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noche de tormenta por oraculonightwing

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Notas del fanfic:

Jacob y Daniel son de mi propia creación, tanto en lo físico como en sus personalidades. Toda relación con la realidad es pura coincidencia jaja

Notas del capitulo:

hoy puede ser tu día de suerte... ¿quién sabe?

Otro día de colegio, normal, monótono y aburrido. Así pensaba Jacob al sentarse en su lugar del salón, al final del lado izquierdo junto a la ventana. Sonó la campana para el comienzo de la clase y todos ya se encontraban posicionados pero a él solamente le interesaba una persona, su compañero de clases, Daniel. Daniel era un chico tranquilo, sociable y responsable aunque también tenía su carácter; su aspecto físico despertaba en Jacob el deseo de protegerlo ya que aquello chico medía 1.50 mientras que él mismo era de 1.90. Cabello castaño claro largo que cubría algo sus ojos, de color miel, y su piel clara contrastaba a la perfección con ellos.

Daniel siempre se sentaba delante de su lugar para prestar atención a la clase, a pesar de contar con esa ventaja de tenerlo cerca, no había tenido las agallas para poder cruzar palabras con él. Ese día, Daniel pasó las mayorías de las clases y esto era extraño viniendo de él, Jacob estaba preocupado y no sabía cómo hablarle sin parecer un metiche.

Al terminar el día escolar, todos salieron velozmente del salón ya que era Viernes, excepto por ellos dos, no había nadie más allí. Daniel guardó sus cosas con torpeza, cuando paso junto a Jacob que se encontraba de pie, cayó inconsciente pero por suerte Jacob logró atraparlo entre sus brazos:

-¿Ja-Jacob?- esto sorprendió al susodicho “¿cómo sabía su nombre?” es decir, en la lista del colegio estaba registrado con su segundo nombre y su apellido- lo siento- Daniel se liberó de su abrazo, se paró con dificultad y se apoyó en uno de los pupitres- estoy... algo cansado- su rostro estaba levemente sonrojado, sin darse cuenta, Jacob se quedó observándolo por largo rato:

-te acompaño- Daniel abrió los ojos con sorpresa pero desvió su mirada apenado.

-no es necesario-contradijo con algo de timidez el de los ojos miel- gracias- comenzó a caminar hacia a la salida del salón, no pudo dar más de dos pasos, su mano fue tomado por la de Jacob:

-insisto- Daniel se perdió en la imagen del otro, sus ojos verdes oscuro expresaban seguridad en lo que decía, su cabello azabache largo en mechones y con la parte trasera levantada en puntas y su mano, de piel morena, transmitía calor y eso causó que su corazón latiera con rapidez.

-gracias, pero puedo solo- Daniel sacó su lado independiente para tratar de seguir caminando pero se sintió débil y cayó de espalda en el pecho de Jacob, lanzando un pequeño suspiro de cansancio:

-al parecer no puedes- confirmó divertido el azabache- aunque no quieras, me veo obligado a ayudarte porque somos compañeros de clase- se excusó con indiferencia el más alto pero su cara algo sonrojada le quitaba seriedad a sus palabras. Le pidió a Daniel que se arrodillara, luego de varias negativas, logró que lo hiciera, luego Jacob se sentó delante de él de espalda y lo cargó sobre ello. Tomó ambos bolsos escolares con uno de sus brazos y con algo de dificultad, salió del colegio. Cuando llegaron a la entrada de la institución, Jacob se paró abruptamente en el lugar:

-¿y ahora qué?- Daniel se escuchaba molesto. Jacob rio por lo bajo, corrió un poco su cara para poder verlo por el rabillo del ojo.

-¿cuál es la dirección de tu casa?- Daniel perdió la razón y comenzó a zarandear al Jacob como si se tratara de un muñeco de trapo, luego de calmarse entre los gritos de ambos, tomo aire y lo miró con enojo.

-vivo a seis cuadras del colegio, por la venida principal, en la casa número 801- Jacob sonrió por la información pero Daniel no vio eso.

