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La torre, el gigante y la princesa por YisusCraist-Of-Yaoi

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Notas del fanfic:

Kuroko no basket no me pertenece a mi. Todos los derechos reservados a su autor original. Yo solo humildemente shippeo a sus personajes. 

La torre, el gigante y la princesa

[HimuAka] +18

Cuenta la leyenda que en el reino de Teiko vivía una dulce princesa de cabellos rojizos como la lava protegida por un temible gigante en una torre enorme a las afueras de los poblados donde las voces de la gente y la vista del hombre no eran capaces de posarse. La doncella había sido desterrada de su propio palacio por su padre debido a una maldición que estaba sobre ella: unos ojos de color desigual que aterraban a quien los viera. Cuando apenas alcanzó los 12 años su padre le envió a ese lugar en el cual estaría bajo el cuidado de Murasakibara Atsushi. Este rumor se expandió por los reinos y poblados en las cercanías quienes enviaban a sus mejores caballeros para vencer al gigante pero fácilmente eran derrotados por el puño del pelimorado. Murasakibara había dejado fuera de batalla alrededor de 800 hombres que buscaban desposar a la princesa en tan solo 4 años de su estadía en la torre. Un caballero sin reino ni título decidió posar su pie en los territorios de Teiko con la misión de rescatar a su hermano quien había sido capturado por el rey culpándole de un crimen falso. El caballero llevaba por nombre Himuro Tatsuya quien colmado de venganza buscó la torre de la princesa para raptarle y realizar un intercambio de ‘rehenes’ con el rey de Teiko.

 

Posó su pie con valentía observando la figura del gigante; sin un solo aire de duda caminó hacia él. Quien le viera actuar pensaría de este joven como un imprudente pues todos los hombres que entraban al dominio del gigante planteaban una estrategia antes de atacar. Este no era el caso de Himuro, él caminó firme y seguro hasta quedar frente al chico quien le observó curioso como si de una cucaracha se tratase.

 

-Buen día, gigante –dijo Himuro con una sonrisa descarada fingiendo simpatía. El enorme pelimorado le miró por largo rato y el pelinegro decidió proseguir al no escuchar respuesta alguna - ¿Está la princesa en casa?

 

-¿Akashin? Lo está pero no quiere recibir visitas. –dijo en tono infantil con una posición más relajada. Parecía que el forastero no era peligroso.

 

-Me gustaría verla –sonrió ladeando la cabeza. Si en algo era bueno Himuro era en actuar como un terrón de azúcar aun cuando por dentro sus planes fueran un tanto destructivos.

 

-Me dijo que no quiere ver nadie, Akashin se enojará si dejo pasar a alguien –respondió el gigante.

 

-No robaré mucho de su tiempo, solo le traje unos dulces –dijo mostrándole una bolsa en sus manos. Los ojos del gigante brillaron y su expresión se tornó graciosa. Parecía interesado en la bolsa del caballero tanto que la seguía con la mirada - ¿puedo verla?

 

-Yo puedo entregarle sus dulces a Akashin –dijo seguro el gigante esperando que el otro cayera pero Himuro era todo menos tonto.

 

-¿Si te los dejo aquí mientras yo la veo? –dijo guiñando el ojo, imaginó la debilidad de Murasakibara y la usaría a su favor.  El chico pelimorado asintió anonadado viendo como Himuro se acercaba a él con toda confianza y le dejaba la bolsa en sus manos- no te los comas ¿sí? –rió y siguió su camino dejando al joven mirando la bolsa y picándola por si salía un dulce comerlo. Su excusa sería ‘no podía dejar que las hormigas se lo comieran’. Himuro Tatsuya subió y subió las escaleras de la torre pues conforme avanzaba sentía que el camino era más largo pero después de varios minutos su objetivo estaba realmente cerca, detrás de esa puerta de madera reluciente lo cual era extraño para el resto del castillo. En el arco de la misma había una serie de letras que sugería a la maldición que había sido lanzada para que la princesa no escapase. Sin duda tomó de la puerta y las abrió de par en par mostrando una enorme habitación de la era medieval con finos adornos en rojo y rosa. Ahí en el centro el cuerpo de alguien con largas cabelleras rojas estaba hincado frente a una mesa.

 

-Justo a tiempo –dijo en una voz que al caballero le pareció extraña.

