-¡Le-Leigh! Ah…
El pelinegro adoraba la voz de su hermano. Era suave, aterciopelada, hipnotizante. Las primeras veces que lo habían hecho Lysandro había intentado acallar sus gemidos, pero Leigh le rogaba que lo dejara oírlo.
Lysandro se encontraba en el paraíso. Las embestidas de su hermano eran rudas y a la vez gentiles. Las expertas manos de Leigh delineaban cada contorno de su cuerpo, el cual conocía a la perfección.
Aquellos hermosos cuerpos juntos, como si intentaran fundirse en un solo ser, buscaban un solo objetivo: Dar placer al otro.
-¿No preferirías ponerte detrás de mí?
-No…necesito ver tu rostro.-contesto el azabache y lo beso.
Lysandro abrió la boca correspondiéndole a su apasionado amante. Ambas lenguas jugaban entre si y exploraban la boca del otro. Un fino hilo de saliva quedo entre ellos una vez que se separaron.
-Lysandro…no resistiré mucho más…Empezare a ir más rápido ¿de acuerdo?
-Hazlo.
-Agh…mmm…
El albino sintió el miembro de Leigh entrar y salir más rápido, mientras este lo masturbaba. No necesito mucho más tiempo para terminar dejando escapar un sendo grito de placer. El mayor hizo lo mismo emitiendo un gemido ronco y llenando el interior de su compañero de semen, el cual empezó a escapar cuando salió.
-Disculpa, de nuevo me corrí dentro de ti.
-Descuida, me gusta.-contesto Lysandro con un tono juguetón y una sonrisa pícara.
-Oh, ven aquí.-Leigh también sonrió y se abalanzo sobre su hermano, atrapándolo entre sus brazos y piernas y volviéndolo a besar.
Lysandro correspondió acariciando su espalda con una mano y enredando los dedos de la otra en su pelo.
-A dormir.-dijo Leigh interrumpiendo el beso.
-Pero si solo son las doce.
El mayor sonrió divertido. Ese tipo de comentarios los haría un niño pequeño que no quiere irse a la cama. Pero salidas de los labios de Lysandro sonaban cautivadoras. Además, esa situación era de todo menos infantil.
-Tienes instituto mañana. Y si no me haces caso, te iras a tu cama.
Lysandro clavo sus penetrantes ojos bicolores los profundos ojos oscuros de su hermano.
-Tengo miedo.
-¿De qué?-pregunto este sinceramente confundido.
-De que al despertar descubra que todo esto solo ha sido un sueño.
-Descuida.-la voz del pelinegro era sedante-Cuando despiertes estaré allí para demostrarte lo real que ha sido.
-¿Me lo prometes?
-Si…ahora cántame.
Lysandro sonrió tranquilo y cerró los ojos, mientras empezaba a tararear una melodía recién improvisada. Leigh sonrió complacido y acaricio la mejilla del albino, hasta que ambos cayeron dormidos.
Esa era su rutina. En el exterior eran los impasibles y discretos hermanos Ainsworth. Sin embargo una vez ocultos, cuando se aseguraban de no ser vistos, daban rienda suelta, por medio de besos, caricias, dulces palabras y, a veces, de significativos silencios, al amor que hacia tanto había surgido entre ellos.
Sabían que era incorrecto. Sabían que era un pecado. Pero era el más dulce de los pecados, ya que les permitía expresarse ese amor que se tenían y que debido a la incomprensión de los demás, se veían obligados a mantener oculto.