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Be the light. por GogoMatoki

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Notas del fanfic:

Es un oneshot y songfic. Inspirado en Be the light.

Pareja: TaeIl x P.O - Block B

Correr, era su única acción en esos momentos, unas calles oscuras, era de madrugada, se sentía el fuerte frío de la noche y esa soledad abrumadora que estremecía aquel entorno. No había nadie, no había nada, sólo el paisaje citadino que brindaban los típicos edificios… Dobló a mano izquierda aun corriendo, pero se detuvo al sentir un leve cansancio en sus piernas; quiso sentarse pero no comprendía nada, ni el ¿por qué?, ¿Cuándo?, ¿cómo? Llegó a ese lugar completamente desconocido para él. Un callejón sin salida, parecían esas largas cuadras, un laberinto extenso que pese a cruzar y observar todo no podía descifrarlo y ni siquiera asimilar la situación. Levanto la mirada al cielo negro y profundo, encontrando como única luz y guía a la luna. Se empeñó en concentrarse en su brillo, pero al oponer la mirada hacía otro objeto, todo cambió convirtiéndose en una calle mucho más turbia y desolada, en donde solo el fuerte viento que soplaba junto con los pasos de Pyo JiHoon eran los que se escuchaban.

Ahora caminaba, despacio e intentando no caer en la oscuridad, las lámparas que estaban prendidas en los diferentes apartamentos de cada edificio o local que se encontraba a su paso habían sido apagadas; ¿un apagón repentino ocurrió?, asustando al rubio y perturbándolo hasta los huesos. Un mal pasó, lo hizo caer a un hueco, cayó al que parecía un túnel directo alcantarillado, pero para su fortuna, su mano sostuvo el límite de la carretera, acogiéndose del pavimento e intentando balancearse para poder salir de ahí; pese a la oscuridad lo consiguió solo teniendo como guía a la luna.

Ya fuera de aquel peligro, las sombras se hacían constantes y no eran precisamente las de él. La luz volvía para hacer que las sombras se vieran bastantes pronunciadas sembrando un terror en el rubio corpulento quien seguía confuso de su estado actual y con ganas de llorar ya que aún no encontraba la salida. Comenzó a correr, poniendo en práctica aquel refrán ‘’al mal tiempo darle prisa’’ aunque a medida en que sus pasos tomaban velocidad los de las sombras se avecinaban cada vez más a él. Tenía miedo de voltear, no quería hacerlo, encontrarse con algo siniestro era su mayor miedo, ya que en ese laberinto infrahumano podría haber cualquier cosa. Escucho unas notas, una suave voz resonar en su oído izquierdo y susurrar en el derecho; era la voz del pelinegro, que le daba ánimos de correr, correr, correr y no detenerse, muchos recuerdos vinieron a su mente y entre ellos, deseaba que TaeIl apareciera como la luna así fuera de manera intermitente, pero que permaneciera allí a su lado, para brindarle protección y sobretodo luz.

Las sombras se aproximaban y las nubes que ocultaban la luz de la luna convertían las oscuras calles en un siniestro lugar, por un instante el rubio se golpeo en la cabeza muy duro, intentaba ver si al golpearse así mismo despertaría o terminaría en otro lugar. Todo fue un intento fallido, ya que al parecer en vista de su cansancio y confusión, estaba empezando a delirar. Un puño roso su mentón de la manera más brutal posible, con una dosis de fuerza y velocidad haciendo a que el joven Pyo perdiera el equilibrio, retrocediera y a su vez callera ante el pavimento, con su mirada dando al bordillo; boca abajo sin nada que hacer. ‘’Estoy acorralado’’ pensó. Levanto la mirada, pero no veía absolutamente nada, la oscuridad de aquel callejón era tan profunda que por segundos el rubio dudo en que era un efecto del ambiente o una posible ceguera. Sus oídos dos segundos antes le avisaron de la próxima estocada que esta vez no sería en su rostro si no en su abdomen. Un calzado deportivo le proporcionó una fuerte patada, haciéndolo retorcerse del dolor; gimió muy fuerte, aunque el grito de protesta era más por la frustración que por el mismo dolor.

–Sólo tú puedes iluminar mi entorno – Susurró; mientras guardaba la calma y apoyaba su mano derecha en el suelo para ponerse en pie, la luz intermitente de la luna volvía nuevamente y no había nada… Observada a su alrededor con desespero y ¡nada!; ¿Entonces quién demonios me golpeo? – Se preguntó así mismo al verse solo en el callejón, del cual salió a los pocos segundos, aprovechando que aun aquella luz iluminaba su camino. El sonido de los grillos se escuchaba cada vez más fuerte, el rubio suspiro pesadamente ya que por fin escuchaba algo distinto al mero sonido del viento al soplar. Con la mano de bajo de su pecho, caminaba, incómodamente pero lo hacía, no sabía o donde se dirigía ni porque, pero por lo menos ya había pasado el oscuro paisaje de la selva tenebrosa de sementó, que era la gran ciudad… El camino por el cual iba simulaba a la entrada al campo, el aire era aún más puro y las estrellas se contemplaban perfectamente desde donde él estaba. Escucho un ruido y agudizo aún más su oído, unas pisadas se escucharon luego y seguido algunos ronquidos. En medio de su confusión lo único que pudo hacer fue esconderse detrás de unos arbustos, la luz se fue, dejando todo en la infinita oscuridad, siendo guiado solo por sus oídos que ahora le indicaban que un brazo estaba muy cerca de él.
Un jalonasó de cabello fue lo que recibió; grito… No pudo contener los nervios, ni el dolor fue algo instintivo su grito. Una patada fue a parar a sus piernas, mientras alguien en dirección opuesta jalaba nuevamente de sus cabellos; no veía absolutamente nada pero por cada uno de los sonidos calculo que era tres o cuatro personas. Un puño insaciable quebró su nariz, partiéndole el tabique solo con el contacto. Con la mano que no sostenía uno de los agresores se la pasó por su rostro hallando sangre en el que provenían de aquella ruptura, se asustó, jamás en su vida había sentido tanto miedo, odio, rabia y frustración al mismo tiempo. Quería hacer algo pero era un bueno para nada, un impotente que no entendía ni lo que le pasaba.