-¿hay alguien en tu casa para que te atiendan?-preguntó dudoso el chico de cabello negro.

-no- Daniel parecía bastante cansado, apenas podía hablar.

-¿algún hermano…?- trataba de mantener una conversación sin mucho éxito.

-no- fue lo último que escuchó de boca, luego su respiración se volvió lenta y armoniosa con los latidos de su corazón, definitivamente estaba dormido. De camino a la casa del pequeño, las personas miraban curiosos la escena, e incluso, pudo escuchar a varias chicas que murmuraban cuánta ternura les causaba ver esa pareja. Para suerte de Jacob, faltaban unos pasos para llegar a la casa porque, su demonio interno, estaba despertando lentamente al sentir tan cerca el cuerpo de Daniel y no poder hacer lo que quisiera con él:

-desde aquí está bien- la voz adormilada de Daniel lo sorprendió, Jacob se puso de cuclillas para que pudiera bajar de su espalda, el castaño se dirigió a la entrada y antes de entrar a su casa, se dio la media vuelta- por favor, entra para darte las gracias con algo de tomar o comer- el azabache quedó petrificado ante esas palabras, Daniel se desesperó por su vacilación así que lo tomó de la mano para llevarlo dentro de la casa- trato de ser agradecido y tú no me lo haces fácil- Jacob lanzó una carcajada para luego disculparse con él, cuando estaba por subir la corta escalera para entrar a la casa, un viento frío hizo que prestara atención al cielo por unos segundos y pudo ver unas nubes negras que se aproximaban, anunciando una noche de tormenta.

Al llegar a la sala principal, Daniel liberó la mano de Jacob- iré por algo a la cocina, no te muevas- y con estas palabras desapareció detrás de una puerta. Jacob se sentó en el largo sofá de la sala, se sentía raro pero feliz al contar con la oportunidad de conocer algo nuevo de Daniel.

-ten- Daniel se encontraba parado junto a él extendiendo una mano en la cual le ofrecía un vaso de té helado y, luego de sostenerlo, Daniel dejó sobre la mesa ratona unos pequeños pasteles dulces. Se podía sentir el ambiente pesado:

-¿por qué…?- Jacob fue tomado desprevenido.

-no entiendo a que…-un ruidoso trueno retumbó en la casa y, seguido de eso, un rayo provocó el apagón- genial… ¿Daniel?- el nombrado respiraba con irregularidad asustando a Jacob. Se acercó al más pequeño y, al tomarlo de los hombros, pudo notar que estaba temblando, en ese instante un sentimiento de desesperación lo embargó-¿Qué te sucede?- Daniel trataba de mantener la calma.

-te-tengo… le tengo miedo a las… tormentas- en ese momento, una secuencia de rayos iluminó la sala mostrándole a Jacob una imagen inimaginable para él: lo que más resaltaba de su clara piel, eran sus mejillas pintadas por la sangre delatando sus vergüenza, sus ojos expresaban ayuda contra su voluntad aún estando entrecerrados y con las cejas algo fruncidas. Sus labios tensos, levemente pálidos, eran bañados por las lágrimas y eso… eso era el motivo por el cual lo quería demasiado, aquel chico tierno e indefenso que veía, era como en realidad lo veía sus ojos, como sus alma lo percibía despertando en él un inmenso deseo de protegerlo. No podía más:

-¿Ja…-Daniel se sobresaltó al sentir aquella cálida lengua que lamía con desesperación su labio inferior, abrió su boca para ser devorado por Jacob. El beso era tan lujurioso que la saliva se deslizaba por las comisuras. Jacob tomó de la cintura a Daniel el cual soltó un leve gemido al estar sensible, lo colocó sobre sus piernas, viéndose a los ojos, Daniel se juntó más al cuerpo del otro rozando sus penes. Jacob no podía ver los ojos miel de Daniel, solo sus mejillas inyectadas en sangre, sus labios hinchados y rojos, su acelerada respiración.