 

-¿Eres la princesa Akashi? –dijo y aquel rostro giró un poco mostrando aquellos ojos con heterocrimia que causaban temor a quien los viera aunque Himuro no se sintió intimidado.

 

-No precisamente – dijo alzando la voz y el chico al fin pudo notar que no era precisamente la dulce voz de una princesa. Se giró y pudo notar que tras de Akashi había un tablero de shogi pero eso no era importante, lo que realmente le causaba impacto era su voz – no soy una princesa chico listo, soy un príncipe.

 

-¿Príncipe? Debe ser una especie de broma –dijo Himuro mientras la puerta de la habitación se cerraba tras de él.

 

-Acabas de condenarte viniendo hasta aquí, ahora estaremos atrapados por siempre –movió sus cabellos largos y sacó unas tijeras que tenía bajo el traje cortando su cabello con naturalidad como si tuviera experiencia en ello.

 

-¿Qué quieres decir? –preguntó Himuro.

 

-No eres el primero que llega hasta aquí, en realidad Atsushi resulta ser un distraído. Mi padre lo sabía así que puso un encantamiento en la puerta –se puso de pie terminando de cortar los mechones y caminando hacia él- “Con vida no podrás salir hasta que desposeis al de cabello en lava”

 

-¿Y eso significa?...-dijo Himuro haciendo un mohín con las manos.

 

-Debes tomar al príncipe para abrir de nuevo la puerta. La única forma en la que puedes huir es esa o muriendo – le muestra sus tijeras amenazante- yo te puedo ayudar con eso….-tan pronto dijo eso Himuro ya estaba forzando la puerta.

 

-Vaya, vaya…de verdad tiene un hechizo. ¿Qué ha pasado con los que llegaron a este punto?

 

-Los maté, eran ruidosos –dijo guardando sus tijeras y sentándose tranquilamente en su silla- ninguno quiso desposarme y ninguno quiso estar aquí. Intentaron hacer un sinfín de cosas y la mayoría me quiso dar muerte. Fue defensa propia – Himuro apenas conocía al príncipe y sabia la falsedad de esa última frase. Akashi era todo menos un príncipe en aprietos pues se veía de lo más cómodo en ese lugar viendo como los caballeros morían uno a uno a causa del falso sueño de conseguir a una dulce princesa.

 

-¿Por qué no te desposaron? Es más fácil –Akashi le miró un poco incrédulo.

 

-Porque soy un hombre –dijo señalándose – nadie quiere desposar a un hombre. Fue un plan ruin de mi padre.-Himuro avanzó hasta él.

 

-¿Por qué te encerraron aquí? –preguntó y Akashi le miró fijo. Ningún caballero le había preguntado eso. Todos habían sido niños llorones que pedían por su mamá pero Himuro parecía diferente.

 

-Mi padre quería una princesa, tan pronto me cambió la voz sufrí este cambio de coloración en los ojos. Era el plan perfecto, dijo que estaba ‘maldita’ y me envió a la torre. Seguramente esperaría hasta que un caballero entrara por ahí y sin importarle que fuese varón me volvería la princesa que él deseaba que yo fuera. –era un plan cruel hasta para Himuro. Negar la propia naturaleza de su hijo obligándole a desposarse con un hombre para vivir una vida falsa en la que sería una eterna princesa era muy cruel, pero las órdenes del rey eran absolutas.

 

-Ya veo…-Himuro lo pensó y lo pensó dando vueltas en la habitación. No moriría, aún tenía que salvar a su hermano y la única manera era tomar al príncipe para que este cumpliera su petición. –voy a desposarte y a liberarte de la torre.

 

-¿Bajo qué condición? –dijo el pelirrojo deduciendo fácilmente que algo quería a cambio.

 

-Tu padre capturó a mi hermano y lo culpo falsamente. Dale libertad y yo te daré la tuya. Tan pronto cumplas tu parte prometo retirarme tranquilamente – Akashi se recargó en el respaldo interesado en su propuesta y sonrió ladinamente.

 

-¿Realmente vas a hacerlo? No es tan sencillo como piensas.

 

-¿A qué te refieres? –dijo Himuro. ¿Qué tan complicado sería unir votos al pelirrojo?

