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Felicidad por ItaDei_SasuNaru fan

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Notas del fanfic:

¡¡¡Hola amantes del yaoi!!!

Agradezco de todo corazón que lean esto ( *///* )

He venido desde las profundidades de mi infierno personal para entretenerlos con mi segundo FF MadaZetsu.

Ambientado en un Universo Alterno.

Ruego paciencia y comprensión ( >.< ), dado que aún estoy aprendiendo y seguramente jamás dejaré de hacerlo.

Tienen todo el derecho a hacerme ver mis errores y nadie les agradecerá tanto como yo sus críticas ( ^^ ).

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen. Son propiedad de Masashi Kishimoto. Todo es hecho sin fines de lucro, no recibo ninguna remuneración por ello. Hecho únicamente por y para fans.

Notas del capitulo:

 


 >>:<< >> El día 16 de Enero es el Día Internacional del FugaMina << >>:<<

¡No lo olvides!


Sigo esperando que en algún lugar del mundo, pixi-ice esté orgullosa de mi ( -w- )

¿Advertencias? Uso de lenguaje soez, pero es poquito. 

Perdonen todos los errores de ortografía, redacción, narrativa y semántica que encuentren. Me esfuerzo revisando los detalles, pero siempre se me escapa algo o mucho.

Perdonen también mis incoherencias. Creánme que estaba delirando mientras escribía esto. Tengo mucho miedo, en realidad no espero que nadie lea esto. Yo no se lo recomendaría, a nadie, nunca [corre en círculos]

Sin entretenerlos más tiempo...

¡Disfruten!

 

Felicidad

 

 

Zetsu se levantó ese día con el pie izquierdo.

Había tenido una pesadilla en la que todos sus compañeros de trabajo se convertían en mujeres, volviéndolo loco ya que todas parecían enamoradas de él y decididas a que el peliverde las convirtiera en las reinas del mundo.

E imaginar a hombres como Kakuzu, Sasori o Nagato en versión femenina era motivo suficiente como para querer arrancarse los ojos.

Ojalá nunca se enteraran porque lo matarían cruelmente.

Luego sonó el despertador pero al apagarlo volvió a dormirse sin darse cuenta y se atrasó.

Al levantarse dos horas después se cayó de la cama, se golpeó la frente y le salió un chichón.

El agua de la ducha amaneció fría e inmisericorde.

Tuvo que planchar el uniforme en ese momento porque olvidó hacerlo la noche anterior y casi lo quema.

Salió de su apartamento con una tostada de pan semi-calentada y colocándose un zapato, ocasionando que resbalara por la mitad de las escaleras y saliera del complejo con las costillas adoloridas.

Perdió el autobús justo cuando iba llegando a la parada por lo que tuvo que dar una infinidad de zancadas, alternándolas con carreras de proporciones maratónicas, solo para llegar a la estación de policías.

Pero antes de eso chocó con una señorita que iba de camino al trabajo, acabando en el suelo con una posición comprometedora.

Ella le dejó ir dos bofetadas asegurando que la había tocado indebidamente y luego lo obligó a que la escoltara a su trabajo.

Al llegar por fin, recibió un monumental sermón del jefe y Zetsu estuvo intentando no recordar su bizarro sueño durante toda la perorata.

Deidara casi le escupió su café cuando le vio las dos mejillas al rojo vivo.

Hidan fue el encargado de aplicarle sanción a su “comportamiento”.

Estuvo toda la mañana, todo el almuerzo y casi toda la tarde enfrascado en los innumerables reportes que escondían su escritorio y a su persona por completo.

Cuando por fin terminó su trabajo y salió a la calle, estaba lloviendo.

Después lo siguió una jauría de perros callejeros.

Cuando logró perderlos entre varios callejones escogidos al azar en su huida, se dio cuenta de que estaba perdido.

Justo cuando llegó a una calle conocida y rezó para que nada más saliera mal, sacó su celular con la intención inocente de ver la hora… pero un taxi escogió ese momento para pasar a toda velocidad por la calle y empaparlo de agua.