- por esto- la voz ronca de Jacob resonó en sus oídos, una mano se coló entre sus ropas tocando su fría piel que se estremecía la sentir las calidez de Jacob, éste se acercó a la oreja del Daniel- tus ojos, tu piel… tu boca- Daniel mantenía su mirada desviada con indiferencia, el azabache sonrió ante la vergüenza ajena, lo provocaba acariciando sus piernas pero Daniel se mordía el labio inferior para no gemir- quiero escucharte- el pasivo cubrió su boca con una mano mientras cerraba sus ojos y con la otra mano trataba de alejar, sin éxito, las manos del activo. Jacob se quitó la corbata del uniforme y con ello ató ambos manos de Daniel y, para asegurarse de que no llegará a cubrir su boca, ató de un extremo de su corbata a la de Daniel que aún la tenía puesta. Daniel se removía tratando de zafarse pero Jacob tomó con firmeza sus piernas separándolas para quitarle con rapidez tanto el pantalón como la ropa interior de un solo tirón. Sin demorarse, sujetó ambas piernas y sin pudor comenzó a lamer su pene:

-de… ¡detente!... ¡ah!- Jacob se tragó enteramente su pene y lentamente comenzaba a chuparlo, llenando el momento de gemidos agudos por parte de Daniel que se estremecía sin control- ja- ¡Jacob! ¡Ah!- el nombrado dejó su trabajo para ir hasta la desesperada boca del ojimiel  y besarlo intensamente, mezclándose sus cálidas lenguas humedecidas con ambas salivas que corrían de una boca a otra creando un hilo entre ellas. Con la distracción, Jacob liberó a Daniel y éste rodeo el cuello del otro con sus brazos para intensificar el beso al mismo tiempo que juntaban más sus cuerpos y, de forma provocativa, Daniel frotaba su pene contra el de Jacob que gruñía por el dolor. Descontrolado, Jacob tomó del trasero y la espalda a Daniel para cambiar de posición, se quitó el pantalón junto con el bóxer pero cuando quiso sacar su pene, sintió la mano de Daniel, quitó su propia mano y la de Daniel comenzó a masturbarlo con  habilidad:

-eres bueno- su voz ronca recibió como respuesta un insultó que le causó risa porque pudo sentir, en aquel insulto, una voz nerviosa, detuvo la tarea de Daniel para posicionarlo sobre él-necesitan de tu saliva- acercó tres de sus dedos a la boca del castaño.

-¿y por qué no del tuyo?- contradecía avergonzado el ojimiel.

-porque el tuyo es más dulce y quiero entrar de esa forma en ti- hubo unos segundos de silencio.

-idiota- Daniel comenzó a ensalivar con abundancia los dedos y, sin previo aviso, Jacob los quitó y de una sola vez, ingresó con dos de ellos hasta que el castaño se acostumbrara y luego metió el tercero, hubo tensión por parte del ojimiel por unos minutos pero luego su cuerpo se relajó causando que los dedos se introdujeran mejor. Metió su pene ni bien quitó sus dedos de la entrada, Daniel gritó y arqueó su espalda por el dolor, así se mantuvo por unos minutos mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas hasta caer en el rostro de Jacob, se sintió mal al sentir esas saladas gotas en sus labios:

-te quiero- su voz se volvió dulce acompañado de unas tiernas caricias en el pecho y abdomen de Daniel quien se relajaba de a poco- Daniel… en verdad te quiero- las caderas del nombrado se movían hacia adelante entendiéndose que deseaba más contacto y Jacob respondió al mensaje. Dulcemente, posicionó debajo de él a Daniel, comenzó a penetrarlo con dureza y constancia, Daniel soltaba pesados suspiros por la fatiga pero no dejaba de gemir agudamente mientras se aferraba a los brazos de Jacob, quien sudaba sin parar, y aún así su olor corporal era particular sin ser desagradable. Los movimientos eran feroces y más rápidos, los cuerpos ardían en ese momento, el aire faltaba:

- Jacob… yo...- un hilo de voz salía dolorosamente de su garganta.

