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El PLAY BOY DE HIELO por HakudiNN

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Notas del capitulo:

Hola hola!!!! perdoooonen la eterna tardanza!!!
Una conty pequeña, pero bueno...

Avanzó con firmeza a través del corredor ignorando las miradas curiosas de sus compañeros de trabajo, tratando también de no gritarles que se alejaran de su puto mundo.
Y los cuchicheos seguían sus pisadas.
--Buenos días, Mello—sonrió Linda, nivelándose a su paso--¿es necesario que asesines la alfombra mientras caminas?—se burló.
Le miró fugazmente y decidió seguir fingiendo que no estaba allí.
--Hay, por favor, rubio—retomó—puedes seguir ignorándonos a todos—se detuvieron frente al escritorio de chequeo para empleados. Ella tomó su agenda y se volvió a él—O aceptar que tuviste una mala noche.
El muchacho le dirigió una mirada asesina ¿Y Linda que mierda se creía?
--Al parecer alguien está siendo hundido antes de estrellar el barco—intervino la voz del joven castaño que revisaba su agenda de citas, al otro costado de Mello.
--Que pésimo chiste, Yagami—hizo ver Linda.
--No era una broma—alzó los ojos para mirarlos—sino una simple aseveración.
--Escúchame bien Yagami porque no lo…
--¡Light!—la animada voz de Misa retumbó en el lugar, casi al instante la mujer estaba colgada del cuello del interpelado.
Mello rodó los ojos con fastidio y decidió que no iba a perder su tiempo con idiotas como ellos, tomó la libreta negra que le correspondía y se dio vuelta.
A diferencia de la mayoría de los trabajadores en la Wammy´s House, Mello trabajaba por horas especificas, bajo citas previamente solicitadas.
Tampoco tenía ganas de revisar la agenda del día, ni siquiera estaba dispuesto a dirigir una sola mirada a nadie más, ya no se diga palabra. Estaba irritado, fastidiado, y lo peor de la situación era que todos parecían estar conscientes de lo ocurrido la noche anterior.
¡Ese maldito fenómeno!
¿Y quién era él, de todas formas, para hacerle sentir tan confundido con respecto a su presencia profesional?
Él es Mello. El playboy de hielo.
--El muy imbécil—masculló, mordiendo su barra de chocolate con fuerza.
Siguió caminando por el amplio corredor bordeado por cortinajes rojizo negruzcos, se detuvo frente a una de las puertas que lo flanqueaban. Se aseguró que se tratara del número indicado y abrió de golpe.
--¿Qué…estás haciendo aquí?—exigió saber en cuanto miró dentro a la otra persona. Una bien conocida.
--¿Me contrataste, Mello?—preguntó.
--Por supuesto que no—refutó con desdén, girando el rostro para no tener que mirar la forma en cómo sostenía el látigo--¡suelta eso, Matt!—gruñó
--¿Te incomoda?—quiso saber con sana curiosidad.
--Sueñas—murmuró con descaro.
Podría considerarse al rubio como mejor amigo de Matt, el muchacho pelirrojo apenas un año mayor que él, pero con mucho menos experiencia en el negocio.
Sin embargo, a pesar de su actitud pacífica y sus ánimos infantiles, Matt era el mejor ejecutor del BDSM dentro de la mansión Wammy.
Y, pese a lo que se pudiese creer, el muchacho de cabellos pelirrojos y ojos de un verde apacible, era contratado como dominante.
--Entonces no se qué pasó—admitió dejando botado el instrumento y volviéndose a su libreta negra sobre el buró. La revisó lentamente guiándose con un dedo mientras señalaba sus citas—tengo tres para hoy…y esta es la habitación—hablaba consigo mismo.
Mello estaba por darse la vuelta cuando se detuvo a analizar los pantalones negros ajustados de Matt, terminaban desgarrados en los talones y subían por sus piernas forrándolas de cuero brilloso. No llevaba nada en el delgado torso, por su garganta se enredaba una especie de cinturón de cuya hebilla caía el resto del largo hasta la altura de su pecho.
Guantes negros y su revuelto cabello rojizo, cuyas puntas caían por su delicada nariz cubriendo su frente.
--¿Crees que este número es un nueve o un cuatro?—preguntó de la nada, mostrándole su libreta abierta.
--¿Tienes que vestirte así?—preguntó mordiendo su dulce.
--¿eh? ¿Cómo?—se miró a sí mismo—Se supone. ¿Te molesta que me disfrace de ti para trabajar?—sonrió con astucia.
