Los cuatro chicos del club de natación de la secundaria Iwatobi, fueron a visitar al chico pelirojo en la academia Samezuka -¿Por qué esta tan desordenado este escritorio?- preguntaba el chico castaño después de entrar al cuarto que compartían el pelirojo y el chico peligris.
-Ese es el escritorio de Ai- contestaba el pelirojo mientras se sentaba en su cama –Siempre está lleno de cosas innecesarias-
-¡No son innecesarias, Rin-senpai!- hablaba enérgico el peligris.
-Sí, lo que digas- el pelirojo suspiraba.
El pelinegro y el peliazul, se sentaron en la cama con el pelirojo. El castaño acerco la silla del escritorio del pelirojo y se sentó en ella -¿Puedo ver tus libros Ai-chan?- preguntaba el chico rubio mientras tomaba un libro que estaba encima.
-Claro, Nagisa-san- el peligris se acerco al rubio para conversar sobre lo que había escrito.
Mientras ellos dos hablaban, la conversación entre os otros chicos se convirtió en un desafío -¡Ok! ¡Vamos a la piscina a solucionar esto!- dijo el pelirojo poniéndose de pie y yendo a la puerta. El pelinegro y el peliazul lo siguieron mientras el castaño suspiraba e iba también.
El peligris vio a los cuatro salir de la habitación –Nagisa-san ¿Deberíamos ir también?- cuando volvió a mirar al rubio, notó que sus mejillas estaban ruborizadas -¿Qué estas leyen…?- cuando vio el cuaderno en sus manos, lo reconoció inmediatamente -¡Nagisa-san!-
-¿Este cuaderno es sobre Rin-chan?- al encontrarse con la mirada del rubio, se sonrojo hasta las orejas –Esta muy detallado. Hasta tiene las medidas, altura y peso y de Rin-chan- siguió ojeando las hojas hasta que encontró algo muy interesante y lo leyó en voz alta.
“Hoy paso algo muy extraño. Normalmente duermo toda la noche, pero hoy, me desperté en medio de la noche. Entre mi somnolencia, escuche unos pequeños jadeos. Pensé que eran parte del sueño, pero cuando reconocí la voz, me desperté completamente.
Aquella voz, era de Rin-senpai. Sus suaves jadeos y entrecortada respiración, se escuchaban claramente aunque intentaba reprimirlos. Mientras pasaba el tiempo, mi cuerpo comenzó a reaccionar al imaginarme lo que sucedía bajo mi cama.
Los sonidos me estaban volviendo loco, así que, me asomé un poco para intentar ver su rostro, pero solo pude ver parte de su espalda y su cabello ¡Estaba de cara a la pared! Cuando emitió un sonoro gemido que suprimió inmediatamente, supe que había acabado y antes de que se diera vuelta, volví a recostarme.
Rin-senpai se levantó y me di media vuelta para mirarlo. Con unas toallas húmedas que guarda en su escritorio, se limpio las manos y volvió a acostarse.
No pude dormir después de eso. Los sonidos se repetían constantemente en mi cabeza. Desearía haber visto su rostro mientras se tocaba…”
El peligris se sentía demasiado avergonzado y se sentó en la cama del pelirojo –Por… por favor…- el rubio se sentó a su lado -… no le digas a Rin-senpai-
-No te preocupes. No se lo diré- el rubio también estaba ruborizado. Ambos se quedaron en silencio sin poder mirarse -¿Estas excitado?- aquella pregunta tan directa, sorprendió al peligris y lo miró –Yo…- levantó la mirada para encontrarse con la del peligris -… yo lo estoy- dirigió sus ojos color turquesa a la entrepierna del rubio y se dio cuenta del bulto en sus pantalones.
-Sí… yo también- el rubio le tocó la entrepierna de improviso -¡¿Qué haces?!-
-No sería una buena idea que los demás lo notaran- acariciaba lentamente su miembro por encima de la tela –Mejor nos encargamos de esto- metió la mano dentro de la ropa interior y envolvió su erección con los dedos.
La razón del peligris se perdía con las suaves caricias y decidió imitar al rubio. Metió su mano dentro de la ropa interior del rubio y lo comenzó a masturbar al mismo ritmo que lo hacia el otro chico.
Los dos gemían mientras acercaban sus rostros. Cuando se besaron, se dejaron caer en la cama del pelirojo sin detener las manos. Aquel embriagador aroma en la almohada, los sonidos de la fricción en sus duros miembros, los jadeos, los húmedos besos y la sensación de ser descubiertos en cualquier momento, los llevó a un nuevo nivel de éxtasis y, mientras separaban sus bocas por culpa del último gemido, su esencia escurrió por sus dedos.
Se miraban fijamente esperando a que su respiración se normalizara. El peligris se levantó y tomó unos pañuelos para limpiar su mano y su miembro. Después, le pasó la cajita al rubio para que hiciera lo mismo. Ambos se acomodaron la ropa y se volvieron a sentar en la cama –Esto…-
-¡Ah! ¡No puede ser!- el rubio miró al lado de su mano –Manchamos el cobertor-
Se levantaron nerviosos -¿Qué haremos? ¡Rin-senpai nos matara!-
-¡Ya se!- el rubio abrió su bolso y sacó un yogurt. Lo abrió y tiró un poco sobre la mancha. De pronto, se abrió la puerta y entró el pelirojo –Rin… chan…-
-¿Qué hacen?- miró el envase en la mano del rubio, miró su cama y suspiró –Por favor saquen el cobertor y pónganlo con la ropa sucia. Ai, en el closet esta el otro- se acerco a la puerta –Estamos en la piscina, vallan cuando terminen de arreglar mi cama y Nagisa…- el rubio se tensó -… ten más cuidado cuando comas en mi cama- y después de decir eso, el pelirojo salió del cuarto.
Ambos chicos se miraron y rieron –Mejor hagamos lo que dijo- y después de ordenar la cama, se fueron donde estaban los demás.
Fin.