 

-Para desposarme tienes que hacer un pacto a mi cuerpo y alma. En palabras comunes tienes que tomar mi cuerpo –dijo sin mucha vergüenza. Eso explicaba por qué nadie se desposaba con él. ¿Quién en sus cabales aceptaría realizar tal acto con un hombre? Pues ese sería Himuro porque por encima de sus valores estaba el amor por su hermano y las ganas de liberarle.

 

-Lo haré –dijo sin dudar.

 

-¿Tanto quereis a tu hermano? –dijo elegante cruzando la pierna.

 

-Digamos que todos saldremos ganando de eso ¿No crees? –los ojos de Akashi brillaron levemente y sonrió de nueva cuenta. Al ver como Himuro se acercaba a este inclinándose hasta pegar sus frentes- Akashi de Teiko, voy a desposarte de tantas maneras que tu espera habrá valido la pena.

 

No, jamás iba a admitirlo pero a Akashi le surgió un temblor en la parte baja de la cintura despues de escuchar aquella declaración del pelinegro. Que fuese un elegante, altivo y sin tacto para tratar a otras criaturas no lo privaba de la emoción que las palabras del otro le infundían. Había predicho que ese día llegaría, tanto lo había esperado. Tantas noches ansiando el beso pasional que ahora el pelinegro le estaba obsequiando, tantas horas leyendo e imaginando como esas manos le recorrían hasta el alma. Como es que aun sentado en esa silla le estaba invadiendo con tanta pasión; mordiéndole los labios, introduciendo su lengua, jugando con ella, enredando sus dedos en sus cabellos, aun en ese beso había tanto que ambos sentían que el deseo los mataría. Himuro le tomó por la cintura de manera posesiva y lo puso de pie sintiendo como la diferencia de estatura hacía en Akashi la necesidad de levantarse un poco en sus puntas. Himuro le rodeo bien con sus brazos acariciándole la espalda hasta la parte baja en donde se detuvo para pasar lentamente al trasero del príncipe. Que fuese parte de su misión no le impedía disfrutar al máximo del momento y, además, tenía mucho tiempo sin algo de buen sexo. Nunca lo había hecho con un hombre, menos con alguien de la realeza pero tenía una idea de  que hacer. Caminó por la habitación arrebatándole varios besos a Akashi en una lucha de poder, sabia que el pelinegro seria quien le tomara pero no sería para nada un doncel tranquilo, le gustaba tomar el control de la situación. Himuro no se quedaba tan atrás, le mordía hasta donde podía desprendiendo las ropas del chico sin cuidado rasgando algunas de ellas. Lo tiró contra la cama de Akashi, la misma cama en la que pasaba horas planeando como cobraría venganza de su padre; estaba feliz pues el primer paso tenia nombre y apellido, justo ahora ese paso le besaba el pecho mordiendo sin pudor su pecho, lamiéndole los pezones y apretándolos con la punta de los dedos haciéndole estremecerse. Pronto su venganza estaría completa y de la mano del pelinegro derrocarían al  Rey.

 

-Cual es tu nombre, caballero- preguntó al fin Akashi mientras que el chico se quitaba la camisa frente a sus ojos mostrándole una vista preciosa de su pecho.

 

-Himuro Tatsuya, sin reino…su majestad- Akashi alzo la ceja sonriendo, “Himuro Tatsuya”…se repetía en su mente de manera armoniosa mientras el otro le daba las atenciones que merecia desprendiéndole sus últimos ropajes.

 

-Tatsuya….-le levantó el flequillo posándose en sus ojos- puedes llamarme Seijuuro.

 

-Seijuuro…-susurró mientras buscaba sus besos para entregarle un movimiento lento de labios y su mano aprisionaba el miembro del pelirrojo moviéndolo lenta y tortuosamente. Los labios semiabiertos del príncipe lanzaban muy bajos gemidos dentro de aquel beso sintiendo como los movimientos del otro incrementaban a lentitud. Le tallaba con las uñas la espalda dejando profundas marcas, se separaron del beso mostrando lo enrojecidos que habían quedado sus labios y siguiendo el movimiento de la mano del chico empezó a mover su cadera de la misma manera. 