El rubio torció los ojos con fastidio pasando de largo el hecho de que su aspecto se parecía en ese instante, aunque la diferencia era que Mello vestía así. Punto.
--Es un nueve—habló sin mirarle. Los ojos verdes de Matt parpadearon un par de veces—¡El puto número de tu maldita libreta es un nueve!—gritó. Si que era despistado.
--No tienes que ponerte así, rubia—replicó con calma mirando la hoja para estar seguro.
--¡Repite eso!—amenazó.
--Ya cálmate, Mello—exclamó el chico sin inmutarse, echándose sobre los cojines de terciopelo de la cama—Todos hemos tenido una mala noche, es todo—se encogió de hombros mientras buscaba un cigarro y se lo colocaba entre los labios.
--¡Ya me jodieron bastante con eso!—se acercó hasta el chico para sujetarlo por el tramo del cinturón que pendía, en esa posición fue sencillo levantarle el torso--¡¿Quién mierda les dijo?! ¡ése estúpido! ¿No es así?—agitó con fuerza--¿y quien se cree para…!
--¿Qué no era mujer?—preguntó Matt todavía impasible ante el zangoloteo.
--¡Sí! ¡Estaba con una mujer cuando ese imbécil llegó e hizo ese show estúpido!—replicó exasperado.
--¿Qué show?—parpadeó confundido.
--¡El espectáculo ése de mierda que me provocó que me viniera antes de tiempo! ¿Ya? ¿Jodidamente feliz?—gruñó con fuerza, inconsciente de lo que decía, guiado por sus emociones.
Matt entornó los ojos suavemente con reticencia mezclada con miedo.
--¿De qué hablas, rubio?—expulsó el humo—No entiendo.
--¡¿eres lento, perro?!—bramó acercándose cada vez más--¡el idiota de B!
--¿B?-su expresión cambió--¿Qué no estabas con una mujer ayer cuando perdiste la “concentración”?.—ladeó la cabeza para comprender.
Si que era lento. El rubio apretó los dientes conteniéndose para no golpearlo en ese instante.
--¡Mira, Matt, que no estoy para…!—se interrumpió justo en el instante en que descubrió que los ojos verdes del muchacho no revelaban mas que pura confusión. En serio no sabía de qué estaba hablándole—Olvídalo—tajó, soltándolo por fin y tirándose sobre el colchón.
--¿Entonces….—habló el pelirrojo tras un momento de silencio---es un nueve…
Mello lo miró de reojo y asintió.
--En ese caso debo irme—resopló—ya estoy suficientemente retrasado, como para que luego vayan diciendo que tu desafortunado incidente se contagia—se puso en pie mientras hablaba, fue bruscamente devuelto a la cama, esta vez golpeando la espalda contra el lecho. Abrió grandes los ojos en cuanto el rostro del rubio casi se pega al suyo.
--Yo no tuve ningún “incidente”—murmuró de forma amenazadora acercándose todavía más, rozando el rostro de Matt con su aliento.
--¿Entonces no te corriste a los pocos minutos de …?—empezó a decir, aquello fue suficiente para el rubio, rodeó con sus rodillas la cadera del muchacho para inmovilizarlo por completo, si lo que quería era ponerlo a prueba sobre su capacidad…
--Dime, Matt—susurró en medio de una sonrisa, mientras acercaba sus labios hasta la boca del muchacho--¿Alguna vez te has preguntado…que se siente estar con el playboy de hielo?—ronroneó. El pelirrojo pasó saliva un momento, fijando las pupilas en las mortíferas que tenía en frente…no iba a resistir mucho tiempo antes de convencer a Mello que tenía una cita a la cual acudir.
--Mello…
La boca del muchacho se acercó directamente hasta su cuello, rozando la piel con su aliento cálido, erizándola al instante.
--Mello…--Matt se removió incómodo. No logró decir nada más cuando la lengua húmeda del rubio lamió su garganta.
Lo siguiente que supo fue que su entrepierna comenzaba a hormiguearle cada vez con mayor frecuencia.
El filo de los dientes del rubio se aferró a la delicada piel, tirando de ella hasta sacarle un gemido ahogado a Matt.
Sus manos recorrieron el contorno del torso desnudo del pelirrojo, deslizándose hasta su vientre para presionar contra su abdomen.
Mello, al fin, separó la boca para orientarla hacia los labios de Matt, quien, ferozmente terminó con la distancia, introduciendo su lengua en la cavidad del rubio; jugueteando con la humedad allí dentro, entrando lascivamente, acostumbrado a su estado como dominante en su trabajo.
