Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Una flor para una flor por Yoshita

[Reviews - 13]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bueno, llegamos al fin de este two-shot, espero hayan disfrutado y que este capítulo les guste aun mas. 

 

Feliz cumpleaños a Sanji <3

Todos los tripulantes hicieron entrega de sus respectivos regalos: Usopp había encontrado una colección de especias de todos lados del mundo en una decorosa caja de madera. Tenía grabados y figurillas talladas y miles de pequeños tarros con hierbas y adobos que jamás había visto en su vida. Nami había encontrado un juego de corbatas de colores y no había escatimado con las mancuernas. Robin le dio un nuevo traje y zapatos. Franky encontró un encendedor metálico grabado con animales marinos y un pequeño estuche. Chopper había comprado dos baúles, uno grande y otro pequeño, el pequeño iba destinado al botiquín de la cocina y el grande a la habitación de Sanji. Luffy le entregó un recetario para carnívoros mas grande que su propia cabeza y sonrió. Brook le había entregado una cajita musical, que había conseguido a última hora, en la cual había una luna verde rodeada de nimias estrellas amarillas. 

-Gracias chicos- les dijo mientras Zoro seguía tocando. Se había limpiado las lágrimas casi tres veces en la noche y eso no le hacía gracia. 

Zoro bajó de la tarima por última vez y se sentó en la silla al lado de Sanji. 

-Supongo que no debo esperar mas de ti, Marimo. 

-Supones mal. 

-¿Me vas a decir cómo pagaste todo esto?- interrupió Nami antes de que Sanji pudiera preguntar por lo que faltaba. 

-No lo pagué- Zoro se encogió de hombros y sonrió con despreocupación- fue gratis. 

-¡Ni mierda! ¡No eres ningún idiota suertudo que le den tanto gratis!

-Lo soy- informó a Nami- pero no fue gratis. Verán- se dirigió a todas las miradas curiosas de la mesa- en mis días de Cazarrecompensas y perseguidor de piratas, me deshice de uno muy molesto. Resulta que ese tipo venía aquí y atormentaba a los isleños. Pero no tenía idea. En cambio, a esta isla había llegado la noticia de que un cazador de piratas le había dado muerte al tipo ese y se sintieron agradecidos. Luego supieron que el nombre de su salvador era Roronoa Zoro. Y luego vieron mi cartel de "Wanted". Ayer en la mañana cuando bajé a la isla me reconocieron. Como se venía el cumpleaños de este imbécil, decidí hacer algo especial. 

-¿Por qué?- preguntó Usopp- ¿por qué hiciste tanto por Sanji?- muchos ya suponían y sospechaban de la respuesta, otros simplemente eran estúpidos. 

-Eso es algo de lo que hablaremos los dos- miró al cocinero- solos. En fin, la gente se sentía en deuda conmigo y yo no dejaba de decirles que no era necesario nada. Pero luego tuve esta idea. Y ya. 

-¿Desde cuando tocas el piano, Espadachín-san?

-Desde siempre. Aprendí junto con Kuina a escondidas. Ella me ganaba en Kendo, pero siempre fui mejor pianista que ella. Cuando murió, su familia me regaló el piano de salón que tenían. Dijeron que era mejor que yo lo tocara a que se llenara de polvo y alimentara termitas. 

-Pues fue muy bonito Zoro- añadió Chopper. 

-¡FUE SÚPER! Ya quisiera yo tocar algo así. 

-Puede que no, pero sin ti no tendríamos barco cada vez que se destroza. 

-Es cierto Brook. 

-¿Entonces con Brook...?- Sanji quería salir de su duda. 

-Él me ayudaba a repasar las partituras. Tenía tiempo de no ver una hoja cifrada con notas. 

Suspiró con alivio. No había nada entre el Marimo y el músico. 

-Bien- Robin se levantó- supongo que ustedes dos- habló con Zoro y Sanji- tienen cosas de que hablar. El resto, vámonos. Muchas gracias Espadachín-san, una velada encantadora- se pusieron de pie y agradecieron al mesero. Luego se encaminaron al barco, dejando a los dos muchachos solos. Salieron y caminaron por las, ya calmadas, calles de la isla. 

-Empieza por el comienzo Marimo, ¿vale? Habla ya. 

-Todo empezó cuando estaba aburrido y decidí crear el cielo y la tierra...

