reí, el Kaoru serio también me divertía.

—Fácil, a mí no me basta solo esta vida para amarte. Voy a buscarte hasta debajo de las piedras si es posible... claro, si me acuerdo de ti. —Sonrió con picardía. Yo no pude hacer más que abrazarlo aún más fuerte.

—Bueno, no te apresures, aún tenemos esta vida para disfrutarla. —Sentí como susurraba un casi inaudible «sí» sobre mi frente mientras la besaba.

Y así, mi «eterna» espera terminó. Kaoru y yo nos volvimos a ver en aquel árbol, no me quedé estancado en ese lugar donde pasé tres años de mi vida esperándolo «en vano» mientras era Takanori, ese chiquillo tonto, pero del cual aprendí mucho.

Espero que nuestros espíritus recuerden lo especial que fue este lugar para nosotros, si es que alguna vez volvemos a nacer. Y, ojalá que el mío no piense que será una eterna espera en vano, Kaoru aparecerá cuando menos lo espere y le dedicará una sonrisa, justo como la que tiene ahora en sus labios. Aunque, por el momento, solo me interesa el presente y futuro próximo que me espera junto a él. 

Notas finales:

Bueno, vuelvo a recordar que la letra en negrita cursiva es la letra de Seventh tier, para que vean que no me quiero robar los derechos de autor(?) XD, aunque la traducción de dicha letra sí la hice yo, si vieron algo raro es por eso(???). 

Si por alguna razón desean leerla, se las dejo: traducción.

Y bueno, no sé qué decir.

A pesar que me dio muchos probelmas, me gustó esta historia :3. O sea, me dio problemas porque la escribí en un momento complicado, tenía algunas cosillas por allí que no me dejaban avanzarla, pero salió por fin :D.

La idea salió de la nada mientras leía la letra de la canción, al principio la historia era una "representación" de la canción, pero con el tiempo se fue transformando a esto XD, todo porque nunca entendí por qué el nombre de la canción es Seventh tier, o sea, séptimo nivel :v, no tiene relación en realidad, yo le traté de encontrar una y mientras pensaba en ello, la historia para el fic evolucionó como los pokemon(?), pero bueno XD. Ojalá no esté muy rarita al final >.<.

Le pedí ayuda a una persona sinestésica para ponerle los colores a esos maricas :D, así que, pienso que están bien XD.

Yyyyyy, pues, no sé, espero les haya agradado, sobre todo a Shiu que fue quien me pidió un Kaoki y yo no me pude negar (nadiepuedecofcof), al final terminé amándolo XD, es pegajoso(?) ♥.

Ya, callénme(?).

Bueno, me despido ;3;/

Muchas gracias por leerme, lo aprecio mucho desde el fondo de mi cocoro gaeeeeee ♥.

Nos leemos por estos u otros rumbos :'D.

PD: A-Y me trollea, hay párrafos en el capítulo pasado, donde sí conservó las sangrías y en otros no, se ve tan feo >:C, lo he querido arreglar y pues no funciona XD

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).