 

Volvió a colocar el aparato en su bolsillo y siguió caminando, consciente de que la lluvia arrastraba su dignidad por los suelos y la llevaba a las alcantarillas. Se sujetó el puente de la nariz mientras repetía el mantra que le había enseñado su terapeuta en caso de que la ira quisiera correr por sus venas y que el otro Zetsu sintiera deseos de salir a dar un paseo. Estaba cansado, adolorido, enojado con todo y con todos. Encontró una tienda que poseía un humilde techo que cubría la acera, consideró que era suficiente para refugiarse por unos minutos.

Un gatito negro le pegó un susto cuando apareció cerca de sus pies, maullando débil, arañando su pantalón en los intentos de trepar sus piernas. Zetsu lo cogió y lo arrulló entre sus brazos, acariciando la naricita húmeda, apretándolo delicadamente. El minino lo miró con unos terribles ojos amarillos, parecidos a los suyos, haciendo que el humano que lo sostenía sonriera por primera vez en todo el día. Tal vez el día terminaría bien.

La lluvia se detuvo y él aprovechó para emprender el camino a casa, el gatito temblaba sin control por lo que aceleró el paso. Zetsu sabía la imagen que daba; un hombre adulto con un gato en los brazos, los dos temblando de frío y empapados hasta la médula… Lo acarició suavemente, ajeno a las miradas despectivas, con el afán con confortarlo un poco. Su pelaje suave y negro como la noche le recordó a Madara.

Madara.

Ley de Murphy.

Tenía que acudir el bastardo a su mente en el preciso momento en que se había serenado.

Últimamente el Uchiha no hacía nada más que hervirle la sangre, el mismo Zetsu se felicitaba por su autocontrol. De no haberse controlado, Madara habría terminado en serios problemas y sin un riñón. ¿Cuál es el problema?, se pregunta el lector.

Izuna. El problema es Izuna.

Zetsu ya no lo aguantaba. Si cocinaba algo, Madara siempre hacía referencia a lo mal que cocina su queridísimo hermano. Madara llamaba a Izuna por lo menos tres veces al día y hablaba por lo menos unas dos horas. Izuna sabe todo lo que les sucede como pareja porque Madara confía en él, y cuando Zetsu dice que Izuna sabe todo, es porque sabe todo. Madara insiste en no salir de paseo fuera de Tokio porque no le gusta alejarse demasiado de su hermanito menor. Cuando peleaban y Zetsu sacaba al Uchiha de su apartamento, Madara iba a buscar el hombro de Izuna para llorar. Que Izuna sabía esto, que podía hacer aquello, que no le gustaba lo otro… eran tantas las cosas que Zetsu sabía acerca del azabache de la coleta que lo conocía como si hubiera vivido con él toda la vida. Para Madara todo era Izuna, más Izuna, multiplicado por Izuna, elevado a la Izunésima potencia. La peor parte era que el pobre Izuna ni siquiera sabía la magnitud de la sobreprotección de Madara, no tenía ninguna culpa de que su hermano mayor estuviera tan loco.

Zetsu sabía que Madara no lo hacía con intención. Era cierto que el peliverde quería ser el número uno en la vida del Uchiha, pero no podía competir con el lazo de hermandad que poseían esos dos. Cuando Madara le permitió saber un poco acerca de su vida, se sobrecogió de terror al conocer su pasado, tan tenebroso y lleno de oscuridad. Zetsu era capaz de comprender que, de no haber sido por Izuna, Madara habría hecho cosas terribles, crueles, se habría perdido para siempre en la oscuridad.

Por eso, al llegar a su apartamento y al encontrar al dueño de sus pesadillas roncando sobre su cama, no hizo ni un ruido. Fue a dejar al gatito cerca de la cocina, donde improvisó una cama con mantas viejas pero mullidas y le dejó un recipiente con leche fresca. Regresó al cuarto y se desvistió en la oscuridad.