-¡Hablo en serio!

-¿Por qué no me dejas bromear?

-Es una situación delicada Zoro. 

-¿Qué tan delicada?

-Me besaste, así de delicada. 

-¿Fue delicado para ti?

No pudo responder. Francamente había sido, aparte del mejor regalo, el mejor beso de su vida teniendo en cuenta que Zoro se había tomado una botella de sake antes. Su boca sabía a licor, música y madera. Era embriagante. 

-¿Por qué?

-¿Qué cosa?

-El beso, ¿cuál fue tu razón?

-Tu. 

-¿Así de simple?

-¿Te consideras simple? Vaya autoestima. 

-No me malinterpretes Marimo, quiero seriedad- la cara de Sanji no mostraba lo contrario. Necesitaba respuestas, y las necesitaba en ese momento. Su mente era una tormenta de pensamiento y su corazón era un poema sin rima ni ton ni son. El pequeño resquicio de cordura que tenía se desvanecía paulatinamente entre los ojos negros y profundos de Roronoa Zoro. 

-Te quiero, Sanji, te quiero mucho. Y te quiero mío. Es así de sencillo, como tu, tal cual dijiste. 

-Pero tu nos quieres a todos, no es justo que me digas que me quieres de esa manera. 

-Si te digo que te amo te asustarías. Si te digo que te quiero me menosprecias. ¿¡Qué quieres que te diga?!

-¡La verdad de tus sentimientos!

-¿Un espiral amarillo que baila en mi mente no es suficiente?- le sonrió y le acarició la mejilla con suavidad- tu, mi espiral amarillo, eres la razón de que haya hecho tantas cosas en este día. Y no son todas. Faltan algunas cosillas, Sanji. 
No podía parpadear por la infinita atracción que los ojos de Zoro producían sobre él. 

-Marimo…

-¿Dejarías que acabe de hablar? Por favor. ¿Por qué no puedes creer que te quiero, o tal vez, incluso, te amo? ¿Por qué te niegas? Dime la verdad, luego de eso decidiré si dejarte y alejarme o quedarme contigo esta noche.

Sanji se lo pensó, era serio lo que le proponía, lo leía en sus ojos, lo cantaba su voz. Cerró los ojos por un instante y respiró hondo para expulsar aire lo suficientemente fuerte para lograr que su orgullo, su pena y su miedo salieran también.

-Róbame, Zoro.

-Y no pienso devolverte- lo tomó de la mano y comenzó a correr, siguiendo un camino de antorchas desapercibidas para el homenajeado.

-¿A dónde vamos?

-Ya verás.

-¿Veré?- rió- ¿llegaremos hoy?

-Confía en mi un poco- dijo con ofensa fingida- tengo una guía muy buena.

-¿Ah, sí? Dime.

-Dispuse un camino de antorchas- confesó abochornado- para no perderme camino a donde vamos.

-Ah…- miró a su alrededor y notó lo que no había visto antes, las miles de teas que formaban un camino iluminado tenuemente sobre los adoquines de la calle. El calor en su rostro era equivalente al calor soltado por las flameantes llamas rojas. Paró y Sanji se estrelló levemente con su espalda. –Avisa cuando vas a parar de correr, Marimo.

-Patrañas- saltó al vacío, asustando a Sanji, luego se fijó que había caído en una pequeña góndola y se carcajeó internamente por ser tan estúpido y por pensar mal de Zoro. Le tendió una mano y el viento movió la cola de su elegante traje junto con su pelo, logrando una imagen gallarda y caballeresca.

-¿Qué?

-Baja- lo miró con incredulidad desde tierra firme- no seas terco, ven.

-¿Juras solemnemente que no me vas a tirar al agua?

-¿Qué tipo de pregunta es esa?

-Una acorde a tu real vestimenta- musitó sin pensarlo.

-Entonces la acción de un caballero vale más que mil palabras y como eres mi querida damisela, te queda revocado el derecho a quejarte.

-¿Qué…?- no finalizó la pregunta. Zoro lo sostuvo de la cintura y lo levantó de la tierra, posándolo con delicadeza sobre el bote de madera.

-Dije que no te podías quejar.

-Maldito Marimo tramposo.

-Gracias- comenzó a remar, alejándose un poco del puerto y dejando la góndola a la deriva por un momento.

