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El PLAY BOY DE HIELO por HakudiNN

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Notas del capitulo:

Eyyy años sin publicar jeje xD!!!

de paso ahora que tengo puente vacacionaaal :D!

gracias por sus rr!!!

 

—Ah, eres tú—habló apenas lo vio dentro de la habitación.

--Puntual como siempre—se dio la vuelta para fijar los ojos en el rubio. Mello torció los labios antes de dejarse caer sobre la cama, ignorando el sarcasmo implícito.

--¿Cambiaste de parecer?—quiso saber, siempre impasible. La formalidad que irradiaba de alguna manera lo hacía pasar por aburrido.

--Ya te dije que “no” bastantes veces, Mikami—recordó apartando la mirada con soberbia--¿por lo menos vamos a hacer algo medianamente interesante esta vez?

--Hablar de negocios, Mello—siguió serio. El rubio subió un pie al borde de la cama para apoyar el brazo en la rodilla—En realidad mi jefe está dispuesto a triplicar el acuerdo.

--No estén jodiendo—se puso en pie, harto de escuchar lo mismo por demasiadas veces—Ya he dejado eso en claro.

--Mi jefe insiste en que reconsideres…

--¡No soy puta de nadie!—gruñó.

Mikami, todavía inmune a la amenaza, suspiró cansinamente.

--Pensé que no era de tu em…estilo, perder los estribos con un cliente—hizo ver.

--Tú y tus mandados estúpidos no son un cliente, sino una jodida molestia—se acercó.

--Mi jefe está dispuesto a elevar la suma todavía m…

--¡Mierda! ¿No has oído, abogaducho? Que haga puta fila como el resto.

--Mello…

--¡¿Qué?!

--Te invitamos a que lo reconsideres…por novena ocasión—sujetó su portafolios y se dirigió hacia la salida.

El rubio lo sujetó por el antebrazo y lo empotró contra la pared. La brutalidad fue tal que Mikami casi perdió los anteojos.

--Solamente me has hecho perder una cita…

--El dinero está en tu cuenta, Mello.

--No es el maldito punto—ronroneó acercándose peligrosamente a su rostro—Vine aquí para…”algo”…--respiró sobre su cuello, traspasando una clara invitación en la forma de deslizar la palabra por sus labios.

Mikami comenzó a sentirse incomodo, buscando con la mirada un hueco por donde pudiese escabullirse.

--Vienes hasta aquí, contratas una cita con el “Playboy de Hielo”…y al final te largas sin haberme puesto un dedo encima—murmuró contra su lóbulo, el calor húmedo de su aliento jugueteó contra su piel—me siento casi…ofendido.

El otro se removió entre la pared y el cuerpo del rubio para intentar moverse.

--Puede… que haya…. quien se resista al…al…Play Boy de Hielo—se aclaró la garganta.

Mello sonrió autosuficiente bajando la mano hasta el pantalón de Mikami, rozando con el dorso al miembro que palpitaba. El dueño sostuvo el aire, suficiente gesto como para que el rubio supiera que al menos Mikami no era ese “alguien”.

--O puede que no—se rio contra la oreja. Ensanchó la sonrisa socarrona y se apartó juguetando con los pasos en zigzag, mirándolo con aparente inocencia.

 Se despidió con una mano de forma arrogante y salió de la habitación.

Mikami se mantuvo en su lugar un momento, aspirando hondo el aire.

Le tomó un par de largos minutos recuperar la compostura ante la descarada invitación que le presentó el muchacho. Comprendía a la perfección el motivo por el que Mello llegó a ser un codiciado pendón; si bien sus visitas nunca habían salido bien, Mikami no soportaba el hecho de verse involucrado en algo tan moralmente deplorable, ahora comenzaba a entender el encanto seductor que propiciaba el sexo con alguien totalmente desconocido.

Sin compromisos.

Sin nombres.

Sin datos.

Sin una sola obligación al respecto.

Sacudió de su mente aquellos pensamientos, convencido de que no debían formar parte de él.