 

Akashi le apretó de los hombros aun con las fuerza y giró el cuerpo de Himuro quedando arriba. El pelinegro solo le miró mientras Akashi acaricio sus propios labios con sus dedos y empezó a remojarlos en un espectáculo que el chico disfrutaba. Al haber remojado dos empezó a introducir su propio dedo en su entrada a la vista del joven que buscaba quitarse sus últimas prendas sin interrumpir las acciones del otro quedando totalmente desnudo con el pelirrojo encima dándose placer. Himuro empezó a masturbarse, era imposible no hacerlo con esa escena frente a él que nunca pensó le sería excitante. No imaginaba que terminaría en esa situación con un hombre y que lo disfrutaría, pero vaya que el príncipe de Teiko era candente. Cuando terminó de acostumbrarse a sí mismo a la invasión se levantó un poco poniéndose contra el miembro del pelinegro. Lo hizo entrar poco a poco, a la vista de ambos, como es que entraba lentamente en su ser sintiendo un viento cálido invadir el lugar. Akashi se sujetó de las manos de Himuro apretándolas por la punzada que sentía en esa zona, dolía un poco pero también era placentero. Terminó de entrar por completo y se quedó ahí sentado viendo al chico con un brillo en los ojos.

 

-Te he tomado, Seijuuro –susurró provocativo el chico.

 

-Las puertas se han abierto ¿Te irás sin mi? –dijo el pelirrojo acercándose a Himuro.

 

-No, no me iré sin ti…-respondió mientras empezaba a mover sus caderas contra el cuerpo del príncipe quien levantó un poco la voz gimiendo. Aquel dolor de inicio se volvió un placer eventual que le invadía el cuerpo, ambos estaban embriagados de emociones escuchando únicamente el gemir de sus labios. Akashi pedía por más en voz alta e Himuro lo complacía. Saltaba encima de aquella erección  arqueando la espalda mientras el pelinegro le tomaba de las caderas para profundizar. Lo giró recostándolo contra la cama para poder penetrarlo más cómodamente, tomando el control por sobre el pelirrojo más este no se quejó, se dejaría totalmente de él. Le mordía los hombros, le arañaba el pecho y con la ayuda de Himuro alzaba una pierna que terminó en el hombro del pelinegro para darse mayor espacio y una posición más placentera. Tatsuya le separaba las piernas, las besaba y en ocasiones le robaba un beso de los labios adoloridos del príncipe. Había estado a punto de correrse pero se había contenido pues quería disfrutarle más ya que esa calidez del interior de Akashi era algo que nunca había experimentado. Le tomaba de los cabellos, por momentos se hacia el rudo con él y al siguiente le besaba las mejillas. A Himuro le gustaban las cosas duraderas y Akashi solo tenía como opción derretirse en sus brazos. Pronto el cuerpo del pelirrojo tembló, estaba llegando a su límite pero no le pidió parar pues su orgullo le impedía rogar (aun cuando había pedido más placer pedirle que se detuviera ahora era incongruente). Himuro sintió el cuerpo de Akashi estar al borde del orgasmo y lanzando un par de estocadas le dijo con la mirada que iba a terminar. El primero fue Akashi quien llenó con su semilla el pecho del pelinegro y después este lo siguió terminando en su interior. Dejó escapar un gran suspiro y se dejó caer sobre el pecho del pelirrojo mirando a la puerta la cual se abrió…la maldición se había detenido.

 

Tan pronto se vistieron dándose un par de besos pasionales en el proceso salieron del lugar encontrándose al gigante comiéndose los dulces.

 

-Eh, Akashin…se salieron todos de la bolsa –se excusó y el otro negó con la cabeza.

 

-Son tuyos si nos llevas al reino, hay cosas que arreglar con mi padre –ordenó y el gigante no se pudo negar.

 

Al llegar al reino Akashi reclamó la corona como ‘Reina’ a lado de Himuro y tan pronto le quitó el reinado a su padre lo desterró proclamándose el nuevo Rey de Teiko ante el asombro del pueblo. Liberó a Taiga cumpliendo su promesa y al fin se pudo reunir con Himuro. No podía conservarlo como su pareja pero le nombró caballero real : Himuro de Teiko, su mano derecha y su liberador nocturno.

Notas finales:

Este fanfic fue petición de Kuroko no basquet ~ comunidad fujoshi. Si tomas el fanfic no olvides dar crédito y poner el link de mi cuenta.

-Yisus


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