El problema era que…Mello era igual. Arremetió la espalda de Matt contra el colchón, succionando la lengua, bebiendo de su saliva… Se montó sobre la cadera del chico con toda la intención de oscilar encima…
Y la puerta se abrió sin llamar antes.
Mello alzó los ojos con evidente fastidio. Matt contorsionó la espalda sobre el lecho para alcanzar a mirar, de cabeza, el marco de la puerta ocupado con un chiquillo.
--Near…--murmuró Matt, sin apartar a Mello; quien, terminó por quitarse de encima del pelirrojo y hacerse de nuevo con su chocolate.
El chico en la puerta, pequeño y de aspecto aniñado, se retorcía un mechón de cabello de forma desinteresada.
--Hubo un error—habló.
--Si—habló Matt, con las manos hacia la cintura de Mello—me equivoqué de habitación. ¿Se ha ido mi cliente?
--No—el muchacho, giró su cabeza de un rubio extremo, hacia el pasillo—Kira lo convenció de esperarte.
--Le deberé una a Light—sonrió el pelirrojo, girando el torso para clavar el pecho a la cama.
Mello chasqueó la lengua y se echó a andar hacía la salida.
--¿Estás mejor, Mello?—quiso saber Near.
--Cállate. No sé a lo que te refieres.
--Solo se trataba de una pregunta motivada, honestamente, en tu comportamiento poco usual.
¡No podía ser!
--¿Y a ti que te importa mi comportamiento?—gruñó.
--Te concederé eso, no me importa—antes de darse la vuelta, el rubio tiró de su camisa para volverlo a su sitio, casi lo hace perder el equilibrio con su fuerza.
--Escúchame bien, idiota…
--Te estoy escuchando, Mello—respondió sin inmutarse. Aquello terminó por molestar más al rubio, quien con una palma empotró el cuerpo del menor a la pared. El chiquillo miró la mano contra su pecho y luego a los ojos azules de Mello--¿es necesario el uso de la violencia?
--Contigo, Near—se inclinó hasta estar a su altura—no utilizaría nada más…
--Ni yo…--intervino Matt, deslizando el pecho contra las delicadas sabanas, mirándolos atentamente con sus grandes ojos verdes de aspecto ingenuo, mientras sostenía su, curioso, látigo con una mano.
Mello no pudo menos que imaginar que ese escenario a cualquier cliente le provocaría un orgasmo inmediato.
--Ya basta—masculló—tengo mejores cosas que hacer…
--También yo—murmuró Near, dándose vuelta.
--¡Near!—Matt se puso en pie rápidamente y alcanzó a los dos--¿De verdad trabajas aquí?
--No soy tan joven como aparento ser, Matt—repuso echándole una ojeada, desviándose sobre un pasillo alterno.
Mello le echó una ojeada fastidiada.
--Me exaspera…
--Pero te excita.
--¡¿Qué dijiste, perro?!—gruñó.
--Ya, ya, rubia—se rió—comparto tu sentir. Debo irme—avisó—si pierdo un cliente, Wammy va a despedirme.
--Y no tardará en conseguir otro perro—atacó mordazmente.
--¿Crees?—frunció los labios, mientras retrocedía. Antes de que Mello pudiese decirle que tuviese cuidado por donde iba, su espalda chocó contra la pared.
“Idiota distraído” pensó el rubio. Matt volvió los ojos.
--¿Ya viste?
--¿Qué?
--Tenemos una fiesta hoy…--señaló una hoja pegada a la pared.
Mello mordió su dulce y se acercó al anuncio.
--Para empleados…--murmuró Matt. Una sonrisa se dibujó en su rostro-¿te acuerdas de la ultima?
Mello puso los ojos en blanco. En esas reuniones para empleados de la Casa Wammy, no eran muy parecidas a las que se celebraban con motivo de cualquier sindicato de trabajadores, sino que, al contrario, servían como parte aguas para reconocerse mutuamente…
Y, por si fuera poco, comenzaban casi siempre las presentaciones extraoficiales de quienes acudirían a eventos especiales…
--¿Cuál es el maldito motivo ahora?—susurró Mello, pasándose de largo los detalles de la fiesta. Pero Matt ya se había ido en pro de su cliente—Perro, estúpido.
Gruñó una vez más, iba a dar un paso cuando algo le detuvo: si Matt estaba en la habitación equivocada, y Mello no ¿dónde mierda estaba su cliente?
Dio vuelta a sus pasos para volver a la habitación. ¡Más le valía a quien quiera que fuese no estarle jugando una broma pesada! ¡Ya tenía bastante con lo de…!
Se frenó en seco, había alguien dentro.
No cualquiera…
Él…

Notas finales:

Bshooos tronadhos!!!


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