Y mientras caminaba sin rumbo, lo vio…
¿Quién diría que el corazón podía ser flechado tan fácilmente?
Él siempre había creído en el amor y, aunque no lo reconocía abiertamente, esperaba encontrarlo de la manera más simple y cursi de todas. Ahora, mientras lo contemplaba fijamente a través del aparador, se preguntaba el siguiente paso después de eso.
¿Cómo podrías comenzar a hablarle a un chico como él?
Buscando algo en común, claro está.
Examino al chico por unos momentos, tratando de mantener la concentración y no comenzar a divagar en su belleza. Tenía el cabello café mientras que el suyo era rubio, parecía ser alegre y extrovertido mientras que él era tímido y silencioso pero, sobre todo, parecía tener un enorme gusto por lo que había reconocido como anime cosa que le hizo llegar a una sola conclusión:
Estaba perdido.
Y no era pesimismo lo que le hizo sentir como el mayor de los idiotas, sino que fue su propio reflejo el que lo hizo perder toda esperanza. ¿Quién querría andar con un chico gris, aburrido y retraído, mismo que escuchaba a Louis Armstrong en su celular en vez de cualquier otro cantante de moda?
Pero las cosas del destino son azarosas e infinitamente incomprensibles para la mente humana y así, sin más, el valor que necesitaba llegó hasta él cuando simplemente lo vio sonreír.
Era una sincera y brillante sonrisa como jamás había visto antes y supo que nada podría detenerle.
Miró una vez más su reflejo en el cristal pero esta vez lo hizo para alistarse. Pasó una mano por su cabello perfectamente peinado, fajó bien sus pantalones y dudo un momento antes de abrir el primer botón de su camisa a cuadros para, por último, respirar profundo y no dejar escaparla decisión que había tomado.
Al entrar, el sonido de una campanilla le hizo notar que estaba muy nervioso y debía tranquilizarse ya que había estado a punto de salir corriendo de la tienda por el insignificante instrumento.
Cuando por fin pudo concentrarse notó que se encontraba solo en la tienda.
¿A dónde habría ido ese chico?, ¿Acaso había sido alguna jugarreta de sus sentidos y esa maravillosa sonrisa jamás había existido?
Cuando había estado a punto de hablar un movimiento atrás del mostrador captó su atención e instantáneamente le provocó uno de los sustos más grandes de su vida: de un salto y frente a él había aparecido lo que parecía ser una cabeza de dinosaurio montada en un cuerpo humano.
Seguramente palideció porque de inmediato las manos humanas retiraron tan extraña cabeza del cuerpo dejando a la vista al chico de la bella sonrisa quien, dejando sonar una alegre carcajada se disculpó.
El inseguro visitante tomó asiento en un banco que descansaba bajo una repisa mientras los latidos de su corazón se tranquilizaban y su mente trataba de convencerle que seguir ahí aún era una buena idea. El chico, que le había parecido tan encantador hasta hace unos momentos, caminó hasta él y se hincó para observarle con un deje de preocupación en su rostro.
“Lo lamento” le escuchó decir con sus bellos ojos entornados a su persona.
Sentirlo tan cerca creo en el visitante un nuevo nerviosismo que de inmediato le hizo tambalear. Intentó incorporarse olvidando que, sobre su cabeza aún permanecía la repisa. Lo siguiente que supo fue que se encontraba en el piso cubierto de peluches. La cabeza le mataba pero lo que le hacía sentir peor es que acababa de quedar como un verdadero idiota frente a ese chico de quien ni siquiera sabía su nombre y ahora, seguramente, no querría saber nada de él.
Pero, el contacto de unas cálidas manos en su rostro le demostraron lo contrario. Cuando la vergüenza le permitió abrir los ojos, pudo contemplar que ese tierno joven le miraba con verdadera angustia y, que en esos brillantes ojos, se asomaban furtivas un par de lágrimas.
Una carcajada renovada resonó en el lugar pero esta vez provenía de del rubio quien, incorporándose levemente, atrapó los labios del moreno quien aún susurraba indescifrables frases de disculpas.
-Soy Steve – le dijo - y tú, eres el amor de mi vida.
Y después de eso, la hermosa sonrisa se volvió a formar.