-¿Qué hacemos aquí?

-Ya verás. 

-Zoro, no quiero mas sorpresas extrañas- lo detuvo- esta mañana, el pueblo entero me felicitó de cumpleaños y me sentí tan acosado que... ¿Qué? No me sonrías así, Marimo. 

-¿Aun no la captas Sanji?- Zoro hizo un ademán y encendió una vela. La sostuvo frente a su rostro y luego le impidió la salida a la luz. Tapó la llama y luego la destapo. Así, tres veces. 

-¿Qué haces?

-Tu regalo. 

-¡Zoro! Ya no quiero mas cosas raras, yo quiero...- se detuvo al ver una pequeña luz flotar desde el pueblo- ¿qué...?

-¿Qué es lo que quieres?

-No se...- su cabeza seguía la trayectoria de los cientos de lámparas flotantes a su alrededor- yo no se que quiero... Ya no hay nada mas que pedir. 

-¿Seguro?

-Si. 

-Entonces el resto de mi regalo no cuenta. 

-¿Falta? Por favor Zoro, has hecho mucho por mi. 

-Es porque quiero hacerlo- sacó una bolsita verde de su traje- toma, feliz cumpleaños. 

-No puedo aceptar mas de ti Zoro, no tengo nada que darte a cambio. 

-Te rapté, todo esto compensa lo otro. Tu tienes varias cosas, yo te tengo a ti, antes, soy yo quien está en deuda. 

-No conocía tu parte poeta y bohemia. 

-Digamos que Brook me enseñó- confesó riendo- y aprendí de verte todos los días. Incluso robé uno o dos libros de Robin, bueno, los tomé prestados, apuesto a que ella sabe. Ahora abre esa bolsita que te di. 

-Pero...

-Ya. 

Sanji suspiró derrotado y abrió la bolsita, de ella sacó un guardapelo dorado de forma rectangular con incrustaciones verdes y gravados en relieve. 

-Es hermoso Zoro... No puedo...

-Ah, ah- negó con un dedo y gesticuló risueño- es tu cumpleaños, tienes que aceptarlo todo. Incluso a este humilde Marimo. 

-¿Afirmas que eres un Marimo?

-Siempre. 

Sostuvo el guardapelo y lo abrió. Dentro había una versión miniatura del "Wanted" del espadachín. 

-¿Cómo lo conseguiste?

-Nami lo dibujó para mi, tuve que pagarle el triple y admitir que era por mi propio narcisismo. Me costó caro. 

-Es un guardapelo hermoso, pero no tengo donde colgarlo. 

-¿Seguro?

-Si, mañana iré al puesto de la mujer de los accesorios...- se desvaneció la voz conforme se daba cuenta- ¡tu!

-¿Qué?

-¡Tu le dijiste al pueblo que era mi cumpleaños! ¡La manzana y el libro! ¡Las sonrisas y buenos deseos! ¡Todo fue tu culpa!

-Me declaro culpable y con orgullo. 

-Esa mujer me regaló una cadenita, dijo que la necesitaría. Todo fue un complot- la sacó de su bolsillo y colgó el guardapelo. Le entregó a Zoro el collar- ¿me lo colocarías?

-Con todo el gusto del mundo- Sanji le dio la espalda a Zoro y se retiró el cabello de la nuca. Subió uno de sus pies a la banquita de la góndola y apoyó sus brazos. Zoro ajustó la cadena y luego rodeó lentamente la cintura del Sanji con sus brazos. 

-Marimo...

-Te robé, tengo derecho- besó su cuello con calma y pasión. Lo degustó con delicadeza mientras las lámparas flotaban a su alrededor. 

-Sigo preguntándome el por qué. 

-¿De qué?

-¿Por qué me amas?

Se separó de Sanji y le dio la vuelta, encarándolo. 

-Jamás vuelvas a preguntarme eso. Significa que por ti mismo no te das valor alguno. 

-No es que no me considere buen partido, lo que sucede es que es extraño que tu lo hagas. 

-No pensé que tendría que decirte esto...- tapó su cara y agachó la cabeza, abochornado- tu eres el conjunto de las cosas que considero bellas y hermosas, es así de fácil. 