—¿Por qué vienes tan tarde?

—Tuve… problemas cuando volvía, ¿te desperté?

—De hecho, sí —el peliverde sintió una mirada ardiente que recorría sin pudor su figura en la penumbra—. Toma una ducha caliente o terminarás resfriándote.

«Hasta parece que le importa» pensó Zetsu dirigiéndose al baño.

Al terminar de asearse, fue a revisar el gatito y lo encontró apaciblemente dormido, ronroneando de contento.

Al regresar a su habitación, se acomodó como pudo en el espacio sobrante de la cama. Observó la espalda y la melena oscura con ganas de enredar sus dedos en ella. En lugar de eso, habló.

—Madara, ¿me quieres?

El aludido se dio la vuelta lentamente, lo miró con los ojos entrecerrados y el ceño fruncido. Lo miró calculador y frío, poderoso como la tempestad.

—¿A qué viene esa pregunta?

—Nunca me lo has dicho.

—¿Y piensas que me acostaría con cualquiera?

—No he dicho eso, yo-

—¿Piensas que eres una especie de concubina para mí o alguna otra mierda extraña?

—No es eso, lo que intento decir es que…

—¿Qué?

Su tono de voz era tan duro que a Zetsu le dio miedo continuar, aunque sería peor si no lo hacía.

—Creo que te importa más tu hermano que yo, eso es todo.

Madara, increíblemente, cambió de expresión. Una ceja se alzó con medida curiosidad y la curva de su labio inferior -esa misma que Zetsu encontraba deliciosa-, se levantó ligeramente en una muestra de meditación.

Repentinamente, el morocho lo envolvió entre sus brazos sin decir palabra, apretándolo contra su corazón.

—Tienes que entender Izuna es la única familia que me queda, yo no sería nada sin él.

—Por es-

—Cállate, que no he terminado —suspiró un poco y prosiguió—. Por Izuna, yo destruiría el mundo. Por ti, Zetsu, estaría dispuesto a crear uno nuevo. Él tiene toda mi atención, pero tú tienes mi vida entera a tu disposición. Puedes tomar lo que quieras de mí, solo pídelo… ¿comprendes?

Madara utilizó un tono burlón y una sonrisa maliciosa para concluir su discurso, parodiando a un maestro que intenta enseñarle algo a un preescolar, pero ni eso pudo impedir que Zetsu sucumbiera ante las lágrimas al escuchar sus palabras. El corazón del Uchiha hacía eco contra su mejilla, lleno de vitalidad y firmeza.

—E-Entiendo —murmuró abrazando al otro con fuerza.

—Bien, porque no pienso repetir esa cursilería en un buen tiempo.

Acto seguido, Madara le dio un mejor uso a su boca y cubrió la de Zetsu con amor y deseo. Cuando se separó de él, Zetsu reparó en el brillo de felicidad en aquel par de ojos negros sin igual y creyó que se debía a él. Se sentía desorientado pero contento, ya que el Uchiha le había hecho la mejor declaración de amor del mundo. Por primera vez, en mucho tiempo, sintió ese algo que superaba a todos sus problemas, a todos sus demonios internos, a todos sus desórdenes mentales, ese algo que solo sentía cuando estaba con Madara: Felicidad.

Ninguno se percató cuando el gatito se les unió en la cama alrededor de la medianoche. El gatito, de haber podido decir algo, diría que había encontrado un buen hogar.

 

Notas finales:

Pueden nombrar al gatito como gusten ( ^^ ).

¡Muchísimas gracias por su lectura!

Espero que todos lo hayan disfrutado, muy sinceramente. Esencialmente, que les haya hecho pasar un buen rato y como mínimo que no les aburriera.

Ustedes dirán si merezco comentarios.

Se despide su no tan humilde servidora...

ItaDei_SasuNaru fan.

Cuídense mucho.

¡Hasta luego!

 


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