En el momento en que se sintió miserable, un dolor provenía de su pecho, era un dolor interno ajeno a todos los golpes que le seguían proporcionando. Con su rostro pegado al pavimento, sentía como su alma era pisoteada y no podía hacer nada; estiro su mano por inercia, pensando que en cualquier momento él llegaría y todo iba a cambiar, amanecería junto con él y todo sería más claro y alentador. Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, reflejando su dolor interno más que el externo, ¿podría morir ahora en estos momentos?; moriría a causa de unos fuertes golpes en mi cuerpo vulnerable… Pero ¿qué será de ti?; Moriré y aun no me despedí correctamente, aún tengo que mirar tus ojos nuevamente. Los pensamientos de Pyo surgían rápidamente, así como ante él aparecían escenas y acontecimientos de su vida, que la mayoría de ellos tenían como protagonista a Lee TaeIl. Su mano que había estirado estaba ahora siendo pisada, se quejó pero esta vez no grito, no tenía la suficiente fuerza para desgarrar su voz, solo suspiro pesadamente y volvió a sentir a TaeIl junto a él. Miraba fijamente a la oscuridad, poco a poco la imagen de un joven pelinegro y mucho más bajo y de ojos pequeños aparecía ante él. Sonrió sin ánimos, pero era una sonrisa sincera y quizás la más feliz que había plasmado en su vida.

–Quédate aquí, como si fueras mi respiración, así no pueda tocarte eres indispensable. Su rostro estaba empañetado de lágrimas y sangre, una patada en su cabeza lo pudo hacer dormir de inmediato, pero esta solo lo hizo cerrar sus ojos, adentrándose en la oscuridad de su propio ser. No veía nada como hace unos minutos, pero su luz estaba ahí, en su mente… Lo observaba detalladamente, aun así no aceptaba la mano estirada por el rubio.

–Sé el sol durante el día y caliéntame, luego se la luna en la noche y me das un romance de éxtasis. Yo persigo algo que tintinea a lo lejos, puedo verlo a través de la oscuridad.

Abrió sus ojos y para su sorpresa, el dedo índice del pelinegro rosaba su mano, volvió a cerrarlos, pero esta vez era algo definitivo. Antes de exhalar su último suspiro volvió a tener una que otra especie de alucinación con el joven Lee, para luego sonreír y con esas energías marcharse… Dormir al instante de su suspiro final, su mente estaría pérdida para siempre o quizás vagando cerca de Lee TaeIl.

–¡JiHoon! Despierta, por favor despierta, ¡deja de estar moviéndote tan agitadamente! No vez que no me dejas dormir –Exclamaba el pelinegro frustrado al ver como su pareja tenía pesadillas y estas de manera indirecta lo perturbaban e interrumpían su sueño. Se levantó de la cama y fue por agua, se colocó en frente del rubio y el agua que pudo haberse tomado la lanzo a la cama, cayendo esta en todo el rostro de Pyo. ¡Grito! Y exaltado se levantó, al abrir sus ojos y caer en cuenta de todo, pronunció el nombre del mayor en un tono bastante alto y se aferró a él lo más que pudo. –¿Qué te pasa JiHoon? Por favor suéltame, más bien sécate el rostro y sigamos durmiendo– Fue ignorado completamente, ya que el menor solo podía dar gracias de que él estuviera ahí, a su lado. TaeIl no tuvo más remedio que esperar cinco minutos a que todo volviera a la normalidad y el rubio se tranquilizara; lo que él no sabía es que el agua se había mezclado con sus lágrimas de felicidad al verlo. El mayor trajo otras sabanas más una toalla para el mismo secar lo que ocasiono, quiso hacer un interrogatorio, de porque escucho su nombre varias veces en medio de su pesadilla, pero el menor cayó dormido y el pelinegro no podía más que desearle que tuviera realmente dulces sueños. Se acomodó de lado, para nuevamente dormir el también, pero un brazo se posó sobre su cadera, era un abrazo, JiHoon se aproximó, quedando técnicamente pegado a la espalda de TaeIl.

–Yo ya te hacía dormido. Dijo el mayor al sentir la sonrisa que soltaba el rubio.

–Hyung por favor… De ahora en adelante y para siempre. ¡Se mi luz!

Una respuesta bastante confusa para el pelinegro, pero que para Pyo significaba absolutamente todo y encerraba la importancia que tenía el chico de baja estatura en su vida.


FIN

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