-lo sé- la espalda de Daniel se arqueó con intensidad, se corrió en el abdomen de Jacob, al sentir como se contraía el ano de Daniel, se corrió en su interior sin poder evitarlo. Como por arte de magia, la luz regresó a la casa aunque la tormenta aún seguía y ambos se miraron a los ojos con cierto miedo esperando la reacción del otro. Jacob miraba hipnotizado el rostro de Daniel: sus ojos agotados, su cabello pegado a su rostro por el sudor, sus labios y mejillas rojas. El castaño quería desviar su mirada por la vergüenza pero los intensos ojos verdes no lo dejaban, su cabello azabache parecía más largo y el olor aquel cuerpo despedía era embriagador, Jacob se acercó decidido a sus labios y lo besó como al inicio de todo eso, Daniel solo cerró sus ojos y se dejó llevar por el beso que lograba transmitir un sentimiento confuso pero intenso:

-te quiero- la dulce voz de Jacob causó una corriente eléctrica en el cuerpo de Daniel, desvió su mirada y de su labios no salió nada, solo el silencio reinaba allí- entiendo- Jacob se levantó del sofá, se arreglo la ropa, tomó sus cosas y con decepción se marchó del lugar. Daniel se sentó en el sofá tomándose la cabeza confundido por lo que había sucedido pero… su corazón latió con rapidez cuando estuvo con él y sintió como su estomago se revolvía al escuchar esas palabras, un miedo se acentuó en su pecho “¿y si lo perdía para siempre?”, necesitaba sentir nuevamente su cuerpo. No era como en el salón de clase que, aunque no hablaba con él directamente, sentir que lo tenía cerca era suficiente pero ahora las cosas habían cambiado…. No podía dejarlo ir, no ahora. Se colocó su bóxer y con la camisa, salió corriendo a buscarlo, al llegar a la vereda de la calle, miró a ambos lados y pudo divisarlo girando en la esquina. Corrió como si nada importara, a unos pasos de él, gritó su nombre y Jacob se giró sorprendido:

-lo siento, lo siento Jacob- Daniel no paraba de llorar escondiendo su rostro en el pecho del azabache que lo cubría con su abrigo para luego alzarlo y abrazarlo con ternura- te quiero- soltó con un hilo de voz en el oído de Jacob, éste solo lo abrazó más fuerte pero sin lastimarlo y comenzó a caminar de regresó a la casa del castaño mientras escuchaba sus espasmos por el llanto. Al entrar a la casa, le preguntó al ojimiel donde se encontraba el baño, él contestó con vergüenza y ambos se dirigieron al lugar con el castaño aún en sus brazos. Se bañaron juntos y aunque Daniel por momentos evitaba la curiosa mirada del azabache, se alegraba de tenerlo cerca… mucho más cerca. Terminado el baño, Daniel lo guió hasta su cuarto que solo constaba de una cama y varios refinados muebles, buscó entre sus ropas algo que le quedara a Jacob pero solo había unos pantalones holgados:

-espero que no te moleste que duerma sin nada arriba- el rostro de Daniel se volvió carmesí.

-cla-¡claro que no!- Daniel se dio la media vuelta para buscar una remera para él mismo pero Jacob lo tomó de la cintura y lo cargó en su hombro para meterlo en la cama, Daniel estaba por objetar pero Jacob lo beso profundamente:

- te quiero- Daniel abrió los ojos y se ruborizó notablemente con esas palabras.

-yo… también t-te quiero- Jacob revolvió su cabello y lo abrazo de tal manera que Daniel quedó sobre su pecho-¿Qué crees que haces?- el azabache tapó el cuerpo de Daniel.

-así mantendremos el calor- muy cansado para discutir y atraído por los latidos del corazón del ojiverde, Daniel cayó dormido en su pecho.

Tal vez los días de tormenta… no sean tan malos cuando tienes compañía. 

Notas finales:

bueno, algo largo para ser un Oneshort xD al igual que mis otras creaciones jaja pero éste se me vino a la mente porque... a mi me sucede lo mismo que al Uke los días de tormenta ( ._.)
gracias por leer <3


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