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Te lo mereces por Juuri Kiryu

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Notas del fanfic:

Tenía ganas de escribir de estos dos. No pude resistirlo XD

Bueno, como todos saben no me pertenecen los personajes, o de mi cuenta correría volverlos a todos gays XD. Lamentablemente pertenecen a Matsuri Hino

Notas del capitulo:

Bueno, aquí me tienen. Lo he dividido en dos, para poder extenderme a gusto en el lemon. Nos leemos luego. Espero comentarios... o minimo tomatazos... XD

Siendo sincera, me extraña que no haya tantos fics sobre ellos. Son totalmente yaoizables

Yagari fumó el décimo cigarrillo en dos horas. No entendía que parte de su situación le desagradaba más. El tener que hacer esa misión, o tener que hacer la misión con él. Porque precisamente, era a él, la única persona que lograba sorprenderlo. Nunca sabía con qué parte de su atolondrado y bipolar cerebro le respondería.

-          No deberías fumar tanto, Yagari-kun – oyó una voz cantarina tras de sí. Contó hasta diez, como sus padres le habían aconsejado.

-          No te incumbe, Cross- dijo con mala cara. Bueno, no es que fuera mala cara. Simplemente esa era su cara-

-          ¡oh! No tienes que ponerte a la defensiva conmigo, pequeño Yagari – sonrió el mayor, a sabiendas que lo último irritaría profundamente al azabache.

-          Déjame en paz, anciano –contestó, logrando únicamente hacer reír al rubio…

No paso mucho antes de que llegaran al poblado en donde harían su investigación. Últimamente en aquel lugar se reportaban muchas desapariciones misteriosas. Podría ser un vampiro. O tal vez un secuestrador común y corriente. Era un ex cazador quien había pedido que enviaran a investigar a unos cuantos cazadores. Claro que estando tan ocupados todos los demás, el único libre era Yagari. Y su madre, preocupada, como cualquier mujer que se haga llamar madre; pidió de favor al legendario cazador cuidara de su pequeño.

Y aunque Cross accedió, sabía que no era necesaria su presencia, por lo cual no tomó en serio aquel “paseo”. En cuanto llegaron fueron recibidos por él anciano cazador que les mostro las evidencias que tenía. O mejor dicho le mostro a Yagari, ya que Cross se tumbó en la duela de madera, y se dedicó a observar el lugar.             

El menor se mostró enfadado

-          ¿Qué no venías a cuidarme, anciano? – pregunto al verlo tan ocioso

-          ¿quieres que lo haga? – preguntó escéptico el rubio, con una sonrisa en la cara

-          Ni de coña. Pero no te vas a quedar ahí haraganeando – contestó el pelinegro, a la vez que tomaba otro cigarrillo.

-          De verdad deberías dejarlo – comentó el rubio con tono un tanto serio – el que seas un cazador…

-          Cierra la boca y mueve el culo, que tenemos una montaña que subir – interrumpió el menor aventándole una bolsa pesada, y unas cuerdas resistentes

-          ¿Ah? ¿Montaña? – la cara del mayor era un poema, él no iba a subir una condenada montaña, con ese escuincle de carácter desgraciado

-          Lo sabrías si fueras un poco más responsable y hubieras escuchado al viejo – contesto con serenidad el menor, echándose su mochila encima, y sus armas – creen que se esconden en las cuevas de la montaña. Iremos a revisar. Si hallamos algo, debemos dar aviso a la Asociación y…

-          ¡Toga-kun! ¡Yo no quiero subir a esa montaña con una tormenta tan cerca! – interrumpió Kaien aferrándose la pierna derecha del menor

-          ¡Suéltame! ¿Qué tormenta? Esta perfectamente despejado, lunático – decía mientras intentaba sacárselo de las piernas. Ok eso se oyó tal vez muy fuerte - ¡Y no me digas Toga-kun!