Sanji se quedó sin habla una vez mas en esa noche, no conocía ese lado romántico y sensible de Zoro y aunque se hubiera enamorado del cruel y despiadado, del amigo y camarada, del guerrero y protector, debía admitir que el Zoro poeta, bohemio y romántico estaba calando en su corazón. Sonrió para si, nunca hubo un Marimo al cual conquistar, Zoro siempre fue suyo, en las sombras, en el secreto, en el corazón. Tomó las manos de Zoro y las retiró de su rostro. 

-Mírame. Mírame Zoro. 

-Te veo- respondió sonriéndole de manera dulce y tranquila. 

-Quiero que sepas que te amo, alga estúpida y parlante. 

-Aunque hoy no sea mi cumpleaños, me has dado uno de los mejores regalos: a ti. 

-Yo veré a quién me regalo. 

-O de quién te dejas raptar. 

-Correcto. Ahora, quiero una cosa mas. 

-¿Me es sencillo obtenerla?

-No se. Tu juzga. Quiero un beso. 

-Es lo mas fácil que me has pedido. 

-Entonces no te demores. 

Zoro acarició los sonrosados pómulos de Sanji por un momento y luego posó sus yemas sobre los labios suaves del cocinero. Los acarició con parsimonia, analizando sus escondites y pliegues, amoldando sus dedos a la boca traviesa que inhalaba y exhalaba con dificultad. Abrió los labios con cuidado e introdujo uno de sus dedos para deleitarse con la textura de la parte interior de este, húmedo por la saliva y suave. Se acercó mas al rostro que tenía en frente y besó cadente el labio inferior, lo aprisionó con su boca, la cual movía lentamente, saboreando cada momento, cada movimiento. Posó su lengua sobre el labio y se empujó con esta al labio superior, donde repitió el proceso con lentitud. Finalizando, unió ambos labios completamente y bajó sus manos con delicadeza a la cintura y los muslos que estaban sentados en sus piernas. Sanji intentaba captar el ritmo marcado por el beso sin hallarlo. Sus manos flácidas acariciaban con gusto el pelo verde de Zoro y sus piernas, armas letales, abrazaban el torso elegante del espadachín. Se podía considerar un beso casto y poco indulgente. No había mas allí que deseo y pasión. Cortaron el contacto en el momento en que una lámpara se les acercó peligrosamente. 

-Tengo... Tengo una duda...

-Habla...

-Cuando te fui a buscar, esta tarde- comenzó- y toqué tu puerta, corriste tu cama, ¿por qué?

-¿Pensaste que Brook y yo...? ¡No estabas mas equivocado! Hace un tiempo, le pedí a Usopp un poco de pintura del taller y una regla larga. A Robin le quité un libro de música. 

-Ve al punto, tengo curiosidad. 

-Tengo el teclado de un piano pintado bajo mi cama. Era la única manera de tener uno en el cual practicar. Puedo recordar fácil cada nota, cada bemol, cada sostenido, pero no soporto no poder escucharlo. Brook tocaba en el violín las notas que, imaginariamente, yo tocaba en el piano. Eso es todo. 

-Te amo. No puedo atinar a decir algo mas que eso. Te amo. Y gracias. Por amarme y por hacer todo esto. 

-No fue nada. Te amo. Por cierto...

-¡Dime que no tienes mas regalos!

-No, no tengo mas. Sanji, devuélveme el remo, debemos volver. 

-Una hora no ha matado a nadie. 

-Si que lo ha hecho. Regresemos a menos que quieras que Nami nos decapite antes de cumplir siquiera una semana juntos. 

Juntos. Esa palabra resonó en su mente. Juntos. Él y Zoro. Juntos. Ellos. "Nosotros". Se podía acostumbrar.

Zoro tomó el remo y navegó de vuelta. 

-Entonces... ¿Una flor para una flor?

-Cállate- le espetó y se bajó de la góndola, ofreciéndole ayuda para volver a tierra firme. 

-Cuando llegue tu cumpleaños será: "un alga para un alga", a menos que prefieras el aloe. 

-Cállate. 

-Cállame. 

Fue sencillo. Besarle era la solución mas efectiva. Y no desaprovecharía el momento. 

-Gracias Zoro- le dijo al volver al barco. 

-Feliz cumpleaños idiota- le contestó bajo la luna creciente. 

Notas finales:

Gracias por leer, nos veremos en una próxima ocasión


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).