**

El chico salió contoneándose de lado a otro, andando de forma curiosa al alejarse por el pasillo alfombrado. Volvió el rostro tímidamente y alzó de forma trémula la mano para despedirse de quien consideraba “el amor de su vida”. Matt, apoyando un hombro contra el umbral de la puerta le devolvió el gesto y se volvió a la habitación para salir por el lado contrario, a los corredores de los empleados.

--Estuvo cerca—casi pierde un cliente, suspiró cansinamente mientras se unía a sus compañeros. Dio vuelta en el corredor apenas logró apartarse de la mancha blancuzca que se atravesó en su camino.

Near, sin inmutarse, siguió su camino. El pelirrojo dudó un segundo antes de ir detrás de él.

--Oye, Near.

Silencio.

--Near.

No obtuvo respuesta.

--¡Near!

--Estoy escuchándote, Matt—se retorció el cabello al hablar.

--¿Irás a la fiesta?

--No.

El muchacho parpadeó confundido.

--¿Por qué no?—se asomó sobre el hombro del chico para mirar su rostro.

--No poseo interés alguno en reuniones de ese tipo.

--Near—se apresuró un paso adelante para cerrarle el camino.

--Matt, por favor déjame pasar—sonó más como una orden.

--Anda, Near—se acercó hasta violar cualquier espacio personal, esperaba sinceramente que el rubio se pusiese nervioso o que al menos le pidiese que se apartara, pero no ocurrió, simplemente esperó.

--¿Algo más?—desvió la mirada.

--¿No estás nervioso?—hizo un puchero. La mano nívea sujetó el extremo del cinturón que colgaba desde su cuello y tiró de él para nivelar el rostro del pelirrojo al suyo.

--Matt, ya he dicho anteriormente que no soy tan joven como aparento—exclamó clavando los gélidos ojos en él—y que también trabajo aquí.

Soltó el cinturón y rodeó el cuerpo de Matt para seguir su camino.

**

**

Mello se llevó una barra de chocolate a los labios. Bufó una última vez antes de subir un zapato al sofá sobre el que, literalmente, se expandía su cuerpo.

--Ey, ciborg del sexo—Linda se acomodó en el sillón de enfrente, cruzando una pierna y leyendo con cuidado el libro negro que llevaba consigo.

El rubio la ignoró.

--¿Nos honrarás con tu presencia más tarde?—quiso saber, traspasando una nota de ironía en la voz.

--No tengo interés en asistir a una estúpida fiesta—replicó.

--¿Arrastrarás a Matt a tu amargura?—alzó la mirada. Mello reparó en la línea rojiza que surcaba el pómulo derecho de la muchacha. El chico entrecerró los ojos.

--¿Quién fue el hijo de puta?

--Quilish ya se encargó de botarlo del sistema—resopló.

--No pregunté eso.

--Un sujeto con poco sexo y muchas deudas—se encogió de hombros. Mello apuntó mentalmente averiguar de quien se trataba—¿Y bien?

--Matt puede hacer lo que le venga en gana.

--Es como tu pequeño cachorro—hizo ver—Sé honesto, play boy, ¿has hecho “cosas” con Matt?—alzó las cejas en un gesto pícaro.

Mello le sonrió autosuficiente.

--Nadie, menos él, podía hacer menos que suplicármelo.

Ella se soltó a reír.

--Si claro—se encogió de hombros.

--¿Piensas follar con él esta noche, Linda?—mordió su dulce. Ella enarcó una ceja y tras pensarlo un minuto, respondió:

--¿Lo grabarás?

--No soy vouyerista.

--¿Te nos unirás entonces?

--No iré a la mierda de fiesta, Linda—apartó los ojos con desdén.

--No me refería a eso—apuntó ensanchando la sonrisa y ponerse en pie. El rubio la miró de reojo antes de que media sonrisa se asomara por su rostro. Era muy sencillo hablar con Linda.