-          Pero Toga-kun, ¿por qué no esperamos un poco más?  Mañana ya habrá pasado la tormenta… - murmuraba Cross, haciéndose chiquito

-          Toga-kun nada, no voy a esperar que pase un tormenta imaginaria – suspiró cansado

-          Pero Toga-kuun…

Cinco horas después, a medio camino hacia la cima…

 

-          Te dije que habría una tormenta, Toga-kun - reponía un calmado Cross, dentro de una pequeña cueva – Y no es que temiera mojarme, lo que pasa, es que como tú puedes ver, se está cayendo el cielo.

-          Cierra la boca – refunfuñó el menor totalmente empapado. ¿La razón? Para cuando cayó el diluvió, el loco cazador ya había buscado refugió, mientras que él se mojaba hasta la médula, acercándose entre maldiciones a la cueva que protegía al rubio se sacó la chaqueta café que su padre le regalase en su último cumpleaños, siguiendo con su camisa, y la camiseta, todas las prendas mojadas – Estúpida tormenta, estúpido clima, estúpido Cross, estúpido el ser que me mando a esta misión… estúpida … - se guardó lo siguiente por respeto a su querida y temible madre. Se sentó en el piso, mientras usaba su manta para secarse

-          Ajá, ¿y con qué piensas cubrirte en la noche? – preguntó el mayor, con un tono que ocultaba la burla y hacía parecer que se preocupaba. Claro que con el pelinegro no funcionaba.

-          ¿Qué te importa? Ya me las arreglaré yo solo – contestó irritado

-          No te molestes, solo decía – exclamo el rubio mientras se dejaba los bóxer solamente – santo cielo, tu madre me va a matar como se entere que cogiste un resfriado y yo podía evitarlo – dijo esto tan rápido que no le dio tiempo al otro a reaccionar

-          ¿qué…? – para cuando lo noto, su cuerpo estaba envuelto en la manta del mayor y este lo tenía entre sus piernas, recostado en su pecho - ¡suéltame! ¡No es divertido!

-          Lo que va a ser divertido es explicarle a tu madre que te deje enfermarte

-          ¡tú me dejaste mojarme!

-          Eso es solo producto de tu soberbia – contestó calmado – y siendo sinceros, te lo mereces – sonrió levemente

-          ¿Ah? ¿Qué me lo merezco? – entrecerró los ojos – Me has tocado las pelotas desde que nos conocemos

-          Bueno, sí, pero tú tienes la culpa de ser tan adorable – soltó la risa el mayor

-          ¿Adorab…? ¡Adorable mis cojones! – se revolvió como pudo, sin lograr más que las limpias carcajadas de Kaien

-          Probablemente también lo sean, pero no me voy a cerciorar de eso -  comentó parándose, y acostándose, la luna se alzaba hermosa y brillante, acompañada solo de las bellas estrellas – duérmete pronto. Lo más probable es que la tormenta acaba hasta bien entrada la tarde – explicó mientras se acomodaba a un costado del menor – Los niños deben dormir bien

-          No soy un niño. Tengo diecinueve años – gruñó el menor.

-          Cariño, yo ni siquiera sabría decirte con exactitud qué día fue mi cumpleaños número diecinueve – y con esto, cerró la conversación. Cerró también sus ojos, y no tardó en dormirse.

Yagari bufó al oír el silencio total. Y luego se sonrojó al recordar la calidez del cuerpo que lo acompañaba. Estaba empezando a enfriar el ambiente, y descubrió, que en realidad tenía bastante frío. ¡Pero es que estaba en pelotas!  Aunque la manta esa era abrigadora. Luego miró a Cross. Debía estar helado. Tal vez debería acercarse y compartir un poco la manta… tal vez. ¡Y un cuerno, estaba así por la culpa de ese loco!