Desde que la conoció supo de inmediato que la mujer era de aquellas damiselas que poco de dama pueden considerarles, una mujer hecha por completo a su profesión y, por supuesto, a los beneficios que conllevaba.

Mello dio una última mordida a su barra antes de ponerse en pie y decidir que aplazaría la cita que tenía agendada. El cliente volvería a suplicar por una después.

Se introdujo en el ascensor que solamente conectaba los últimos dos pisos, visualizando los siguientes dos que debería bajar por las escaleras de empleados. Se cruzó con Yagami en el camino, quien vestido con pantalones y camisa abierta por completo, y sumido en alguna conversación urgente por el móvil, fingió no notarlo. Aquello era recíproco por completo.

Siguió de largo, el sonido de las gotas de lluvia al caer contra los cristales captó su atención, se detuvo ante la ventana para contemplar la lluvia que caía cada vez con mayor fuerza; resopló,  le agradaba cuando el clima se olvidaba de los molestos rayos de sol, le permitía andar a libertad sin preocuparse por el exceso de luminosidad. Lo mejor eran las pocas personas que se cruzaban en su camino, puesto que la mayoría siempre huía del agua y se refugiaba. Mello, en cambio, disfrutaba de ella y de la sombra grisácea que lamía todos los lugares.

Dio otra mordida al dulce y retrocedió. Conducir bajo la lluvia era delicioso…la rapidez, la adrenalina, la forma como las llantas de la motocicleta patinaban de lado a otro. Retrocedió unos cuantos pasos sobre la alfombra descubriendo que el ascensor estaba por cerrarse, maldijo en voz baja y se apresuró, pero no logró llegar a tiempo.

--Mierda—masculló con mal humor. Las puertas corredizas se abrieron de inmediato.

Se adentró pasando a murmurar algo parecido a un agradecimiento a quien presionó los botones necesarios para que el elevador se estancara en su sitio.

--No es nada—murmuró.

Mello giró los azules ojos directo al otro sujeto.  Todavía con la mano extendida sobre la plaquilla de botones, B no le correspondía la mirada.

Ése imbécil.

Vaya que la fortuna estaba de su lado de nuevo, mira que encontrarse a solas con el sujeto que tanta mierda ha arrojado a su reputación…sin ningún testigo que mirase como Mello le ponía en su sitio…Aunque claro, siempre era mejor tener un par de ojos extra que reafirmaran que el Play Boy de Hielo seguía siendo el número uno.

Sonrió a medias con malevolencia. B, con el cabello revuelto sobre el rostro, apartó la mano de los botones y se quedó muy quieto en su lugar.

Las puertas se cerraron aunque ninguno indicó a que piso debía moverse el ascensor.

--Si fuera tú definitivamente hubiera aprovechado la oportunidad, idiota—habló Mello, socarrón.

No recibió respuesta.

El rubio gruñó.

--Estoy hablándote.

--No tengo interés en ti. Creí haberlo dejado en claro—replicó con desinterés. A su interlocutor la sangre le hirvió—Simplemente respondí a un rol social aceptado: entraste al elevador.

Los puños le hormiguearon por descargarlos contra él.

--Quiero que quede claro, imbécil, si vuelves a abrir la boca te enviaré al maldito infierno—amenazó fríamente.

--Esta tarde lo simplificaré para ti—respondió alzando la mirada, señalando con un largo dedo níveo las gafas oscuras que llevaba consigo inclusive estando en cubierto.

Las manos de Mello sujetaron el cuello de la playera negra, empotrando su espalda contra el muro con fuerza. La garganta de B gimió ante el golpe, perdió los lentes para el sol, aunque mantuvo la cabeza baja.

--Escúchame con atención—gruñó con real amenaza, rebotando la espalda nuevamente—Te convertiré en mierda andando…y esta vez…

Olvidó lo que decía.

B había alzado los ojos, estaba mirándolo también.

Una especie de descarga eléctrica recorrió sus manos, pasando por los brazos y descargándose por el extenso de su espalda.

Sus ojos…el color escarlata le devolvía la mirada con una resolución vacía en ellos, en medio de oleadas de oscuro cabello.

Vibraciones peligrosas arremetieron contra sus labios, despertando un deseo inminente por descargarse sobre los de B…

“¿Qué demonios...?”

Aquellas pupilas de sangre líquida sufrieron un cambio considerable al endurecerse hasta brillar con algo que no supo descifrar de inmediato…

Las manos de cal de B se levantaron hasta los hombros del rubio, apoyándose en estos, a Mello le pareció que iba a acercarse a él…En cambio se vio desbalanceado cuando le empujaron con violencia para apartarlo.

--No vuelvas a tocarme, “Mello”--oyó decir a B.

Pudo haber pasado por alto la forma burlona de referirse a su sobre nombre, sin embargo, no lo hizo.

Sacudió su cabeza un par de veces para aligerar el peso que de pronto la mirada de B ejerció sobre él. Cerró los puños al darse cuenta que pensaba en que no podría dar garantía de ello.

--¿No tienes nada más que agregar?

--Vete a la mierda, por ejemplo—mordió su chocolate como si fuese a asesinarlo.

Se mantuvieron en silencio un instante, el rubio pensando exactamente en cual instante fue que se convirtió en un pobre cobarde. Seguramente sería fácil derribar a alguien tan jodidamente patético, desganado y delgaducho debajo de esa amplia playera negra.  Podría romperle la cara con dos golpes y luego largarse de allí…

Decidido por fin a estampar el primer golpe, su espacio personal se vio invadido. Retrocedió por instinto, renuente a quedar atrapado contra el muro intentó quitarlo de encima, su mano fue fuertemente sujetada para inmovilizarlo, más por la osadía de tocarlo que por que fuese a lastimarlo.

Otra vez lo tenía demasiado cerca.

Sus malditos ojos, esta vez Mello apartó la mirada.

--Apártate de una maldita buena vez…

El calor del aliento de B golpeó contra su garganta.

--Hueles como el chocolate…--murmuró. El cuerpo de Mello se tensó al instante.

--Quítate—masculló con voz ronca, irreconocible para el Playboy de hielo.

--Hueles…dulce…--el roce de la piel de sus labios contra el cuello le erizó la piel.

Punzadas contra su entrepierna…No iba a ocurrir.

Esta vez fue el rubio quien lo apartó, tomándolo con fuerza de un brazo para  empujarlo contra el suelo.

Iba a patearlo…pero se abstuvo…Otra vez le estaba mirando con tanta…tanta…¿aversión?  ¿Era esa la forma con la que estaba contemplándolo?

Frunció los labios, recomponiendo la postura.

--Imbécil—apretó un botón para que las puertas del ascensor se abrieran.

--Te veré esta noche, Mello—murmuró de nuevo con frialdad. Mello le miró de reojo una vez antes de echarse a andar hacia afuera, pasando a traer a un pelirrojo, que jugando PSP se quejó sobre esperar demasiado en elevador.

--Rubio—se quejó su amigo—Estoy cansado, quiero ir por el elevador…

Mello no escuchaba a Matt, simplemente lo remolcaba por el pasillo hasta las escaleras, una vez allí se giró de golpe, aplastando al pelirrojo contra el muro y exigiéndole un beso.

El muchacho casi deja caer su consola portátil, su corazón se desbocó ante el contacto tan inesperado. El rubio introdujo la lengua lascivamente, mordiendo los labios para instarlos a separarse.

Bajó las manos por la cintura del pelirrojo hasta su cadera, pegándola a él con fuerza.

Matt le respondió trémulamente, acariciando la espalda baja de Mello, amenazando con descender…

Y Mello se apartó de golpe.

¿Estaba enojado?

No.

Furioso.

--Mello…

--Irás a esa maldita fiesta esta noche—ordenó.

--Pero yo…no…

--Y yo iré contigo.

Notas finales:

Gracias por leer :D

Bshoooss tronadhoozzzzzzzz

y

sensualezzzzzzzzzzzz


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