Luego su sonrojó volvió al recordar que el otro lo había llamado adorable. Él sabía que ese tipo le tiraba más a la otra acera. Y siendo sinceros no tenía problema con ello. Sin embargo, pensar que lo pudiera ver de esa manera a él, lo ponía nervioso. Bueno también lo confundía que ese idiota era el único que lo sacaba de quicio tan rápido. O que a pesar de todo lo que dijese le agradaba la presencia de mayor. Él rubio era guapo, lo admitía. No hay nada malo en admitir que otro hombre es atractivo, ¿o sí? Había oído cientos de veces a sus amigas hablar de otras mujeres y decir que era realmente bonita, o cosas por el estilo. Así que no había problema en reconocer que el rubio era guapo, y que tenía un buen cuerpo, un buen trase… ¡alto! Ahí sí había un problema, ¡los hombres no miran el trasero de otros!

¡Él era un hombrecito hecho y derecho! ¡Se excitaba con mujeres, y no con rubios pelilargos, de ojos cálidos color miel, con buen cuerpo y un exquisito trasero!

… Mierda. Eso fue lo único que pensó. Y luego, para demostrarse, un algo, a sí mismo comenzó a pensar en una mujer. Cualquier mujer. Una que tuviera un par de pechos lindos, suaves. Y de labios rosados, con un bonito rostro afilado, rubia. Con un buen trasero, sí señor. Y un par de piernas largas y suaves. Llevó su mano derecha a su entrepierna, tocándose, y complaciéndose. Todo en la voz más baja que podía, para evitar despertar al idiota.

No pasó mucho tiempo hasta que, bajo sus hábiles caricias, terminó. Y ahí se dio el mayor susto de su vida.

El rubio lo miraba sonrojado, con una expresión contrariada, y la boca un poco abierta. Sintió como su propio rostro lo traicionaba al calentarse tan rápido, con tanta fuerza. Ambos varones se miraban incomodos, sin saber que decir.

Los ojos azules evaluaron el cuerpo del ojimiel, comparándolo con la mujer imaginaria. Cross no tenía un rostro femenino, pero si guapo. Su nariz afilada, sus ojos rasgados y esos labios finos tenían gran armonía con la cara delgada. Y su barbilla y mentón daban pie a un esbelto cuello, que era por demás flexible. Luego, tuvo que imaginar, pues la ropa no le permitía ver algo. Más llegó la zona de estrechas caderas, y un duro culo. Seguramente moldeado por el ejercicio y el entrenamiento.

No tardo en ponerse a tono nuevamente. Sus hormonas revolucionadas lo llevaron a levantarse, apresar al mayor, que estaba en estado de shock, y desvestirlo para descubrir lo que sus ojos no lograron ver anteriormente.

El mayor estaba sorprendido, pero no negaba que disfrutaba de la situación. No solo creía el chico era adorable. También pensaba que era terriblemente seductor con esa mata de cabello azabache, ojos azules y eléctricos, como el mismísimo relámpago. Un mentón fuerte y masculino heredado del padre, así como una bella piel pálida sacada de la madre. Se quedó quietecito, bajo el cuerpo de aquel adolescente frustrado, curioso de saber hasta dónde podría llegar. Curioso de lo que aquel chico pudiera hacer. Curioso de cómo reaccionaría él mismo.

-          Estás helado – comentó el menor

-          No lo siento – respondió automáticamente – te ves cansado

-          Sólo un poco – una sonrisilla cruzo el rostro del menor que se lamió los labios, un poco más gruesos que los del rubio – me duele la espalda – agregó rápidamente mientras se pegaba al trabajado cuerpo del rubio

-          Mmm… déjame ver – contestó de inmediato con voz ronca y lasciva– Eso te pasa por ser tan amargado. Déjame relajarte… - propuso mientras veía el fibroso pecho del menor

Notas finales:

¡Reviews! ¡Por faver! ¡No les pido más!

Ok, no solo disfruten, aunque agradecería los comentarios n.n


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